Ante la complicidad de la cúpula estadounidense con los crímenes de guerra de Israel, no han cesado los gritos de denuncia en las calles de las principales ciudades de este país.
“Para aquellos que no saben que el mundo está en llamas, no tengo nada que decir.» -Bertolt Brecht.
A veces lo que rescata a este país son los gritos ante el silencio oficial. Ante la complicidad de la cúpula estadounidense con los crímenes de guerra de Israel, no han cesado los gritos de denuncia en las calles de las principales ciudades de este país, como en los pasillos del poder en la capital, exigiendo un cese al fuego inmediato y consignas de «No en nuestro nombre».
Y dentro de esa ola de protesta, lo más conmovedor son las marchas y acciones encabezadas por judíos y musulmanes, sobre todo jóvenes, que rechazan las justificaciones oficiales de la guerra y desarman esa tramposa maniobra de los sionistas descalificando toda crítica en contra de Israel como un acto antisemita. De hecho, una de las principales consignas de los jóvenes judíos y sus aliados es emplear el lema de nunca más, que se usa en referencia con el Holocausto contra los judíos, pero extenderlo para aclarar que eso significa nunca más para todos.
La derecha estadounidense de repente está acusando a los que condenan a Israel como antisemitas, y no porque ellos mismos no sean racistas –lo son–, sino para emplear contra fuerzas progresistas. Más aún, detrás de esa derecha está el lobby sionista más grande y poderoso del país, los evangélicos cristianos fundamentalistas con enorme influencia política y que se ha aliado –por ahora– con el lobby sionista judío (https://www.jornada.com.mx/2023/11/ 30/mundo/025n1mun).
Pero para estos sionistas dentro y fuera del gobierno, como para Israel, lo más peligroso aquí es la condena de judíos estadounidenses de la barbaridad de Israel en Gaza, y que abrazados con colegas árabe-estadounidenses están rompiendo ese monopolio sionista que controlaba en gran medida el debate político en torno a Medio Oriente en este país.
Ese coro disidente le está costando políticamente a la cúpula política, y sobre todo al gobierno de Biden, algo que nunca había sucedido antes sobre el tema de Israel. Encuestas están registrando que los jóvenes especifican en particular su oposición a la política hacia Israel y Palestina en manifestar un creciente desánimo con Biden; ni hablar del voto árabe-estadounidense. Algunos políticos han tenido que buscar cómo justificar su apoyo a Israel, algo que antes no era necesario, mientras varios se están atreviendo, como pocas veces antes, a criticar a su propio presidente y a Israel.
La escala del sufrimiento en Gaza es inimaginable. Este cataclismo humanitario está siendo causado por el bombardeo indiscriminado realizado con bombas y dinero estadunidense, declaró el senador Bernie Sanders a finales de la semana al introducir una resolución que busca que Estados Unidos reconozca su complicidad. En una carta a Biden escribió que la destrucción en Gaza es ahora equivalente a la de Dresden, donde dos años de bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial hicieron que el nombre de esa ciudad fuera sinónimo de destrucción total, y concluye que la acción militar del gobierno de Netanyahu es inmoral, viola la ley internacional y Estados Unidos debe poner fin a nuestra complicidad en estas acciones. Que este político progresista –y judío–, quien estaba titubeando hasta ahora en apoyar un cese al fuego inmediato se vea obligado a declarar todo esto manifiesta el rechazo de esta política por una creciente gama de fuerzas sociales, incluyendo judíos progresistas.
Otras voces dentro del gobierno se están expresando cada vez más. Tal vez el acto más notable fue una vigilia en las rejas de la Casa Blanca la semana pasada realizada nada menos que por empleados de presidencia con mantas que decían: Presidente Biden: tu personal demanda un cese al fuego. Nadie recuerda algo igual.
Y ahora otros sectores que antes no participaban en el debate de la política estadunidense en Medio Oriente se están pronunciando, incluyendo indígenas estadounidenses que están vinculando la colonización de Palestina por medio del genocidio a la experiencia de los indígenas en Estados Unidos (https://therednation.org/the-red-nation-stands-with-palestinians-in-their-struggle-for-decolonization-and-land-back/).
Y ahora algunas organizaciones de inmigrantes también: el Frente Indígena de Organizaciones Binacionales en California, señalando la hermandad entre las comunidades indígenas y el pueblo palestino en torno a experiencias compartidas de desplazamiento y despojo, se proclamaron a favor de un cese inmediato al fuego, el fin del apoyo estadounidense a Israel y denunciaron la ocupación ilegal de Palestina.
Esos gritos de indignación y solidaridad son parte de la canción estadounidense.
Rhiannon Giddens & Paul Simon. American Tune. https://www.youtube.com/watch?v=IZTWSJFuuAY
Fuente: https://www.jornada.com.mx/2023/12/18/opinion/023o1mun#texto