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¿A quién beneficia la revuelta salafista en Túnez?

Fuentes: mag14.com

Traducido para Rebelión por Olimpia Grajales

Los últimos acontecimientos relativos a la difusión de Persépolis por parte de Nessma TV, el tema del niqab, de la Universidad de Susa y sobre todo la relación entre ellos, suscitan numerosos interrogantes sobre los verdaderos responsables de la revuelta. Estos asuntos han contribuido mucho colocando a los grupos salafistas en primera línea. Pero ¿quién se beneficia realmente de este estallido de violencia?

Más allá de las cuestiones estrictamente relacionadas con la práctica de la religión, estos grupos se caracterizan, en primer lugar, por su rechazo a las normas democráticas, consideradas como dependientes de un tipo de gobierno impío, incluso ateo, y por ello condenable. Porque la democracia se supone que da el poder al pueblo, que elige sus propias leyes, los salafistas la consideran una contradicción con la preeminencia de las prescripciones divinas. En suma, estos grupos radicales se posicionan claramente contra los opositores de los partidos políticos, incluso los de inspiración islámica. En las redes sociales se multiplican los videos de los predicadores del salafismo que golpean tanto al partido Ennahdha como a los partidos modernizadores. Se deja ver entre líneas que estos grupúsculos más o menos clandestinos son los aliados objetivos de aquellos a los que molesta la Revolución tunecina.

El politólogo francés Vincent Geisser, señala, en relación a esto, que «estos grupos salafistas se benefician de ayudas secretas de algunos círculos del Golfo cuyo sueño es romper la frágil democracia tunecina (…) Las petromonarquías temen por encima de todo la democratización de Tunez, ya que podría constituir un extraordinario modelo de libertad para el conjunto del mundo árabe».

Ahora bien, el politólogo Vincent Geisser no es la primera vez que lo dice, ni mucho menos. Mientras trabajó en Túnez capital, de 1995 a 1999, en el Instituto de Investigación sobre el Magreb Contemporáneo (IRMC) tuvo tiempo de desarrollar una visión de los hecho políticos tunecinos más allá de las convenciones académicas fijadas por la mayoría de «expertos» y otros analistas occidentales. Fue uno de los primeros (junto al tunecino Larbi Chouikha) en animar seriamente la caída del régimen de Ben Ali, especialmente con publicaciones como «Túnez: el final de un tabú. Lo que está en juego alrededor de la sucesión del presidente y degradación del clima social» (publicado en 2010 por Chouikha y Geisser en las ediciones del CNRS).

En el mismo artículo, Geisser subraya: «sin caer forzosamente en la teoría del complot, no debe descartarse que estos grupos estén manipulados en parte por oficinas de seguridad cuyo interés es hacer fracasar la transición democrática». Ahora bien, los internautas tunecinos y publicaciones en línea como Webdo, habrían señalado, con motivo del agitado fin de semana pasado, algunas «coincidencias» como poco inquietantes. Así, el «salafista barbudo» que atacó al responsable de la Universidad de Susa en un vídeo que ha dado la vuelta en Túnez, se encontraba al día siguiente ante la sede de Nessma Tv en compañía de agentes uniformados visiblemente amistosos. También se puede comprobar que algunos medios que se beneficiaron de la generosidad del sistema de Ben Ali no encontraron su cuenta en la nueva configuración del campo audiovisual del Túnez postrevolucionario.

Hay muchísimos elementos que explican la relación entre el tema del niqab, las manifestaciones salafistas y las provocaciones mediáticas del otro día. Alianzas a priori contra-natura, se unen ahora con los que ayer eran sus adversarios. Y a una semana de las elecciones históricas de la Asamblea Constituyente, lo que importa es mantener la cabeza fría y no caer en la trampa tendida por los enemigos de la revolución.

http://www.mag14.com/national/40-politique/119-a-qui-profite-lagitation-salafiste-en-tunisie-.html