Recomiendo:
0

Entrevista a Gore Vidal, escritor estadunidense

Bush, especie de maniático que ataca al país que se le antoja

Fuentes: The Nation / La Jornada

Gore Vidal recibió el pasado día 9 el Premio Literario 2005 del PEN club estadunidense en la ciudad de Los Angeles, por su trayectoria como novelista, dramaturgo y ensayista FOTO Reuters El gobierno de George W. Bush representa una amenaza para los demás países, para las libertades y los derechos en Estados Unidos, sostiene el […]

Foto

Gore Vidal recibió el pasado día 9 el Premio Literario 2005 del PEN club estadunidense en la ciudad de Los Angeles, por su trayectoria como novelista, dramaturgo y ensayista FOTO Reuters

El gobierno de George W. Bush representa una amenaza para los demás países, para las libertades y los derechos en Estados Unidos, sostiene el escritor estadunidense Gore Vidal, para quien a partir de «nuestra guerra contra México, en 1846, que tuvo el objeto de apropiarse de California, hemos estado en un ánimo imperial puro de despojar, despojar, despojar».

Vidal, uno de los escritores estadunidenses más prolíficos, y sin duda uno de los más abiertos en cuanto a expresar sus visiones políticas, considera que «si alguna vez ha habido una gran causa para enjuiciar al gobierno, tendría que ser por el 9/11*. Nunca ha habido un acto de negligencia como ése».

Poco después de la reciente celebración de su cumpleaños 80, uno de los editores de The Nation, Marc Cooper, entrevistó a Vidal en su casa de Hollywood. Aquí, una versión condensada de esa conversación:

-En la introducción de su nuevo libro, América imperial, sostiene que las cuatro palabras más dulces del vocabulario estadunidense son «I told you so» («Te lo dije»). ¿De qué se regodeaba?

-Oh, de todo. El principal trocito de sabiduría que quise proporcionar, que obtuve de Thomas Jefferson y él a su vez tomó de Montesquieu, es que no se puede mantener una república y un imperio al mismo tiempo. Los romanos no pudieron. Los británicos sólo lograron arreglárselas hasta cierto punto, para luego caer en la ruina. Los venecianos fueron un imperio y también Estados Unidos. En cada caso, esas repúblicas se perdieron. A partir de nuestra guerra contra México, en 1846, que tuvo el objeto de apropiarse de California, hemos estado en un ánimo imperial puro de despojar, despojar, despojar.

-En ese aspecto, ¿qué tan diferente es el gobierno de Bush? ¿Hay algo nuevo en él, o es parte del mismo arco histórico?

-Bueno, hay muchas diferencias. La maquinaria ha cambiado. Existen armas nucleares y bacteriológicas. Podemos matar mucha más gente. Pero ha habido cosas inimaginables para mí y para la mayoría de los estadunidenses; como que tengamos un gobierno que de manera tan absoluta se ha metido con todos los países de la tierra. Los hemos insultado a todos.

-Hoy vemos al líder de la mayoría en el Congreso, Tom DeLay, sujeto a proceso judicial. El líder de la mayoría en el Senado, Bill Frist, está bajo investigación de la Comisión de Seguridad e Intercambio, y hemos visto la debacle de Michael Brownie Brown y la Agencia Federal de Manejo de Emergencias. ¿Será que al fin el gobierno se derrumba bajo su propio peso?

-«Bajo su propia falta de peso (ríe).» Creo que esa es la frase que usted busca.

-¿Algo así como una insoportable levedad?

-Sí, una insoportable levedad. O bien: hoy hay DeLay, y mañana ya no. Si, creo que se está derrumbando. Las acusaciones contra DeLay no se hubieran presentado de no ser por dos huracanes que pusieron en el escenario, ante todos en Estados Unidos, el hecho de que no tenemos gobierno. Y en la medida en que lo tenemos, no sólo es corrupto, sino también una amenaza para los demás países, para nuestras libertades y para nuestros derechos.

-Si en realidad el gobierno se derrumba por su falta de peso, ¿qué pasará después?

-La ley marcial: eso es lo que sigue. Bush es como una superficie de cristal. Uno puede ver en todo momento las lombrices que se retuercen dentro de su cabeza. Es el primer indicio de lo que trae en mente: su mentalidad de junta militar.

-¿Y la junta militar es…?

-Cheney, quien está al frente de todo, sospecho. Y algunos otros operadores serios. De cualquier forma, noté por primera vez que eso era lo que Bush traía en mente cuando finalmente le cayó el veinte de que los huracanes no iban a hacerle relaciones públicas favorables. Y se pone a pensar en que sus amigos contenderán por la presidencia en 2008. Entonces ¿qué es lo primero que hace? ¿Qué es lo primero que viene a la mente de un dictador? Les quita la Guardia Nacional a los gobernadores. La Guardia está bajo las órdenes de los gobernadores, pero Bush siempre dice que la entreguemos a los militares. Eso es lo que tienen en mente: el control militar.

-¿Predice una dictadura militar? ¿Y que los estadunidenses la respaldarán?

-Respaldan lo que sea. Y a la vez no respaldan nada. Trato con muchos periodistas europeos, muy versados en la política estadunidense, pero me hacen preguntas tontas como: ‘Kerry no salió muy bien, ¿quién será el próximo líder de oposición que pueda llegar a la presidencia?’ Yo les respondo: bueno, en primer lugar el New York Times no lo va a entrevistar. No va a salir en horario estelar en televisión si parece un posible ganador. Eso está eliminado de entrada. O lo van a hacer parecer estúpido, como hicieron con Howard Dean, cuando amplificaron su famoso aullido. Eso hizo la CBS para presentarlo como un maniático. ¡Son muy hábiles! De manera que si se tienen medios completamente controlados por el establishment corporativo -o cualquier otra frase que describa a quienes nos gobiernan- no llega al público ninguna información que le pueda ser útil.

Ningún Alfil Blanco será reconocido por la prensa o visto en televisión. No tendrá forma de llegar a la gente. Y éste es un hecho permanente en nuestra situación… Si acaso pudiera haber una oposición viable a la junta del petróleo y el gas que se ha apropiado del poder, de todos los tres poderes, creo que tendría que venir de las bases. Habría que encontrar una forma de hacerle publicidad por Internet al Alfil Blanco, o al Alfil Negro, o a quien sea que venga a salvarnos.

-¿Cuáles son las tres o cuatro cosas principales que el Alfil Blanco tendría que decirnos para motivarnos, como usted dice, a preservar la república?

-En primer lugar, tendría que permitirnos conservar el dinero que ganamos. Porque la mayoría de nosotros sufre una enorme carga impositiva.

-Eso es lo que dicen los republicanos.

-Eso dicen, pero no son sinceros. Lo que en verdad quieren decir es: «Nosotros, los que tenemos dinero, no queremos que nuestros hijos paguen impuestos sobre sus herencias. No queremos pagar impuestos sobre nuestros enormes ingresos. No queremos pagar impuestos sobre las ganancias de nuestras grandes corporaciones», y lo han logrado todo. Quien vaya contra ellos tiene que decir que se gravarán las ganancias de las corporaciones, como siempre ha ocurrido. La gente lo entiende. Y si no lo entiende, se le puede explicar en diez minutos.

-¿Qué haría el Alfil Blanco con el ejército?

-Recortar su presupuesto a la mitad. Eso nos ahorraría mucho dinero. Podríamos reconstruir muchos diques. Ya no necesitamos ese presupuesto… Ya no podemos ganar ninguna guerra. Ya no pueden volver a imponer el reclutamiento forzoso. Ya estamos en el final de este régimen. Hay que cruzar los dedos para que no estemos en el final de este país.

-Una de las áreas en que las cosas parecen haber mejorado en Estados Unidos es en lo referente a la homofobia. Ahora se debate con cortesía sobre el matrimonio homosexual.

-No sé si eso importe mucho como tema. Hable con cualquiera en el ejército y la situación es tan mala como cuando yo pasé tres años en el servicio, durante la Segunda Guerra Mundial. A los sospechosos de tener actividad con los del mismo sexo los ponían aparte o los encerraban. Era así de malo y sigue siéndolo. Un tema como el matrimonio homosexual sólo mantiene viva la homofobia.

-Entonces ¿usted no lo defiende?

-No. Porque sé con qué propósito se hace… Se toma un tema como el matrimonio homosexual, que no concierne a 99.9 por ciento de la población, y se insiste en él una y otra vez. Eso prueba que todos los demócratas están locos, si no es que son todos homosexuales. Si alguien quiere casarse, qué bueno, pero ¿por qué ha de ser asunto mío?

-Si elegimos un momento, hace 40 años; a mediados de los sesenta, cuando usted tenía la mitad de la edad actual, ¿pensaba que Estados Unidos seguiría el curso que ha tomado?

-Jamás creí que un presidente se atreviera a favorecer una guerra preventiva. Nunca creí que llegáramos a esto, a tener por presidente a una especie de maniático que anda por ahí atacando verbal y físicamente a cualquier país que se le antoja. Los propietarios de esta nación normalmente han sido bastante astutos. Sabían lo que querían. No querían pagar impuestos, de seguro. No querían que alguien los hiciera volar un día como en el 9/11. Y si alguna vez ha habido gran causa para enjuiciar al gobierno, tendría que ser por el 9/11. Nunca hubo un acto de negligencia como ése.

-No estará insinuando que el gobierno de Bush permitió que el ataque tuviera lugar…

-No. No digo nada ni siquiera parecido. Si hubiera existido algún contubernio perverso entre elementos de nuestro gobierno y el equipo 9/11 de Arabia Saudita en un país como el nuestro, a estas alturas al menos dos de sus protagonistas ya habrían salido en televisión, en entrevista con Barbara Walters. Así es el país que tenemos: no sabemos guardar secretos. No; es impensable. Lo que haya estado detrás del 9/11 fue planeado muy meticulosamente. No hay un cerebro en este gobierno que pudiera maquinar algo como el 9/11. Ni para prevenirlo ni para perpetrarlo.

* Como en el original.

©The Nation

Traducción: Gabriela Fonseca