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Carta abierta a Pablo Milanés, de un cubano de a pie

Fuentes: Rebelión

La Patria es ara, no pedestal. José Martí Pablo: He podido seguir con atención tus últimos movimientos que están marcados por tu nuevo perfil político. En verdad al principio albergué algunas dudas sobre las intenciones, pero creo ahora estar seguro de cuál es tu camino, que no es nuevo, ni terminará contigo. Otros han transitado […]

La Patria es ara, no pedestal.

José Martí

Pablo:

He podido seguir con atención tus últimos movimientos que están marcados por tu nuevo perfil político. En verdad al principio albergué algunas dudas sobre las intenciones, pero creo ahora estar seguro de cuál es tu camino, que no es nuevo, ni terminará contigo. Otros han transitado por esos lares y no faltaran los que al igual que tú, lo harán en el futuro. Así es la vida de compleja.

Pero el motivo de esta misiva no es filosofar sobre la vida, sino referirme a tu conocida misiva a Edmundo García que ha provocado tanto sobresalto entre tus admiradores, que no son pocos y tus contrincantes que cada vez son más.

Para ir al grano trataré, aunque es difícil, de no referirme a tu encono personal con Edmundo, éste es un tema que a mi parecer deberán resolver ustedes y no tiene por qué salir a la opinión publica utilizando el clásico show miamense casi al estilo de Cristina (claro que no te estoy comparando con la ilustre animadora). Y es aquí donde tengo el primer señalamiento que hacerte. Si no estabas de acuerdo con las críticas que te hizo Edmundo podrías haberlas rebatido, pero llevar esto al plano personal, injurias y groserías incluidas, no está a la altura de un poeta. Quizás ya no te sientas como tal y quieras asumir un nuevo papel de politiquero miamense, en este caso retiro la crítica porque el lenguaje y la forma concuerdan perfectamente con los antedichos personajes.

En uno de tus párrafos expresas sobre tu primer encuentro con Edmundo: «En esa primera ocasión en que nos encontramos, ibas oportunamente mal acompañado y no tuve más remedio que pensar para mis adentros «Dios los cría…«», ahora sabemos quién era el personaje y tu expresión denota el odio que sientes hacia la revolución y todo lo que de ella venga.

Hay otro aspecto de tu carta que no entiendo bien, acusas a Edmundo casi de ser un periodista pagado por el Gobierno cubano para crear la desidia en Miami, negándole el sacrosanto derecho a entrevistarte. Por otro lado dices que ningún periodista en Cuba tiene el valor de publicarte o de hacerte una entrevista. De ser así, ¿por qué no aprovechaste la oportunidad y fuiste al encuentro con Edmundo para así hacer llegar a sus «patrocinadores» el mensaje que quieres? ¿Qué fue lo que te detuvo? ¿Acaso tus «argumentos» no eran tan solidos como para aguantar el escrutinio del entrevistador?

Pensé en algún momento que habías tomado la decisión -soberana de por sí- de dejar la poesía y dedicarte a la «política», o en el peor de los casos simultanearla, pero ahora me encuentro que estas incursionando en la filosofía. Tu elección del texto de Camilo José Cela «Mazurca para dos muertos» es tan fallido como tu capacidad de hacer puentes. La definición de lo que es un «ser execrable» es tan mediocre y traída por los pelos que solo un analfabeto en la materia la utilizaría para definir tal conducta. Por ella resultaría que Einstein es un ser execrable, así como Mahatma Gandhi y otros muchos cuya fisionomía pueda tener relación con tu descripción, que diga, la de Cela. Tildar a las personas por su aspecto físico como execrables es tan absurdo como pensar que los que andan con homosexuales lo son también.

Hay un párrafo de tu carta que merece especial atención, donde expresas: «…estabas ingresando en ese grupo selecto de la ultraderecha miamense que no admite reconciliaciones, críticas y que cuyo único neolítico gesto es romper discos con aplanadoras. Tú, al igual que ellos, no quieres amor, quieres odio, tú al igual que ellos, no quieres reconciliación, quieres rencores y desunión, tú en suma, no quieres al pueblo cubano, ni de allá ni de acá. Edmundo, tú no quieres a nadie y no me hubiera extrañado verte en esa «enorme» turba gritando «Abajo, abajo», donde sin duda alguna hubieras sido bien recibido». Es muy interesante tu enfoque, primero acusas a Edmundo de ser «enviado» del gobierno cubano para la desunión en Miami y después lo acusas de extremista de derecha. En qué quedamos, ¿es comunista o es de ultraderecha? ¿Acaso pretendes decir que los de Cuba, los comunistas somos bárbaros que aplastan discos, ponen bombas, matan inocentes o promueven bloqueos para matar de hambre a todo un pueblo? Esto Pablo es tan insidioso y manipulador, que solo podría ser firmado por los Alberto Montaner, Ninoska Perez, Ross- Lehtinen o Díaz Balart. Por lo que veo te estas convirtiendo en un alumno aventajado. Tu sabes mejor que nadie que los cubanos nos defendemos hasta con la uñas porque nos agreden de forma brutal, pero que también somos capaces de ayudar al prójimo, de tender puentes, de dar incluso lo que no tenemos y de defender no solo nuestra dignidad, sino la de cualquier pueblo que nos necesite.

Por otro lado ni siquiera te ruborizas al decir: «soy yo el que me sirvo de esos periódicos para que difundan las entrevistas que en Cuba me están negadas y que sueño con que aparezcan en el Granma y las lea todo el pueblo y que un solo periodista, uno solo de los tantos miles que hay en la isla, tenga lo que hay que tener para dar a conocer lo que tantos años llevo expresando«. Bueno ante todo admiro tu sinceridad de reconocer que hace años que estás desvariando. Que sirva esto de confirmación para aquellos que de una forma u otra tenían la esperanza de que lo que se decía en la prensa extranjera sobre tus declaraciones, era falso o una manipulación. Creo que ya era hora de que te quitaras la careta. Ahora, tu acusación masiva de falta de valentía a todos los periodistas cubanos es una bravuconada que muestra cuán desesperado estás en tu afán de lucir convincente ante tus nuevos «promotores».

A continuación haces una propuesta «valiente»: «como un punto de partida planteo que tu panfleto y esta carta se publiquen en el Granma y que el pueblo las lea, piense, sepa discernir por sí mismo, y de una vez, dónde está la verdad y vayamos por el camino de las libertades individuales que tenemos que rescatar y que tú con tu actitud estás negando«. Al principio te era -insoportablemente insistente; no confiable; autoritario; ridículo; obsoleto y poco menos que terrorista- la persona que te quería entrevistar y ahora quieres salir en el Granma junto a él en una controversia que no es con Edmundo, es con tu conciencia -o la falta de ella- es con tu compromiso con el pueblo, el que tu estableciste, nadie te obligó a ello. Tú, podías ser un cantante de música romántica o incluso un cantante de canciones políticas en contra de la Revolución, como hay algunos por ahí. Tu decisión de cantar al pueblo y a la Revolución fue fruto de tu voluntad, tanto como lo es la de denigrarlos ahora. ¿Podrías, Pablo, definirnos cuales son las libertades individuales que pretendes rescatar? Son acaso la de vilipendiar a su pueblo con calumnias y mentiras. Son acaso las libertades de bombardear ciudades enteras con el solo pretexto de «defender» las vidas de la población. O quizás estén relacionadas con el derecho a manipular los medios de difusión en manos privadas para servir a los intereses de los poderosos. Pablo, el libertinaje miamense no quiere decir exactamente que la gente tenga libertades. El problema fundamental no es suponer que se tiene, sino ejercerla y tú sabes muy bien que en Cuba la ejercemos. Ejercemos nuestra libertad de elegir a quienes nos dirigen, no por su dinero, sino por sus méritos. Ejercemos la libertad de expresarnos donde corresponde y como corresponde. Quisiera saber si el Presidente de EE.UU, pudiera en algún momento solicitar al pueblo una consulta popular como la que se realizó en Cuba, para tratar y buscar soluciones a los problemas del país.

Mi abuela decía que la presunción era característica de los huérfanos de virtudes. Tu párrafo donde expresas: «A mi regreso a La Habana y en concordancia con el párrafo anterior, le digo por este medio a la intelectualidad cubana, a los artistas, a los músicos y a los altos cargos del Estado, que no me susurren más al oído: «estoy de acuerdo contigo pero… imagínate!», es tan presuntuoso como cobarde. Si esto fuera así estarías «echando pa’ lante» a tus colegas además de acusarlos de «pendejos». Pero esto no es así Pablo, porque éstos a los que tu acusas ahora de «complacientes y cobardes» son los mismos que han soportado las mas disímiles presiones de los personeros de la potencia más poderosa que ha existido nunca en la faz de la tierra. Estos son los que vestidos de milicianos estuvieron dispuestos y lo están a defender su tierra. Muchos de ellos incluso fueron a tierras hermanas a dar su esfuerzo o su arte para defender la soberanía de otros pueblos. Estos, Pablo, lo hicieron, lo hacen y lo seguirán haciendo, porque ellos son de los imprescindibles. Pretender hacer converger como tú expresas la actitud de los cubanos en Cuba con los extremistas de Miami no solo es una falacia, sino que también es una dádiva que tu espléndidamente brindas a los Posada Carriles, Orlando Bosch, Ninoska Perez, Frometa y otros bárbaros que se han enriquecido a costa del dolor de su pueblo.

El párrafo sobre los Serrat, Sabina, Víctor Manuel y Ana Belén no merece muchos comentarios, ellos no son la razón de esta discusión. Te diré que aquí coincido en una cosa contigo cuando expresas: «Esas personas que tú no has respetado, tienen talento propio, criterios propios y no se dejan influenciar por nadie». Ellos hace mucho rato que dejaron de ser los que eran. Ahora pertenecen a otra casta y están muy lejos de ser lo que fueron. Un eminente personaje expresó una vez que aquellos que luchaban toda la vida eran los imprescindibles. Desgraciadamente ellos solo lucharon en un momento y ahora viven del cuento, o mejor dicho del canto.

Pero es en los últimos párrafos donde concentras la mayor carga de desfachatez y altanería. Asumes una militancia revolucionaria que hace rato no tienes y que por tus propias palabras parece que no tuviste nunca. Si no, cómo comprender tu planteamiento: «Si ayer perdoné a los verdugos que indiscriminadamente me lanzaron con 23 años a los campos de concentración y a 48.000 compañeros más de desgracia (…) porque no quiero que esta revolución sea como las otras que han devorado a sus hijos«. Cómo comprender entonces, Pablo, tus canciones escritas después en las que expresabas tu admiración por esa misma Revolución que te «torturó» y te «vejó». O fuiste un hipócrita consumado o tus acusaciones son una manifiesta falsedad. A los verdugos, Pablo, no se les perdona, se les acusa. Tu aparente amnesia por más de 50 años es un caso de estudio. Los científicos miamenses deben de estar rebosantes de alegría por tener en sus manos un espécimen tan valioso. La ciencia te agradecerá eternamente tu aporte.

Por cierto, ¿de donde sacaste la cifra, del Nuevo Herald o de TV Marti?

Tu propuesta, Pablo, de que Edmundo regrese a Cuba para «denunciar todo lo malo que veas» es muy interesante. Nosotros lo admitiríamos con gusto y hasta lo incluiríamos entre los millonarios planteamientos que la población cubana hizo para mejorar nuestro sistema, no para destruirlo. A cambio, ya que tú decides convertirte en «politiquero», te podríamos dejar en Miami para que hagas lo mismo, denuncies todo lo malo que veas. Te doy una pista: Fundación Cubano Americana, Comandos F8, Alpha 66, Posada Carriles, agrupaciones políticas de incontables nombres, etc., etc., etc. Para que no te desgastes mucho y no tengas que gastar mucha de tu «limitada» plata, te sientas en el restaurante Versalles y allí te enteraras de todo o casi todo lo malo que pasa en Miami. Solo hay algo en lo que no te puedo ayudar y es cómo vas a encontrar en Miami un periódico que quiera publicar tus «criticas» al sistema.

Pablo, por último tu exigencia a Edmundo de que saque tu nombre de su boca irrespetuosa es un gesto caritativo que Edmundo va a agradecer. En uno de los libelos chismosos de Miami se dice y no me creas a mí, que Edmundo esta al punto de la quiebra. No gana para comprar spray antimalaliento desde que empezó esta diatriba contigo.

Antes de concluir déjame recordarte algunas cosas:

  1. Desde el año 76 nuestro pueblo aprobó la Ley más democrática que ha conocido nuestro continente y donde entre otros derechos se afirma el derecho a la revocación. Los méritos no se otorgan, se ganan, pero también comprometen. Yo fui uno de los que te otorgo méritos autorales, artísticos y revolucionarios. Pues bien, utilizando el derecho que me da la Constitución de la República de Cuba te revoco tu condición de revolucionario.
  2. Va a ser muy difícil que tú asistas al entierro de nadie, porque con tu actitud has preparado tu propio entierro y estás condenado al basurero de la historia.
  3. Tu pretensión de «utilizar» a la prensa occidental para difundir tus palabras es tan infantil como mentirosa. No solo te usan, además te pagan por esto y el que paga manda. Parafraseando la conocida frase: Occidente usa a los traidores, pero los despedaza.

Pablo, yo soy un simple cubano que no tiene tus cuentas bancarias en España, ni tu capacidad para hacer versos, ni tu poder mediático, ni tu casa refrigerada, ni puedo cobrar 20.000 por un concierto, ni me paseo por el mundo en hoteles caros. Yo vivo con humildad, monto guaguas, como picadillo de soya y bailo con los Van Van, pero con mis manos he hecho lo que mi país necesita y ésta también es mi obra, no es solo de Fidel y Raúl, es mía también. Yo también quiero mejorarla, pero desde adentro sin tapujos ni medias tintas. Te aseguro que tú no eres ni la mitad de lo crítico que soy yo con los errores que cometen los cubanos en Cuba. Pero lo hago donde tengo que hacerlo y siempre pensando que los hombres nos equivocamos y en otras ocasiones las circunstancias nos hacen cometer errores. Pero lo que no puedo permitir es que alguien me robe el derecho a decidir mi destino.

Recuerda bien, Pablo, los poderosos nunca te van a perdonar qué quisiste ser, quién pudiste ser.

Para mí a los amigos hay que apreciarlos, a los enemigos hay que respetarlos, pero a los que fueron amigos y por razones espurias se convirtieron en enemigos hay que DESPRECIARLOS.

David Urra Arias

12 de septiembre del 2011.

Nota: Atrévete a venir a Cuba y presentarte en un programa a debatir tus criterios, pero no solo los tuyos, también los nuestros. Te aseguro que si te atreves, moveré cielo y tierra e iré a ver al mismísimo Presidente de Cuba Raúl Castro si es necesario, para pedirle que acepte la idea. Estoy seguro que no me lo negaran, conozco la firmeza y seguridad de los que nos dirigen y no temen a ninguna confrontación. Te aseguro que estarán presentes todos los que incluyes en tu misiva, ellos con gusto querrán decir a micrófono abierto aquello que alguna vez «susurraron» en tus oídos.  

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

rCR