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Bir al-Idd, el retorno a la tierra

Fuentes: Rebelión

Ropa secándose al viento, el ganado busca el verde que crece entre las piedras después de las primeras y escasas lluvias del invierno, el burro descansa antes de empezar a trabajar cargando piedras de un lugar a otro para limpiar y habilitar esta parte del vertiente de la montaña. Las niñas corren y juegan al […]

Ropa secándose al viento, el ganado busca el verde que crece entre las piedras después de las primeras y escasas lluvias del invierno, el burro descansa antes de empezar a trabajar cargando piedras de un lugar a otro para limpiar y habilitar esta parte del vertiente de la montaña. Las niñas corren y juegan al aire libre, sus madres reparan y ordenan las cuevas y las tiendas que la Cruz Roja Internacional y las Naciones Unidas les han dado. Abu Naser, Abu Ali y el Hajj Issa reposan fuera de la cueva, observando el magnífico paisaje que nos rodea. Sentados en la última montaña que nos separa de las inmensidades del desierto del Nakab, el sonido de disparos y explosiones me estallan en los oídos. Marrones, ocres, amarillos, montañas escarpadas y rocosas, las luces y las construcciones de la ciudad israelí de Aarat en la lejanía, la línea verde marcada unos kilómetros al sur como una pincelada que dibuja una carretera, al este, la depresión del Mar Muerto, detrás, la cordillera Jordana. Todo lo que observamos hasta el horizonte es el desierto del Nakab. Unos extraños círculos y rectángulos de un verde intenso me sorprenden, le pregunto a Abu Naser, «verdura, hortalizas, árboles frutales, naranjas y limones» me responde, me recuerda a alguna fotografía que vi hace años, en algún libro de la escuela, el moderno sistema de riego gota a gota, inmensas extensiones de cultivos en el desierto, «Israel» añade él. Sabrina y Um Naser nos sirven un te muy dulce y seguimos observando el paisaje.

El 8 de noviembre de 2009, nueve familias palestinas retornaron a la tierra de Khirbet Bir al-Idd, en las montañas del sur de Al-Jalil1, en la llamada Zona C del West Bank. La historia de Bir al-Idd es increíble, los romanos ya se interesaron e instalaron en la zona gracias a una fuente que abastecía de agua a toda la región. En 1948, el plan sistemático de limpieza étnica de Israel que destruyó más de 800 aldeas de la Palestina histórica también afecto el área de Bir al-Idd. Garatin, el pueblo más grande de la zona fue demolido el 1948 y sus habitantes se refugiaron en Jinba, Bir al-Idd y otros pueblos de los alrededores. En 1954, terroristas de la Hagana (que posteriormente formaron el ejército de Israel, conjuntamente con los también grupos terroristas del Stern e Irgun) invadieron Jinba, asesinaron a cuatro hombres del pueblo, entre ellos el padre de Abu Naser y su familia fue forzada a refugiarse en el pueblo de Yatta. El padre de una de las cuatro esposas de Abu Ali, fue asesinado el mismo día en Jinba y su familia se refugió en Dar Airat. Se conservan las ruinas de un pozo romano y el recuerdo nostálgico del acueducto que transportaba el agua a la piscina de Jinba, al pie de la montaña, hasta que en 1985 las 40 casas, tres comercios, una mezquita, la magnífica piscina romana y el mismo acueducto, fueron demolidos completamente por el Estado de Israel, alegando que se trataba de una zona cerrada de entrenamiento militar. Los habitantes se refugiaron de nuevo, muchos de ellos por segunda vez en las poblaciones cercanas como Bir al-Idd, cada vez obligados a desplazarse más al norte. En noviembre de 1999, el ejército de Israel desalojó y destruyó las tiendas y las cuevas que formaban el pueblo de Bir al-Idd y las 15 familias que habitaban en él, fueron forzadas a marcharse. Volvieron en enero de 2000 ya que se niegan a abandonar la tierra que legalmente les pertenece, conservan extensos documentos del Imperio Otomano y del Mandato Británico que demuestran que tienen su propiedad. Pero pasados unos meses, el ejército y las constantes agresiones de los colonos (matando el ganado, quemando sus pequeños cultivos e incendiando las tienda y las cuevas, atacándolos con perros, bloqueando las carreteras y los puntos de acceso a los caminos que conectaban las pequeñas poblaciones, contaminando los pozos de agua…) que ocuparon la zona en los años 80 les expulsa de nuevo. Todos ellos vuelven a refugiarse en los pueblos cercanos de Yatta, Tuwani, Dar Airat, Karmil i Ma’hin.

Después de una larga lucha legal, entre abogados y juicios, en enero de 2009 la Corte Superior de Justicia de Israel declara que los habitantes de Bir al-Idd podrán repoblar la zona en julio del 2009 aunque tendrán prohibido levantar casas u otras construcciones, habilitar un sistema de canalización de agua o tener acceso a electricidad. El Hajj Issa explica como estas condiciones les impedirán tener un medio de subsistencia y desarrollo moderno, les impedirá cubrir las necesidades básicas de agua, saneamiento, electricidad y vivienda. A pesar de todo, el 8 de noviembre de 2009, diez años después de ser expulsados, tienen derecho y deciden volver, repoblando las cuevas y levantando precarias tiendas de plástico, adoptando la vida rural y seminómada que tenían sus padres.

En diferentes puntos del West Bank, similares poblaciones seminómadas fueron forzadas a desplazarse y refugiarse en 1967 cuando el estado de Israel, después de la guerra de los Seis Días, ocupó estas zonas. Toda esta área forma parte de la llamada Zona C. En 1993, los acuerdos de Oslo dieron lugar a la fragmentación del West Bank en áreas A, B y C. La Zona A, pasó a estar bajo control de la Autoridad Palestina, es el caso de Ramallah, Nablus, Tulkarem y otras ciudades Palestinas, aunque sólo el 17% de la superficie total del West Bank fue definida como tal y las incursiones del ejército israelí son habituales. La zona B, con un 23% del territorio, pasó a tener control compartido, la Autoridad Palestina tiene el control civil e Israel el control administrativo. La zona C, que ocupa el 60% del total del West Bank pasó a estar bajo control absoluto de Israel continuando así, el proceso de limpieza étnica y anexión de territorio perpetuado por el estado sionista.

Desde que los habitantes de Bir al-Idd decidieron retornar a su tierra, activistas internacionales de ISM (International Solidarity Mouvement) y Ta’ayush les acompañan y viven entre ellos. Abu Naser pregunta cómo funciona la cámara de vídeo que B’tselem les ha dado para que graven los ataques de los colonos. Sus manos fuertes y curtidas juegan con los botones y hacemos pruebas, el Hajj Issa grava el desierto y a nuestros pies las tiendas desordenadas que ahora forman el antiguo pueblo de Jinba. Una organización española ha financiado los cuatro tanques de agua de los que se abastecen y Ta’ayush ha instalado una placa solar para recargar los móviles y la batería de las cámaras de vídeo. Abu Naser saca cada día con los primeros rayos de luz a pasturar las ovejas, lleva la cámara de vídeo colgada en el cuello, y activistas le acompañan. En los 50 días que hace que están aquí han sido atacados por los colonos que nos rodean, por el sur el asentamiento Lucifer i Magen David (también llamado Mitzpeh Yair) al norte, intentando impedir que vuelvan a repoblar la zona. Estas agresiones han dado lugar a enfrentamientos con los soldados que en diferentes puntos les controlan. El Hajj Issa remarca que no tiene miedo, «duermo tranquilo dentro de la cueva, es mi tierra, mira los colonos», dice, » vallas y servicios privados de seguridad rodean y patrullan los asentamientos continuamente e siguen teniendo miedo, yo tengo el alma limpia, es mi tierra, ellos son los ocupantes, los sionistas colonizadores de Israel, los ladrones, los asesinos».

El 4 de enero de 2010, la administración israelí de Al-Jalil y su ejército llegaron a Bir al-Idd con documentos que declaraban todas las tiendas de Bir al-Idd ilegales, y que estas tienen que ser desmontadas, o en caso contrario los bulldozers del ejército las demolerán. La población tiene que limitarse a vivir en las cuevas que fueron destruidas el año 2000 por el mismo ejército. Esta nueva sentencia es llevada a juicio por las familias de Bir al-Idd. El juez ha pospuesto el caso. La lucha legal no ha terminado y el estado de Israel intentará, mediante todos los mecanismos posibles, expulsar de nuevo la población de Bir al-Idd.

Antes de levantarnos para seguir trabajando y después de tres vasos de te azucarado, Abu Naser me mira y me remarca, «si no fuera por vosotros, no estaríamos repoblando de nuevo nuestra tierra. Quiero morir en mi tierra, ahora ya no me obligarán a marchar».

 

 


[1] Al-Jalil es el nombre árabe que utilizaremos para referirnos al nombe hebreo de la ciudad de Hebron.

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa de la autora, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.