Los enormes recortes de impuestos, el insaciable apetito importador –en especial de petróleo– y un gasto público sin precedentes socavan la independencia de Estados Unidos, según un informe publicado por el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR).
El estudio, realizado por el experto Menzie Chinn, indica que el actual déficit de cuenta corriente, que se ha elevado considerablemente en los últimos años, constituye una creciente amenaza para la soberanía e influencia de este país.
«No tomar iniciativas para reducir los déficit gemelos (el fiscal y el comercial) dará a gobiernos extranjeros cada vez más influencia sobre el destino de la nación», advierte el informe.
«Tal vez tan alarmante como eso es que enlentecerá el crecimiento, agravará las fricciones comerciales y reducirá la influencia estadounidense en esferas políticas y económicas», agregó Chinn.
Este experto estuvo a cargo del área de finanzas internacionales en el Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca en la presidencia de Bill Clinton (1993-2001) y los primeros tramos de la de George W. Bush.
El informe, titulado «Hablando en serio sobre los déficit gemelos», propone medidas urgentes para afrontar los desafíos de la economía estadounidense. Pero el gobierno de Bush ha descartado virtualmente todas esas iniciativas.
Entre otras recomendaciones, Chinn formuló una reducción del déficit fiscal a través de un aumento de impuestos, una reducción de la importación de petróleo a través de impuestos a la energía o de normas para su uso eficiente, y una depreciación coordinada del dólar con las divisas de Asia sudoriental como referencia.
La apreciación del yuan, la moneda china, con la fijación de una «canasta de divisas» como referencia, fue «un paso en la dirección correcta», pero aun insuficiente para acabar con el desequilibrio monetario, según Chinn.
«La preocupante alternativa a una depreciación modesta y coordinada del dólar es el pánico de los inversores y un gran colapso del dólar en el futuro», previó el experto.
Este informe, el primero de una serie del CFR sobre «el futuro de la competitividad estadounidense», es implícitamente crítico del recorte de impuestos y el aumento de gastos dispuesto por el gobierno de George W. Bush, que puso fin al de superávit presupuestario de la presidencia de Clinton.
Las críticas de Chinn no son particularmente novedosas. De hecho, el Fondo Monetario Internacional (FMI) manifestó similares preocupaciones en su reunión conjunta con el Banco Mundial el fin de semana pasado.
Además, el ala de «conservadores fiscales» del gobernante Partido Republicano manifiestan creciente ansiedad por el destino del dólar, en especial luego de la catástrofe del huracán Katrina.
El CFR aseguró que el nuevo estudio refleja la opinión personal de Chinn y no los de esta institución con sede en Nueva York.
Pero el hecho de que este bastión académico de los intereses corporativos multinacionales de Estados Unidos, haya encargado y publicado el informe es una señal de la creciente insatisfacción del mundillo financiero de Wall Street con la administración republicana.
Para colmo, el hecho de que el estudio se concentre en el futuro de la soberanía y la influencia de Estados Unidos es particularmente urticante, dado el enfoque unilateralista de la política exterior de Bush, basado sobre el concepto de librar a la superpotencia de alianzas tradicionales, instituciones multilaterales y el derecho internacional.
El informe no menciona explícitamente la política exterior, pero evalúa que los déficit elevan el poder de los acreedores internacionales de Estados Unidos, que pueden así influir en lo que puede o no hacer el país.
Tal postura sugiere a los lectores que las ambiciones de dominio internacional de Bush son cada vez más huecas.
El peligro de un colapso del dólar y de una recesión económica se ha vuelto más agudo como consecuencia del huracán Katrina, que supuso una erogación adicional para los fondos fiscales de 200.000 millones de dólares, recuerda el estudio.
Algunos economistas pronosticaron que la tormenta reduciría el crecimiento económico de este país hasta medio punto porcentual este año. Ese dato, combinado con el alto precio del petróleo y la dependencia estadounidense del crudo importado, eleva la presión sobre el dólar.
Pero aun si evitan un colapso repentino, la caída del país en un mayor endeudamiento amenaza a una de sus principales fuentes de influencia mundial: el papel del dólar como principal divisa planetaria.
«Un llamado de atención hacia el actual camino de Estados Unidos es la pérdida de primacía militar y política de Gran Bretaña en el siglo XX: ese proceso siguió al cambio de deudor a acreedor», según Chinn.
«Del mismo modo, una prolongada caída del valor del dólar y el creciente endeudamiento socavaría el dominio de Estados Unidos en esferas políticas y de seguridad», agregó el experto.
El déficit de cuenta corriente de Estados Unidos saltó de 3,8 por ciento del producto interno bruto en 2001, primer año del gobierno de bush, a 5,7 por ciento el año pasado.
Otros países han sufrido déficit de similar magnitud en el pasado, pero la enorme dimensión de la economía estadounidense –más de la cuarta parte del producto bruto mundial– carece de precedentes, según el estudio.
Lo que empeora la situación es que Estados Unidos ha acumulado una cantidad sin precedentes de deuda externa, con grandes tenedores de bonos en Jaón y en China.
De hecho, la mayor parte de los bonos del tesoro se encuentran hoy en manos de gobiernos e inversores extranjeros, con un monto que se ha duplicado a dos billones de dólares en los cinco primeros años del gobierno de Bush.
Y la tendencia no muestra señales de reversión, según Chinn.
Según el estudio, el actual déficit de cuenta responde fundamentalmente al déficit fiscal originado por los recortes de impuestos para el sector más rico de la población, dispuesto por Bush y el Congreso legislativo desde 2001, así como por el aumento de gastos.
Un segundo factor es la dependencia del crudo del exterior. Las importaciones petroleras representan 40 por ciento del aumento del déficit comercial de los últimos tres años.
Un tercer factor, según Chinn, es la depreciación de las divisas de Asia oriental, lo que vuelve las exportaciones de esa región más atractivas para los consumidores estadounidenses y desequilibra la balanza comercial en contra de la producción de este país.
Como consecuencia de estos déficit, Estados Unidos afronta varias posibilidades preocupantes.
La más probable es que los gobiernos extranjeros e inversores privados, alarmados por el aparentemente inacabable déficit fiscal, dejen de comprar deuda estadounidense.
El costo del crédito aumentaría rápidamente en el Tesoro, con la consiguiente caída del dólar y un dramático enlentecimiento de la economía.
El informe propone varios remedios, todos ellos muy difíciles de tragar para el gobierno.
En primer lugar, recomienda a Bush renunciar a que los recortes de impuestos sean permanentes y gravar los combustibles fósiles o establecer criterios de eficiencia energética que reduzcan el consumo.