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¿Borboneo o golpismo?

Fuentes: Rebelión

Borboneo, a pesar de ser un vocablo no reconocido por la Real Academia Española ¡faltaría más! es de uso tan corriente que hasta el exministro Margallo -nada sospechoso de ser republicano- lo ha utilizado: “La Constitución lo que hace precisamente es prohibir que el Rey borbonee, para mantener intacto el prestigio de la institución de la Corona…”

La conocida alegoría de la caverna en República, Libro VII. Platón (427, 347 a.c.) nos ilustra sobre la imposibilidad de captar la realidad en su totalidad, pues tan solo percibimos las sombras que esta proyecta sobre el fondo de la Caverna.

Las sombras que la institución monárquica viene arrojando desde el famoso 20-N muestran figuras inquietantes, bien diferentes a las que le gustaría al Sr. Margallo, pues sus fantasmales contornos sobre el fondo de la Caverna nos permiten entrever una realidad muy alejada de la que se ha venido relatando.

Los Borbones, a lo largo de sus reinados, han intervenido en política a través de terceras personas, generalmente para cambiar gobiernos. Ya sea promoviendo golpes de Estado militares -golpe del general Primo de Rivera, o golpe del general Armada, por citar borboneos de nuestra historia reciente- o también influyendo mediante intrigas palaciegas. Generalmente lo han hecho valiéndose de su especial relación con el mundo militar y civil por vías no oficiales, es decir de amistad, o corporativas. Por ejemplo, el rey Alfonso XIII, abuelo de Juan Carlos I, padre del rey Felipe VI, fue padrino de boda del general Francisco Franco.

Los monarcas españoles tienen canales privilegiados para influir discretamente en los ámbitos civil y militar. Son de sobra conocidos los cargos de su total confianza, nombrados por designación directa, como lo es el de Jefe del Cuarto Militar del Rey, desempeñado por un general o un almirante, así como también el de Ayudante de Campo, o el Jefe de la Guardia Real, por citar los más conocidos.

Tras el fallido golpe militar del 18 de julio de 1936, que derivó en la Guerra de España, los miembros de la dinastía borbónica han intervenido en política, de una u otra forma, retorciendo la voluntad popular mediante su colaboracionismocon los poderes de la dictadura. En particular, por su especial relación con el dictador Francisco Franco y, posteriormente, mediante el poder remanente heredado de este.

Leyes de la dictadura, aún vigentes, que constituyen la piedra angular sobre la que se sustenta la pretendida legitimidad jurídica del rey Juan Carlos I y la de su hijo el rey Felipe VI (leyes de sucesión franquistas). Ambos personajes, blindados por una inviolabilidad absoluta, detentan inexplicables privilegios que el Régimen del 78 ha otorgado a la persona del rey.

Tal inviolabilidad es aplicable incluso en el supuesto de que el rey cometiese los delitos más espantosos, lo que implicaría asimismo la imposibilidad de reclamar por parte de los posibles damnificados la correspondiente indemnización al monarca por los perjuicios causados, pues es inviolable; ni subsidiariamente al Estado, ya que tales delitos no es probable que fuesen refrendados por gobierno alguno. Todo un disparate jurídico que deja en evidencia una de las graves carencias del llamado Estado de Derecho español, producto de una Transición nada ejemplar.

Por si fuese poco, los Borbones han heredado del dictador la Jefatura del Estado y el mando supremo de las Fuerzas Armadas, y, por tanto, también la del Cuerpo Jurídico Militar. El citado cuerpo tiene asignadas las funciones de asesoramiento jurídico y aplicación de la Justicia en el ámbito de las Fuerzas Armadas españolas.

Sin embargo, en caso de una eventual declaración de estado de sitio, el poder militar pasaría a primer plano, y sus capacidades punitivas podrían desbordar el ámbito castrense, desplazando a la Justicia Civil, afectando de lleno al conjunto de la población. Sería, de facto, una dictadura militar en donde militares afines al partido ultramonárquico VOX tendrían la oportunidad de tomar el control del Estado, al margen del apoyo electoral que tuviesen.

No es casual, pues, que militares de alta graduación sigan pronunciándose, con mayor o menor vehemencia, desde las entrañas del Régimen del 78, contra Gobiernos electos que no sean afines a su peculiar ideario, mostrándose cual fanática guardia pretoriana del Rey y de la sagrada unidad del Reino de España, de la que este, según la Constitución del 78, es garante. Otro disparate que no contempla ninguna constitución de los países de nuestro entorno democrático, pues los militares han de ser únicamente funcionarios públicos a las ordenes del Gobierno de turno, elegido en procesos electorales libres.

La última bufonada ha consistido en cartas dirigidas al Rey y al Presidente del Parlamento Europeo firmada por un nutrido grupo de coroneles y capitanes del Ejército del Aire retirados, representados por un general de división. Sendas cartas, que identifican a los citados jubilados, han sido motivo de un escandalo mediático mayúsculo, que está haciendo correr mucha tinta.

La derecha franquista hace aspavientos cuando se mencionan los crímenes del franquismo, pues afirma que “abre heridas”. Sin embargo sacan a pasear a ETA cada vez que les viene en gana; organización armada a la que el expresidente Aznar llegó a calificar de Movimiento de Liberación Nacional Vasco. Sin embargo, dicha organización terrorista se disolvió y dejó de matar hace diez años. Además, como todo mundo sabe, el partido independentista Bildu, de limpia trayectoria democrática, nada tiene que ver con ETA.

El colectivo de militares demócratas y republicanos ANEMOI, ha mostrado su rechazo a las extravagantes exigencias de estos “patriotas de hojalata” mediante un comunicado hecho público, dejando claro quienes son en realidad tales personajes. Asimismo, hemos tenido noticias de que otros colectivos, que también forman parte del movimiento militar democrático, han condenado dicha soflama involucionista, presuntamente sediciosa.

Constatamos que el modus operandi del borboneo se concreta en el ejercicio de un poder oculto, cuyas inquietantes sombras se están proyectando amenazantes sobre la estabilidad del Gobierno de coalición progresista y sobre la vida democrática de nuestros pueblos y naciones históricas. Borboneo al que no parece ser ajena la Sra. Ministra de Defensa, adulada por la derecha y el “viejo PSOE”.

Este embrollo se está proyectando sobre el fondo de la Caverna con asombrosa nitidez. Todo parece como si se tratase de sustituir al Presidente Pedro Sánchez por la ministra de defensa Margarita Robles, lo que abriría la puerta a un gobierno del PP con VOX, y a la grave involución democrática que ello implicaría.

Alerta, pues, compañeras y compañeros.

Manuel Ruiz Robles, ex miembro de la disuelta Unión Militar Democrática (UMD), miembro fundador del colectivo de militares demócratas y republicanos Anemoi.