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Cómo influye Bush en la política interna de Siria

Fuentes: Progreso Semanal

¡Qué sorprendente es que un presidente que no sabe exactamente dónde se encuentra Siria en el mapa pueda influir en la dirección de su orden social! Al invadir Irak y luego amenazar a Siria, George W. Bush aparentemente contribuyó a la confusión en los más altos niveles de la política en Damasco. En marzo pasado […]

¡Qué sorprendente es que un presidente que no sabe exactamente dónde se encuentra Siria en el mapa pueda influir en la dirección de su orden social! Al invadir Irak y luego amenazar a Siria, George W. Bush aparentemente contribuyó a la confusión en los más altos niveles de la política en Damasco.

En marzo pasado el presidente sirio Bashar al-Assad había prometido que la convocatoria del 10mo. Congreso Regional del Partido Socialista Árabe Ba’ath (6-9 de junio, 2005) coincidiría con un gran «salto para el desarrollo». Los sirios que critican que las actuales políticas han provocado el estancamiento económico, tenían la esperanza de que este «salto» reanimara el proceso de reformas políticas y económicas. Pero en su lugar, parece que el Presidente se refería, en el mejor de los casos, a un pequeño salto.

Assad, que estudió oftalmología en Inglaterra y se casó con una siria nacida y educada en Gran Bretaña, sustituyó a su padre Hafez, quien ocupó el cargo durante casi 30 años hasta su muerte en junio del 2000. Durante los cinco años que Bashar ha sido presidente, en Damasco han surgido como hongos los cafés de Internet y los blogs locales envían sus ofertas al ciber-espacio. A partir del 2000-2001, durante la llamada «Primavera de Damasco», puso en libertad a 600 prisioneros políticos y permitió que se desarrollaran grupos de discusión política. Pero antes de que Bashar pudiera hacer más, la vieja guardia que había rodeado a su padre y construido lo que se ha desarrollado en una enorme y rancia burocracia, contuvo el ritmo y el alcance de las significativas reformas.

Pero se dieron algunos pasos. Bajo Bashar, la una vez ineficiente Comisión Estatal de Planificación ha sido reestructurada y ahora enfrenta temas de la sociedad civil. Se creó una Agencia para Combatir el Desempleo y los salarios del sector público aumentaron 20% a principios del 2004 para combatir la pobreza. A pesar de tales esfuerzos esporádicos, es necesaria una estrategia más consistente y coordinada para las reformas por parte del gobierno sirio. Una tarea implica el fortalecimiento del trabajo de las agencias de la ONY y las ONG para ayudar a Siria a cumplir los Objetivos para el Desarrollo del Milenio (de la ONU), incluyendo la erradicación de la pobreza, la promoción de la igualdad de géneros y garantizar la sostenibilidad medioambiental.

Los reformistas esperaron con impaciencia el discurso de apertura del Presidente en el Congreso del Partido, pero él ofreció pocos detalles y ningún plan real que desatara las reformas totales para enfrentar problemas agudos y crecientes.

Siria padece de un desempleo estimado de 20% y un clima inversionista poco inspirador. Aproximadamente 80% de la población de 18 millones de Siria es menor de 35 años. Aunque Assad dedicó su discurso a la economía, no dijo nada citable. Es más, repitió los argumentos que usó cuando accedió a la presidencia de que «la situación económica es una prioridad para todos para que mejore su desempeño y mejoremos la vida de nuestros ciudadanos». (Al Yazira, 6 de junio de 2005.)

En la esfera política, Assad estuvo igualmente tibio. Aunque el Partido Ba’ath mantendrá su papel principal en la sociedad siria, pidió que otros partidos de base no religiosa y no étnica (enfrentando directamente la futura inclusión de los ya prohibidos partidos islamistas y kurdos) a compartir el poder. Sus palabras hicieron que el Congreso apoyara la formación de partidos políticos independientes y enmendara la ley de Estado de emergencia de 1963 (ley marcial). ¡Pero nada de compartir el poder!

La postura agresiva de Washington en la región parece haberse convertido en un activo freno al cambio. Durante los últimos dos años, la administración Bush lanzó amenazas, ampliadas después del asesinato el día de San Valentín del ex primer ministro libanés Rafik Hariri. En mayo el Presidente Bush renovó las sanciones comerciales contra Siria impuestas un año antes bajo la Ley de Responsabilidad de Siria (legislación aprobada sin debate por el Congreso de EE.UU. en noviembre de 2003). La ley asegura que Damasco apoya al terrorismo y mina la seguridad de Irak.

La respuesta del Assad joven a tal hostilidad fue ofrecer a los delegados al Congreso del Ba’ath un refrito de la retórica pan-árabe de su padre -pero sin detalles. Bashar les aconsejó enigmáticamente que no tuvieran en cuenta «cualquier consideración que buscan empujarnos en una dirección que contradice nuestros intereses nacionales o infringen nuestra estabilidad». (Al Yazira, 6 de junio de 2005.)

Su lenguaje fue defensivo, lo que era comprensible. Algunos medios norteamericanos se hicieron eco de lo elaborado por los neoconservadores del Dpto. de Defensa y de la oficina del Vicepresidente Cheney: Siria permite las infiltraciones hacia Irak mientras acumula armas de destrucción masiva -y calificaron el resultado final de la conferencia del Partido Ba’ath como un «gran salto atrás».

Sin embargo, un extraño informe emplazó a la Administración Bush por su falta de evidencia en su campaña contra Siria. Una fuente militar norteamericana filtró a la prensa una noticia anti-Siria, en la que se implicaba que el «líder terrorista» Abu Musab al Zarqawi había llegado a Siria para conspirar. Warren Strobel y Jonathan Landy fueron los únicos que dijeron que «la inteligencia de EEUU no tiene pruebas de que el terrorista Abu Musab al Zarqawi haya visitado Siria en meses recientes para planear voladuras en Irak, y los expertos no creen que la reunión tan comentada se haya realizado, según funcionarios norteamericanos.» (Knight-Ridder, 3 de junio de 2005.)

Independientemente de esta realidad, EEUU permanece preocupado «acerca del comportamiento sirio en su propia frontera, acerca del apoyo a los terroristas que parece que se está realizando desde territorio sirio, acerca de quizás un apoyo económico que proviene de territorio sirio», advirtió la Secretaria de Estado Condoleezza Rice el 20 de mayo. (Al Yazira, 21 de mayo de 2005.) Ella no presentó ninguna prueba que demostrara su declaración.

«Los norteamericanos la han tomado con Siria debido a su fracaso en Irak», dijo un diplomático árabe a la Agence France Presse (24 de mayo de 2005). Washington continúa fingiendo que la ocupación de Irak procede con rapidez y distrae al público para que no vea sus evidentes fracasos. Las bombas diarias erosionan el apoyo. Más de 1 700 soldados norteamericanos han muerto.

Al atacar a Siria, los medios masivos también han ayudado a convencer al público y al Congreso de apoyar la nada sólida visión de los hechos por Bush, de la misma manera que validaron sus falsas declaraciones acerca de las ADM de Irak y sus vínculos con Al-Qaeda -que ayudaron a fortalecer el apoyo a la invasión de Irak

La nueva ofensiva contra Siria cuenta con periódicos prestigiosos como The Washington Post (9 de junio), el cual -sin fuentes sólidas- asegura que los funcionarios de Bush ahora tienen «información creíble de que Siria ha facturado una lista de asesinatos a importantes figuras políticas libanesas en un intento por recuperar el control de ese estado vecino…»

Esta grave acusación, basada en información de fuentes libanesas «creíbles», parece altamente improbable que el gobierno sirio, que actualmente busca mejorar sus relaciones con EE.UU., sancione el asesinato como política de estado (como hace Israel, por ejemplo. El 22 de marzo de 2004, misiles israelíes mataron en Gaza al Jeque Ahmed Yassin, el cuadraplégico líder espiritual de Hamas, según órdenes impartidas por el Primer Ministro Ariel Sharon. Misiles israelíes también mataron al recién nombrado líder de Hamas, Abdel Aziz Rantisi, el 17 de abril de 2004).

Siria insiste en que rechaza tales políticas. «Para nosotros es demasiado peligroso olvidarnos de la administración Bush. Aún queremos relacionarnos con ustedes», dijo el Dr. Imad Mustafá, embajador sirio en Estados Unidos (Universidad Politécnica del Estado de California, 1 de junio). Siria incluso ofreció cooperar con las autoridades de EEUU para patrullar conjuntamente la porosa frontera sirio-iraquí.

No obstante, para subrayar sus deterioradas relaciones con Siria, el Departamento de Estado sirvió de anfitrión de una reunión con los embajadores árabes en Washington, de la que excluyó al embajador Mustafá, para presionar a Damasco a fin de que «cambie su política». ( Imad Makki, al-Sharq al-Awsat, 7 de junio de 2005.)

Independientemente de que George W. Bush y Bashar al-Assad se den cuenta o no, sus respectivos guiones de política comparten una falta de coherencia; es más, la miopía, más que la visión, es lo que mejor los describe. Bush no parece estar interesado en encontrar una manera de conectarse con Siria, en vez de amenazar, acerca de importantes temas como Irak, terrorismo y ADM, a pesar de las repetidas aperturas al diálogo de ese país. La posición agresiva de Washington aparentemente ha mermado la energía de liderazgo de Bashar para realizar eficazmente el proceso de reformas.

Flynt Leverett, un ex miembro del Consejo de Seguridad Nacional de Bush, mantiene que al continuar aislando a Siria, tanto EEUU como Siria puede que tengan las de perder en cuanto a las respectivas perspectivas internas y de seguridad. «…El presidente sirio es, en cuanto a EEUU se refiere, ‘relacionable’,» argumenta en su nuevo libro La herencia de Siria: el juicio por fuego de Bashar (editado por Bookings Institution Press). «Bashar ha demostrado algunos impulsos reformistas. Él no es un fanático ideológico como el Mullah Muhammed Omar o un violento matón como Saddam Hussein. Bashar ha dejado en claro que Siria necesita modernizarse, pero no tiene una visión totalmente elaborada…»

«Para relacionarse exitosamente con Bashar, no es suficiente quejarse acerca de los comportamientos problemáticos sirios», advirtió Leverett. «La relación debe estar apoyada por un conjunto de herramientas políticas que impondrían costos por no cumplir los requerimientos de EE.UU., pero también prometerían significativos beneficios en caso de que existiera cooperación».

¿Hay alguien escuchando en la Casa Blanca? Las persistentes ocupaciones de Irak y Afganistán han extendido en demasía a las fuerzas militares de EEUU. Los escándalos en las prisiones de Abu Ghraib y Guantánamo han empeorado una imagen ya negativa de EEUU en el mundo árabe y han obstaculizado el discurso de Bush acerca de la democracia.

Ciertamente los ba’athistas comprenden que la mayoría de los sirios, incluyendo a los activistas de la reforma no quieren el cambio dictado por Washington. Ayman Abdel Nour, un confeso seguidor de las reformas y editor del sitio web All4Syria.org que busca provocar el diálogo en Siria acerca de temas polémicos, es optimista. El Partido Ba’ath se puede reformar, asegura, «pero primero debemos tener reformadores». (Christian Science Monitor, 7 de junio.)

Las políticas de Bush no sólo han retrasado la reforma, sino marginalizado a los reformadores. ¿De qué manera, cabría preguntar, coincide tal política con el empuje agresivo en pro de una reforma democrática en todo el Medio Oriente? ¿O debe aplicarse el viejo dicho: «La consistencia es una virtud de las mentes pequeñas»?

Saul Landau es profesor de la Universidad Cal Poly Pomona y miembro del Instituto para Estudios de Política. Farrah Hassen fue la productora asociada del filme Siria: entre Irak y un lugar difícil, junto con Landau. Ella trabajó para la oficina del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en Siria en el otoño de 2004.