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Celebrando al «Presidente guerrero»

Fuentes: Salon.com

Traducido del inglés por El Mundo No Puede Esperar

Peter Bergen, el Director de Estudios de Seguridad Nacional en la Nueva Fundación Americana que apoya al partido Demócrata, tiene hoy un largo artículo de opinión-editorial en el New York Times glorificando a Obama como un valiente e inquebrantable «Presidente guerrero»; empieza así:

    EL presidente que ganó el Premio Nobel de la paz en menos de nueve meses después de su investidura ha resultado ser uno de los líderes estadounidenses más agresivos militarmente en décadas.

Sólo reflexionar que: no sólo el Partido Demócrata, sino también su facción progresista, está salvajemente entusiasmada con «uno de los líderes más agresivos militarmente en décadas.» Eso es bastante revelador a muchos niveles. Bergen apunta esa ironía: recuerda que Obama usó su discurso de recogida del Nobel de la Paz para defender las justificaciones para la guerra y señala: «si aquellos de la izquierda estaban escuchando, no parecía importarles.» Añade que «la izquierda, que ha condenado fuertemente a George W. Bush por las torturas durante los interrogatorios y las violaciones del debido proceso en Guantánamo, estuvo relativamente callada mientras que la administración Obama, actuando como juez y verdugo, ordenó más de 250 ataques aéreos con aviones no tripulados en Paquistán desde 2009, durante los cuales se perdieron al menos 1400 vidas

Para explicar el comportamiento de «la izquierda,» Bergen propone esta teoría: «Tanto de la izquierda como la derecha, ha habido una desconexión cognitiva continua y dramática entre el historial del Sr. Obama y la percepción pública de su liderazgo: a pesar de su demostrada disposición para usar la fuerza, ninguno de los lados le supone como el presidente guerrero que es.» En otras palabras, los progresistas son servilmente adeptos de «uno de los líderes estadounidenses más agresivos militarmente en décadas» porque se han engañado a sí mismos al negar esta realidad y continuar pretendiendo que es algún tipo de personaje anti guerra.

Esta no es una especulación irracional, pero al final creo que no es verdad. Dejando de lado la sobre-generalización de Bergen (algunas facciones de «la izquierda» han hecho bastante ruido al condenar las acciones de Obama en esos temas) la mayoría de los Demócratas son perfectamente conscientes de la agresión militar de Obama. Ellos no le apoyan a pesar de eso, sino que más bien, esa es una de las cosas que les encanta de él. Después de años de burlas desde la derecha como un debilucho que mima a los terroristas, Obama (pavoneándose y enseñando su propia fuerza) les deja sentirse fuertes y poderosos exactamente de la manera en la que la arrogancia de Bush y Cheney dejaba a los conservadores que se chulearan por ahí como tipos duros, jugando a que hacían de guerreros. Más que ignorar esta agresión, los comités de expertos demócratas apuntan con una orgullosa sonrisa radiante a los cadáveres apilados por el Comandante en jefe demócrata para argumentar que la política exterior ha sido un rotundo «éxito», mientras que los expertos demócratas celebran y defienden el valor político de sus majestuosos asesinatos.

Ayer, Chris Hayes en su show matinal de MSNBC, condujo una excelente discusión de dos partes sobre la escalada en el asesinato de civiles por los ataques mediante aviones no tripulados de Obama, con un fuerte énfasis en la gente inocente, incluyendo numerosos niños, que habían sido asesinados. Enseñó un vídeo desgarrador con la angustia de un hombre mientras describía el ataque aéreo con bombas de racimo que en el 2009 mató a su mujer embarazada y a sus niños; mostró el asesinato en Yemen, mediante aviones no tripulados de EEUU, de Abdulrahman Awlaki, un ciudadano estadounidense de 16 años de edad; y entrevistó a Clive Stafford Smith, abogado de derechos humanos, que describió al chico paquistaní de 16 años que conoció en un encuentro para discutir las muertes de civiles por ataques de aviones no tripulados y que, apenas 3 días más tarde, un ataque estadounidense con avión no tripulado acabó con su propia vida.

Más tarde ese día, Hayes envió este tweet: «Un poco sorprendido por la fealdad que la conversación sobre los aviones no tripulados hace salir en la gente.» Se refería a la avalancha de ataques furiosos por Twitter de los leales a Obama de siempre que alegremente defienden el programa de los aviones no tripulados, se burlan de las preocupaciones sobre los civiles muertos, e insisten que él no debería estar dando cobertura a tales asuntos porque pueden dañar a Obama en un año de elecciones (por supuesto, no sólo los seguidores del Presidente, sino, como Hayes señaló, el mismo Presidente que es un experto en encontrar humor en sus ataques con aviones no tripulados).

Al contrario de la generosa creencia de Bergen de que los progresistas se están engañando a sí mismos sobre el militarismo de Obama, muchos son plenamente conscientes de ello y, porque es un demócrata haciéndolo, han terminado apoyándolo agresivamente. Eso, sin duda, será uno de los legados más duraderos de Obama: transformar esas políticas de excesivo militarismo, rampante secretismo y asaltos a las libertades civiles de un radicalismo de derechas a un robusto consenso bipartidista (aunque podrían intentarlo, ni siquiera los progresistas serán capaces de dar la vuelta y pretender con credibilidad poner objeciones a tales cosas la próxima vez que haya un presidente republicano).

Ahora, hay un elemento de engaño en el apoyo demócrata al militarismo de Obama, y se extiende no sólo a sus más ardientes defensores sino también a la editorial de Bergen. La mayoría de los demócratas que alaban «los éxitos de la política exterior de Obama» fallan incluso al reconocer, no digamos condenar, a las miles de personas inocentes cuyas vidas fueron acabadas por su militarismo. Esas muertes simplemente no existen en su mundo. Cuando los obligas a hablarlo, simplemente lo descartarán con la terminología militar que fue popularizada por primera vez por Timothy McVeigh (eso es sólo un «daño colateral») y entonces rápidamente vuelven al mantra de la era Bush de invocar descuidadamente la palabra «terrorismo» para justificar cualquier violencia que el gobierno de los EEUU cometa. Se ven a sí mismos, y especialmente a su líder, tan justo y noble que incidentes como este y este y tantos otros son felizmente guardados lejos de sus conciencias porque la realidad de lo que ellos apoyan no puede ser reconciliada con su propia percepción; eso, más que nada, es lo que explica el rencor dirigido a Hayes ayer: él hizo públicos hechos que ellos prefieren desesperadamente que sean escondidos, no de otros, sino de ellos mismos.

Así, Bergen (que ha pasado los últimos años defendiendo diligentemente en periódicos de los demócratas la escalada bélica de Obama en Afganistán y el aumento de la guerra mediante aviones no tripulados) escribe casi 2000 palabras aclamando los espectaculares logros de la política exterior de Obama. Y ni siquiera una vez la palabra «civil» o «inocente» aparece. No hay ninguna mención (cero) a los numerosos civiles inocentes que han sido asesinados por las políticas militaristas que Bergen celebra. Simplemente no existen. Bergen (que ha afirmado anteriormente, contrario a las numerosas pruebas, que los civiles muertos por los ataques por aviones no tripulados en Paquistán están sobrestimados) aquí ni siquiera reconoce su existencia. Como de costumbre, las muertes de numerosos extranjeros inocentes por los misiles y las bombas de los aviones no tripulados estadounidenses, incluyendo niños, es lo innombrable, la verdad irrelevante del militarismo norteamericano.

En efecto no es sorprendente que algún «experto» del grupo de expertos como Bergen encuentre que muertes de civiles a manos del militarismo estadounidense sea demasiado insignificante para tenerlo en cuenta, sin contar con que interfiere con su frívola veneración. Pero el hecho que buena parte del Partido demócrata, incluyendo su facción progresista, lo siga es de hecho muy relevante.

Un último apunte: durante los ocho años de la administración Bush, Bush, Cheney y decenas de otros partidarios de su militarismo que no habían servido en el ejército eran rutinariamenteridiculizados por los demócratas y progresistas como «gallinas[i]» (una acusación, que, con alguna salvedad y modificación yo apoyé). ¿Qué ha pasado con eso? Ahora tenemos un presidente al que Bergen aclama como «uno de los líderes estadounidenses más agresivos militarmente en décadas» a pesar de no haber servido ni un sólo día en el ejército, y hordas de demócratas que no han servido en el ejército lo animan cuando lo hace. Parecido a cuando se burlaron de George Bush merecidamente por declararse a sí mismo como un «presidente de guerra,» ¿Se terminó este concepto de «gallina», como tantos otros aparentes creencias políticas, el 20 de enero de 2009?

ACTUALIZACIÓN: Como muchos comentarios sugieren, hay otro aspecto ilusorio de la glorificación demócrata de la política exterior de Obama que no he mencionado aquí (aunque lo he hecho en muchas otras ocasiones): la ridícula noción de que estar continuamente matando civiles en el mundo musulmán (una década después del 9 de septiembre) nos mantiene a salvo más que exacerbar la verdadera amenaza terrorista que ostensiblemente pretende resolver. El quid de la mentalidad Bush/Cheney era que el terrorismo terminará justo cuando mates a todos los terroristas (incluso cuando esos esfuerzos hicieron más para asegurar la continuación y el aumento del odio anti-americano que ninguna otra causa) y es la misma mentalidad en el corazón de la defensa de Obama.

En otro asunto, Jesse Walker de Reason me escribe con una corrección: «Daño colateral entró en el léxico general durante la primera guerra de Irak, no después de lo de la Ciudad de Oklahoma. Imagino que de ahí lo recogió McVeigh, también.» Después añadió que tal vez «fue ampliamente usado antes de Irak y yo no lo noté hasta entonces. Por lo que debería decir que entró en el léxico común «por lo menos» cuando la primera guerra de Irak. Pero fue definitivamente usado ampliamente entonces. Me acuerdo de cuando nosotros en el movimiento anti guerra nos burlábamos de las noticias por estar repitiendo sin crítica el eufemismo. Hubo incluso un libro que usaba la frase como título.»

Para terminar, Jeremy Scahill dio un excelente discurso en la cumbre sobre los aviones no tripulados de ayer en el que lo llamó «el gabinete de la muerte de Obama»; Kevin Gosztola tiene como siempre un excelente resumen junto con el vídeo del discurso.

ACTUALIZACIÓN II: De acuerdo con la CNN hoy, «un supuesto ataque de aviones no tripulados de EEUU mató a tres personas el domingo en una escuela en el norte de Pakistán.» El artículo cita a «oficiales de inteligencia» que aseguran que los «militantes estaban escondidos» en la escuela. Aparentemente no hay información todavía sobre quién murió, aunque espero (y confío) en que esto no impedirá las celebraciones a nuestro «Guerrero en Jefe.»

Este artículo apareció originalmente en Salon.com el 29 de abril de 2012.