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Apuntes de acampadasol (5)

Fuentes: Público

En Sol hay menos gente. Ya no aparecemos tanto en los medios. Una amiga me dice: «son buenas noticias, así tenemos más tranquilidad para pensar». Hay quien dice que necesitamos algo concreto para seguir y ser creíbles. Los comprendo. Otros dicen que lo que queremos es lo que ya estamos haciendo: lo comparto. Lo que […]

En Sol hay menos gente. Ya no aparecemos tanto en los medios. Una amiga me dice: «son buenas noticias, así tenemos más tranquilidad para pensar».

Hay quien dice que necesitamos algo concreto para seguir y ser creíbles. Los comprendo. Otros dicen que lo que queremos es lo que ya estamos haciendo: lo comparto. Lo que tal vez necesitemos entonces es una propuesta que nos de una dirección y que a la vez nos permita seguir haciendo lo que estamos haciendo. Imagino: nos proponemos organizar un referéndum en Sol dentro de X meses sobre qué queremos hacer con nuestro dinero (una idea parecida ha salido de la acampada de Mallorca). Ya habría una propuesta, un sentido, un objetivo. Que al mismo tiempo nos permitiría seguir encontrándonos, haciendo, pensando juntos, aprendiendo, agitando, proponiendo debate público. La propuesta tendría que estar relacionada con las preocupaciones que expresa el movimiento: democracia política y democracia económica. Pienso que es mejor una propuesta que nosotros podamos llevar a cabo que una en la que le pidamos al poder de hacer esto o cambiar lo otro. Ni medios para fines, ni medios sin fin: articular un objetivo con el proceso. Ese es el desafío.

Una chica sub20 en un grupo de debate: «nos dicen que somos muy abstractos, pero los abstractos son ellos». Me hace pensar en la diferencia entre utopía y heterotopía. La utopía es otro mundo. La heterotopía es una pequeña distancia con respecto a la realidad que nos permite habitarla de otra manera. Sol es esa pequeña distancia. No ha buscado la separación en ningún momento, por eso ha suscitado tantos flujos de solidaridad fuera del campamento. No queremos otro mundo, el otro mundo son ellos.

En un grupo de debate alguien dice: «en la indefinición está la fuerza». Pensar Sol como una enorme huelga de identidades.

Problemas decisivos: no sólo cómo nos organizamos (por barrios, etc.), no sólo en torno a qué propuesta, sino también cómo mantener viva la relación con la parte quieta del movimiento: la población amistosa.

Debate de dos horas sobre el respeto como idea-fuerza del movimiento. Hay consenso: lo que hace fuerte a este movimiento no es un programa o una ideología, sino (entre otras cosas) el respeto. ¿Qué significa eso? Hay que darle aún muchas vueltas. Pero pienso que la palabra respeto en boca de la gente de acampadasol quiere nombrar otra convivencia posible, donde la diferencia no se exprese como guerra, donde la tolerancia no signifique indiferencia. Un nosotros abierto e incluyente donde quepa cualquiera, el cualquiera que hay por debajo de las identidades de cada cual (todo el rato escucho decir: «antes que nada somos personas»).

Respeto no es tolerancia: entre nosotros y el otro hay una exigencia, no indiferencia.

Un chico de la Comisión de Respeto cuenta la anécdota siguiente: a las tantas de la mañana, un tipo no para de molestar a un grupito de redskins que duermen en la Plaza. Durante una, dos, tres horas. Los redskins se acercan entonces a la Comisión de Respeto y les dicen: «nosotros sólo sabemos resolver esto de una manera, ayudadnos a encontrar otra». Esto es puro Sol: advertir que lo que uno trae de casa puede no caber en el nuevo espacio y encontrarse con otros para aprender cómo ir más allá de uno mismo.

Una persona de la Comisión de Respeto: «nuestro objetivo es desaparecer». Autogestión del respeto.

Ellos lo llaman «mediar», pero entiendo que lo que hace la Comisión de Respeto es ayudar a la traducción. A que nos traduzcamos y contratraduzcamos unos a otros. Traducción vs interpretación. El poder representativo interpreta desde arriba: los intereses de la mayoría, etc. Desde abajo nos traducimos.

«Nosotros no pedimos respeto, sino un puto respeto«. Más allá del buen rollo.

Pierre Levy explica que el mundo subsiste porque «las prácticas de acogida, apertura, cuidado, reconocimiento y construcción son finalmente más numerosas y fuertes que las prácticas de exclusión, indiferencia, cierre, resentimiento y destrucción». Levy reúne todas estas prácticas en el concepto de «hospitalidad», porque no se dan sólo entre quienes comparten identidad (familia, nación, clase social, oficio, religión), sino fundamentalmente entre extraños y desconocidos. No tejen un vínculo unánime, uniforme y desigualitario, sino recíproco, abierto e incluyente. Cada una de esas prácticas «hospitalarias» desobedece las dinámicas de guerra de todos contra todos que legitiman finalmente el poder de la representación. («es necesario un árbitro que ponga orden»). Respeto, hospitalidad, vínculo = «no nos representan»

No pensar en términos de flujo y reflujo (subidón y depresión), sino de actualizaciones constantes. No a la guerra, 13-M, V de Vivienda, movimiento contra la Ley Sinde, 15-M…

Ni permanecer, ni desaparecer: desaparecer para permanecer, permanecer desapareciendo.

Alguien dice: «cuando salgo de aquí (Sol) no sé dónde estoy ni quién soy». Escucho más o menos lo mismo una y otra vez. Me inquieta esa imagen de ruptura. Tendríamos que pensar mejor las conexiones entre lo normal y lo excepcional, qué había en lo normal qué preparaba lo excepcional, cómo prolongar y aterrizar lo excepcional en lo normal.

Una intervención: «Sol debe desaparecer ya porque es irreal». Lo dice alguien que está a tope con la acampada.

Otra: «Irnos de Sol, pero llevarnos el sol con nosotros».

Dijimos «democracia real ya». Luego creamos en Sol las condiciones que decíamos. Sol es, como dijo alguien, «un taller de democracia real al aire libre».

Una intervención en el grupo de la tarde: «los políticos no me representan, pero tampoco me representa la asamblea de Sol».

Democracia 2.0 no significa que la democracia esté en la red, sino pensar la red como una imagen de democracia más compleja, más interesante, más habitable y a la altura de los tiempos. Ausencia de control y espacio central, autonomía de los nodos, alta conectividad entre ellos, inteligencia de la comunicación, distintos ritmos y temporalidades que se componen, descentralización y dispersión articulada, una música con muchos núcleos.

Releo Guerrilla de Lawrence de Arabia a la luz del Sol:

«¿Cómo iban los turcos a defender sus 140000 millas cuadradas? Sin duda con una línea de trincheras, siempre y cuando los árabes fueran un ejército que atacara con las banderas al viento. Pero supongamos que fueran una influencia, algo invulnerable, intangible, sin frente ni retaguardia, que se mueve como el gas. Los ejércitos son como plantas, inmóviles como un todo, enraizados, nutridos por largas ramas que llegan hasta la cabeza. Los árabes eran como un vapor llevado por el viento. Nuestros reinos estaban vivos en la imaginación de cada uno, y como no nos hacía falta nada en concreto para vivir, podríamos no haber expuesto nada en concreto a las armas enemigas»

«En aquellos días, el ejército árabe era ante todo cauto. Los hombres, al ser irregulares, no eran unidades sino individuos, y una pérdida individual es como un guijarro que cae al agua: el golpe podrá ser breve, pero su ausencia la nombran anillos de pena. El ejército árabe no podía permitirse tener bajas»

Por su carácter, estas operaciones tenían algo de guerra naval, en su movilidad, en su ubicuidad, su independencia de las bases y las comunicaciones, en su ignorancia de características básicas, de áreas estratégicas, de direcciones fijas, de puntos fijos. «Aquél que domina en el mar disfruta de gran libertad, y puede tomar tanto o tan poco de la guerra como desee»: aquél que domina el desierto es igualmente afortunado».

«La elección óptima sobre qué punto desbaratar en el organismo del enemigo venía dada con la práctica. La táctica consistía siempre en golpear y correr; no en presionar sino en impactar. El ejército árabe no trató nunca de mantener o mejorar una ventaja, sino que retrocedía y volvía a golpear en algún otro lugar. Usaba la menor fuerza en el menor tiempo y en el lugar más alejado. Continuar la acción hasta que el enemigo cambiara sus disposiciones para resistir hubiera supuesto romper el espíritu de la regla fundamental de jamás ofrecerle blanco».

«El ejército árabe carecía de disciplina, en la medida en que ésta restringe y asfixia la individualidad para obtener el mínimo común denominador de los hombres. (…) La guerra árabe, al reaccionar contra todo esto, era simple e individual. Cada hombre que se enrolaba servía en la línea de batalla y se controlaba a sí mismo. No había líneas de comunicación o tropas de trabajadores».

«He aquí la tesis: la rebelión ha de tener una base intocable, protegida no meramente del ataque sino del miedo al ataque: una base como la que la revuelta árabe tenía en los puertos del Mar Rojo, en el desierto o en las mentes de los hombres convertidos a su credo. Debe tener un enemigo extranjero y sofisticado, en forma de ejército disciplinado de ocupación demasiado pequeño para cumplir la doctrina de la extensión: muy pocos soldados como para ajustar el número al territorio, como para dominar con eficacia el área completa desde puestos fortificados. Debe contar con una población amistosa, no activamente amistosa pero simpatizante hasta el punto de no desvelar los movimientos rebeldes al enemigo. Las rebeliones pueden hacerse con un 2 por ciento de la fuerza en activo, siempre que el 98 por ciento pasivo simpatice con la causa. Los pocos rebeldes activos deben poseer las cualidades de resistencia, velocidad y ubicuidad, y contar con arterias de abastecimiento independientes. Deben contar también con el equipo técnico necesario para destruir o paralizar las comunicaciones organizadas del enemigo, ya que la guerra irregular viene a ser aquello que Willisen definía como estrategia, «el estudio de la comunicación» en su grado extremo, para atacar ahí donde el enemigo no está. En sesenta palabras: si se garantiza la movilidad, la seguridad (en la forma de negar blancos al enemigo), el tiempo y la doctrina (la idea de convertir a cada individuo en simpatizante y amigo), la victoria estará del lado de los insurgentes».

«Yo suscité e impulsé con la fuerza de una idea uno de estos golpes de mar (y no uno de los menores), hasta que alcanzó y superó su cima, y rompió en Damasco. El reflujo de aquella ola, rechazado por la resistencia de los objetos envestidos, dará materia a la próxima ola, cuando, llegado el tiempo, vuelva la marea».

Fuente: http://blogs.publico.es/fueradelugar/445/apuntes-de-acampadasol-5