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Prólogo del libro de Ludo de Witte

El ascenso de Mobutu

Fuentes: Investig'Action

Traducido del francés para rebelión por Beatriz Morales Bastos

Descubran el prólogo del nuevo libro de Ludo de Witte editado por Investig’Action: L’ascension de Mobutu   [El ascenso de Mobutu]. El ex Relator Especial de la ONU para el Derecho a la Alimentación, Jean Ziegler, evoca un recuerdo personal. Explica que en la década de 1990, cuando el dirigente congoleño estaba de paso en Suiza, unos opositores fueron agredidos bajo la mirada benévola de los gendarmes antes de ser entregados a la policía secreta congoleña . Un pequeño servicio que se le hacía a un dictador que permitía a Occidente saquear las riquezas de su país mientras su pueblo seguía confinado en la miseria. Como señala Jean Ziegler, el notable trabajo de Ludo de Witte contribu y e a restituir un recuerdo nítido de este periodo sombrío. Indispensable para poder esperar un futuro mejor.

La ejemplar resistencia de una nación

En el Talmud de Babilonia, recopilado aproximadamente en el siglo VI antes de nuestra era, figura esta frase aparentemente enigmática: «El futuro tiene un largo pasado». Sin embargo, expresa una evidencia: solo una memoria colectiva clara, que conoce lo que ocurrió realmente, garantiza al pueblo mártir el futuro que tiene derecho a esperar.

Ludo de Witte ha escrito un libro magnifico, erudito, valiente y de una inteligencia analítica. Contribuye a restituir al magnifico pueblo congoleño una memoria clara, sobre todo el recuerdo documentado del largo y terrible periodo de la dictadura de Mobuto Sese Seko, entre 1965 y 1997.

Mobutu fue durante treinta y dos años el mercenario perfecto de la oligarquía transcontinental del capital financiero globalizado, en particular el de las oligarquías estadounidenses, belgas y suizas, cuyo dominio y control del mundo favoreció de forma indiscutible. Mientras que en Congo millones de niños, mujeres y hombres morían debido a la desnutrición, la contaminación del agua y epidemias que en otros lugares se habían vencido desde hacía tiempo, los depredadores saqueaban imperturbables los recursos mineros y agrícolas de este inmenso país, uno de los más fabulosamente ricos del mundo. El sátrapa, por su parte, se quedaba las migajas de este saqueo y se labraba una colosal fortuna personal gracias al robo y la corrupción. En su informe de 1982 Erwin Blumenthal, enviado a Congo por el FMI y el Banco Mundial para sanear las finanzas del país, evaluaba en aproximadamente 4.000 millones de dólares la riqueza personal depositada en bancos occidentales, sobre todo suizos, por la marioneta de Gbadolite.

Tengo un recuerdo personal que se remonta a la década de 1990: el mariscal desembarcando de su Boeing privado en el aeropuerto de Ginebra-Cointrin. Alfombra roja, palabras melosas de los funcionarios suizos al pie de la pasarela. Tocado con su sombrero de piel de leopardo (que supuestamente establecía su vinculación con los reyes tradicionales de Mwami-Kongo), vestido con una chaqueta de inspiración norcoreana (revisada y corregida por la costosa habilidad de algún costurero parisino), pantalones impecablemente planchados, el mariscal se dirige, seguido por sus su cortesanos de untuosa sonrisa, hacia el vestíbulo central y luego a la salida. Sus guardaespaldas empujan a los irritados gendarmes suizos. La columna de Mercedes, varios de ellos blindados, se pone en marcha a la luz de la tarde primaveral en dirección al Hotel Noga-Hilton, en el quai [muelle] Wilson.

Mobutu, su corte, sus guardianes y sus mujeres están en visita privada. Dos de sus hijos estudian en la universidad de Ginebra. El mariscal se va a alojar varias noches en el Noga Hilton, propiedad de su amigo el corredor africano de petróleo y algodón Nessim Gaon. A continuación acudirá, en un viaje de «descanso», a su propiedad de Savigny, una mansión señorial en los altos de Lavaux, entre Lausanne y Vevey. Pero por ahora Mobutu recibe a sus banqueros genoveses mientras que sus ministros, mujeres, amigos y funcionarios provistos de fajos de billetes de mil francos suizos desvalijan las tiendas de lujo de la rue du Rhône, las joyerías del quai des Bergues y arramblan con collares de perlas, adornos de oro engastados con diamantes y otras piedras preciosas, relojes Rolex.

Ante el hotel, pegados a la barandilla del muelle, algunas decenas de exiliados congoleños exhiben pancartas con manidas consignas torpemente escritas: «Libertad para los presos políticos», «Abajo la tiranía», «No a la tortura de nuestros camaradas». Bruscamente salen del vestíbulo del hotel decenas de gorilas congoleños armados. Se abalanzan sobre los estudiantes. Son auténticos profesionales: los jóvenes tratan de huir, pero los forzudos los van atrapando uno tras otro. De tres en tres los rodean, los tiran al suelo y los pisotea. Es tal la violencia que un miembro del servicio de seguridad del hotel llama indignado a la policía ginebrina. Acuden dos gendarmes. No intervienen. Colgadas de los árboles del muelle las pancartas desgarradas de los estudiantes se mecen melancólicamente con la brisa de la tarde.

La acción de los guardaespaldas del mariscal ha sido totalmente ilegal: los estudiantes se manifestaban pacíficamente en la vía pública. Varios de ellos acudirán más tarde a la comisaría de policía de la calle Pécolat y presentarán denuncias por golpes y heridas, ninguna de las cuales prosperará. Como dice un policía, «unos negros han dado una somanta de palos a unos negros…».

Las autoridades federales no niegan nada al respetado clientes de los grandes bancos. Unos días después decenas de sus opositores serán metidos en un avión de Swissair, esposados durante todo el vuelo. Dirección: el aeropuerto internacional de Nidjii, Kinshasa. La policía secreta congoleña recibirá a los exiliados al descender del avión.

Capítulos enteros del libro de Ludo de Witte se leen como el martirologio de un pueblo. Una serie de malhechores sucedieron al rey Leopoldo II, asesino de masas, al frente de Congo. La única excepción, luminosa: Patrice Lumumba y su gobierno, en el poder durante algunos meses del verano de 1960

Siento una profunda admiración por la nación congoleña. No ha sucumbido bajo los depredadores extranjeros y los corruptos autóctonos. En medio de los peores sufrimientos ha permanecido en pie, ha conservado su unidad y preservado su dignidad. El libro de Ludo de Witte rinde un magnífico homenaje a su resistencia, a su fuerza ante las pruebas.

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Congo, 24 de noviembre de 1964. Cientos de paracaidistas belgas se lanzan sobre Stanleyville y Paulis. Objetivo oficial: salvara a los civiles belgas en peligro. ¿Humanitario? De Witte revela la cara oculta exhumando testimonios de primera mano en todos los campos: la «liberación» fue más bien un baño de sangre en el que Occidente ayudó al ejército de Mobutu a asesinar a decenas de miles de congoleños.

El anterior libro del historiador Ludo De Witte –El asesinato de Lumumbaprovocó un terremoto político en 2000: ¡Bélgica se vio obligada a crear una comisión de investigación parlamentaria y a presentar excusas oficiales! Su nuevo libro examina el a veces nauseabundo trasfondo de la política de Bélgica y Estados Unidos en este periodo negro. Cómo se instaló una dictadura muy lucrativa para algunos pisoteando los intereses de la población congoleña.

Fuente: http://www.investigaction.net/fr/lascension-de-mobutu-la-preface-de-jean-ziegler/

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.