Es difícil pensar que un libro sobre seres tan inofensivos como los pingüinos pueda ser objeto de encendidos debates. Sin embargo, eso fue lo que ocurrió con «Tres con tango» en Estados Unidos. El libro, escrito por Justin Richardson y Peter Parnell, relata la historia de dos pingüinos macho que crían un pichón huérfano. La […]
Es difícil pensar que un libro sobre seres tan inofensivos como los pingüinos pueda ser objeto de encendidos debates. Sin embargo, eso fue lo que ocurrió con «Tres con tango» en Estados Unidos. El libro, escrito por Justin Richardson y Peter Parnell, relata la historia de dos pingüinos macho que crían un pichón huérfano. La historia, basada en un caso real ocurrido en el zoológico de Central Park de Nueva York, plantea la delicada cuestión de qué es lo que constituye a una familia. «Tres con tango» se ubicó entre los 10 libros más censurados en Estados Unidos desde su primera publicación en 2005.
Los libros «censurados» concentran la atención de varias actividades este mes. La Semana de Libros Prohibidos es una iniciativa nacional organizada por bibliotecarios con el fin de difundir el esfuerzo de algunas organizaciones por retirar ciertas obras de los estantes. La 29 edición terminará este sábado.
La proscripción de libros no es nueva en Estados Unidos. La Ley Comstock de 1873 fue la primera norma nacional que prohibió la distribución de obras «obscenas y/o lascivas». A principios de los años 80 hubo un aumento repentino de la cantidad de libros censurados en bibliotecas, escuelas y librerías, que alarmó a los bibliotecarios.
La Asociación de Bibliotecarios Estadounidenses (ALA, por sus siglas en inglés) comenzó a registrar las obras censuradas, según denuncias de la ciudadanía, y a publicar una lista anual de ellas. «Tres con tango» figura en el documento junto con otras obras para jóvenes como la serie «Crepúsculo». Clásicos como «El color púrpura», de Alice Walker, «Matar un ruiseñor», de Harper Lee, y el libro de Jerome David Salinger que en español se publicó con dos títulos «El cazador oculto» y «El guardián entre el centeno». «Mucha gente asume que es libre de leer» lo que quiera, señaló Angela Maycock, ayudante de dirección de la Oficina de Libertad Intelectual de ALA, que facilita el acceso de todos al material de biblioteca.
El año pasado, ALA recibió denuncias de 460 libros censurados. Pero es sólo la punta del iceberg. La mayoría de las obras en esa situación pasa desapercibida. Muchos maestros se autocensuran y evitan problemas dejando de lado libros controvertidos, un «efecto escalofriante», según lo calificó Joan Bertin, directora ejecutiva de la Coalición Nacional Contra la Censura (NCAC, por sus siglas en inglés).
Una publicación censurada no necesariamente se retira del estante. «En la mayoría de los casos no es así», indicó Maycock. No hay estadísticas de la cantidad de libros que terminan en cuartos perdidos de las bibliotecas. Organizaciones dedicadas a preservar ciertos valores que consideran tradicionales critican los «libros malos» en la prensa, pero la mayoría de los actos de censura comienzan cuando una persona, a menudo un padre o una madre, protesta porque no le gustó alguna obra. Los libros suelen ser criticados por su lenguaje ofensivo o sexual, por su perspectiva religiosa, por describir la homosexualidad, la desnudez, ser sexista o simplemente por considerar que no es apropiado para una edad en particular.
La obra premiada de Sherman Alexie «The Absolutely True Diary of a Part-Time Indian» (El diario absolutamente verdadero de un indio a tiempo parcial), de 2007, fue prohibida este mes por la escuela del distrito de Stockton, en el central estado de Missouri. El libro, que relata la historia de un adolescente indio que decidió ir a una escuela secundaria para blancos, formaba parte del programa de la escuela secundaria de Stockton. Pero algunos padres se quejaron de que violaba los valores de la comunidad por su lenguaje crudo y sus descripciones de carácter sexual. La prohibición de abril fue reconsiderada, pero, hace unas semanas se decidió retirar el libro de la biblioteca del distrito. La supresión fue «básicamente inconstitucional», sostuvo Bertin, cuya organización defendió la distribución de la obra de Alexie.
Varios fallos judiciales, incluido uno de la Corte Suprema de 1982, dictaminó que no se pueden retirar libros de las bibliotecas por discrepancias con las ideas que expone. «Si hay una persona que pueda beneficiarse del libro es un delito retirarlo», remarcó Maycock.
La censura de libros puede llegar a violar la libertad de expresión consagrada por la Constitución, alertó Larry Siems, director del programa libertad para escribir del Centro Estadounidense PEN. Entre las decenas de actividades realizadas en todo el país en el marco de la Semana de Libros Prohibidos, que comenzó el sábado habrá foros de discusión y se publicará la lista de obras censuradas. Los 18 millones de miembros de la comunidad virtual «Second Life» también han podido participar en las distintas actividades realizadas en la «Isla ALA».
También hay un espacio para que los participantes expongan su conocimiento sobre libros censurados. La gente también puede enviar vídeos caseros realizados bajo el lema «piensa por ti mismo y deja que otros hagan lo mismo».