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Entrevista a Luis Alegre Zahonero, Carlos y Pedro Fernández Liria, autores del libro "Educación para la ciudadanía"

«Amaestrar niños en lo ‘políticamente correcto'»

Fuentes: Rebelión

– El libro que habéis publicado ha creado una gran polémica. ¿Qué ha sucedido en concreto? La reacción de los medios de comunicación de la derecha contra nuestro libro ha sido desproporcionada y furibunda. Nuestro libro podría haber sido ignorado por los medios, como ocurre en este país con casi todas publicaciones realizadas por la […]

– El libro que habéis publicado ha creado una gran polémica. ¿Qué ha sucedido en concreto?

La reacción de los medios de comunicación de la derecha contra nuestro libro ha sido desproporcionada y furibunda. Nuestro libro podría haber sido ignorado por los medios, como ocurre en este país con casi todas publicaciones realizadas por la izquierda. Pero la oportunidad de utilizarnos como arma arrojadiza en su guerra particular contra el PSOE era demasiado tentadora para el PP y sus aliados. Así es que todos los medios de la derecha se pusieron a escenificar una grandísima indignación por lo que presentaron como la mejor ilustración de lo que pretendía el PSOE con la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Pero la campaña que dichos medios desataron en contra de nuestro libro durante los meses de agosto y de septiembre de 2007 ha superado todos límites de la falsedad, la mentira y la hipocresía. En primer lugar, presentaron el libro como un manual destinado a las aulas, cuando era absolutamente obvio que no era tal, ni había sido concebido en ningún momento como tal. Luego, como denunció en su momento Javier Ortiz, siguieron la táctica habitual de la Inquisición: «primero se dice que el contrario ha dicho lo que no ha dicho y luego se le condena sin apelación posible por haber dicho lo que no ha dicho» (El Mundo, 9-9-2007).

Que nuestro ensayo no es ni ha pretendido nunca ser un «libro de texto» es algo que sabían perfectamente en Telemadrid, en la Cadena Cope, en el diario El Mundo, en La Razón, en el ABC, en Libertad Digital, en el Canal 7, y en todos los medios que, sin embargo, no han parado de insistir en que lo era. Todos ellos habían decidido seguir la estrategia de dar a entender a la opinión pública que nuestro ensayo era un «libro de texto», y no sólo eso, sino que era, además, el «libro de texto» que desvelaba las verdaderas intenciones que escondía el gobierno del PSOE al implantar la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Hasta tal punto se llegó en esta sucia estrategia que en algunos de esos medios que empezaron a referirse a nuestro libro como al «manual de Zapatero».

Pero lo único cierto es que nuestro no ensayo no es un manual. Lo hemos dicho por activa y por pasiva. Se trata más bien de un antimanual especialmente escrito en contra de la asignatura y en contra de la iniciativa del Gobierno de Zapatero. Por supuesto, este detalle ha pasado desapercibido porque la prensa de derechas estaba muy interesada en monopolizar la oposición a la asignatura y la prensa gubernamental muy interesada en ocultar el hecho de que, desde el principio, hubo una oposición de izquierdas a la Educación para la Ciudadanía.

Se han publicado otras mentiras absolutamente descabelladas sobre nuestro libro como, por ejemplo, que mostramos algún tipo de menosprecio hacia los gitanos (Alfonso Ussía, La Razón, 19-08-2007) cuando, en realidad, son aludidos precisamente como modelo de resistencia frente a los mecanismos destructores de la familia que pone en juego el capitalismo (que constituye, éste sí, el blanco de nuestras críticas); mentiras absurdas, como que consideremos intolerable mantener la virginidad hasta el matrimonio, cuando lo único que decimos a ese respecto es que se trata de un asunto que debe quedar gobernado por la voluntad libre de cada uno; o mentiras delirantes, como que defendamos que la «dignidad» es comportarse como «un buen cerdo machista y tenerlos bien puestos» (La Razón 17-08-2007), cuando, como es obvio, eso se propone precisamente como ejemplo de indignidad.

Se han apuntado, por una parte, mentiras, y por otra, insultos y descalificaciones, y siempre sin aportar ni un solo argumento. Fernando Savater nos llamó «necios y sectarios» (ABC, 7-08-2007); Delgado Gal nos consideró «ineptos, fanáticos y paranoicos», al tiempo que se lamentaba de que fuéramos («¡ay!») profesores (ABC, 5-08-2007); Martín Prieto, nos tildó de «retroprogres», «locos», «chequistas» y «lamelibranquios» (El Mundo, 12-08-2007); Cesar Vidal nos llamó «escritores fracasados» y no sé cuántas cosas más (COPE, 12-07-2007); Alfonso Ussía dijo que éramos unos «stalinistas», «comunistas», «genocidas» y nos invitó a irnos a vivir a Cuba (La Razón, 19-08-2007); Jiménez Losantos y Pedro J. Ramírez han hablado bastante de nuestro libro no sabiendo si llorar o reír y llegando a la conclusión de que, más que nada, somos unos «zumbaos».

Respecto a los insultos publicados en El Mundo y en La Razón hay que añadir, además, que han sido especialmente cobardes y maleducados, porque estos diarios (al contrario que El País o el ABC), no nos han concedido derecho de réplica, ni siquiera las quince líneas de rigor en «cartas al director». Tres cartas enviadas a Pedro J. Ramírez fueron rechazadas sin explicaciones.

Pero sea como fuese, el caso es que nuestro libro se coló en los informativos de televisión y en los periódicos. Por lo general, los argumentos de la izquierda no tienen ninguna posibilidad mediática en el espacio público de nuestra bendita libertad de expresión. No hace falta censura, en efecto, allí donde todo el mundo obedece, por la cuenta que le trae, la voz de su amo. Sin embargo, en esta ocasión se ha colado en los grandes medios de comunicación un argumento de la llamada «extrema izquierda». Ello se ha debido, como hemos dicho, a que al PP le convenía muchísimo, en su guerra particular contra la asignatura de Educación para la Ciudadanía propuesta por el PSOE, presentar nuestro libro como el «manual de Zapatero». Ésa ha sido la única razón, pues el blindaje informativo contra los argumentos formulados desde la izquierda del PSOE ha sido siempre absoluto.

Cuando el gobierno propone esta asignatura en los planes de estudio el Partido Popular reprueba la medida. ¿En qué discrepa?

No hay más que cinismo e hipocresía en la posición del PP. La mayor parte de los dirigentes del PP no tiene nada contra el contenido de la asignatura. De estar ellos en el gobierno, se les podría haber ocurrido perfectamente a ellos su implantación. La razón de su oposición a la misma es puramente electoralista: creen que con ella pueden arrancar al PSOE parte de los votos que han calculado que pueden faltarles para gobernar en la próxima legislatura.

La razón esgrimida por el PP para oponerse a la asignatura de «Educación para la ciudadanía» es que la consideran un potencial instrumento de «adoctrinamiento» ideológico. Algunos sectores de la Iglesia Católica próximos al PP añaden, además, la idea de que la «educación moral» de los niños y adolescentes compete exclusivamente a sus padres y a la propia Iglesia, y que en ningún caso deben las Administraciones públicas arrogarse competencia alguna en dicho terreno. Alegación que, aparte de ser completamente necia, resulta realmente chocante, porque no sólo la ya anciana materia de «Ética» de 4º de ESO está dedicada de cabo a rabo a formar en el terreno de lo moral a los adolescentes, sino que toda LOGSE, vigente desde 1990, se halla animada por el principio de que hay que dar a la «educación en valores» al menos tanta importancia como a la «educación en contenidos». Los llamados «contenidos transversales» que se vienen impartiendo en los centros desde que la Ley entro en vigor responden, como es obvio, a ese mismo principio.

Pero es que la oposición del PP a la Educación para la ciudadanía no tiene en realidad nada que ver con los contenidos oficiales de la asignatura. Con toda seguridad, el PP se pronunciaría en contra de las «Matemáticas» si tuviese garantías de que eso le iba a proporcionar los votos suficientes para recuperar el poder en 2008.

El cinismo y la hipocresía de la derecha a propósito de la Educación para la Ciudadanía raya lo delictivo. Precisamente ellos que han detentado el monopolio del adoctrinamiento durante siglos, ellos, que durante décadas de franquismo han adoctrinado a través de todas las asignaturas, desde la «Gimnasia» hasta la «Religión», y ellos, que en la actualidad vampirizan sin ningún pudor el erario público para practicar sus catequesis al amparo de la asignatura de Religión… ahora fingen escandalizarse porque la nueva asignatura pueda incurrir en «adoctrinamiento». ¡Escandalizarse ellos, los inventores de la «Formación del Espíritu Nacional», de la misa y la confesión quincenal, del crucifijo sobre la pizarra y de la audición del Himno Nacional de la dictadura, puestos en pie, al comenzar la clase!

-¿Existen críticas a los contenidos de esta asignatura desde la izquierda más allá del PSOE?

Por supuesto que sí, aunque tanto la derecha oficial como el PSOE han hecho todo lo posible por silenciarla. Existe una oposición de izquierdas a la asignatura desde antes de que el PP adoptara como estrategia atacar la iniciativa del Gobierno sobre la asignatura.

Los medios de comunicación de la derecha y la ultraderecha, los únicos capaces de saturar con sus informaciones el espacio público en toda extensión, han contribuido decisivamente a transmitir la idea de que la polémica sobre la Educación para la Ciudadanía se agotaba en la pugna entre el PP, que la atacaba, y el PSOE, que la defendía. Pero en absoluto es así. La oposición de izquierdas a esta asignatura ha existido desde el primer momento. Partió fundamentalmente del área de Filosofía, como una llamada de atención sobre la degradación de la enseñanza pública en general. Era previsible, en efecto, que la asignatura de Filosofía quedara muy dañada con la implantación de la Educación para la Ciudadanía. Y de hecho, así ha sido. Pero la defensa de la Filosofía frente a este estropicio educativo no ha sido nunca una mera cuestión de corporativismo. Lo que ocurre es que algunos profesores, como nosotros, creemos de verdad que la asignatura de «Filosofía», en su actual perfil científico, es el mejor instrumento del que dispone nuestro sistema educativo para formar ciudadanos capaces de razonar y argumentar con criterio propio e independiente. Estamos convencidos de que no hay mejor forma de encaminarse a ese objetivo que la enseñanza de la Filosofía y la Historia de la Filosofía, del mismo modo que creemos que con los programas de Educación para la Ciudadanía, lo que se pretende más bien es amaestrar a los niños en lo «políticamente correcto» y en las supercherías de la ideología neoliberal. Pero, sobre todo, es que estamos convencidos de que este atentado contra el perfil científico de la asignatura de Filosofía no es más que un síntoma fatal del rumbo que está tomando la enseñanza pública en general. Los perfiles científicos de las asignaturas en la enseñanza secundaria tienden cada vez más a disolverse porque el edificio mismo de la enseñanza pública se desmorona más y más, viniendo a ocupar su lugar una especie de «asistencia social», como si se fuese muy consciente de que mientras la enseñanza privada y concertada prepara para la Universidad, el futuro en la enseñanza pública viene más bien marcado por la cárcel, el paro o el inframundo laboral del trabajo basura. En esto, las políticas del PSOE y del PP han sido igualmente letales. Legislatura a legislatura han ido haciendo y deshaciendo leyes y decretos como si fueran buenas intenciones y no muchísimo más dinero y recursos humanos lo que la enseñanza pública necesitara para poder frenar esa tendencia hacia el desastre. Eso, por supuesto, sin la menor iniciativa legal para acabar con la ignominia de la enseñanza concertada, con su legión de profesores nombrados a dedo y pagados con dinero público. Si a esta situación le añadimos los planes a nivel europeo y mundial que desde la Organización Mundial del Comercio (OMC) y el Acuerdo General de Comercio de Servicios (GATS, por sus siglas en inglés) planean sobre el mundo de la enseñanza estatal, encaminados de forma inequívoca a la instrumentalización privada de la enseñanza pública superior y la mercantilización de la Universidad, el panorama es desolador.

– En vuestra opinión, ¿en qué debe consistir la asignatura de Educación para la Ciudadanía?

Nosotros hemos mantenido desde el momento mismo en que el Gobierno anunció su intención de implantar la asignatura una postura activamente contraria a la misma. Pero, como decíamos, en estos últimos años cruciales, la voz de la izquierda ha sido casi por completo acallada e ignorada, tanto respecto a la enseñanza secundaria como respecto a la superior. Hartos de estrellarnos contra este muro de silencio, en el momento en que vimos que la implantación de la Educación para la Ciudadanía era ya un hecho consumado, decidimos hacer de la necesidad virtud. Nos dijimos que si había que educar a nuestros jóvenes para la ciudadanía, alguien debía explicar la posibilidad real que la propia ciudadanía tiene de existir en un mundo como el nuestro, en la sociedad capitalista. Y, así, nos entregamos a la tarea de denunciar lo que el Gobierno había decido interesadamente obviar en su plan de la asignatura.

El racismo, la xenofobia, el trabajo ilegal de los sin-papeles y el trabajo basura de los con-papeles, la des-estructuración social, la precariedad laboral, la marginación y todo lo que ella conlleva, la imposibilidad de acceder a una vivienda digna y las consiguientes dificultades para la vida familiar y la procreación, todos estos asuntos tienen su causa en problemas sociales y económicos enraizados en las estructuras más básicas de esta sociedad en la que vivimos. Es ridículo, patético e hipócrita pretender que todo ello hay que afrontarlo con una «educación en valores». Pero, sobre todo, se trata de una estafa que pretende encubrir y legitimar las verdaderas causas de estos problemas. Así pues, lo primero que debe quedar claro en una Educación para la Ciudadanía es el carácter capitalista de nuestra realidad social. Después habrá que decidir en qué consiste y qué posibilidades tiene la vida ciudadana en semejantes condiciones.

El PSOE, por el contrario, parece encantado con que la asignatura se convierta en una especie de Barrio Sésamo empalagoso y conformista para explicar a los niños lo contentos que tienen que estar por vivir en una sociedad fatalmente determinada por la iniciativa privada y la economía de mercado: puro adoctrinamiento neoliberal.

Nuestro libro, por el contrario, pretende denunciar el intento de convertir la Educación para la Ciudadanía en una escuela de espejismos y banalidades y se propone contrarrestar la pretensión del Gobierno socialista de utilizar la asignatura de Educación para la Ciudadanía para enmascarar el hecho de que vivimos en una sociedad que es, de forma más fundamental que cualquier otra cosa, una sociedad capitalista. Sin un conocimiento a fondo de este extremo ningún alumno podría llegar a conocer nada cierto acerca de su condición ciudadana. Así, pues, nuestro libro se propone someter a análisis y a evaluación todos aquellos aspectos materiales de la sociedad en la que vivimos que son deliberadamente excluidos del currículo oficial de la asignatura promovida por el Gobierno y que son, sin embargo, los aspectos de los que más decisivamente depende la posibilidad de convertir la ciudadanía en algo más que una ilusión.