Recomiendo:
0

Atacando molinos de viento

Fuentes: La Estrella Digital

Por recurrir, una vez más, a la evocación cervantina de este año 2005, no está de más observar la realidad de hoy a la luz del conocido episodio quijotesco de la carga a caballo, lanza enristrada, contra el molino de viento manchego, hecho gigante en la alucinada mente del caballero. Peripecia que, en resumen, es […]

Por recurrir, una vez más, a la evocación cervantina de este año 2005, no está de más observar la realidad de hoy a la luz del conocido episodio quijotesco de la carga a caballo, lanza enristrada, contra el molino de viento manchego, hecho gigante en la alucinada mente del caballero. Peripecia que, en resumen, es una simple crítica del que se obceca en ver enemigos donde no existen. Lo más peligroso del asunto es que quien así actúa puede llegar a cegarse de tal modo que se incapacite para verlos donde en realidad están. Esto también le ocurre a Don Quijote, incapaz de percibir quiénes son los que de él se mofan y le escarnecen en muchas páginas posteriores del relato. Podemos sospechar, no obstante, que sí hubiera derrotado a un verdadero gigante en buena lid, mientras que por fuerza fue abatido por la ciega mecánica del poderoso artefacto eólico.

Parece como si de esa tendencia fuera difícil librarse, pues es frecuente ver cómo se asestan golpes desconcertados contra viejos o inexistentes fantasmas, mientras se nos cuelan por entre las piernas los que pueden hacernos verdadero daño. Citaré dos ejemplos de esto. Concierne el primero a cierto sector de nuestra sociedad, aunque no me extenderé sobre él, dada su obviedad. Sí lo haré con el segundo, referido a EEUU, porque lo que en este país ocurre siempre tiene repercusiones importantes en el mundo.

Se obsesiona la Iglesia católica española en oponerse, de modo constante y algo desaforado, al uso del preservativo por sus fieles, artilugio contra el que arremete una y otra vez en textos y declaraciones oficiales. Esto parece hacerle olvidar que la pérdida de ascendiente sobre los españoles que evidentemente padece se debe más que nada a su tendencia a vivir lejos de las preocupaciones cotidianas de la gente y a expresarse con una mezcla de adustez y acre censura trasnochada, como cuando denuncia el pecado «masivo». Combate obsesivamente al preservativo -descomunal e imaginario gigante- y se estrella inútilmente contra esa tendencia, que es el verdadero molino donde se astilla y se rompe su agresiva lanza.

Como de la propensión a atacar fantasmas nadie parece librarse, es interesante ver cómo afecta a la superpotencia estadounidense en relación con su pequeño vecino cubano. Según Noam Chomsky en ZNet, existe una dependencia del Departamento del Tesoro de EEUU -la Oficina de Valoración de los Activos Extranjeros- cuya misión es investigar las transacciones financieras sospechosas. Cualquier lector puede intuir que se trata de un factor clave en la lucha contra los grupos terroristas.

Esa oficina dispone de unos 120 funcionarios de los que, según se informó al Congreso en abril del 2004, cuatro estaban dedicados a investigar las finanzas de Osama ben Laden y una veintena aplicados a vigilar el embargo contra Cuba (¡dos años y medio después de los atentados del 11S!). Se recuerda que este embargo ha sido declarado ilegal por las principales organizaciones internacionales, incluyendo la OEA (Organización de Estados Americanos). El mismo informe detallaba que entre 1990 y 2003 se llevaron a cabo 93 investigaciones relacionadas con el terrorismo y 11.000 referidas al embargo cubano. Se aplicaron multas por valor de nueve mil dólares en relación con el terrorismo y de ocho millones de dólares en el caso de Cuba.

Se deduce de lo anterior que EEUU ve todavía en Cuba un temible gigante, lo que le lleva a menospreciar de hecho al que dice ser su verdadero enemigo -el terrorismo-, contradiciendo la usual retórica de la Casa Blanca. Para Chomsky, tal confusión de objetivos hunde sus raíces en el pasado, cuando bajo la presidencia de Kennedy se intentó aplicar a Cuba «todo el terror de la Tierra», justificándolo en que la sola existencia del régimen castrista era un desafío a la política de EEUU durante siglo y medio, la «doctrina Monroe» que ponía todo el hemisferio occidental bajo hegemonía estadounidense. Un documento oficial de la época anticipaba el peligro de que «Castro se hiciera con las riendas de la situación en Cuba», lo que podría estimular a otros pueblos del continente, en los que «la distribución de las tierras y otras formas de riqueza nacional favorece mucho a las clases poseedoras… mientras que los pobres y menesterosos, espoleados por el ejemplo de la revolución cubana, demandan ahora condiciones para una vida decente».

Siendo así, se comprueba cómo el fantasma del anticastrismo está todavía desviando algunos golpes que mejor estarían asestados contra el terrorismo. A menos que -y aquí se abre una puerta a la sospecha- se consideren más peligrosas que el terrorismo las ahogadas y siempre latentes reivindicaciones de los miserables de la Tierra.

Don Quijote justificó el ataque al molino: «Calla, amigo Sancho, que las cosas de la guerra más que otras están sujetas a continua mudanza». Atribuyó su confusión a un encantador que habría «vuelto estos gigantes en molinos por quitarme la gloria de su vencimiento». Justificaciones nunca faltan cuando se trata de convencer a Sancho o a la opinión pública. Así como el fiel escudero replicó a su señor: «¡Válgame Dios! ¿No le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que hacía?», son también los ciudadanos los que deberán exigir a sus gobernantes que miren bien lo que hacen, para que éstos no tengan después que confundirles con explicaciones falsas que, a la larga, inducen a perder la esencial confianza en la que se basa toda democracia representativa.


* General de Artillería en la Reserva
Analista del Centro de Investigación para la Paz (FUHEM)