La derrota militar sufrida por Turquía tras su operación ‘Fuente de Paz’ ha significado la definitiva unidad de los pueblos kurdo y sirio, además de delatar la falta de principios democráticos por parte de EEUU en el país árabe, extendiendo sus garras de rapiña sobre los pozos petrolíferos. Ahora se conocen los detalles de la […]
La derrota militar sufrida por Turquía tras su operación ‘Fuente de Paz’ ha significado la definitiva unidad de los pueblos kurdo y sirio, además de delatar la falta de principios democráticos por parte de EEUU en el país árabe, extendiendo sus garras de rapiña sobre los pozos petrolíferos. Ahora se conocen los detalles de la huida deliberada de las tropas estadounidenses de sus bases en territorio de Rojava dejando sin apoyo militar al núcleo duro de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) y a las Unidades de Protección del Pueblo (YPG), organización militar de inspiración trotskista. El líder turco, Recep Tayyip Erdogan, habría acordado con Mike Pence, vicepresidente de EEUU, que tras la retirada sus fuerzas controlarían la frontera con el país vecino en toda su longitud y con una profundidad de 32 kilómetros a cambio de que compañías petrolíferas israelíes y norteamericanas pudiesen explotar el crudo existente en la región. La necesidad de defenderse de la agresión turca impulsaron al FDS y el YPG a cooperar con Siria, desde el Ministerio de Defensa se les llegó a proponer unirse a las filas del Ejército gubernamental en la lucha común contra el invasor. Gracias a esta nueva alianza el gobierno de Bashar al Assad ha conseguido controlar rápidamente ciudades claves como Manbij, Kobani, Ain Isa, Tel Tamer o Qamishli. Ante el temor al potencial militar de Turquía las tropas rusas prevén ubicar una base en Ain Isa próxima a la autopista M4 y desplegar en Qamishli el sofisticado sistema antiaéreo de misiles Pántsir-S para proteger a los helicópteros de combate que vigilan la frontera.
Turquía es una potencia emergente, sus complejos productivos atraen miles de millones de euros anuales en inversiones desde Oriente Medio, África e incluso EEUU. La importancia geoestratégica del país otomano es indudable, su ubicación entre Asia y Europa la convierte en un elemento de equilibrio para la seguridad internacional, ya durante la guerra de los Balcanes la diplomacia del presidente Erdogan fue protagonista en la reconciliación entre las naciones beligerantes. Históricamente Ankara ha defendido su posición preeminente sobre Asia Central y Siria. Las relaciones internacionales han sido clave para detener la ofensiva turca en esta crisis, Irán hace tiempo que alerta de la necesidad de volver al acuerdo de Adana, un acuerdo que se remonta a 1998, donde se acordó que el gobierno sirio dejaría de dar apoyo desde su territorio al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) que actuaba en el Kurdistán turco, Damasco tuvo que cerrar las bases del PKK y expulsar a su mítico líder, Öcalan, que acabaría siendo capturado por los servicios secretos en Kenia. Este estatus fronterizo perdió su vigencia al estallar la guerra civil en 2011, ha sido en octubre en la ciudad rusa de Sochi donde el presidente Erdogan y su homólogo, Vladimir Putin, acordaban volver a retomar dicho acuerdo comprometiéndose a darse una tregua y pactar una zona de influencia turca en la frontera diferente de la acordada con EEUU. Dicha zona se limitará a un frente 120 kilómetros, situada entre las localidades de Tal Abyad y Ras al Aín. Esta franja de seguridad, ya aplicada, tiene 10 kilómetros de profundidad y su control es compartido por patrullas militares de Moscú y Ankara, desplazando a las tropas kurdas 30 kilómetros hacia el interior.
En el noreste de Siria se ubican dos tercios de las reservas de hidrocarburos del país. Durante el gobierno del Estado Islámico el saqueo del petróleo fue un recurso habitual para financiar el terrorismo, miles de camiones lo transportaban en caravanas hacia Turquía. Cuando los kurdos de la región autónoma de Rojava tuvieron acceso a los pozos aceptaron el «asesoramiento» de Israel a través del norte de Irak. Tras la retirada del ejército de EEUU fuentes kurdas afirmaron haber visto a dichas tropas patrullando en la localidad de Al-Qahtaniyah, muy próxima al importante campo petrolífero de Rumilan aunque fuerzas especiales del ejército sirio avanzaron días después hacia el este de Qamishli consiguiendo recuperar el control de dicha base. Para Damasco la recuperación de su territorio reafirma la autoridad nacional y militar, sin embargo, el aviso de Trump que definitivamente no abandonarán el Kurdistán significa otra vuelta de tuerca destinada a modificar el escenario del conflicto y poder continuar explotando los yacimientos a través de sus propias compañías petroleras.
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