Varias organizaciones pro inmigrantes de Estados Unidos se lanzaron este lunes a una travesía que los llevará a cruzar todo el país para recordarle al presidente Barack Obama su promesa de impulsar una pronta reforma migratoria. La «IV Marcha Migrante» partió este año a unos pocos kilómetros del lugar donde la valla fronteriza se pierde […]
Varias organizaciones pro inmigrantes de Estados Unidos se lanzaron este lunes a una travesía que los llevará a cruzar todo el país para recordarle al presidente Barack Obama su promesa de impulsar una pronta reforma migratoria.
La «IV Marcha Migrante» partió este año a unos pocos kilómetros del lugar donde la valla fronteriza se pierde en el Océano Pacífico, dejando a un lado la ciudad de Tijuana, en México, y al otro a San Ysidro, en Estados Unidos.
Durante dos semanas, un puñado de activistas cruzará el país por los estados del Sur hasta Florida y luego subirá por la Costa Este hasta Washington, la capital estadounidense.
En el trayecto realizarán actos, reuniones, vigilias y manifestaciones junto con organizaciones locales en las ciudades más importantes que les quedan de camino.
La partida, como en las otras tres ediciones anteriores, coincidió con el aniversario del tratado de Guadalupe-Hidalgo, por el cual México cedió a Estados Unidos gran parte de su territorio.
Lista de reclamos
Para Enrique Morones, líder de los Ángeles de la Frontera, la organización más visible tras la iniciativa, esta vez el objetivo es «recordarle al presidente Obama que tiene que cumplir sus promesas a los hispanos que lo ayudaron a llegar a donde está».
El reclamo más inmediato es que ponga fin a las redadas y las deportaciones contra trabajadores indocumentados y detenga la construcción del muro fronterizo.
«El presidente debiera hacerlo mediante una resolución ejecutiva similar a la utilizada para ordenar el cierre del centro de detención de Guantánamo», señaló Morones a BBC Mundo.
Pero las organizaciones también aspiran a que en los dos primeros años del nuevo gobierno se alcance una reforma migratoria «integral y humana».
Según los activistas, cualquier cambio debería al menos contemplar un camino formal para aquellos inmigrantes que quieren venir al país a trabajar y la posibilidad de acceso a la ciudadanía para quienes ya están en Estados Unidos sin residencia legal.
Optimistas con el cambio
El optimismo este año es mucho mayor que en las tres marchas anteriores, realizadas durante la administración del presidente George W. Bush.
Patrulla fronteriza al final de la valla que separa Tijuana (México) y San Ysidro (EE.UU.)
La IV Marcha Migrante partió a unos pocos kilómetros de donde la valla fronteriza acaba en el Pacífico.
Entre los activistas existe la convicción de que en el nuevo gobierno hay funcionarios en puestos clave que comprenden la complejidad del problema migratorio.
«Con Obama podemos lograr lo que nunca fue posible con Bush», dijo a BBC Mundo Lupe Yarito, del Movimiento Mexica.
Una opinión compartida por el reverendo John Fanestil, de la Fundación para el Cambio: «Con el gobierno anterior todo pasaba por la utilización de la fuerza».
«Nunca entendieron que aquí no hay una solución sencilla. La idea de que construyendo muros y deteniendo migrantes se puede salir del problema es una ilusión», afirmó.
Fanestil, un pastor de la Iglesia Metodista, celebra todos los domingos una sencilla ceremonia religiosa al aire libre junto a la valla divisoria, en la que da la comunión a feligreses a un lado y otro de la frontera.
El factor económico
Para algunos de los que se sumaron a la caravana bajo el sol abrasador del mediodía en el sur de California, ésta no era la primera vez que se subían a sus automóviles para una travesía de miles de kilómetros en la misma cruzada inmigratoria.
Reverendo John Fanestil, director de la Fundación para el Cambio
La idea de que construyendo muros y deteniendo migrantes se puede salir del problema es una ilusión
Francisco Moreno, presidente del Consejo de Federaciones Mexicanas, es uno de los reincidentes que ahora planea llegar a Washington con el reclamo.
Para él, la incorporación de los cerca de 12 millones de indocumentados a la actualmente maltrecha economía estadounidense tiene en este momento «más sentido que nunca».
«Una vez que estas personas sean legalizadas en este país lo primero que van a hacer es gastar, tomar sus ahorros para ir a comprarse un automóvil nuevo y una casa, algo que ahora no hacen por temor a que se los saquen», aseguró.
Pero muchos analistas sostienen que es justamente el factor económico lo que podría jugar incluso contra las mejores intenciones de Obama.
Con decenas de miles de trabajadores estadounidenses sumándose todos los días a las filas del desempleo -dicen- no es razonable pedirle ahora al presidente que facilite a los inmigrantes su ingreso al mercado laboral.
Más allá del optimismo de los activistas, la realidad que impone la peor crisis económica de los últimos 80 años en Estados Unidos tal vez haga que esta cuarta «Marcha Migrante» no sea la última que les quede por realizar.