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2ª Conferencia Internacional sobre Reforma Agraria y Desarrollo Rural (CIRADR) celebrada en Porto Alegre.

Agroecología gana espacios

Fuentes: IPS

La convergencia entre la promoción de la pequeña agricultura y la defensa del ambiente sobresalió en la segunda Conferencia Internacional sobre Reforma Agraria y Desarrollo Rural (CIRADR), que concluyó este viernes en la meridional ciudad brasileña de Porto Alegre. Las «estrategias agroecológicas centradas en la agricultura campesina y familiar y en la pesca artesanal» son […]

La convergencia entre la promoción de la pequeña agricultura y la defensa del ambiente sobresalió en la segunda Conferencia Internacional sobre Reforma Agraria y Desarrollo Rural (CIRADR), que concluyó este viernes en la meridional ciudad brasileña de Porto Alegre.

Las «estrategias agroecológicas centradas en la agricultura campesina y familiar y en la pesca artesanal» son un elemento de la «nueva reforma agraria» propuesta por el Foro Tierra, Territorio y Dignidad, que protagonizaron por los movimientos sociales rurales durante la CIRADR promovida por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) con apoyo del gobierno brasileño.

Esas estrategias responden a una cuestión lógica y económica: una familia rural tiene que mantener el ambiente donde vivirán sus descendientes, mientras una gran empresa agropecuaria, que puede trasladarse a otro sitio o país, tiende a explotar los recursos naturales sin preocuparse en preservarlos, buscando ganancias en poco tiempo, explicó un técnico de la FAO.

«La remuneración de servicios ambientales puede ser una alternativa de ingresos para las poblaciones campesinas», destacó a IPS Tomás Lindeman, experto en instituciones rurales de FAO. Ello permitiría rescatar la pequeña agricultura en los altos de la cordillera de los Andes, que constituyen «fábricas del agua» que abastece la población, la agricultura y la minería en las partes más bajas y costeras de los países andinos, además de buena parte de los ríos amazónicos, ejemplificó.

El abandono de las terrazas y montañas andinas, debido al éxodo rural, deterioró el ambiente local y las zanjas de agua, hace falta «gente con una cultura de mantención» para interrumpir la creciente pérdida de manantiales, sostuvo. Pero se necesita también capacitación, porque algunos «métodos tradicionales», como la quema de bosques y residuos agrícolas, son negativas, recordó.

Lindeman cree necesario buscar alternativas para el desarrollo rural, porque «personalmente» discrepa del «énfasis excesivo» en la tenencia de la tierra de los defensores de la reforma agraria, como ocurrió en la CIRADR. En el mundo actual, de intensa liberalización comercial, «la pequeña agricultura campesina no logra rentabilidad suficiente» para competir con la producción subsidiada de los países ricos y del gran agronegocio, arguyó.

Por ello no se consigue contener el éxodo rural y se hace necesario «buscar soluciones alternativas», como el pago, por parte de los actores beneficiados, de los servicios ambientales campesinos, y actividades rurales rentables «no necesariamente agrícolas».

La alianza entre movimientos campesinos, indígenas y de consumidores con los ambientalistas se está ampliando, especialmente en la región, afirmó a IPS Mario Ahumada, dirigente del Movimiento Agroecológico de América Latina y uno de los coordinadores regionales del Comité Internacional de Planificación de Organizaciones Sociales para la Soberanía Alimentaria, que llevó a cabo el Foro en Porto Alegre.

La agroecología es un cambio en la producción que une a campesinos y ambientalistas. Es también una visión social, pues comprende los derechos de los pueblos, la recuperación de recursos naturales y la biodiversidad usando conocimientos tradicionales, según Ahumada, un veterinario chileno.

Es una técnica aún poco usada pero que se difunde rápidamente. El Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) brasileño decidió divulgarla al darse cuenta de los mejores resultados obtenidos por las fincas agroecológicas.

Una asociación entre el MST, la red internacional Vía Campesina y los gobiernos de Venezuela y del sureño estado brasileño de Paraná dio nacimiento en agosto de 2005 a la Escuela Latinoamericana de Agroecología. Setenta alumnos de Brasil, Paraguay y Venezuela componen el primer curso de nivel universitario, que dura tres años, alternando clases en la escuela instalada en Lapa, cerca de Curitiba, la capital de Paraná, y actividades en las comunidades campesinas.

La agroecología es «un conjunto de principios para diseñar un sistema productivo basado en la biodiversidad y la sustentabilidad», que se aplica según las condiciones locales, explicó el chileno Miguel Altieri, profesor de la Universidad de California y reconocida autoridad científica en la materia, en entrevista con IPS durante la CIRADR.

Grandes problemas de la agricultura, como las plagas y las deficiencias del suelo, «son síntomas de una enfermedad más sistémica, el monocultivo», es decir la falta de diversidad biológica funcional, explicó. Cuando hay diversidad de organismos que «hacen funcionar un bosque», por ejemplo, con «un equilibrio biológico determinado», no se necesitan pesticidas, fertilizantes y otros agroquímicos, acotó.

«No se trata de una receta», hay que investigar y observar las condiciones locales, pero el principio básico es el «policultivo que tiene lógica económica y ecológica, y promueve sinergia». Es el caso de una siembra de leguminosas, que fijan nitrógeno, combinadas con cereales, ejemplificó. También se recomienda la presencia de flores, cuyo polen ejerce funciones necesarias, y de animales.

La agroecología se diferencia de la agricultura orgánica, pues la segunda se limita muchas veces a sustituir insumos químicos por biológicos, sin solucionar los problemas de fondo, y por eso ha producido muchas frustraciones, aclaró.

Además, éste es un sistema competitivo comercialmente, por la gran reducción de costos, incluyendo los ambientales, como la erosión de suelos, según Altieri.

La agroecología es naturalmente más cercana a algunas prácticas tradicionales, como las de los indígenas, reconoció, observando que la pequeña agricultura también puede practicar el monocultivo. La agricultura familiar le es más compatible por su mayor eficiencia y por sus beneficios sociales, señaló el profesor, que está en Brasil también para impartir cursos.