Permítanme comenzar llamando la atención sobre el hecho de que el 58% de los electores de Miami-Dade votaron a favor de Barack Obama en 2008. Menciono esto para demostrar que los cubano-americanos no controlan necesariamente la elección de sur de la Florida, como algunos quieren que creamos. Que un alto número de ellos -la mayoría […]
Permítanme comenzar llamando la atención sobre el hecho de que el 58% de los electores de Miami-Dade votaron a favor de Barack Obama en 2008. Menciono esto para demostrar que los cubano-americanos no controlan necesariamente la elección de sur de la Florida, como algunos quieren que creamos. Que un alto número de ellos -la mayoría ancianos- votan como un bloque republicano, especialmente en un año de elecciones presidenciales, eso es otra historia.
Permítanme detallar esto un poco más y prometo que luego iré al grano. El 1 de agosto de 2012 había un millón 247 495 electores en Miami-Dade. De esos, el 51% o 673 120 estaban clasificados como hispanos. Entre los hispanos, 267 861 (40%) se inscribieron como republicanos. Y de todos los republicanos inscritos en el condado, 72% eran hispanos.
Permítanme detallarlo más. Una mayoría de 56% de los hispanos inscritos como republicanos tiene más de 61 años. No poseo el número exacto de cuántos de ellos son cubano-americanos, pero apuesto un almuerzo bien caro en el lugar que ustedes escojan que una gran mayoría de ese 56% es cubano-americano. Un hecho de la vida en esta ciudad.
Como nota aparte e interesante (al menos a mí me parece así), aunque los hispanos en los Estados Unidos son una población en aumento con una edad promedio muy baja, el único subgrupo de los hispanos que no sigue esa tendencia es el cubano. El censo nos dice que la cifra de cubano-americanos está disminuyendo -especialmente en relación a los otros subgrupos de hispanos. Y en comparación con esos otros subgrupos, el cubano-americano es el más viejo con una edad promedio de alrededor de 40 años, comparado con los 20 y tantos años de los otros. Lo cual no es un buen augurio para este grupo en el futuro como una fuerza política.
Entonces, ¿a qué me refiero? Sencillamente, a que un gran número de los cubano-americanos de más edad en Miami que tienen la intención de votar por Mitt Romney en noviembre estan mal informados o se afectan perversamente al votar en contra de sus propios intereses.
No nos engañemos. La candidatura republicana Mitt Romney-Paul Ryan está decidida a reducir la Seguridad Social y utilizar ese dinero para seguir financiando aún más guerras. Quieren privatizar Medicare por medio de vouchers que garanticen mayores ganancias para sus amigos en la industria de los seguros, mientras crean un sistema de salud del tercer mundo dedicado a los ricos y a los que pueden pagar precios astronómicos por la atención médica.
En cuanto a los pobres y Medicaid, «¡que se jodan!», dicen en privado. Los pobres no cuentan y son pocos los que votan, dice Romney-Ryan. ¿No me creen? Lean cuidadosamente lo que se dice. No lo estoy inventado.
Y los ancianos cubano-americanos que son republicanos votarán amorosamente por Romney en noviembre porque él promete (al igual que 10 otros antes que él) que se encargará del problema de Castro en el sur. Y todo el tiempo ignoran el hecho de que ellos esperan que les llegue a tiempo su cheque de la Seguridad Social; se quejan cuando tienen muchos por delante en la lista de viviendas de la Sección 8; se insultan por el alto precio de su medicamento para la hipertensión; y esperan pacientemente por el ómnibus que los lleva al almuerzo gratis de lunes a viernes en uno de los muchos comedores para ancianos de Miami.
Todos estos son programas subsidiados federalmente que el plan Romney-Ryan tiene en la mira, que espera crear en el futuro cercano mayores oportunidades para los muy ricos -como ellos.
Pero no me crean a mí. Lo que sigue son comentarios que el candidato Romney hizo en privado ante un grupo de personas, cada una de las cuales pagó $50 000 para almorzar con él en mayo pasado durante una fiesta de recaudación de fondos en Boca Ratón, la Florida:
«Bien, hay 47%… que depende del gobierno, que cree que son víctimas, que cree que el gobierno tiene una responsabilidad de cuidar de ellos, que cree que tiene derecho a la atención médica, a los alimentos, a la vivienda, a lo que sea…
«Así que mi trabajo no es preocuparme por esa gente… ellos deben adoptar su responsabilidad personal y cuidar de sus vidas…»
Sí, ese fue Mitt Romney a mediado de este año.
En cuanto a mis hermanos cubano-americanos que piensan votar por la candidatura de Romney en noviembre, solo tengo un mensaje: «¡Adelante, dense un tiro en la cabeza!».