Recomiendo:
0

Compra-venta de legisladores y ayuda para colonos terroristas israelíes y la Contra nicaragüense

Cómo comprar amigos e influir en la política: Abramoff en Washington.

Fuentes: CounterPunch

Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Germán Leyens

Las ratas de Washington corretean corren a sus cuevas cuando atrapan a una de ellas – y ésta amenaza con denunciar a las otras. El cabildero Jack Abramoff, un personaje importante en Washington, se declaró culpable la semana pasada de fraude, evasión de impuestos y conspiración para sobornar a funcionarios públicos, después de llegar a un acuerdo para cooperar con la fiscalía federal.
El escándalo es una ilustración perfecta de la sordidez en la política en Washington – incluyendo el charco que rodea al ex jefe de la mayoría en la Cámara de Representantes, Tom DeLay.
Pero es también algo más – facilita un vistazo dentro de la maquinaria política exitosa en grado sumo de la derecha republicana. Políticos como George Bush, Newt Gingrich y John McCain han sido la cara externa de esa maquinaria, pero no cabe la menor duda de que sinvergüenzas y amañadores como Abramoff trabajan por dentro, y engrasan de continuo los engranajes del poder.
Es la realidad del sistema publicitado en todo el planeta como «la mayor democracia del mundo» – la influencia política está a la venta, y fanáticos derechistas pueden imponer una agenda impopular que sería directamente rechazada por la gente de a pie.
Al ser uno de los cabilderos mejor pagados y más influyentes de Washington, Abramoff pudo comprar un nivel de acceso a la política de sus acaudalados clientes, que los ciudadanos corrientes ni siquiera llegan a imaginar.
Pero Abramoff se ha metido en un buen lío, no por lo que hizo, sino por estafar a algunos de sus clientes. En su confesión de culpabilidad admitió que había estafado a cuatro tribus de indígenas usamericanos – los Coushattas de Luisiana, los Choctaws de Mississippi, los Saginaw Chippewas de Michigan y los Tigua de Isleta del Sur Pueblo en Texas – por decenas de millones de dólares.
Las tribus contrataron a Abramoff para que representara sus intereses en Washington por asuntos de casinos y juego. Abramoff las instó a hacer donaciones a ciertos políticos, y al mismo tiempo recomendó que contrataran a Michael Scanlon – que fue colaborador de Tom DeLay – como su publicista.
Lo que no les dijo fue que Scanlon era su socio – y que en algunos casos, los dos trabajaban para grupos con agendas directamente opuestas a los intereses de las tribus. En 2002, por ejemplo, Abramoff y Scanlon trabajaron con conservadores religiosos para persuadir al estado de Texas para que clausurara el casino Standing Rock de la tribu Tigua con la justificación de que violaba las leyes de juego de Texas – mientras Abramoff cobraba a los Tiguas 4,2 millones de dólares por la promesa de que utilizaría su influencia para volver a abrir el casino.
Aparte de ser un ladrón, Abramoff quedó desenmascarado como un racista de primera categoría. En correos electrónicos que salieron a la luz durante audiencias del Comité de Asuntos Indios del Senado en 2004, Abramoff se refiere a miembros de las tribus como «trogloditas» y «tarados». «Tengo que reunirme con los simios del consejo tribal Choctaw,» escribió en un mensaje a Scanlon.
El dinero robado por Abramoff no sólo quedó en sus propios bolsillos, sino que fue canalizado hacia sus proyectos favoritos. Según Mike Issikoff de Newsweek, Abramoff utilizó dinero de una obra benéfica que supuestamente debía ayudar a jóvenes de las zonas urbanas deprimidas para suministrar miras para francotiradores, binoculares de visión nocturna, trajes de camuflaje, – e incluso lecciones para francotiradores – para colonos derechistas israelíes en Cisjordania.
«Ahí está la cosa», comentó el experto en Iraq Juan Cole: «Si un palestino-usamericano hubiera desviado 140.000 dólares de una obra de beneficencia musulmana para ‘equipos de seguridad’ o ‘lecciones para francotiradores’ para los palestinos en Cisjordania, ese individuo terminaría en la prisión de Guantánamo antes de que el boom sónico haga temblar tus ventanas… Pero hago un pronóstico. Ninguno de los extremistas judíos, algunos de ellos violentos, que invaden Cisjordania y amargan la vida de los palestinos locales será jamás calificado de ‘terrorista’ por el gobierno de USA, y la incursión de Abramoff en el suministro de lecciones de tiro será rápidamente enterrada.»
Abramoff es descalificado por numerosos políticos – incluyendo a algunos de los que compró como cabildero – como si no fuera ‘nada más que’ un cabildero corrupto. Pero es más que eso. Abramoff es una parte integrante del sistema político de Washington. Por eso el escándalo tiene un potencial tan dañino para tantos administradores del poder.
Se hizo conocido a comienzos de los años ochenta como presidente nacional de los universitarios republicanos – junto con amigos que incluían al futuro gurú contra los impuestos, Grover Norquist y al jefe de la Coalición Cristiana, Ralph Reed, – con proezas como el llamado «adopta-a-un-contra», para apoyar a la guerrilla contrarrevolucionaria que combatía para derrotar al gobierno izquierdista nicaragüense.
Junto con Norquist y Reed, se convirtió en un importante agente republicano. A mediados de los años ochenta, Abramoff ayudó a vender la «Doctrina Reagan» al Congreso como jefe de «Ciudadanos por América», relacionada con Oliver North.
Abramoff cobró 1,5 millones de dólares del régimen racista del apartheid en África del Sur para fundar la «Fundación Internacional por la Libertad» que satanizó a Nelson Mandela en Occidente y atacó a grupos como Oxfam por apoyar las sanciones contra el apartheid. Abramoff incluso ayudó al jefe de la guerra derechista angoleña, Jonas Savimbi, a organizar una «convención» de fuerzas anticomunistas de Laos. Nicaragua y Afganistán.
A mediados de los años noventa, Abramoff pasó del lado político al financiero de la maquinaria republicana, convirtiéndose en un cabildero a tiempo completo.
Según informes, fue el momento en el que Abramoff hizo una estrecha amistad con el representante Tom DeLay.
Después de que colmara al equipo de DeLay de regalos, Abramoff obtuvo un lugar en su actividad a cambio de invertir dinero y fuerza política en apoyo a las causas y candidatos favorecidos por DeLay. Abramoff desarrolló una relación tan estrecha con el jefe adjunto de equipo de DeLay, Tony Rudy, que se dice que Abramoff le compró a este último un buscapersonas con mensajes de texto para que nunca perdieran contacto.
A medida que aumentaba el poder de DeLay, lo mismo ocurrió con el de Abramoff – especialmente después de la selección de George Bush como presidente en 2000, cuando DeLay fue reconocido como la ‘fuerza’ política detrás de las políticas más derechistas de la administración Bush.
Abramoff hizo que sus clientes – no sólo tribus nativas usamericanas, sino negocios y funcionarios gubernamentales de países extranjeros – donaran cientos de miles de dólares, haciendo a menudo contribuciones para fundaciones sin fines de lucro que luego financiaban espléndidos viajes para DeLay y otros legisladores. A cambio, DeLay y Abramoff pudieron eliminar legislación que amenazaba los intereses de sus clientes.
Ahora, a cambio de una sentencia reducida a prisión de unos 10 años, Abramoff va a testimoniar contra sus antiguos socios en el caso de tráfico de influencias.
Son malas noticias para los amigos comprados y pagados por Abramoff en el Partido Republicano – así como para algunos demócratas. Un funcionario involucrado en la investigación Abramoff declaró a Time que los investigadores ven a Abramoff como un «intermediario» – sugiriendo que podrían aparecer objetivos de mayor importancia.
Arriba en la lista está DeLay quien, investigado ya por violaciones de las leyes de financiamiento de las campañas electorales de Texas, fue obligado esta semana a renunciar a recuperar su antiguo papel como Líder de la Mayoría de la Cámara.
Pero hay numerosos otros políticos que corren a ocultarse. Todo un desfile de republicanos y demócratas se ha deshecho de todas las contribuciones a sus campañas electorales asociadas con el cabildero – «[perpetuando] la ficción de que ‘malas’ contribuciones pueden ser discriminadas de las contribuciones ‘buenas’ de algún modo ordenado, que permita que los políticos reúnan millones sin comprometer su independencia,» escribió el columnista Ron Brownstein de Los Angeles Times.
Los demócratas esperan utilizar el escándalo Abramoff para obtener ventajas en noviembre próximo al censurar a los republicanos por la «cultura de corrupción» en Washington. Pero forman parte integral de esa cultura, igual que los republicanos.
La política en Washington prospera precisamente con el tipo de tráfico de influencias en el que se especializó Abramoff.
Ésta es la realidad de la «mayor democracia del mundo». La Casa Blanca miente para ir a la guerra y espía a todo el que está en desacuerdo – y cabilderos súper ricos compran poder político e imponen su agenda derechista.
Nicole Colson escribe para Socialist Worker.
http://www.counterpunch.org/colson01142006.html