Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Introducción de Democracy Now! (original en español)
Esta semana se cumple el 40 aniversario de otra tragedia ocurrida un 11-S, el motín en la cárcel de Attica. El 9 de septiembre de 1971, los presos tomaron el control de gran parte de la cárcel estatal de Attica, Nueva York, para protestar contra las condiciones de reclusión de esa cárcel de máxima seguridad. Nelson Rockefeller, gobernador de entonces, ordenó a la policía del estado que tomara las instalaciones por asalto en la mañana del 13 de septiembre. Los agentes dispararon indiscriminadamente más de 2.000 cartuchos de munición y mataron a 39 presos y guardias. Después de los disparos, la policía golpeó y torturó a decenas de presos, a muchos de los cuales -a pesar de haber resultado gravemente heridos- en un principio se les negó atención médica. Después de un cuarto de siglo de luchas judiciales, el estado de Nueva York finalmente otorgó a los presos sobrevivientes de Attica 12 millones de dólares en concepto de daños y perjuicios. Escuchamos parte de una conmemoración del 9 de septiembre realizada en la iglesia Riverside de Nueva York. La conmemoración se realizó bajo el lema «Attica somos todos» y contó con la participación de Cornel West, profesor de religión y estudios afro estadounidenses en la Universidad de Princeton y autor de numerosos libros sobre temas raciales. «Cuarenta años después, volvemos a conmemorar esta lucha producida en el contexto histórico de un pueblo aterrorizado, traumatizado y estigmatizado al que se le enseñó a tener miedo, a sentirse intimidado, siempre con miedo, a desconfiar de los otros y a no respetar a los demás», afirma West. «Pero el motín de Attica fue un movimiento contra esa tendencia».
AMY GOODMAN: Hablemos ahora de otro hito del 11-S. Esta semana marca el 40 aniversario de la rebelión de Attica. Hace cuarenta años, el 9 de septiembre de 1971, los prisioneros se apoderaron de gran parte de la prisión de Attica, en el norte del Estado de Nueva York, para protestar contra las condiciones en la prisión. Cuatro días después, en la mañana del 13 de septiembre, el gobernador Nelson Rockefeller ordenó que la policía estatal atacara la prisión. Los policías dispararon indiscriminadamente más de 2.000 balas. Murieron treinta y nueve hombres, prisioneros y guardias. Una vez que cesaron los disparos la policía golpeó y torturó a numerosos prisioneros. Noventa de los prisioneros sobrevivientes fueron gravemente heridos pero inicialmente se les negó atención sanitaria. Después de un cuarto de siglo de luchas legales, el Estado de Nueva York terminó por otorgar a los prisioneros sobrevivientes de Attica 12 millones dólares por los daños.
Bueno, el viernes pasado por la noche, cerca de 3.000 personas se reunieron en la Iglesia Riverside en Nueva York para recordar Attica. Entre ellas, Cornel West, profesor de religión y estudios afro-estadounidenses en la Universidad de Princeton y autor de numerosos libros. Habló de hace 40 años y de ahora.
CORNEL WEST: Quiero comenzar por agradecer al Hermano Phelps, Reverendo Phelps, este espacio en su profética iglesia. Quiero comenzar por agradecer a la Hermana Sarah Kunstler su idea de reunirnos. Nunca olvidaremos a nuestro querido hermano William Kunstler, su amor, su valor, su visión, su sacrificio. Y cada vez que tengo la oportunidad de ver al genio artístico y jazzista literario Amiri Baraka, se añaden años a mi vida. Es una bendición teneros aquí. Y a los hermanos que hablaron con tanta elocuencia, cuyas voces consagraron esta tarde, resiliencia, resistencia. Y cuando vi que nos tomaban una foto juntos, pude ver a Nat Turner y John Brown. Oh, sí. Oh, sí. Pude ver el movimiento obrero en los años noventa del Siglo XIX. Y pude ver a los hermanos y hermanas en la esquina en Watts 1965, en Detroit 1967, en Newark en 1967 y 212 rebeliones la noche en que el Hermano Martin Luther King fue asesinado a tiros como un perro un año después de su discurso «Más allá de Vietnam» para juntar a la gente pobre, criticar la crueldad del imperialismo estadounidense. De eso estamos hablando aquí esta noche. De eso estamos hablando. De eso estamos hablando.
Por lo tanto, 40 años después, volvemos para conmemorar esta lucha ante el trasfondo histórico de un pueblo que ha sido tan aterrorizado, traumatizado y estigmatizado que nos han enseñado a estar amilanados, intimidados, siempre temerosos, desconfiados los unos de los otros, e irrespetuosos los unos de los otros. Pero la rebelión de Attica fue un contraataque en esa dirección. Lo llamo la «negrización» de un pueblo, no solo del pueblo negro, porque EE.UU. ha sido negrizado desde el 11-S. Cuando se es negrizado, se es inseguro, desprotegido, sometido a violencia aleatoria, odiado por lo que se es. Uno se atemoriza tanto que difiere a los poderes que existen y está dispuesto a consentir a su propia dominación. Y esa es la historia de la gente negra en EE.UU. Esa es la historia de la gente negra en EE.UU.
Cada vez que uno ve el terror en la cara y se enfrenta al trauma, incluso si tal vez lo único que puede hacer es cantar una canción, no olvidemos nunca, que en el verano de 1971 el álbum número uno en EE.UU. era «What’s Going On» (¿Qué pasa aquí?) de un genio llamado Marvin Gaye. ¿Qué pasa aquí? ¿A quién le importa realmente? Salvad a los bebés. ¿Qué pasa, hermano? Y Donny Hathaway se mantuvo al margen, y también Nina Simone, y también Gil Scott-Heron, y también Pharoah Sanders y Miles Davis y otros. Tenías todo un contexto en el que podías mirar de frente al terror y al trauma y al estigma y decir «Vamos a resistir», de la manera que Sly Stone dijo «Resiste» ese mismo año, en su álbum. De eso estamos hablando.
Y ahora vivimos en tiempos revolucionarios, pero la contrarrevolución está venciendo. La contrarrevolución está venciendo. Los oligarcas y plutócratas codiciosos están venciendo. Una de cada cuatro corporaciones no paga impuestos, se han estado tragando miles de millones de dólares. Y sin embargo, no solo un 21% de nuestros niños viven en pobreza, de todos los colores, cada uno de ellos precioso, un 42% de los niños de EE.UU. vive en la pobreza o casi en la pobreza. Es patológico. Es una obscenidad moral. Es una desgracia nacional. Y no obstante, tenemos una clase política, no importa qué color tenga, que no dice ni una palabra entre dientes sobre esa pobreza. ¿Por qué? Porque está sentada frente al toma y daca entre un Partido Republicano derechista, mezquino, que tiene vínculos con los oligarcas y plutócratas, y la gente pobre se queda afuera. Se hace invisible, desechable.
Y sin embargo, vemos a los mismos hermanos en los años cincuenta y sesenta que provenían de espacios socialmente desatendidos y económicamente abandonados, llamados «el gueto» por Donny Hathaway. Por Donny Gathaway, que cuando dijo «gueto» no era ofensivo. Si eres del gueto, tal como se refería a él, enderezabas tu espalda. Juntabas toda tu fuerza intuitiva. Sentías amor en tu corazón por tu hermano y tu hermana en el barrio. Y comenzaba por el lado chocolate de la ciudad, pero se derramaba sobre el lado vainilla y el lado rojo y el lado moreno, y también veías algunos hermanos blancos. Oh, sí. Y es elemental. Tienes que tener unidad, pero tienes que ser honesto sobre los poderes que dividen y conquistan. Y este momento revolucionario, cuando la contrarrevolución está venciendo. Cada vez que miro al Hermano Dhoruba, Hermano, me has inspirado tanto durante 25 años, porque has estado hablando de lo mismo de lo que estoy hablando ahora mismo. El mismo lenguaje, aquí y en África. Lo pasamos bien juntos en Ghana. Oh, sí, así fue. Pero ahora vuelve. Está volviendo.
Y los jóvenes están hambrientos y sedientos, pero los jóvenes están sedientos de verdad. Oh, Sí. Están hambrientos de verdad. Y el problema es que la mayoría de nuestros dirigentes se han vendido, cedido o renunciado. No quieren decir la verdad a la gente. Están demasiado preocupados por ganar la próxima elección solo por su estatus. En 1971, los hermanos de Attica dijeron la verdad. Pero no eran los únicos. Existía toda una cacofonía de voces que decían la verdad. ¿Pero quién quiere decir la verdad? La condición de la verdad es que se permita que hable el sufrimiento. Y si no se habla de pobreza, no se está diciendo la verdad. Y si no se habla de que se pone a los trabajadores contra la pared, con altos beneficios corporativos, no se está diciendo la verdad. Si no se habla de la actividad criminal en Wall Street y de que ni uno solo ha ido a la cárcel todavía, no se está diciendo la verdad. No me habléis del crimen en el barrio y hermanos y hermanas y Jamal y Latisha son encarcelados, y a pesar de ello gángsteres involucrados en actividades fraudulentas, negocios utilizando información privilegiada, manipulación del mercado, andan por ahí tomando té por la noche. Es lo que necesitamos.
Pero lo triste es -y termino con esto- lo triste es que el tipo de valentía que esos hermanos tuvieron en 1971 es escaso. Es escaso. Porque cuando juntas el Estado de seguridad nacional y el complejo militar-industrial, cuando juntas el complejo carcelario-industrial y todos los beneficios que produce, cuando juntas el multiplex mediático corporativo que no quiere permitir un diálogo serio -a menos que tengas a Sister Amy o a Brother Tavis y algunos otros- y entonces, cuando juntas a los oligarcas de Wall Street y a los plutócratas corporativos, y le dicen a cualquier persona de cualquier grupo: «Si dices la verdad, te mataremos como a un perro y te deshumanizaremos igual que deshumanizamos a los hermanos en Attica», lo único que te da fuerzas es que más vale que tengas un poco de amor por la gente en tu corazón. Es lo único que te dará fuerzas, el único motivo por el cual el fondista Dhoruba, el único motivo por el cual Baraka es un fondista. No me importa si estáis de acuerdo o no con ellos ideológicamente. No importa. Tienen suficiente amor por su gente en su corazón para decir a pesar de todo la verdad sobre la pobreza, sobre el sufrimiento, sobre la lucha, y para poder ver no solo presidentes, porque cuando hablas de presidente solo hablas del testaferro de los oligarcas y plutócratas -no me importa qué color tengan- a decir verdad. Y la mayoría de la gente se aguanta al respecto. Dice: «No tengo una vida, una sola vida. Vi lo que hicieron. Vi lo que han hecho.»
Vamos a tener una nueva ola. Vamos a tener una nueva ola de expresión de la verdad. Vamos a tener una nueva ola de testimonios. Y vamos a enseñar a la generación más joven que esos hermanos no lucharon en vano, como no lo hicieron John Brown y Nat Turner y Marcus Garvey y Martin King y Myles Horton y los otros. Y veremos lo que pasa. Tal vez nos aplasten también. ¿Pero sabéis qué? Entonces no desapareces simplemente, balanceándote, como Ella Fitzgerald y Muhammad Ali.
Cornel West, profesor de religión y estudios afro-estadounidenses en la Universidad Princeton y autor de numerosos libros sobre la raza.
Fuente: http://www.democracynow.org/
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