Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Caty R. y revisado por Juan Vivanco.
Probablemente Bush está loco, los militares estadounidenses cada vez lo dicen más abiertamente, pero los intereses que tiene detrás de él no son locuras. Estamos ante una política que mezcla la irracionalidad con los intereses y está preparada para llegar hasta el final. Su último discurso puede aparecer como el colmo de la impotencia, una simple alusión al atolladero vietnamita donde Estados Unidos sostenía un gobierno fantoche insuflando vanamente cada vez más soldados, que se queda corta frente a la carrera desenfrenada en la que se han precipitado Bush y su puñado de consejeros, en un contexto de impopularidad creciente en Estados Unidos, donde el 60% de la población es hostil a su política en Iraq y su partido acaba de ser despojado de la mayoría en el Congreso.
La cita del Apocalipsis:
Hay una manera de describir la política de G. W. Bush: ese momento crepuscular en el que un presidente pierde todo el sentido común, se hunde en la paranoia e imagina que mantiene un singular coloquio con Dios. La descripción de los últimos momentos de Nixon, cuando invitaba a Kissinger a rezar con él, se queda en pañales frente a la relación del presidente actual con los evangelistas tipo Pat Robertson, los cristianos sionistas que están convencidos de que ha llegado el tiempo del anticristo. Éste último se pondría a la cabeza de movimientos pacifistas para impedir la gran batalla final que verá la bajada del Cristo Rey a la tierra y al mismo tiempo estallará el Armagedón en Israel (1). Cuesta trabajo creer este disparate pero el otro libreto, del que ya nos hemos ocupado varias veces, el de un ataque de Israel a Irán, es tan demencial como perfectamente creíble.
Cabe destacar, de entrada, que en su discurso del 11 de enero de 2007, Bush no se ha referido al conflicto palestino-israelí, cuando todos estamos de acuerdo en que ése es el problema prioritario y de su resolución depende la paz en Oriente Próximo. Que no se refiera en este discurso a Israel no debe hacernos olvidar que este país desempeña en la doctrina de Bush un papel fundamental que no tiene nada de pacífico. Con la captura de tres soldados israelíes por Hezbolá en Líbano el verano pasado, Bush imaginó la posibilidad de lanzar a Israel contra Siria, pero sabemos hasta qué punto ese proyecto abortó temporalmente como consecuencia de la resistencia de Hezbolá, la condena de la opinión pública y la incapacidad de Israel (2).
Tanto Bush como Olmert están debilitados políticamente en sus propios países y procuran sacar provecho de la ausencia de alternativa política efectiva, bien sean los demócratas en USA o los laboristas en Israel, para practicar una huida hacia delante hacia los mismos objetivos: dividir Oriente Próximo, crear el caos y sacar provecho de eso para ajustarles las cuentas a sus enemigos, Irán, Siria, Hezbolá y los palestinos, con la complicidad de los «suníes» que, asustados, se habrían agrupado tras los saudíes. La idea de un ataque preventivo israelí a Irán, que ya se sugirió antes de la enfermedad de Sharon y de la desastrosa expedición a Líbano, está resurgiendo (3). Intoxicación informativa, pretextos, filtraciones para acusar al gobierno iraní, todo es posible incluido lo peor.
Esta política del caos para continuar dominando el mundo a pesar de la derrota tiene su «lógica», la de la decadencia. El verdadero problema es que aunque Estados Unidos es una superpotencia militar que gasta ella sola más que el resto del planeta y tiene a toda la comunicación mundial pregonando su fuerza, ahora tiene que luchar contra su decadencia y se ha vuelto completamente dependiente de sus proveedores de fondos, Japón como ya en la época de Vietnam, y ahora China (4).
El carácter «irracional» de la política estadounidense es por tanto que se niega a integrarse tranquilamente en un mundo multipolar. Bush imagina que va a poder prolongar la situación posterior a la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos consiguió la hegemonía en la lucha contra la Unión Soviética, inventando un enemigo representante «del mal» como el comunismo en otro tiempo: el islamismo. Es una visión irracional del mundo, pero se apoya en la realidad de la compleja industria militar estadounidense, que se ha convertido en una de las bases fundamentales de la economía del país, su vector de desarrollo, su factor de regulación.
El terreno de esta guerra mundial del bien contra el mal hoy es Irán, pero el discurso de Bush nos anuncia una ampliación. He aquí el discurso:
«Esta noche en Iraq, el ejército de Estados Unidos participa en una lucha que decidirá la dirección de la guerra mundial contra el terrorismo y la seguridad aquí en nuestro país. La nueva estrategia que voy a describir esta noche cambiará nuestra orientación en Iraq y nos ayudará a ganar la guerra contra el terrorismo.» (…)
Después de analizar los éxitos y sobre todo los fracasos de la estrategia estadounidense, el presidente Bush afirma:
«Las consecuencias de una derrota están claras: Los extremistas islámicos radicales se engrandecerían, aumentarían su poder y reclutarían más miembros. Estarían en mejor posición para derrocar a los gobiernos moderados, crear el caos en la región y usar los ingresos derivados del petróleo para financiar sus ambiciones. Irán se sentiría envalentonado en su plan para obtener armas nucleares. Nuestros enemigos tendrían un refugio seguro desde donde podrían planear y lanzar ataques contra el pueblo estadounidense. El 11 de septiembre de 2001 vimos lo que un refugio de extremistas en el otro lado del mundo puede traer a las calles de nuestras ciudades. Por la seguridad de nuestro pueblo, Estados Unidos debe vencer en Iraq.»
Ya hay en este extracto un elemento «racional» si es que podemos considerar racional el capitalismo en el estadio al que ha llegado. En efecto, Bush ha revelado la estrategia aplicada por el propio Estados Unidos para seguir explotando la zona, a pesar de la derrota, hasta agotar sus recursos petrolíferos: «crear el caos en la región y utilizar las rentas del petróleo para financiar sus ambiciones».
La derrota es un hecho, la única manera de seguir gobernando es la estrategia de la división y el asesinato masivo. El elemento «racional» gira alrededor de los petrodólares, que crean un vínculo sagrado entre los saudíes «wahhabíes» y Estados Unidos.
Porque estamos (y es así como analicé desde el principio la mascarada del asesinato de Sadam Husein) en vísperas de un cambio de alianza dirigida ahora contra Irán y los chiíes. Los días del gobierno iraquí están contados. Se le presta ayuda en dosis homeopáticas, pero al mismo tiempo, con filtraciones interesadas, se da a entender que es la última oportunidad y se manifiesta que el principal aliado sigue siendo el saudí, que se ha convertido en el defensor de los «pobres suníes»:
«He explicado claramente al Primer Ministro y a los demás dirigentes iraquíes que el compromiso de Estados Unidos no era indefinido en el tiempo. Si el gobierno iraquí no cumple sus promesas, perderá el apoyo del pueblo estadounidense y también del pueblo iraquí».
Hasta se puede pensar que ya se trata menos de sostener al gobierno iraquí, que de aumentar el control sobre Bagdad y la «zona verde» [«ciudad prohibida» estadounidense en la margen derecha del Tigris, transformada en la embajada de USA más grande del mundo, n. de la t.] en caso de ataque de Irán. Para eso va a ser necesario «limpiar» la resistencia suní, pero también la de Moqtad el Sadr, las tropas chiíes que, en Bagdad y Basora, escapan cada vez más a todo control. Es necesario contenerlos por si hubiera un ataque de Irán.
Porque el objetivo, claramente indicado y prefigurado por la operación de Somalia, es seguir extendiendo el conflicto, convertirlo en una guerra global, basándose abiertamente en el conflicto entre chiíes y suníes:
«Vencer en Iraq también requiere defender su integridad territorial y estabilizar la región frente a los desafíos extremistas. Para empezar, hay que vigilar a Irán y Siria. Estos dos regímenes están permitiendo que los terroristas e insurgentes usen su territorio para entrar y salir de Iraq. Irán está proporcionando apoyo material para los ataques a nuestras tropas. Desbarataremos los ataques contra los soldados estadounidenses. Tenemos que interrumpir el flujo de apoyo proveniente de Irán y Siria. Y buscaremos y destruiremos las tramas que están proporcionando armamento avanzado a nuestros enemigos en Iraq.
También estamos dando otros pasos para reforzar la seguridad de Iraq y proteger nuestros intereses en el Próximo Oriente. Recientemente ordené el envío de otro portaaviones a la región. Incrementaremos el intercambio de informes y emplazaremos sistemas Patriot de defensa aérea para tranquilizar a nuestros amigos y aliados. Vamos a trabajar con los gobiernos de Turquía e Iraq para ayudarlos a resolver los problemas a lo largo de sus fronteras. Y trabajaremos con otros para impedir que Irán obtenga armas nucleares y domine la región.
Usaremos todos los recursos diplomáticos de Estados Unidos para propiciar mayor apoyo a Iraq en toda la región. Países como Arabia Saudí, Egipto, Jordania y los países del Golfo deben comprender que la derrota de Estados Unidos en Iraq crearía un nuevo santuario para los extremistas y una amenaza estratégica para su seguridad.»
Este discurso tiene sentido, pero no debe enmascararnos la «demencia» de su autor, porque significa que las «pequeñas medidas» de G. W. Bush anuncian una decisión que debería tomarse en el transcurso del año 2007, el ataque a Irán o incluso a Siria.
Este plan podría acarrear consecuencias tan incalculables que nadie se atreve realmente a tomarlo en consideración a pesar de que el estado del poder estadounidense lo hace verosímil.
En USA el poder está en manos de un demente pueril y espantoso, que despide poco a poco a todos los consejeros que intentan oponerse a su gran sueño, como por ejemplo demostrando que la amenaza nuclear iraní es tan «real» como las armas de destrucción masiva de Sadam Husein. También en este caso será verdad o intoxicación, pero el desplazamiento de John Negroponte (5) como «adjunto de la Secretaria de Estado Condoleezza Rice» y el nombramiento en su lugar de John McConnell, vicealmirante jubilado de la armada, es señal de un «cierre de filas» gubernamental en torno a gente lista para sostener a Bush en sus ataques directos o por medio de Israel a las instalaciones nucleares iraníes. Como el hecho de que el 4 de enero George Bush despidiera a los dos principales comandantes militares en Oriente Próximo, los generales John Abizaid y George Casey, que se opusieron a la escalada militar en Iraq, para sustituirlos por el almirante William Fallon, nuevo jefe del mando central en Oriente Próximo. Fallon pertenece al círculo de los neoconservadores.
La mayoría de los observadores militares ven en estos nombramientos una confirmación de la huida hacia delante de Bush y su equipo que no tiene en cuenta ni la derrota ni la opinión pública estadounidense y mucho menos la opinión del mundo musulmán. El paso «realista» de G. W. Bush es probablemente la renuncia a prever un «futuro democrático» para Oriente Próximo, ya que las elecciones podrían desembocar en un refuerzo de los «enemigos» de Estados Unidos y, en consecuencia, una vuelta al apoyo de gobiernos dictatoriales. Pero ni siquiera a este precio USA puede esperar contener mucho tiempo el empuje; el conflicto corre el riesgo de extenderse muy rápidamente con consecuencias aún incalculables debido al antiamericanismo que se propaga y se desarrolla todavía más desde el ahorcamiento de Sadam Husein el 30 de diciembre de 2006, el mismo día del Aid, sagrado para los musulmanes… ¿Cuál es el futuro de Pakistán, potencia nuclear, con o sin el general Pervez Musharraf?
Si fuésemos ciudadanos estadounidenses podríamos intentar aliviar al mundo proponiendo un procedimiento de destitución de este presidente demente, pero, ¿quién se atreverá a proponerlo? ¿Quizá según la lógica estadounidense hay que sorprenderlo en delito flagrante de mentira o adulterio para emprender un procedimiento urgente?
¿Qué podemos hacer?
Somos europeos, ¿cuál es nuestro margen de acción? Es escaso, atrapados como estamos en la Unión Europea, pero es urgente desarrollar un gran movimiento por la paz, porque vamos hacia una catástrofe planetaria.
Bush, el amo del mundo, que sólo habla con otros chiflados de su especie y con Dios, por supuesto, nos está llevando a una ampliación del conflicto a Siria e Irán. Y quizá mañana, por qué no, el Dr. Strangelove nos conducirá al asalto de la inmensa China… Y sin ningún miedo a utilizar armas nucleares.
La banda de cretinos que dirigen los partidos políticos europeos, que con respecto a la ejecución de Sadam Husein se limitaron a representar el papel de almas buenas contra la pena de muerte, demostraron lo que valen y lo que se puede esperar de ellos en un mundo en el que se acumulan los peligros.
¡¡¡¡Socorro!!!!
NOTAS
(1) El Armagedón es el encuentro final entre las tropas del anticristo y las del Cristo que regresa en majestad, según las profecías del Apocalipsis en las cuales parecen creer a machamartillo un gran número de estadounidenses y, lo que es más inquietante, el mismo G. W. Bush. Su gurú Pat Robertson es un buen ejemplo de esa inextricable mezcla de fundamentalismo religioso y sentido de los negocios, por no hablar de algunos vínculos con mafias (como la cubana) que «garantizan» desde hace algunas décadas los resultados de las elecciones estadounidenses en el sur de Estados Unidos.
(2) Los «responsables militares israelíes confirmaron que recibían señales por parte de USA que daban a entender que apoyarían un ataque contra Siria», según informaba Jerusalem Post en julio de 2006. En agosto, Inter Press Service aportaba más detalles, precisando que el mensaje llegó a Israel a través de Elliott Abrams, consejero de seguridad nacional de Bush y personaje clave en el caso «Irán-Contra» durante los años 80. «En una reunión con un alto oficial israelí, Abrams comunicó que Washington no pondría ninguna objeción si Israel optaba por extender la guerra más allá, hacia el otro vecino del norte, Siria».
(3) El Sunday Times de Londres informó el 7 de enero de que dos escuadrones aéreos israelíes se estaban entrenando para una misión de destrucción de las instalaciones nucleares iraníes en Natanz. Según el diario, «un piloto lanzará en primer lugar una bomba convencional dirigida por láser para excavar un pozo vertical a través de las capas de hormigón. Otros pilotos estarán preparados para lanzar a continuación un arma nuclear de una kilotonelada en el agujero» El Sunday Times indica que Israel atacaría también otras dos instalaciones, Isphahan y Arak, con bombas convencionales. La posible utilización de una bomba nuclear en Natanz representaría el primer ataque nuclear desde que USA destruyó Hiroshima y Nagasaki en Japón al final de la Segunda Guerra Mundial. Ehud Olmert, el Primer Ministro israelí, designó como «una amenaza existencial» para Israel la existencia de una bomba nuclear iraní aunque, a la publicación del artículo del Sunday Times, un portavoz del gobierno israelí negó que Israel haya elaborado planes secretos para bombardear Irán.
(4) Danielle Bleitrach, Viktor Dedaj, Maxime Vivas, Lest Etats-Unis DE MAL EMPIRE, ces leçons de résistance qui viennent du sud. Aden 2005
(5) Cuando se conoce a John Negroponte se mide mejor hasta qué punto la desaprobación de este hombre de todos los fracasos estadounidenses da prueba de un cierre de filas en torno a Bush. John Negroponte, formado en las guerras de Vietnam y Camboya, dirigió personalmente los escuadrones de la muerte en Centroamérica y financió la Contra de Nicaragua organizando el tráfico de cocaína hacia Estados Unidos. Cuando Bush llegó a la Casa Blanca lo rehabilitó nombrándole embajador de la ONU. En este puesto dirigió campañas de difamación contra Hans Blix [Jefe de los inspectores de la Comisión de Control de la ONU en 2002 que buscó en Irán las «armas de destrucción masiva», n. de la t.] y estableció el espionaje generalizado a los miembros del Consejo de Seguridad. Sucedió a L. Paul Bremer en Iraq y probablemente se le debe una buena parte de la desestabilización actual.
Danielle Bleitrach, es socióloga, profesora universitaria jubilada y autora de numerosos libros y artículos sobre la clase obrera, el mundo del trabajo y los problemas del desarrollo en el marco de la globalización.
Caty R. y Juan Vivanco pertenecen a los colectivos de Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, la traductora y la fuente.