El Comité para Defender a los Ricos, los viejos varones blancos intolerantes (preferiblemente patriarcales al modo del papa Benedicto y celosamente republicanos) -conocidos, si no, como los cinco jueces republicanos del Tribunal Supremo – está en racha. El Comité está cerrando esta sesión con un golpazo, repartiendo una cartera de dictámenes que nos retrotraen en […]
El Comité para Defender a los Ricos, los viejos varones blancos intolerantes (preferiblemente patriarcales al modo del papa Benedicto y celosamente republicanos) -conocidos, si no, como los cinco jueces republicanos del Tribunal Supremo – está en racha. El Comité está cerrando esta sesión con un golpazo, repartiendo una cartera de dictámenes que nos retrotraen en su concepción de la economía al veredicto Lochner de 1905 (que anuló la ley de Nueva York que estipulaba que no se podía hacer trabajar a los mencionados panaderos más de diez horas al día o 60 horas a la semana, porque violaba la libertad de palabra de los patronos) y en sus actitudes raciales al veredicto Dred Scott de 1857 (ligeramente puesto al día para guardar las apariencias).
Esta primavera el Comité dictaminó que los patronos podían obligar a sus trabajadores a resolver los conflictos con sus empleadores acudiendo a un proceso de arbitraje controlado por el empleador, en lugar de recurrir a los tribunales mediante demandas colectivas. Esa decisión ignoraba rotundamente la Ley Nacional de Relaciones Laborales [National Labor Relations Act (NLRA)], que otorga a todos los empleados, sindicados o no, el derecho a intentar que se satisfagan sus reclamaciones, y lo hacía por medio de una lectura retorcida de un dictamen de arbitraje anterior a la NLRA. Y más entrada esta semana, lo más probable es que el miércoles, existe la posibilidad de que el Comité falle sobre el caso Janus que los sindicatos del sector público no pueden recaudar cuotas de aquella gente que le solicite legamente que les represente en cuestiones de negociación colectiva y reclamaciones, una decisión que asestaría un golpe contundente a los mayores sindicatos del país, y recortaría su capacidad de ayudar a que ejerzan su derecho los votantes de las minorías y todo lo demás que detestan los republicanos.
Pasando del prejuicio de clase del Comité a sus prejuicios raciales, religiosos y de género, el dictamen de hoy que mantiene la prohibición de viajar a musulmanes [Muslim Travel Ban] sigue la mejor tradición de la Ley de Exclusión de Orientales [Oriental Exclusion Act] y las restricciones a la inmigración que, entre 1924 y 1965, limitaron efectivamente la inmigración a la gente que provenía del noroeste de Europa. Cómo se condice esto con la prohibición en la Primera Enmienda de leyes que se refieran a instituciones religiosas…bueno, no puedo ver la verdad cómo se condice con eso. No tiene importancia, aparentemente, para el Comité. En otro de los dictámenes de hoy, éste para dar un alegrón a los corazones patriarcales y misóginos de nuestros evangélicos, el Comité dictaminó que no hace falta exigir a los centros de crisis de gestación que informen a las mujeres que acuden a ellos en busca de orientación que el aborto legal es una de sus opciones, y de qué modo pueden llevarlo a cabo.
¡Esperen, que todavía hay más! El lunes, el Comité anuló el veredicto de un tribunal menor que revocaba los pucherazos de base racial en Tejas, en un dictamen que advertía a los potenciales litigantes que debían asumir la buena fe de los legisladores al trazar los límites de los distritos electorales. En cierto sentido, esta decisión constituía un dos por uno, no sólo al desanimar futuros desafíos al fraude electoral racializado, sino al dar ventaja a los republicanos en futuras contiendas electorales. De modo apropiado, el dictamen se produjo en el quinto aniversario de la decisión Shelby, con la que el Comité (entonces con Antonin Scalia, más que con Neil Gorsuch) anuló de modo efectivo la posibilidad de que el gobierno aplicara la Ley de Derecho al Voto [Voting Rights Act] en estados en los que cualquiera con ojos en la cara podía ver de qué modo el racismo blanco todavía daba forma al orden político y social.
¡Y sólo estamos a martes! ¡Más barbarie judicial todavía por llegar!
Harold Meyerson columnista del diario The Washington Post y editor general de la revista The American Prospect, está considerado por la revista The Atlantic Monthly como uno de los cincuenta columnistas mas influyentes de Norteamérica. Meyerson es además vicepresidente del Comité Político Nacional de Democratic Socialists of America y, según propia confesión, «uno de los dos socialistas que te puedes encontrar caminando por la capital de la nación» (el otro es Bernie Sanders, combativo y legendario senador por el estado de Vermont).
Fuente del original: The American Prospect, 26 de junio de 2018
Traducción: Lucas Antón
Fuente del artículo en castellano: http://www.sinpermiso.info/textos/eeuu-barbaros-con-toga