Recomiendo:
0

La visita de Condoleezza Rice

A toda costa

Fuentes: Il Manifesto

Traducido del italiano para Rebelión por Juan Vivanco

Condoleezza Rice llega a Europa. Su tarea, en palabras de Stephen Hadley, consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, consiste en convencer a los europeos de que nadie se libra de la amenaza terrorista. Por consiguiente deben implicarse cada vez más en la guerra contra el «terrorismo global», que no permite andarse con miramientos. Los derechos de las personas son detalles europeos caducos. El objetivo por alcanzar, a toda costa, es encontrar a los enemigos de la humanidad, exterminar a los nuevos bárbaros, aniquilar a los caníbales. Como ha escrito Alan Dershowitz, es preciso infligir a los terroristas derrotas contundentes, incapacitar a sus militantes deteniéndolos o matándolos, recurrir a la tortura, a la infiltración de espías, a la corrupción, al chantaje y a las represalias colectivas. Para ello se necesitan, naturalmente, medios violentos y procedimientos secretos. También se necesitan grandes inversiones: el presupuesto de la Inteligencia Nacional (NI en sus siglas inglesas) estadounidense es de más de 40.000 millones de dólares. Estados Unidos está añadiendo a su red planetaria de instalaciones militares -sólo las nucleares son más de un millar- una red de centros carcelarios secretos, bajo la dirección del antiguo embajador en Irak, John Negroponte. Por iniciativa suya se ha creado el «servicio clandestino nacional», una organización ultrasecreta que coordina «la creciente actividad de espionaje y operaciones encubiertas dirigidas por el Pentágono y el FBI a escala mundial», como declaró en octubre al Washington Post.

En este mundo subterráneo se puede recurrir a la tortura, en todas sus refinadísimas formas modernas, sin temor a crear incidentes. Guantánamo ya ha quedado al descubierto, visible. Las infamias de Abu Graib en Irak y Bagram en Afganistán fueron «errores de soldados bisoños». Lo mismo que Camp Bondsteel, la inmensa base militar que construyó Estados Unidos en Kosovo después de su «guerra humanitaria» y sirve también para recluir y torturar a sospechosos de terrorismo. Ahora se trata de obrar sistemáticamente, desdoblando el frente de la guerra global: por un lado un frente cegador, donde el fósforo blanco ilumina el teatro de la matanza, y por otro un frente tenebroso, donde la CIA ejecuta operaciones «de las que no se puede hablar», como ha declarado Stephen Hadley.

Se prolonga así una tragedia global que sólo cesará con el fin de la civilización occidental. La alternativa sólo puede consistir en reconocer las «razones» del terrorismo, por deplorable que sea. El factor determinante en el origen del fenómeno terrorista no es el fundamentalismo religioso. En la inmensa mayoría de los casos el terrorismo es el rechazo a la presencia agobiante y a la presión ideológica de una potencia extranjera que pretende alterar de raíz las estructuras sociales, económicas y políticas de un país ocupado. Robert Pape, prestigioso sociólogo norteamericano, ha afirmado que la presencia prolongada de los ejércitos occidentales en los países musulmanes aumenta día tras día la posibilidad de otro 11 de septiembre igual de mortífero.

http://www.ilmanifesto.it/Quotidiano-archivio/06-Dicembre-2005/art5.html