Del fracaso de la revolución interna a la invasión externa.Cómo una célula secreta al interior del Pentágono preparó la invasión a IrakUn secreto dentro de otro. Ignorando compartimentaciones, jerarquías y protocolos, la «célula», fue insertada dentro del Pentágono poco meses después del once de septiembre del 2001. Su misión: orquestar el plan para la guerra […]
Del fracaso de la revolución interna a la invasión externa.
Cómo una célula secreta al interior del Pentágono preparó la invasión a Irak
Un secreto dentro de otro. Ignorando compartimentaciones, jerarquías y protocolos, la «célula», fue insertada dentro del Pentágono poco meses después del once de septiembre del 2001. Su misión: orquestar el plan para la guerra en contra de Irak. Enfurecidos con la CIA, los neo-cons implantaron la célula como un virus, coactando funcionarios, oficiales, políticos y agentes de inteligencia para la preparación de las «evidencias» que le darían marco a los argumentos políticos que la vanguardia del gobierno de Bush utilizaría para venderle la invasión al público estadounidense y al concierto internacional de naciones.
Saddam Hussein: ¿Derrocarlo desde adentro o invadirlo desde afuera?
Ya a comienzos de los noventas los neo-cons (nuevos-conservadores: la expresión mas radicalizada de la derecha estadounidense la ultra-derecha) habían concluido que por si solo, Israel no puede jugar el rol de correa transportadora ideológica para la expansión y protección de los intereses estadounidenses en la región, por lo tanto la idea de abrir un nuevo frente con una fuerte presencia de los Estados Unidos en el Medio Oriente comenzó a tomar forma. Irak fue la respuesta ideal.
Con una política de dominación global a través del fortalecimiento el presupuesto militar, el Project for the New American Century, PNAC / Proyecto Para el Nuevo Siglo Estadounidense, la organización madre de los neo-cons (ver la Primera Parte de la serie: La Dominación Global), comenzó a trabajar por el derrocamiento interno de Hussein a través del apoyo millonario al Iraqi National Congress / Congreso Nacional Irakí, CNI. Solo después del fracaso de esta política, los neo-cons asumieron abiertamente la dirección ideológica para la invasión de Irak.
En 1992 John W. Rendon, consultor del Consejo de Seguridad Nacional y presidente de la compañía de publicidad y relaciones públicas Rendon Group, creó el Congreso Nacional Irakí como parte de un contrato con la CIA para comenzar la desestabilización del gobierno de Irak en 1991. Según un reportaje de la cadena CBS (2/07/98) Rendon no solo inventó el nombre del grupo sino que también lo financió con 12 millones de dólares (sacados del presupuesto de la CIA para operaciones encubiertas) para tratar de juntar y organizar a los oponentes del régimen de Hussein.
El hombre ideal para llevar este esfuerzo adelante fue el neo-con Irakí, Ahmed Chalabi, un oscuro personaje que salió a los trece años de Irak, que vivió y estudio en Londres, Washington y Jordania y que fue sentenciado en ausencia a 22 años de trabajo forzado por las autoridades jordanas por fraudes financieros con su banco Petra Bank.
A finales de los sesentas, Chalabi estudió matemáticas en la Universidad de Chicago con el fallecido Albert Wohlstetter, guru de los neo-cons quién le presentó a Richard Perle, otro destacado neo-con, consejero del Pentágono y principal artífice de la Guerra del Golfo Pérsico en 1991 cuando era segundo presidente del Comité por la Paz y la Seguridad en el Golfo. Era lo mas natural entonces que Chalabi, el «George Washington Irakí»- como lo llamaban en Washington – fuera el hombre perfecto para la presidencia del Congreso Nacional Irakí.
Y fue así que desde octubre de 1992, Chalabi, que sabía perfectamente lo que PNAC y la administración Bush querían escuchar sobre Irak, comenzó a entregar información de inteligencia falsa. Después de la invasión, Chalabi fue la principal fuente muchas veces en el anonimato – de los medios de comunicación estadounidenses incluidos el New York Times. Vale la pena recordar que la información entregada por tres de los defectores irakíes entregados por Chalabi al Pentágono resultó ser falsa o sin ningún valor.
Por mucho tiempo los neo-cons levantaron y financiaron al gran protegido de Paul Wolfowitz y Richard Perle como una real alternativa presidencial. Pero sin el imaginario apoyo popular que decía tener al interior de Irak, Chalabi fue perdiendo perfil y credibilidad. Al interior de la CIA, el Pentágono y el Departamento de Estado, Chalabi es ahora solo una mala broma que vive muy protegido en Bagdad.
«A pesar de los años de esfuerzo y los millones de dólares en ayuda estadounidense, Chalabi es hoy día intensamente impopular entre muchosS en Irak;» Seymour Hersh. The New Yorker, 3/11/02. Según Laith Kubba, ex vocero del CNI «en vez de procurar a los irakíes, desarrollar políticas, o trabajar en lo que pudo ser un Plan Nacional, sus prioridades (estuvieron) en influenciar Washington.» (Financial Times. Londres. 13/12/02).
En el libro Weapons of Mass Deception: The Uses of Propaganda in Bush¹s War on Iraq / Armas de Engaño Masivo: El Uso de la Propaganda en la Guerra de Bush en Contra de Irak. (Tracher/Penguin, New York. 2003) los investigadores Sheldom Rampton y John Stauber concluyen que en 1998 el PNAC trabajó intensamente para que el Congreso aprobara el Iraqi Liberation Act / Acta de la Liberación de Irak, que oficializó el término «cambió de régimen» y otorgó 97 millones de dólares a grupos opositores a Hussein, incluido el CNI. El 25 de febrero de 1998, Paul Wolfowitz le pidió al Congreso aprobar la ley como la única forma de deshacerse de Hussein sin la intervención directa de tropas estadounidenses.
Cinco años mas tarde la guerra contra el terror de Bush situó a Wolfowitz y otros neo-conservadores en el asiento de chofer de la política exterior de los EEUU. Nueve días después del once de septiembre el PNAC (creado en 1997 por William Kristol) envió una carta abierta al Presidente Bush <www.newamericancentury.org/Bushletter.htm>, pidiéndole no solo a la destrucción de la red de al Qaeda de Osama bin Laden, sino la extensión de la guerra a Irak, al Líbano, y a la Autoridad Palestina.» escribieron Rampton y Stauber, ambos investigadores del Centro por la Democracia y los Medios de Comunicación.
Aparece la «célula» a tiempo completo
Con el fracaso del proyecto de la revolución interna liderada por Chalabi, la idea de la invasión total comenzó nuevamente a cobrar fuerza. El ataque de septiembre marcó el momento ideal para preparar las «evidencias» que le darían marco a los argumentos políticos en la venta de la guerra, la «célula» comenzó a funcionar a tiempo completo.
La unidad secreta del Pentágono, conocida como la célula, fue creada poco meses después del once de septiembre para, junto a una comisión de trabajo para la planificación de la guerra del Ministerio de Defensa, orquestar el plan global para la invasión a Irak. Grupos pequeños y ejecutivos, rápidos y expeditos, de oficiales y no-oficiales, de políticos y agentes de inteligencia que con pleno acceso a recursos financieros y a altos personeros del gobierno produjeron los materiales que mas tarde Colin Powell, George Bush, Dick Cheney y otros, utilizarían como pretexto para la invasión.
Aspectos de la historia han sido informados en variados trabajos periodísticos. Uno de ellos, quizás el más substancial es la investigación realizada por los periodistas Robert Dryfuss y Jason Vest para la revista Mother Jones. El reportaje cuenta la intrincada «historia de un consolidado equipo de ideólogos quienes se han pasado más de una década martillando planes para un ataque a Irak y que usaron los hechos deS septiembreSpara ponerlos en acción.» (Mother Jones Magazine.1/01/04).
El equipo «vanguardia para el cambio de régimen» fue constituido inmediatamente después del once de septiembre a cargo de los neo-conservadores Paul Wolfowitz, Ministro de Defensa subrrogante que dijo que fue un error no haberse tomado Bagdad en 1991, y Douglas Feith, Subsecretario para Asuntos de la Defensa y ex asistente de Richard Perle en el Pentágono durante los ochenta. El ultra-derechista Feith es conocido por sus planteamientos de que los problemas de seguridad de EEUU y de Israel son los mismos y por consiguiente los EEUU no deben jugar un rol de facilitador sino de una fuerza para el «cambio de régimen» en la región.
Otro miembro del equipo, Harold Rhode, un oficial de carrera del Pentágono, políglota especialista en la cultura del Islam, se instaló en la oficina de Feith en el Departamento del Oriente Cercano y Asia del Sur, DOCAS, del Pentágono. Rhode fue asignado para trabajar en el grupo Valoración Neta (Net Assessment), un equipo de analistas del Pentágono liderados por Andrew Marshall. Rhode y Feith no solo generaron las nuevas políticas de amplia orientación anti-irakí y anti-árabe, sino que también se encargaron de deshacerse de varios oficiales de carrera del Departamento de Inteligencia de la Defensa, DID, que no estaban de acuerdo con su campaña difamatoria anti-Irak.
Otro reclutado para el equipo secreto fue David Wurmser, director de Estudios del Medio Oriente del American Enterprise Institute, AEI, un bastión de los think tank; los tanques pensadores de la nueva extrema derecha, como se les llama en círculos académicos. Mother Jones destaca que en 1996, Wurmser, su esposa , Richard Perle y Douglas Feith escribieron una tesis para el Primer Ministro israelí Benjamín Netanyahu en la cual llaman a Israel para «contener, desestabilizar y retroceder» a varios países de la región, derribar a Saddam Hussein, presionar a Jordania para que restituya a la dinastía Hashemite al trono de Irak, y lanzar asaltos militares en contra del Líbano y Siria como un «preludio para rehacer el mapa del Medio Oriente…» (A Clean Break: A New Strategy for Securing the Realm / Un Cambio Limpio: Una Nueva Estrategia para Asegurar el Reino. 1996)
En la oficina de Feith al interior del Pentágono, todos estos ideólogos conformaron el cuerpo central de esta nueva y secreta célula, independiente del FBI, la CIA, la Agencia de Seguridad Nacional, ASN, y hasta del Departamento de Inteligencia de la Defensa, DID. La misión central: rastrillar los informes de las agencias de inteligencia para encontrar a toda costa elementos que unieran Irak, al Qaeda, el terrorismo, y las armas de destrucción masiva. Si nos lo hallaban, se fabricaba o agrandaba la poca inteligencia existente para satisfacer a Rumsfeld y Cheney cuyas oficinas estaban siempre disponibles para a la célula.
La Casa Blanca junto al Pentágono ejercieron enorme presión a la CIA para que asumiera los planes de la célula. El reportaje cita a Perle diciendo «la CIA está orientada al estatus quo. No quieren tomar riegos.» Wurmser, quién asumió la dirección de la célula también trabajo con Michael Maloof, un asociado de Perle en el Pentágono que tiene en su expediente de trabajo varios castigos por cometer infracciones a la seguridad; se le quitaron dos veces sus credenciales de seguridad. Maloof también estuvo envuelto en raras intrigas en la facilitación de contactos entre oficiales iraquíes y el Pentágono.
Wurmser contó con los servicios del Subsecretario de Estado John Bolton, otro neo-con a cargo de la oficina de desarme, proliferación y armas de destrucción masiva del Departamento de Estado. La irreversible estrategia de los neo-cons se distribuía por los centros de decisión y poder. Grez Thielmann y Christian Westermann, dos oficiales de inteligencia de ese departamento se quejaron públicamente diciendo que desde la oficina de Bolton se ejercía presión para que los informes de inteligencia fueran amoldados a intereses políticos.
A comienzos del 2002, se aceleraron los planes para invadir Irak. Paul Wolfowitz y Douglas Feith crearon el grupo para la planificación de la guerra denominado Oficina de Planes Especiales OPE (Office of Special Plans). Controlada por William Luti, Subsecretario Subrrogante de Defensa y dirigida por Abram Shulsky, el OPE absorbió a la célula quitándole al Pentágono el control operativo del plan, sin antes echar o hacer jubilar a varios expertos del Departamento del Oriente Cercano y Asia del Sur, DOCAS.
Shulsky, autor del libro sobre inteligencia La Guerra Silenciosa (The Silence Warfare) junto a Gary Schmitt, es una veterano neo-conservador y asociado de Perle durante los años de Reagan. Schmitt y Shulsky trabajaron para el Senador Daniel Moynihan, miembro del Comité de Inteligencia del Senado. Citando a la Coronel Katen Kwiatkowski, quien trabajó por varios años en DOCAS, Mother Jones revela que Luti y Shulsky dirigían el OPE y DOCAS, con una eficiencia brutal, organizados como una máquina y echando a quien se les pusiera de por medio. Aquellos «que trabajan con los planes neo-cons tienen una estrecha y bien definida agenda. Tienen un sentido de misión,» dijo Kwiatkowski.
William Luti y Abram Shulsky fueron los hombres claves en la interpretación, manipulación y propagación de inteligencia. El dueto trabajaba a tiempo completo no solo apropiándose de las oficinas adyacentes en el cuarto piso, séptimo pasillo del ala D – sino que transformado la información de inteligencia a sus propósitos, fina y detalladamente. El Comandante de la Marina, oficial de inteligencia y experto en árabe Youssef Aboul-Enein, buscaba y traducía, en todos los medios escritos árabes, todo tipo de evidencia que podía incriminar a Hussein. El par actualizaba la información y se la entregaban directamente a la Casa Blanca, a Rumsfeld y al vicepresidente Dic Cheney a través de su jefe de gabinete Lewis «Scooter» Libby. Evitando los canales regulares de procesamiento de la información, muchas veces con prepotencia y arrogancia, los neo-cons entregaban la información directamente a los labios y discursos de Bush, Powell y otros.
Otro personaje con acceso plenipotenciario a las oficinas del DOCAS, fue el ex Presidente de la Cámara Baja, Newt Gingrich, quien se reunía constantemente con Luti y con el Coronel Bruner para tratar asuntos de inteligencia especialmente aquellos relacionados con los desertores iraquíes introducidos por Ahmed Chalabi. A pesar de haber sido desacreditado rotundamente por la CIA y otras organizaciones de inteligencia, Chalabi cuenta hasta el día de hoy con el apoyo incondicional de sus compañeros neo-cons entre ellos Perle, Gingrich y Feith.
Interrogado por el Comité Senatorial de las Fuerzas Armadas, el director de la CIA George Tenet negó haber tenido conocimiento de esta célula secreta creada hace más de dos años y medio atrás. «No lo sabíaS y creo que la primera vez que lo supeSfue en una audiencia (secreta de la Comisión de Inteligencia del Congreso) la semana pasada,» dijo Tenet, 9/03/04. Douglas Feith acreditado como creador de esta célula dijo en una carta que el grupo secreto, ahora conocido como Policy Counter Terrorism Evaluation Group / Grupo de Políticas y Evaluación Contra el Terrorismo, también entregaba información de inteligencia al Consejo de Seguridad Nacional y al personal de las oficinas de Dick Cheney y Condoleezza Rice.
Las rumas de armas químicas en casas de los hijos de Hussein, los aviones a control remoto, los laboratorios móviles de armas químicas, los desertores Iraquíes, la amenaza latente y la madre de todas la mentiras dice Mother Jones el intento de Hussein de comprar uranio en África: todo estuvo basado en documentos e información falsa, en un proceso preparado meticulosamente por la nueva extrema derecha infiltrada en el cuarto piso del Pentágono o, como la revista tituló su reportaje, en «la fábrica de mentiras.»
Fernando A. Torres es periodista independiente radicado en California, EEUU. Comentarios con respecto a la serie pueden ser enviados a <[email protected]>. Debido a la cantidad de mensajes recibidos se ruega brevedad.
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