A estas alturas, escribir sobre el triunfo del demócrata Barack, sobre el republicano Mitt Romney, es casi como llover sobre lo mojado. A todos los que les puede interesar el tema y el resultado del mismo ya están más que enterados. Hablando en cubano, Obama le dio una paliza a Romney. Creo que 332 a […]
A estas alturas, escribir sobre el triunfo del demócrata Barack, sobre el republicano Mitt Romney, es casi como llover sobre lo mojado. A todos los que les puede interesar el tema y el resultado del mismo ya están más que enterados.
Hablando en cubano, Obama le dio una paliza a Romney. Creo que 332 a 206 califica para llamarle paliza.
Así es que, se sabe que el Presidente fue electo para un segundo término y que el Sr. Pinocho se fue a su casa, y con una nariz muy grande, a disfrutar los millones de dólares que posee como capital personal. Que lleve un buen viaje. Que nos deje tranquilos, ya que un triunfo de ese caballero de la mentira hubiese sido terrible, no solo para los ciudadanos que vivimos en este país, sino también y en cierta medida, para el resto de las naciones del planeta.
Para las mujeres, habría sido volverse a someter a las leyes imperantes de los años cuarenta o cincuenta del siglo XX, con diferencia de sueldo para ellas, en comparación con los hombres, además de prohibición para dar por terminado un embarazo si así lo desean y lo consideran conveniente.
Para los homosexuales, hubiera significado leyes discriminatorias por sus preferencias sexuales, y la no aceptación, bajo ningún concepto, de matrimonios del mismo sexo.
Para los inmigrantes indocumentados, hubiesen sido asientos de tercera clase para ser reembarcados a los países desde donde llegaron y persecución policial solamente por las apariencias físicas.
Para las personas mayores de 65 años, que gozan del Seguro Social y el plan de salud Medicare, habría sido el nerviosismo de perderlos o de que ambos programas fueran modificados ya que querían privatizar el seguro médico.
Para los cubanos que aquí residimos, habría significado limitaciones de viajes para visitar familiares en Cuba y limitación en el monto de las remesas, además de la redefinición del término familia.
Para los muy ricos, hubiera representado recorte de los impuestos, para los más pobres, reducción casi total de los programas sociales de ayuda vigentes.
Para el resto de las naciones del mundo, habría implicado la amenaza constante de un nuevo bombardeo, basándose en la criminal política de George Bush sobre ataques preventivos.
El fundamentalismo de los ultra conservadores reaccionarios del Tea Party se llegó a posesionar del ya de por sí conservador Partido Republicano y lo hundió en la derrota. Lo convirtió en un partido totalmente excluyente, con un total desprecio hacia las minorías.
Se gastaron más de seis mil millones de d ólares en estas elecciones. Es casi increíble que para elegir a los gobernantes de un país, por grande que este sea, haya que gastar tan inmensa cantidad de dinero. ¿Cuántos niños hambrientos alrededor del mundo se alimentarían con esa cantidad de dinero?
Pero las elecciones no solamente le dieron el triunfo a un candidato más moderado y menos malo, sino que el mismo proceso electoral dejó en clara evidencia el desastroso e irregular estado del sistema de votación en los Estados Unidos.
Hasta el mismo Presidente, en su discurso de aceptación, afirmó que hay que hacer algo para arreglar ese proceso y que vaya por un nuevo camino.
Las demoras en las colas para votar fueron inmensas, teniendo los electores que estar parados en largas líneas, en algunos casos llegando a seis, siete y hasta ocho horas, para después enfrentarse a una boleta electoral llena de preguntas. En el Condado de Miami Dade eran cinco hojas, por delante y por detrás, o sea diez páginas.
No hay forma de imaginarse cómo puede ser posible que, en el país más tecnológicamente adelantado del mundo, no se pueda encontrar la forma de resolver el problema que reiteradamente se repite en las elecciones.
Menos mal que el estado de La Florida no fue necesario para determinar el resultado de las elecciones, sino, hasta el momento que escribo este comentario, no se sabría quién fue el vencedor de la contienda que terminó el martes 6 de noviembre.
Aquí se dio el caso que había ciudadanos en fila para votar en altas horas de la madrugada, cuando ya hacía horas que se sabía que el Presidente había sido reelecto.
El sistema electoral de este país sigue, en el siglo XXI, con las mismas reglas de existían en el XVIII, cuando se fundó la nación, y cuando un viaje entre Virginia y Massachusetts duraba varias semanas.
Creo que las elecciones para elegir a los funcionarios federales deberían ser independientes de las elecciones estatales. Creo que los elegidos para los puestos federales tendrían que ser escogidos por proporción poblacional.
No es justo que el gobernador de un estado, sea del partido que sea, tenga la potestad de crear leyes electorales que favorezcan a su partido, cuando esas autoridades elegidas van a gobernar a todos en el país.
Todo eso que creo que bien debiera ser, no le veo ni el más mínimo chance de que ocurra, pero algo tendrán que hacer para mejorar un sistema totalmente envejecido y tan dado a las trampas, a las injusticias y a las corrupciones.
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