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Algunas aldeas palestinas se convierten en campos de entrenamiento del ejército israelí

Fuentes: 972mag

Traducido para Rebelión por J. M.

El ejército israelí podría construir fácilmente un pueblo ficticio en algunas dunas de mala muerte en el Negev para fines de capacitación. Pero entrenarse en un pueblo palestino tiene otro (oculto) objetivo: demostrar quién manda.

Los aldeanos de Imatin fueron sorprendidos al final de mayo de 2013, cuando una unidad de envergadura del ejército israelí -la evidencia muestra que parecía ser del tamaño de una empresa- invadió su pueblo en la noche, con las tropas diseminándose entre las casas y conduciendo como lo que aparentemente era la práctica de un combate en un terreno poblado.

Los soldados, por supuesto armados hasta los dientes, se movían de patio a patio por todo el pueblo simulando un campo de batalla. Todo el incidente fue muy estresante para las mujeres, los ancianos y los niños de la aldea. Al día siguiente, el espectáculo se repitió: un convoy de vehículos del ejército de Israel se juntó en el centro del pueblo a la caída del sol, bajaron unos 100 soldados armados hasta los dientes y comenzó un simulacro de batalla.

Yesh Din cuenta con varios casos similares documentados. En el año 2007, un palestino de Tel Rumeida, en Hebrón, se quejó de que su casa eligieron su casa como lugar de entrenamiento. Cuando dijeron a los soldados que el entrenamiento podía asustas al hermanos pequeño del hombre le respondieron «no es de tu incumbencia.» ¿Y por qué lo sería? Es sólo su casa.

Ese mismo año, el ejército israelí entrenó en el pueblo de Beit Lid, donde los soldados tomaron las casas en la noche mientras disparaban y gritaban. En 2012, en el pueblo de Deir Astia, soldados presuntamente entrenados en el pueblo lanzaron (por malicia o accidente) granadas de aturdimiento y gases lacrimógenos dentro una casa habitada. En ese momento, el ejército afirmó, en respuesta a la queja de Yesh Din, que no se había llevado a cabo un entrenamiento propiamente dicho sino que fue más bien un incidente de «ondear la bandera.» En el año 2009, informaron a Yesh Din de que el Abogado Militar General ( MAG) estaba revisando el incidente, aunque la organización no ha recibido respuesta desde entonces y la práctica claramente continúa.

Entre las injusticias que documenta cotidianamente Yesh Din, la invasión de Amatin con fines de entrenamiento, es sin duda uno de los acontecimientos menos peligrosos. No hubo heridos, los soldados no usaron la violencia contra los habitantes del pueblo ni tampoco saquearon las casas, e incluso se abstuvieron de entrar en ellas. En cambio se ocuparon de intimidar a los residentes en su vagar por sus patios. Aunque puede tratarse de un incidente menor entre los documentados por Yesh Din -terrorismo judío contra los agricultores, incendios provocados, robo de tierras, saqueos, abuso de los detenidos injustamente, intimidación y más- es tan importante como el resto para la comprensión de la esencia de la ocupación israelí en la Ribera Occidental.

Su esencia es demostrarles a los palestinos que carecen de los derechos humanos básicos. Se convierten en participantes involuntarios en la película de guerra que el comandante militar está produciendo. Según sus caprichos, confiscan los patios sin previo aviso para que sus soldados actúen. Cuando así lo desea, la gente deberá encerrarse en sus casas y temblar ante los gritos desafiantes en idioma extranjero lanzados por hombres armados entrenados para verlos como enemigos.

Gran parte de lo que hace Israel en la Ribera Occidental se explica por «necesidades de seguridad». Estas necesidades pueden ser notoriamente flexibles, sacar a los niños palestinos de sus camas por la noche, ya que el lanzamiento de piedras es potencialmente mortal. No existe tal necesidad, sin embargo, para los judíos que también lanzan piedras; sus piedras son muy pacifistas.

Pero lo que sucedió en Imatin no puede ser explicado por «necesidades de seguridad», que son inexistentes. El ejército israelí controla la mayor parte del Negev, así como buena parte de la hacienda del país. Si quiere practicar en algún lugar que se asemeje a un pueblo palestino debe construir una réplica de cada uno en los enormes campos de entrenamiento que ya tiene. Y este es el punto -así se confeccionó el plan para aterrizar en Junia, el suburbio en máxima escala de Beirut, ya que el ejército israelí no podría imaginar prácticas en Cesarea o Savion. Pero, ¿y las aldeas palestinas? Después de todo, sus habitantes no son realmente humanos. Como dice la canción (en hebreo): «No son hombres ni mujeres, solo datos, sombras».

En el siglo XVIII, el primer ministro británico Pitt el Viejo rugía en el Parlamento que «el hombre más pobre puede en su casa ofrecer un desafío a todas las fuerzas de la Corona. Puede ser frágil – su techo se puede sacudir – el viento puede soplar a través – la tormenta puede entrar – la lluvia puede entrar – pero el rey de Inglaterra no puede entrar – sus fuerzas no son suficientes para atreverse a cruzar el umbral de la casa en ruinas de la vecindad». El campesino británico del siglo XVIII tenía más derechos que el agricultor palestino del siglo XXI, siempre y cuando, claro, no fuese en Irlanda, donde nacieron las leyes que se convertirían en los Edictos de emergencia.

El entrenamiento de Imatin terminó sin ninguna baja. Eso no es siempre así. El entrenamiento que hizo la Unidad Duvdevan (que significa «cerezo»), cuyos soldados se cubrían con vestimentas palestinas en el pueblo de Ramoun en abril de 2012, fue un fracaso catastrófico (hebreo). Los aldeanos sospechaban que los soldados disfrazados que merodeaban por el pueblo eran ladrones y los atacaron. Un palestino murió y otro, que más tarde fue maltratado por los soldados, resulto herido. La atención del público, tal y como fue, recayó en el maltrato de los prisioneros, no en el hecho de que una práctica de entrenamiento del ejército israelí había acabado con un palestino muerto. Porque cuando todo está dicho y hecho, lo que preocupa al ejército israelí -es decir cuando le pillan- es lo que concierne a sus «valores» más que a los resultados inesperados de sus acciones, siempre y cuando estas puedan justificarse como «necesidad militar».

Lo que ocurrió en Ramoun pudo haber ocurrido tranquilamente en Imatin. Si algunos jóvenes del pueblo hubieran tratado de expulsar a los invasores que entraron en su patio en la noche y los israelíes hubieran respondido con fuego vivo en una zona densamente poblada, habría terminado en un incidente con múltiples víctimas. Al parecer, el ejército israelí no consideró la posibilidad de que los palestinos podrían reaccionar viendo sus patios invadidas por la noche. Después de todo no son realmente humanos.

Hay otra razón para el entrenamiento en los territorios palestinos, que el ejército no admitirá. Se podría construir fácilmente un pueblo ficticio en algunas dunas de mala muerte en el Negev. Pero la práctica en un pueblo de verdad tiene otro objetivo (oculto): mostrar a los palestinos quién es el jefe. El que puede alterar sus vidas sólo porque le da la gana y hacer que se encierren en sus casas con su sola presencia. A pesar de que no se expresa en voz alta, al final del día, es el motivo decisivo del entrenamiento. Y así, a pesar de que Yesh Din presentó una denuncia ante el MAG, exigió una investigación del incidente de Imatin y el hecho de que el MAG haya estado repasando tranquilamente el tema desde el año 2009, las cosas no están mejorando. Intimidar a los residentes de la Ribera Occidental es demasiado importante para que el ejército israelí simplemente renuncie con facilidad a este fin.

Escrito por Yossi Gurvitz en su calidad de blogger de Yesh Din, voluntarios por los Derechos Humanos. Una versión de este artículo fue publicada por primera vez en el blog de Yesh Din .

Fuente: http://972mag.com/show-them-whos-boss-how-palestinian-villages-turn-into-idf-training-grounds/75218/

rCR