Blog del autor: http://manuelyepe.wordpress.com/ En lugar de llamar a sus seguidores a abandonar la lucha electoral o convocarlos a asumir masivamente la campaña de Hillary Clinton, Bernie Sanders les ha emplazado a que le sigan en nuevas batallas consecuentes con las ideas que él ha defendido y que le han valido convertirse en la gran […]
Blog del autor: http://manuelyepe.wordpress.
En lugar de llamar a sus seguidores a abandonar la lucha electoral o convocarlos a asumir masivamente la campaña de Hillary Clinton, Bernie Sanders les ha emplazado a que le sigan en nuevas batallas consecuentes con las ideas que él ha defendido y que le han valido convertirse en la gran sorpresa de las actuales elecciones presidenciales estadounidenses, especialmente por su influencia en el segmento más joven de los adultos en la sociedad.
Según el diario The Nation, el 16 de junio el senador Bernie Sanders formuló un discurso sobre el futuro de su revolución política que resultó muy diferente de lo que pronosticaban los expertos cronistas electorales de Estados Unidos. No fue una oración justificativa derivada del hecho de haber sido él superado en las primarias del partido demócrata para las elecciones presidenciales de noviembre por su homóloga demócrata en el senado, la ex primera dama y ex secretaria de estado Hillary Clinton.
Paradójicamente, sus palabras fueron una invitación a sus millones de seguidores, simpatizantes y a cualquier ciudadano interesado en derrotar a Donald Trump, a seguir enfrentados a Hillary Clinton y, una vez obtenido el poder político, continuar en la lucha por la justicia social, la honestidad económica, los derechos civiles, los derechos de los gays, la igualdad de las mujeres y el respeto al medio ambiente.
Sanders recordó a sus seguidores los extraordinarios logros alcanzados y señaló que su campaña había obtenido la preferencia de una enorme cantidad de «personas de 45 años de edad o menos». Sin mencionar a Hillary Clinton hasta más allá de la mitad de su disertación, subrayó que «derrotar a Donald Trump no puede ser nuestra única meta». Sanders fue particularmente transparente, tanto acerca de lo que está en juego en las elecciones como en su propio papel en esa lucha. «La tarea política principal que enfrentaremos en los próximos cinco meses será la de asegurarnos que Donald Trump sea derrotado… y derrotado de manera rotunda». «Personalmente, voy a comenzar a desempeñar mi papel en ese proceso dentro de muy breve tiempo. Si no lo hacemos pronto, los incumplimientos de los compromisos de carácter progresista que contrajo Hillary Clinton en la campaña podrían pasar inadvertidos sin ser denunciados como presunciones oportunistas», precisó.
Sanders ha dicho – y ha mantenido desde que su candidatura era «apenas una pulga en las encuestas» – que su campaña «nunca ha sido para la elección de un candidato en particular; siempre ha sido para transformar a Estados Unidos.» Ha señalado que tendrá poca importancia quien gane en noviembre si el presidente que sea electo no se ha comprometido previamente con esa transformación para poner fin a la deshonra de la pobreza infantil, a la exclusión del gran capital de la política, a asegurar que los ricos paguen su parte justa de los impuestos, a hacer de la atención de salud un derecho humano y a lograr que la educación superior no dependa de los ingresos o la riqueza. Mediante un compromiso efectivo con dichos propósitos, sin embargo, estos comicios podrían marcar un giro decisivo en la política y la vida nacional. Sin embargo, Sanders ha afirmado que es evidente que, para que Estados Unidos pueda dar ese giro, el partido demócrata tendría primero que transformarse, de maquinaria electoral que cambia dinero corporativo por votos e influencias, en «un partido de trabajadores y gente joven, y no sólo de ricos contribuyentes a sus campañas. Que se convierta en un partido con el coraje necesario para lanzarse contra Wall Street, la industria farmacéutica, la industria de combustibles fósiles y los demás poderosos intereses especiales que dominan nuestra vida política y económica».
Sin importar lo que algunos de sus más fervientes seguidores pueden haber deseado o preferido, Sanders nunca ha mostrado ningún interés por jugar un papel de aguafiestas. Por el contrario, al establecer una agenda para su cooperación entusiasta con Hillary Clinton, le dio a ésta la oportunidad de comprobar que su reiterada afirmación de que él es un «progresista que hace cosas» es más que mera retórica. A un poco más largo plazo, la «revolución política» que la campaña de Sanders introdujo en el léxico estadounidense hizo posible que en el imaginario del ciudadano común apareciera la posibilidad de construir un poderoso movimiento capaz de poner fin al control oligárquico de la vida nacional. La invocación al «socialismo», además, convirtió los sueños de muchos estadounidenses en expectativas reales para el futuro, como alternativas que están a su alcance. Algunos expertos han hecho notar que estas consignas no son nuevas en Sanders para demostrar que no ha sido él quien ha cambiado, sino los tiempos.
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