La CIA ha desclasificado ayer 703 páginas de documentos -muy seleccionados, of course, entre los millones que en realidad tendrían que ver la luz- sobre algunas de sus actividades en el mundo desde mediados de los 50 hasta 1975 aproximadamente. Al anunciar la publicación de las Joyas de la familia la semana pasada, el jefe […]
La CIA ha desclasificado ayer 703 páginas de documentos -muy seleccionados, of course, entre los millones que en realidad tendrían que ver la luz- sobre algunas de sus actividades en el mundo desde mediados de los 50 hasta 1975 aproximadamente. Al anunciar la publicación de las Joyas de la familia la semana pasada, el jefe de la agencia, Michael Hayden, dijo con tono muy serio, que en algunos casos la CIA no salía muy bien parada. Reivindicaba por ello Hayden el mérito de divulgar incluso esas páginas negras. La CIA y el Gobierno Bush, evidentemente, se han cuidado muy bien de que esos pocos documentos hechos públicos ayer no pudieran salpicar ya a ningún dirigente político, militar o funcionario de alto cargo. Los documentos desclasificados llegan hasta mediados de los 70. Siguiendo los plazos de la desclasificación de documentos sensibles de la CIA, habría que esperar ahora hasta 2027 para que se conozcan los asesinatos cometidos entre 1975 y 1995, los golpes de Estado, acciones de sabotaje, apoyo a grupos terroristas y mafiosos, negociaciones con narcotraficantes, secuestros, campañas de intoxicación mediática para hostigar gobiernos o para justificar guerras, y el largo etcétera que caracteriza el quehacer cotidiano de miles de agentes de la CIA en todo el mundo.
En los pocos documentos que algunos podrán leer en 2027 tal
vez se encuentren algunas de las pruebas de la activísima participación de la CIA en el golpe de Estado de Videla (1976), en los escuadrones de la muerte en El Salvador, en la guerra sucia de Guatemala, o en su abierto apoyo a la contra en Nicaragua (1981-1990). En el periodo 1975-1995 la CIA, gracias a personajes como su agente Luis Posada Carriles, siguió apoyando los intentos de asesinato de Fidel Castro, los atentados en Cuba o contra intereses cubanos en el exterior, como el derribo en pleno vuelo del avión de Cubana de Aviación en 1976, en el que murieron 73 civiles.Si hubiera voluntad de desclasificar documentos, en ese periodo
1975-1995 habría vía verdaderas perlas sobre actuación de la CIA en la operación Gladio en Italia, o contra el régimen islámico iraní que en 1979 derrocó al prooccidental sha Reza Pavhlevi. La gigantesca operación encubierta puesta en marcha en Afganistán en los 80 para derrotar a las tropas soviéticas, financiando y armando para ello a miles de muyaidin, como el mismísimo Osama bin Laden, merecería un papel destacado de esa etapa.Y habría que esperar aún hasta 2039, para que se destapen
programas como el de las extraordinary renditions, que la CIA inició en la era de Bill Clinton experimentalmente y que convirtió en su arma estrella a partir del 11-S, hasta nuestros días. Por medio de ese plan ha secuestrado en distintas regiones del mundo, incluida Europa, a sospechosos de pertenecer a Al Qaeda, para trasladarlos en aviones civiles a cárceles secretas en el exterior y torturarlos impunemente.Pero, tranquilidad, al presentar los documentos de los 50 a los
70, el general Hayden aseguró que aquellos «eran unos tiempos muy distintos y una agencia muy distinta».