Los precandidatos demócratas Hillary Clinton y Bernie Sanders se sacaron chispas en Charleston, Carolina del Sur, durante el debate de televisión emitido por la NBC que representa el último cara a cara entre ambos antes del comienzo de las primarias en febrero, en Iowa y en New Hampshire. Muy alejados en las cuestiones de política […]
Los precandidatos demócratas Hillary Clinton y Bernie Sanders se sacaron chispas en Charleston, Carolina del Sur, durante el debate de televisión emitido por la NBC que representa el último cara a cara entre ambos antes del comienzo de las primarias en febrero, en Iowa y en New Hampshire. Muy alejados en las cuestiones de política interna, pero más cercanos en política exterior, Clinton -ex secretaria de Estado- y Sanders -senador por Vermont- están casi cabeza a cabeza antes de las cruciales elecciones internas.
Como Donald Trump y Ted Cruz en el campo republicano, son ellos los únicos protagonistas de un duelo donde el tercer candidato demócrata, el ex gobernador de Maryland Martin O’Malley, quedó reducido a una comparsa obligada a mendigar 30 segundos para decir lo suyo. Pero a diferencia de sus rivales republicanos, Hillary y Sanders, aun usando tonos encendidos, se enfrentan sobre temas concretos de modo civilizado y respetuoso, sin insultos ni golpes bajos. Ella, más sólida y pragmática, marcó repetidamente la continuidad con las políticas de Obama, desde la sanidad a la reforma de Wall Street, pasando por el acuerdo sobre la cuestión nuclear iraní. El más idealista, profesando estima por el presidente pero subrayando sus diferencias y evocando la necesidad de una «revolución» política.
Hillary se anotó el primer punto tras haberlo acusado de votar la ley que garantiza impunidad a los constructores de armas y reduce los tiempos de control preventivo sobre los compradores, aprovechando la cercanía geográfica con la iglesia donde el pasado junio un blanco mató a nueve fieles negros. Sanders se defendió pero al final prometió que apoyará leyes más restrictivas, con un giro del que Clinton tomó nota «con placer».
El enfrentamiento más encendido fue tal vez sobre el Obamacare: la ex secretaria de Estado lo defendió y advirtió sobre los riesgos de recomenzar un debate controvertido, mientras Sanders aseguró que no quiere destruirlo sino ir más allá para extender a todos una asistencia sanitaria que debe ser «un derecho y no un privilegio». Para descolocar a su rival, el senador había difundido poco antes del debate su proyecto de reforma, indicando también los aumentos fiscales a cargo de los trabajadores, de los empleadores y sobre todo de los ricos. «Así aumentas las tasas a la misma clase media que dices defender», atacó Hillary, pero él resistió replicando que quiere «aumentar los ingresos».
Las tres prioridades indicadas por Sanders fueron aumentar el mínimo salarial a 15 dólares la hora, reconstruir las rutas en mal estado y hacer el sistema sanitario accesible a todos. El debate pasó luego a Wall Street, otro terreno incandescente: él sostiene que Clinton no será lo bastante dura porque aceptó grandes contribuciones del mundo financiero, y ella le reprochó haber votado en el pasado a favor de la desregulación de los mercados financieros y del alivio del control federal. «Yo de todos modos no tengo préstamos de Goldman Sachs», ironizó Sanders lanzando un flechazo a Ted Cruz y los embarazosos préstamos no declarados en su campaña electoral como senador.
Ambos contendientes, sin embargo, parecieron más cercanos en política exterior. Sobre Irán usaron tonos prudentes, alabando la mejora de las relaciones tras el acuerdo sobre la cuestión nuclear pero advirtiendo sobre la necesidad de mantener los ojos abiertos sobre el accionar de Teherán. Sobre Siria concordaron: lucha contra el terrorismo pero ninguna intervención por tierra, y la vía diplomática para resolver la crisis, involucrando también a los demás países islámicos. Clinton aprovechó para dar una estocada contra Trump y su propuesta de prohibir a los musulmanes: los musulmanes estadounidenses -dijo- «son nuestra mejor línea de defensa», «los comentarios que oigo de los republicanos no sólo son vergonzosos sino también peligrosos».
En cuanto al ganador, en caliente -según algunos medios norteamericanos, entre ellos el Washington Post- es Sanders, aunque más no sea porque Hillary, si bien atacó como nunca antes, fue políticamente demasiado cauta y sin impulso, perdiendo la ocasión de apagar a un competidor cada vez más temible. SAV-RP/MRZ 18/01/2016 13:36
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