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Cómo el Pentágono llegó a adueñarse de la tierra, los mares y los cielos

Fuentes: Common Dreams

Traducido por Yulaima Favier Horruitiner y revisado por Yasnay Houelly Pérez, del Equipo de Traductores de Cubadebate y Rebelión

El planeta Pentágono
Recientemente, el Wall Street Journal informó sobre una propuesta presentada por el Secretario de Defensa Robert Gates para reducir la cantidad de soldados estadounidenses en Iraq, a cambio del apoyo de ambos partidos en el Congreso para la ocupación a largo plazo (entiéndase más o menos permanente) de ese país. Los soldados han de mantenerse en «grandes bases militares alejadas de las ciudades más importantes de Iraq». Resulta curioso que este plan se parezca tanto al revelado por Thom Shanker y Eric Schmitt en el New York Times el 19 de abril de 2003, mientras las tropas estadounidenses se preparaban para entrar a Bagdad. El artículo se titulaba «Pentagon Expects Long-Term Access to Four Key Bases in Iraq» (El Pentágono pretende tener acceso a largo plazo a cuatro bases militares clave de Iraq), y exponía un plan de los Estados Unidos para establecer:

una relación militar a largo plazo con el naciente gobierno de Iraq, que le permita al Pentágono el acceso a… quizás cuatro bases militares en Iraq que pudieran utilizarse en el futuro: una en el aeropuerto internacional que se encuentra en las afueras de Bagdad; otra en Tallil, cerca de Nasiriya, en el sur; otra en una pista de aterrizaje aislada conocida como H-1, que está en el desierto occidental, a lo largo del antiguo oleoducto que va hasta Jordania y la última en el aeródromo de Bashur, en el norte kurdo.

Poco después, el entonces secretario de Defensa Donald Rumsfeld negó tales planes cuando dijo: «Hasta donde recuerdo, nunca he oído hablar sobre la tenencia de una base permanente en Iraq en ninguna reunión…». Así, mientras se construían las bases, el asunto desapareció en gran medida de los principales medios informativos.

Sin embargo, aunque se incluyan las modernas Balad Air Base y Camp Victory, que tienen muchos kilómetros cuadrados de extensión y un costo de varios miles de millones de dólares, las bases que menciona Gates en su nuevo plan significarán tanto como una gota de agua en el mar para una organización que bien pudiera ser el mayor hacendado del mundo. Durante muchos años, las fuerzas armadas estadounidenses han absorbido grandes extensiones de tierra en el planeta y grandes cantidades de casi todo lo que hay en él. Teniendo en cuenta los más recientes planes del Pentágono con relación a Iraq, demos un recorrido rápido por nuestro planeta Pentágono.

La ocupación del planeta
En el año 2003, la revista Forbes informó que Ted Turner, el magnate de los medios de difusión, era el mayor hacendado de los Estados Unidos: poseía entonces unos 0,7 millones de hectáreas en todo el país. Según informara Forbes, los diez mayores hacendados estadounidenses «poseen 4,3 millones de hectáreas o una por cada 87,6 hectáreas del país». Por muy impresionante que haya sido esta cifra, el Pentágono, con sus más de 11,7 millones de hectáreas de propiedades en los Estados Unidos, hace que Turner y el resto de la manada de grandes hacendados sientan vergüenza. En el extranjero, el Pentágono también deja «huellas» de gigante. Por ejemplo, el Departamento de Defensa controla el 20 por ciento de la isla japonesa de Okinawa y, según el diario Stars and Stripes, «es propietario de aproximadamente el 25 por ciento de Guam». No obstante, la mera posesión de tierras es solo la punta del iceberg.

En su libro The Sorrows of Empire (Las penas que causa el Imperio), publicado en el año 2004, Chalmers Johnson alertó al mundo sobre la dimensión de la «huella» del Pentágono a escala mundial cuando señaló que el Departamento de Defensa tenía cerca de 255 mil empleados militares en 725 bases de 38 países. Desde entonces, la cifra total de bases en el extranjero se ha incrementado al menos hasta 766 y, según un informe del Servicio de Investigación del Congreso, dicha cifra realmente puede ser de hasta 850. Así y todo, estas cifras no encierran siquiera el comienzo de la expansión mundial de esta organización que con total desenfado se autodenomina como «uno de los mayores ‘hacendados’ del mundo».
A juzgar por las estadísticas del año 2006, la «cartera de propiedades» del Departamento de Defensa incluye en total 3 731 terrenos. Más del 20 por ciento de ellos están ubicados en más de 287 mil hectáreas fuera de los Estados Unidos y sus territorios. De hecho, incluso estas altas cifras están muy por debajo de las reales. Por ejemplo, un informe del Pentágono publicado en 2005 listaba las instalaciones militares estadounidenses desde Antigua y Hong Kong hasta Kenya y Perú, pero no mencionaba en absoluto ciertos países, como Afganistán e Iraq, donde hay un número considerable de bases militares estadounidenses.

En Iraq solamente, a mediados de 2005, se ubicaron tropas estadounidenses en unas 106 bases, desde la inmensa Camp Victory, cuartel general de las tropas estadounidenses, hasta pequeños puestos de avanzada situados en el interior del país que tienen capacidad para 500 soldados. La lista del Pentágono no incluía ninguna de estas instalaciones ni mencionaba las bases en Jordania, que tampoco estuvieron en los informes correspondientes al período 2001-2005. Sin embargo, como ha señalado el analista militar William Arkin, esa nación permitió el acuartelamiento de 5 mil soldados estadounidenses en varias bases de todo el país durante el incremento de las tropas que participan en la guerra en Iraq. Por otra parte, unas 76 naciones han autorizado el acceso de las fuerzas armadas estadounidenses a aeropuertos y aeródromos; además de quién sabe cuántas otras que el Pentágono olvidó mencionar o a las cuales no considera adecuado incluir en su lista.

Sin contar a Jordania, Iraq, Afganistán y otras más de 20 naciones que, según dijera Arkin a inicios de 2004, «ofrecían bases militares y otras instalaciones secreta o discretamente», las estadísticas de que se dispone permiten conocer las interioridades de una organización presuntuosa que pretende obtener franquicias en todo el planeta. Según documentos que datan de 2005, el Pentágono reconoce tener al menos una base militar en 39 países, tiene personal ubicado en más de 140 países de todo el mundo y se vanagloria de tener una infraestructura física de al menos 571 900 instalaciones. No obstante, algunas estadísticas del propio Pentágono revelan la existencia de 587 mil «edificios y otras construcciones», de los cuales 466 599 están en los Estados Unidos o en sus territorios. De hecho, el Departamento de Defensa posee o arrienda más del 75 por ciento de los edificios federales de los Estados Unidos.

Las estadísticas de 2006 muestran que el Ejército controla la mayor parte de las propiedades del Departamento de Defensa (52%); le sigue la Fuerza Aérea (33%). El Cuerpo de Infantería de Marina (8%) y la Armada (7%) ocupan los últimos lugares. El Ejército también lleva la delantera en la cantidad total de terrenos (1 742) e instalaciones militares (1 659). Sin embargo, en el caso de las «grandes instalaciones militares», esas cuyo valor sobrepasa los 1 584 millones de dólares, la Fuerza Aérea supera al Ejército con sus 43 enormes bases militares. El Ejército tiene 39, mientras que la Armada y el Cuerpo de Infantería de Marina poseen solo 29 y 10 respectivamente. No obstante, la carencia de grandes bases navales propias que tiene la Armada se compensa sobremanera con las bases y los puertos extranjeros que utiliza en calidad de préstamo: unos 251 en todo el mundo.

Diversificación
El Departamento de Defensa no solo posee terrenos y grandes instalaciones militares. Hasta hace relativamente poco la Armada estadounidense tenía su propia granja lechera, con rebaño de Holsteins incluido. Aunque se deshizo de las vacas en 1998, mantuvo la granja, que tiene una extensión de 349 hectáreas y está en Gambrills, Maryland. Ahora se la alquila a la compañía de productos lácteos Horizon Organic Dairy.

El Ejército, aunque no tiene granja lechera, todavía tiene caballerizas como las John C. McKinney Memorial Stables, donde viven muchos de los 44 caballos que forman parte de la Caisson Platoon, sección ceremonial del Tercer Regimiento de Infantería de los Estados Unidos. También tiene una finca grande (la Large Animal Research Facility [Gran Instalación para la Investigación en Animales]). En realidad, el Pentágono posee cientos de miles de animales, desde ratones y perros hasta monos. En el año 2001 solamente, el Departamento de Defensa utilizó 330 149 animales para varios tipos de experimentos, además de un número desconocido de animales que se usaron para «otros fines», acerca de los cuales no se explicó nada.

Por otra parte, también está la gran cantidad de equipamiento con que cuenta el Departamento de Defensa. Por ejemplo, increíblemente es el dueño de «más de 2 050 automotores que se conocen como la Defense Freight Rail Interchange Fleet (Flota del Departamento de Defensa para el intercambio de mercancía por ferrocarril)». Según informes, el Departamento de Defensa también despacha 100 mil contenedores anualmente por vía marítima y gasta 800 millones de dólares en cargas nacionales, fundamentalmente en envíos por carretera y ferrocarril. En cuanto a los camiones, solamente el Ejército tiene una flota de 12 700 camiones tácticos pesados de gran movilidad (vehículos enormes de ocho ruedas que se utilizan para la provisión de municiones, petróleo, aceites y lubricantes a otros vehículos de combate y sistemas de armas en el campo de batalla) y 120 mil Humvees. Según un informe realizado por el Pentágono en el año 2006, el Departamento de Defensa tenía un total de al menos «280 embarcaciones, 14 mil aeronaves, 900 misiles estratégicos y 330 mil vehículos tácticos y de combate terrestre».

La Agencia de Logística para la Defensa (DLA, sigla en inglés) -la más grande de las agencias que apoyan al Departamento de Defensa en situaciones de guerra: opera en 48 de los 50 estados del país, así como en 28 países extranjeros- se jacta de que: «Si las fuerzas estadounidenses se alimentan, se visten, mantienen su equipamiento en buen estado o tienen combustible… es probablemente gracias a la provisión de la DLA». De hecho, la DLA afirma que «administra» unos 5,2 millones de artículos y mantiene un inventario valorado en 94 100 millones de dólares en sus Defense Distribution Depots (depósitos para la distribución de material de guerra, que existen desde Italia hasta Japón y desde Corea hasta Kuwait).
La DLA dirige el Centro Nacional de Provisiones para la Defensa (DNSC, sigla en inglés), que almacena en 20 locales de todo el país 42 «materiales estratégicos e indispensables»: desde zinc, plomo, cobalto, cromo y mercurio (del que se utilizaron más de 9,7 millones de libras en 2005) hasta metales preciosos como el platino, el paladio e, incluso, diamantes industriales. El DNSC, que cuenta con una provisión valorada en más de 1 500 millones de dólares y que ha vendido 5 700 millones de dólares de mercancías excedentes desde 1993, sostiene que «no existe otra compañía privada en todo el mundo que venda esta amplia gama de productos y materiales».

El Departamento de Defensa reconoce tener en total «más de 1 000 billones de dólares en activo y 1 600 billones de dólares en pasivo». Sin dudas, este estimado está muy por debajo de las cifras reales, dada la tendencia histórica del Departamento de Defensa a incurrir en errores de contabilidad y dado que, según un estudio realizado por el propio inspector general del Departamento, este no puede dar cuenta ni siquiera de los 1 000 billones de dólares -si no más-, que ha gastado. Según Donald Rumsfeld, ex secretario de Defensa, quizás sean hasta 2 300 billones. Amañar los libros de contabilidad y ocultar dinero en efectivo son acciones bastante normales para una organización estadounidense -de la época de Enron- que no solo se considera como una agencia gubernamental, sino, en sus propias palabras, como «la compañía más antigua, más grande, más laboriosa y más exitosa de los Estados Unidos». Incluso, el Departamento de Defensa señala en su sitio web que supera sin dificultad, en cuanto a presupuesto y personal, a las compañías Wal-Mart, Exxon-Mobil y General Motors.

Tiene al mundo en sus manos
El Pentágono, además de acumular una sorprendente cantidad de activos, desde tungsteno hasta tubas (solo en 2005 gastó más de 6 millones de dólares en partituras, instrumentos y accesorios musicales), posee un gran número de viviendas: 300 mil en todo el mundo. También reconoce ser propietario por excelencia de viviendas deterioradas: tiene en su inventario «180 mil viviendas familiares en mal estado». Según la Oficina del Subsecretario Adjunto de Defensa (Instalaciones militares y Medio ambiente):

Aproximadamente el 33 por ciento de las familias [militares] viven en las bases, en viviendas que frecuentemente están deterioradas, son demasiado pequeñas y carecen de instalaciones modernas. Casi el 49 por ciento de las viviendas (es decir, 83 mil) no cumple con los requisitos de habitabilidad.

En cambio el Pentágono, sede del Departamento de Defensa, es más grande que el palacio Istana Nurul Iman del Sultán de Brunei, la residencia privada más grande del mundo: el Pentágono tiene 344 638,749 metros cuadrados de superficie ocupable, y el palacio Istana Nurul Iman, 200 208, 726. Al Departamento de Defensa le gusta vanagloriarse de que el Pentágono es «prácticamente una ciudad», pues tiene unos 48,2 kilómetros de autopistas de acceso y 80,8 hectáreas de césped. Tiene además un patio central de dos hectáreas, unos 28 kilómetros de pasillos, 16 estacionamientos (con un estimado de 8 770 espacios para aparcar), siete merenderos, dos cafeterías, un comedor, un correo, «una cooperativa de crédito, una agencia de viajes, consultorios de odontología, oficinas de venta de pasajes, un centro de donación de sangre, una oficina de orientación para cambios de domicilio y otros 30 establecimientos de venta al por menor y prestación de servicios», una capilla, un helipuerto y varias bibliotecas. Además, según el Departamento de Defensa, el Pentágono consumió gran parte de su ambiente natural: se dice que el concreto con que se construyó contiene «680 mil toneladas de arena y grava provenientes del río Potomac, que se encuentra en las cercanías».

En términos de valor, el resto de las propiedades del Pentágono son igual de sorprendentes. La suma del valor de las dos casas más caras del mundo -«Updown Court», en Windlesham, Surrey, Reino Unido, que tiene 103 habitaciones y está valorada en 138 millones de dólares y la residencia de invierno que tiene el príncipe saudí Bandar bin Sultan en Aspen, valorada en 135 millones de dólares- ni siquiera se acerca al precio del Aeródromo Auxiliar Ascension, situado en una pequeña isla cercana a las costas de Santa Elena (donde Napoleón Bonaparte se exilió y más tarde murió). El valor de reposición estimado de dicho aeródromo es superior a los 337 millones de dólares. Entre otras instalaciones costosas se encuentran Camp Ederle, en Italia, valorada en 544 millones de dólares; la base aérea de Incirlik, Turquía, valorada en casi 1 200 millones de dólares y la base aérea de Thule, en Groenlandia, valorada en 2 800 millones de dólares; mientras que la estación aeronaval estadounidense en Keflavik, Islandia, está tasada en 3 400 millones de dólares y el conjunto de instalaciones militares en Guam está valorado en más de 11 mil millones.

No obstante, para comenzar a comprender la gran presencia del Pentágono en todo el mundo, convendría volver a analizar la extensión de sus propiedades: 120 191 kilómetros cuadrados en total, casi el tamaño de Corea del Norte (cuya superficie es de 120 538 kilómetros cuadrados). Las propiedades del Pentágono exceden las de cualquiera de los siguientes países: Liberia, Bulgaria, Guatemala, Corea del Sur, Hungría, Portugal, Jordania, Kuwait, Israel, Dinamarca, Georgia o Austria. Los 7 518 kilómetros cuadrados de 20 miniestados -el Vaticano, Mónaco, Nauru, Tuvalu, San Marino, Liechtenstein, Saint Kitts y Nevis, las Maldivas, Malta, San Vicente y las Granadinas, Barbados, Antigua y Barbuda, Seychelles, Andorra, Bahrein, Santa Lucía, Singapur, Micronesia, Kiribati y Tonga- palidecen ante los 9 307 kilómetros cuadrados de una sola base militar: White Sands Missile Range.

¿Disminución del control?
Aunque ha establecido cientos de bases militares en el mundo entero para apoyar guerras en curso, el Pentágono también ha reestructurado sus fuerzas en un intento de reducir la cantidad de soldados en las antiguas grandes bases que datan de la Guerra Fría, y de cerrar las instalaciones menos útiles desde el punto de vista estratégico. ¿Significa esto que el Pentágono tendrá menos control sobre el mundo?

No estemos tan seguros. En realidad, las fuerzas armadas de los Estados Unidos están explorando más que nunca posibilidades de dominar al mundo a largo plazo. Hasta el momento, el Departamento de Defensa solo ha mantenido una presencia inconstante en alta mar. Es posible que eso cambie. Ahora el Pentágono evalúa la posibilidad de tener «bases marítimas» en el futuro, y ya tiene planes al respecto. No será solo un barco, una flota o «material emplazado con anterioridad» lo que estará estacionado en los mares del mundo; las bases marítimas serán «un sistema de sistemas híbrido compuesto por operaciones, embarcaciones, fuerzas, armas ofensivas y defensivas, aeronaves, sistemas de comunicaciones y logística». La idea de crear tales bases es cada vez más popular dentro de las fuerzas armadas, puesto que «facilitarán el acceso a territorios donde las fuerzas armadas estadounidenses no sean autorizadas a entrar para apoyar las instalaciones [terrestres]». En definitiva, como señaló un informe de la Junta de Ciencias de la Defensa, «las bases marítimas son soberanas y no están sujetas a los caprichos de las alianzas». Imagínense un futuro en el que las personas de los países que desaprueban las políticas estadounidenses de repente vean «enormes plataformas navales» flotando en las inmediaciones de sus aguas territoriales.

Para el Departamento de Defensa, que tiene una cartera de propiedades que incluye la tierra y el mar, el cielo sería, en términos bastante literales, el límite. Según Noah Shachtman, editor del blog «Danger Room», de la revista Wire, el «Plan de Vuelos de Transformación de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos» del año 2004 esbozó lo que «los analistas llaman la imagen más detallada desde el fin de la Guerra Fría de los esfuerzos del Pentágono por convertir el espacio exterior en un campo de batalla… el informe hace del dominio estadounidense sobre los cielos una de las primeras prioridades del Pentágono en el nuevo siglo». Como plantea la declaración de la política de las fuerzas armadas estadounidenses con relación al espacio exterior: «La libertad de acción en el espacio exterior es tan importante para los Estados Unidos como el dominio del mar y del espacio aéreo».

Cuando se está concentrado en controlar totalmente un planeta, la idea de ocupar Iraq -país que es aproximadamente del tamaño del estado de California- durante los próximos diez o cincuenta años debe parecer insignificante. Sin embargo, en la práctica, el dueño del mundo, que reside a orillas del río Potomac, realmente ha tenido que pagar un alto precio por las propiedades que tiene en Iraq. Como todos ahora saben, bandas de guerrilleros no muy numerosas que carecen de poderío aéreo y marítimo y de satélites espías espaciales de alta tecnología lo han combatido allí hasta paralizarlo. El Pentágono puede ser el propietario de inmensas porciones del planeta, pero desde Vietnam hasta Laos y desde Beirut hasta Somalia, las fuerzas estadounidenses también han sido desalojadas, por los residentes de los vecindarios, de propiedades que estaban prestas a considerar suyas. La pregunta sigue siendo la misma: ¿Iraq se añadirá a la lista de territorios ocupados permanentemente y se asemejará a Corea del Sur -que ha estado ocupada durante mucho tiempo-, como han instado el presidente Bush y Gates, el Secretario de Defensa? ¿O se añadirá a la creciente lista de países que se han negado a pagar la renta en el planeta Pentágono?

Nick Turse es editor asociado y director de investigación de Tomdispatch.com. Ha escrito para Los Angeles Times, San Francisco Chronicle, Nation, Village Voice y frecuentemente para Tomdispatch.com. Está previsto que su primer libro, The Complex (El Complejo), en el que explora el nuevo complejo militar-corporativo de los Estados Unidos, sea publicado en 2008 como parte de la American Empire Project Series (Serie Proyecto Imperial Estadounidense), de la editorial Metropolitan Books.
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