A diez años del desembarco de las tropas norteamericanas en Afganistán y dos días después del décimo aniversario del 11-S, el talibán golpeó con cohetes, fusiles y coches-bomba, con un saldo de al menos nueve muertos.
Un ataque múltiple y coordinado con cohetes, fusiles y bombas suicidas mantuvo en vilo a Kabul. Afectó a la Embajada de Estados Unidos, al cuartel general de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), a las inmediaciones del aeropuerto y a varios edificios gubernamentales. Los talibán, que se refugiaron en sus escondites del sur y del este del país tras ser derrotados por los aliados, se atribuyeron el atentado, que dejó un saldo de al menos nueve muertos y 16 heridos. La fugaz reaparición de los talibán, luego del asesinato de Osama bin Laden, desnuda la vulnerabilidad de una región que, paradójicamente, es considerada la más protegida del país. La acción se produjo a menos de un mes de cumplirse diez años del desembarco de las tropas norteamericanas en Afganistán y dos días después del décimo aniversario de los atentados del 11 de septiembre de 2001. El ataque fue el tercero en importancia en Kabul, desde fines de junio, y ocurrió dos meses después de que las fuerzas afganas asumieran formalmente las tareas de seguridad en esa ciudad y en otras regiones del país. El plan de transición prevé la retirada de las fuerzas extranjeras a fines de 2014. Tanto la embajada norteamericana como la misión de la OTAN en Afganistán confirmaron que no hubo víctimas entre su personal.
«Los talibán tratan de poner a prueba la transición, pero no serán capaces de detenerla. Transición en camino #Kabul #ISAF (International Security Assistance Force) #NATO», señaló ayer Anders Fogh Rasmussen, secretario general de la OTAN, desde su cuenta de Twitter. A su vez, abrió la puerta para que el tema se solucione en casa: «Siguiendo la evolución de #Kabul de cerca. Confianza en que las autoridades afganas pueden ocuparse de la situación». En la misma línea, el presidente afgano, Hamid Karzai, condenó los atentados coordinados y dijo que no lograrán su objetivo de frustrar el proceso de transferencia de las responsabilidades de seguridad a la policía y a las fuerzas armadas afganas. «Por el contrario, (el ataque) más bien reforzará nuestra determinación de asumir la responsabilidad de los asuntos del país», expresó el mandatario en un comunicado.
Según informó la policía de Kabul, el ataque habría comenzado cuando un grupo de hombres armados tomó por la fuerza un edificio en construcción de 13 pisos, en la plaza Abdul Hak, a tres cuadras de la Embajada de Estados Unidos. Una vez apostados allí, los francotiradores comenzaron a disparar sus fusiles y a lanzar cohetes contra la sede diplomática y el cuartel general de la OTAN. En un mensaje de texto enviado a los medios de prensa, el movimiento talibán señaló que habían lanzado un ataque suicida masivo contra instalaciones de inteligencia locales y extranjeras en Kabul. Más tarde, y según difundió la misma agencia de noticias, Zabiubillah Mujahid, vocero de los talibán, llamó por teléfono a DPA y a otros medios y dijo que los atacantes eran cinco milicianos que contaban con diferentes tipos de armas: chalecos suicidas, pistolas, granadas y lanzaderas de proyectiles de 82 milímetros.
Para la policía de Kabul, en el ataque participaron al menos siete insurgentes. Cuatro de ellos tomaron el edificio, mientras otros tres intentaron cometer atentados suicidas en otros de la capital. Uno de los cohetes cayó en el edificio del canal de televisión privado Tolo TV y otro impactó cerca de un colectivo escolar con varios chicos a bordo, informó la cadena de noticias CNN. Mientras las ambulancias que acudieron al lugar hacían sonar sus sirenas, los altavoces transmitían un mensaje en inglés en el que se pedía a los empleados de la embajada estadounidense que permanecieran dentro del edificio y se pusieran a resguardo.
A dos horas del primer ataque, la policía nacional afgana mató a un insurgente suicida cerca del aeropuerto civil de Kabul, según fuentes de la OTAN. Luego, se cerró el tránsito en todo el perímetro de la plaza Abdul Hak, mientras las fuerzas de seguridad disparaban contra el edificio donde estaban ubicados los tiradores. Los enfrentamientos se extendieron al menos durante siete horas después de que comenzaran los ataques. Los últimos meses han sido testigos de una escalada de violencia en la que alguna vez fuera una tranquila ciudad.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-176734-2011-09-14.html