En la famosa película «El Padrino», de Francis Ford Coppola, se esboza un personaje tomado de la novela de Mario Puzo, interpretado en el filme por Marlon Brando. Se trata de un siniestro manipulador quien, desde la sombra, encabeza una vasta organización criminal. En Estados Unidos existe un personaje que bien pudiera semejarse al padrino […]
En la famosa película «El Padrino», de Francis Ford Coppola, se esboza un personaje tomado de la novela de Mario Puzo, interpretado en el filme por Marlon Brando. Se trata de un siniestro manipulador quien, desde la sombra, encabeza una vasta organización criminal. En Estados Unidos existe un personaje que bien pudiera semejarse al padrino de la película: George Herbert Walter Bush, padre del actual presidente.
Estados Unidos atraviesa una etapa sombría de su historia con el control de la familia Bush del más alto nivel decisorio en la política de aquél país. Se trata de un clan de aventureros, asociados con las fuerzas más tenebrosas del fascismo nacional, señoríos encabezados por familias como los Dupont, los Dulles o los Rockefeller.
La dinastía de los Bush tiene su origen en un oportunista, colaborador del nazismo, Prescott Bush, mercader de municiones, quien colaboró con el industrial alemán Fritz Thyssen en el rearme alemán conducido por Hitler en la década del treinta. Prescott se vinculó a algunas de las familias más reaccionarias de Estados Unidos como los hermanos Dulles y los financieros Harriman. Su hijo, George Herbert, se inició en los negocios petroleros en 1953 y fue cofrade de negocios de Muhammad Bin Laden, padre de Osama Bin Laden, cerebro del golpe contra las Torres Gemelas.
George Herbert fundó una compañía petrolera, la Zapata Offshore, de la cual se sospecha fuese una fachada operativa de la CIA. A partir del triunfo de la revolución cubana las diversas bases de la Zapata en el Caribe sirvieron de puntos de apoyo a las fuerzas contrarrevolucionarias anticubanas. En la década del sesenta George Herbert ya era hombre de confianza de la CIA y colaboró en la supresión de cabos sueltos tras el atentado que la CIA encabezó contra Kennedy.
George Herbert estuvo involucrado en los preparativos de la invasión a Cuba de Playa Girón. En ese lapso se vinculó con Howard Hunt, Félix Rodríguez, Frank Sturgis; algunos de ellos fueron más tarde actores principales del Watergate. Fue por su mediación que se adquirieron los vitales navíos que sirvieron para transportar a la fuerza invasora. No es de extrañar que tan brillante hoja de servicios le condujera a dirigir la organización a la que tantos y notables servicios prestara.
Durante la campaña electoral de Reagan, en la cual George Herbert era candidato a vicepresidente, éste se encargó de negociar con Irán la retención de los funcionarios estadounidenses secuestrados revolucionariamente en la embajada en Teherán. Carter, que aspiraba a reelegirse, negociaba la liberación de sus conciudadanos, lo cual le habría otorgado una gran popularidad y posiblemente la victoria electoral. Fue Bush padre quien hizo los contactos en París con los iranios para alcanzar este indecoroso y antipatriótico acuerdo.
George Herbert tuvo como asociado al dictador panameño Manuel Noriega, quien fue agente de la CIA y creó un imperio de narcotráfico en Centroamérica. La invasión a Panamá, ordenada cuando Bush padre llegó a presidente, tuvo como objetivo castigar al díscolo Noriega por su desobediencia al apartarse del negocio de la droga centralizado por la central de espionaje, a lo cual se añadía su insumisión de la mansedumbre política que Estados Unidos demandaba. Durante su período como vicepresidente George Herbert emprendió una guerra intensa contra el narcotráfico, lo cual era, en realidad, una táctica de la CIA para desembarazarse de la competencia en el tráfico ilegal.
Durante el affaire del Irangate, George Herbert tuvo un activo papel. El sórdido trato del coronel Oliver North, asesor de la Casa Blanca para vender armas a los iranios a cambio de fondos para financiar la contrarrevolución en Nicaragua, tuvo a Bush padre como uno de los actores principales, aunque de manera sesgada. También fue George Herbert quien pactó con Sadam Hussein para atacar Irán y el mismo Bush padre quien alentó la invasión a Kuwait, de manera soterrada, mediante las picardías de la embajadora en Irak, April Glaspie. Luego que Sadam cayó en la trampa Bush padre ordenó la agresión de Estados Unidos para inaugurar el llamado «Nuevo Orden Mundial», tras la disolución de la Unión Soviética y de paso ubicarse favorablemente en el control del petróleo del Oriente Medio.
Bush padre usó el Banco de Crédito y Comercio Internacional, sustentado por financieros árabes y asiáticos para financiar a Sadam Hussein, mantener sus negocios de narcotráfico con Noriega, manipular las campañas electorales dentro de Estados Unidos y sufragar operaciones ilegales de la CIA. Todo ello está abundantemente fundamentado en el libro «Las cloacas del Imperio. Lo que Estados Unidos oculta al mundo» del periodista español Santiago Camacho.
Después de su período vicepresidencial George Herbert colocó a los halcones Cheney y Rumsfeld junto a su «hijo bobo» para que ayudasen a su vástago a escalar la Casa Blanca y completar el modelo de dominación mundial que quedó trunco en su mandato.