Las elecciones en Estados Unidos del 5 noviembre tendrán repercusiones globales y en México; ambos candidatos ofrecen respuestas a temas tan relevantes como la migración y el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), entre otros. ¿Existen diferencias entre los candidatos con respecto a su relación con China?
El punto de partida es significativo. Las encuestas del Pew Research Center hasta 2023 son contundentes para comprender el generalizado sentimiento antichino en Estados Unidos: 83 por ciento de los estadounidenses tienen un sentimiento desfavorable hacia China (sólo es mayor en Australia, Japón y Suecia, de los países considerados; en México la opinión favorable de 57 por ciento es muy superior a la desfavorable de 33 por ciento); hasta 2012 la opinión en Estados Unidos era todavía mayoritariamente favorable. Incluso, para 50 por ciento de los estadounidenses China es la mayor amenaza para su país (desde 2019; anteriormente lo eran países como Rusia e Irán).
Es ante este generalizado sentimiento antichino que se comprenden, por un lado, recientes medidas masivas estadunidenses en contra de China y, por otro lado, una competencia entre los candidatos demócrata y republicano ante China: medidas comerciales como aranceles a vehículos eléctricos, limitaciones al comercio con China y al acceso a productos de alta tecnología, así como prohibiciones y limitaciones a las inversiones chinas en Estados Unidos y de este país a China, entre muchas otras. La administración de Biden impuso en septiembre de 2024 aranceles de 100 por ciento a autos eléctricos provenientes de China, por ejemplo, y la reacción del candidato republicano fue que debieron haber sido muy superiores.
No obstante este generalizado sentimiento antichino y la estrategia del security-shoring desde 2022, que se ha examinado con detalle en este espacio (y sobreponiendo la seguridad nacional de Estados Unidos en su relación con China en todos los aspectos bilaterales), ¿cuáles son las expectativas para China ante ambos candidatos?
Bajo una presidencia de la vicepresidenta Harris, en general, se esperaría una importante continuidad de las medidas tomadas contra China desde 2020 bajo las estrategias de competencia administrada e invertir, competir y alinear, es decir, continuar tomando medidas específicas para invertir masivamente en el aparato productivo estadunidense para competir con China y alinear a terceros países como México. En los últimos años la administración Biden ha profundizado medidas selectivas como las arriba señaladas y buscado un diálogo directo con China en aras de no llegar a una confrontación generalizada en estos aspectos y/o ante diferencias sobre Taiwán y el Mar Meridional de China. Se esperaría de Harris, entonces, profundizar las medidas comerciales, en las inversiones y de productos tecnológicos en contra de China sin llegar a una abierta confrontación (particularmente militar). La integración de terceros países es una parte medular de esta estrategia.
En el caso de Trump no se avizora, por ahora, una estrategia como tal, como lo fue incluso bajo su presidencia con respecto a China durante 2017-2021. Con base en sus múltiples declaraciones con respecto a China, así como de asesores que pudieran jugar un papel importante en caso de que ganara las elecciones, como Bessent y Lighthizer, seguramente se iniciarían con amenazas vía altos aranceles a las importaciones de Estados Unidos (generalizadas hasta 60 por ciento) e incluso superiores para productos específicos. El desempotramiento estratégico ( strategic decoupling) sería seguramente mucho más errático y enviaría señales diversas y hasta contradictorias, reflejando también fuertes intereses empresariales estadunidenses en China (como de Elon Musk, por ejemplo). Estas amenazas iniciales pudieran sentar las bases para una efectiva negociación o, por otro lado, permitir una relación caótica mediante múltiples medidas específicas sin una estrategia con respecto a China. Bajo Trump, terceros países no jugarían un papel significativo y mucho menos se esperaría una negociación del security-shoring con regiones y países.
Independientemente de quién gane, tendrá que iniciar con un proceso de consenso con las propias empresas estadunidenses que integran masivamente partes y componentes chinos en su producción en Estados Unidos y, por ejemplo, en México (ver artículo en La Jornada del 9.10.2024). Los organismos empresariales de Estados Unidos, por el momento, se han mantenido sorprendentemente al margen de estos debates electorales.
Lo anterior es de la mayor relevancia para México. Pareciera que desde 2024 la SHCP, la Cancillería y la Secretaría de Economía han priorizado una sustitución de importaciones por países (China, Malasia, Taiwán y Vietnam) en aras de sentar bases para una negociación con Estados Unidos y su nuevo liderazgo desde enero de 2025: ya cuenta con una estrategia, ¿Estados Unidos se sumará con instrumentos y financiamiento específicos? La apuesta en México de sustituir importaciones por países –China, Malasia, Vietnam y Taiwán– es provocadora y seguramente busca priorizar una negociación con Washington desde enero de 2025. ¿Será?
Enrique Dussel Peters: Profesor del Posgrado en Economía y coordinador del Centro de Estudios China-México de la UNAM
Fuente: https://www.jornada.com.mx/2024/10/23/opinion/021a1eco