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Como influyen los neoconservadores en el mensaje de Obama

Fuentes: ICH/Consortium News

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

A medida que los neoconservadores estadounidenses siguen creando las narrativas que definen las fronteras permisibles del pensamiento de la política exterior de EE.UU., queda dolorosamente claro que no se ha impuesto ningún rendimiento de cuentas significativo por su papel en la criminal y desastrosa invasión de Irak.

En cualquier sistema democrático vivo, sería impensable que los neoconservadores y otros halcones belicistas que aplaudieron la guerra de EE.UU. contra Irak hace poco más de una década todavía sigan ejerciendo el control de cómo perciben los estadounidenses los eventos de la actualidad. Sin embargo, muchos de los mismos expertos y políticos que engañaron al pueblo estadounidense lo siguen haciendo actualmente.

Por lo tanto, nos vemos obligados a presenciar que el editor adjunto de la página editorial del Washington Post, Jackson Diehl, refuerza el mito de que la crisis de Ucrania fue causada por «la agresión del presidente ruso Vladimir Putin», cuando la realidad es que fueron EE.UU. y la UE los que provocaron la agitación y prepararon el escenario para que las milicias neonazis derrocaran al presidente elegido Viktor Yanukovych y hundieran al país en una rastrera guerra civil.

Sin embargo, no quieren que lo sepas. Cualquiera que se atreva a explicar la verdadera narrativa de lo que ocurrió en Ucrania es inmediatamente acusado de difundir «propaganda rusa». La narrativa preferida estadounidense de manifestantes «prodemocracia» victimizados por el perverso y malvado Yanukovych con la ayuda del aún más malvado Vladimir Putin es tanto más divertida. Permite que los estadounidenses vitoreen mientras los rusos étnicos en el este son quemados vivos por turbas neonazis y ametrallados por aviones militares ucranianos.

Diehl y su jefe, el editor de la página editorial Fred Hiatt, son precisamente los mismos propagandistas neoconservadores que dijeron a los estadounidenses en 2002 y a principios de 2003 que Irak estaba ocultando armas de destrucción masiva. Hiatt y Diehl no lo escribieron como una sospecha, sino como un hecho real. Sin embargo, resultó totalmente falso y cientos de miles de personas, incluidos casi 4.500 soldados estadounidenses, murieron como resultado de la guerra.

Pero no os preocupéis: las carreras de Diehl y Hiatt no sufrieron. Siguen en los mismos puestos influyentes una docena de años después, tramando cómo debemos ver Siria, Ucrania y el resto del mundo.

Y si Hiatt y su consejo editorial se salieran con la suya, los soldados estadounidenses seguirían patrullando Irak. El miércoles, el editorial principal del Post criticó al presidente Barack Obama por no mantener fuerzas militares permanentes de EE.UU. en Irak, Libia y Afganistán y por no participar con más fuerza en la guerra civil de Siria.

«No se puede culpar al presidente Obama de inconsecuente», se mofó el editorial del Post. «Después de ganar la elección de 2008, redujo la presencia militar de EE.UU. en Irak a cero. Después de ayudar a derrocar al dictador libio Muamar Gadafi en 2011, se aseguró de que no se mantuvieran fuerzas estadounidenses. Se ha mantenido resueltamente distante, excepto retóricamente, del conflicto en Siria. Y el martes prometió retirar todas las fuerzas de EE.UU. de Afganistán para finales de 2016.»

«La decisión afgana sería comprensible si las alternativas anteriores de Obama hubieran dado resultados. Pero lo notable es que los resultados han sido consistentes, consistentemente malos.»

Los neoconservadores, incluyendo los editorialistas del Post, expresan indignación cuando Obama los describe en términos generales como obsesionados por la presencia de soldados estadounidenses en el terreno. ¿Pero cómo se puede leer ese editorial y no reconocer que lo que quieren los neoconservadores no es solo una presencia temporal de soldados de EE.UU. en el terreno, sino que estén unidos a esos países como ocupantes permanentes?

El señor sobreestimado

Luego, en el New York Times, se puede leer la sabiduría de Thomas L. Friedman, otro promotor estrella de la Guerra de Irak que de manera infame dijo a los estadounidenses cada seis meses que la agotadora guerra iría mejor dentro de seis meses, lo que nunca ocurrió.

Friedman, que podría ser el columnista más sobreestimado de la historia de EE.UU., afirma ahora lo que espera que se convierta en la sabiduría convencional en Ucrania: que Putin perdió la crisis ucraniana. El miércoles, Friedman escribió: «A fin de cuentas, fue putinismo contra obamaismo, y quisiera ser el primero en declarar que el ‘otro’ -Putin- ‘solo parpadeó'».

Según Friedman, la crisis de Ucrania «puede ser el primer caso de política arriesgada después de la post-Guerra Fría, enfrentando al Siglo XXI contra el XIX. Enfrenta la visión del mundo china/rusa que dice que podemos aprovechar la globalización del Siglo XXI cada vez que nos queremos enriquecer y podemos comportarnos como potencias del Siglo XIX cada vez que queremos tragarnos un trozo de un vecino; contra una posición que dice no, lo siento, el mundo del Siglo XXI no solo está interconectado sino es interdependiente y juegas según esas reglas o pagas un precio inmenso.»

Como en el caso de Hiatt y Diehl, hay que preguntarse cómo puede estar Friedman tan desconectado de su propio historial como ardiente imperialista cuando tuvo que ver con los deseos estadounidenses de un «cambio de régimen» en una variedad de países que no eran de su gusto. Aunque pueda ser cierto que EE.UU. no se ha tragado recientemente pedazos de sus vecinos inmediatos -a pesar de que hubo golpes respaldados por EE.UU. en Honduras, Haití y Venezuela en el Siglo XXI- el Gobierno de EE.UU. se ha tragado numerosos trozos de otros países al otro lado del mundo.

Y como si estuviera jugando según las «reglas», el «excepcional» EE.UU. de Friedman fija las suyas. [Para más detalles sobre como se relaciona este estilo de propaganda con Ucrania, vea (en inglés) Consortiumnews.com’s «NYT’s One-Sided Ukraine Narrative .»]

La broma de colegial de Friedman de que Putin «parpadeó» también es en el mejor de los casos una interpretación superficial de los recientes eventos en Ucrania y la falta de reconocimiento del daño a largo plazo que el machismo del Washington «oficial» respecto a Ucrania ha hecho a los auténticos intereses nacionales de EE.UU. al causar más unidad entre Rusia y China. [Vea (en inglés) Consortiumnews.com’s «Premature US Victory-Dancing on Ukraine .»]

Se supone que incluso los columnistas de los periódicos deben conectar de vez en cuando sus escritos con la realidad. Pero supongo que ya que gente como Hiatt, Diehl y Friedman propugnó la brutal violación del derecho internacional que constituyó la Guerra de Irak, presentó los hechos de forma errónea, y no sufrió ningún daño en sus carreras por hacerlo, hay pocas razones para pensar que deberían cambiar de actitud en la actualidad.

Durante mi carrera de más de cuatro décadas en el periodismo, he visto periodistas que encaran historias difíciles y lo hagcen con altos estándares profesionales, pero a pesar de ello sufren la ruina de sus carreras porque alguna gente influyente los acusó de algún pequeño error. Un ejemplo trágico es el de Gary Webb y su serie sobre la Contra y la cocaína. [Vea (en inglés) Consortiumnews.com’s «The Warning in Gary Webb’s Death .»]

En contraste, Hiatt, Diehl y Friedman pueden suministrar propaganda falsa para justificar una guerra ilegal que lleva a la muerte de cientos de miles de personas mientras se dilapida cerca de 1 billón de dólares de dinero de los contribuyentes y no enfrentarse a ninguna consecuencia. Por lo tanto, en la actualidad, todavía pueden urdir nuevos casos problemáticos como Siria, Libia y Ucrania y restringir el sentido del presidente Obama de hasta dónde puede llegar en la elaboración de una política exterior menos violenta.

El discurso tímido de Obama

A pesar de que Obama se opuso a la invasión de Irak en la década pasada, ha sido engatusado para que use la misma retórica estéril de la «excepcionalidad» estadounidense, que haga las mismas denuncias hiperbólicas de los «enemigos» de EE.UU. y juegue con nuevas falsas narrativas como las que allanaron el camino al infierno en Irak.

El miércoles, en su discurso de graduación en West Point, Obama tuvo lo que podría ser su última posibilidad verdadera de romper ese tenebroso marco de propaganda, pero en vez de hacerlo hizo un discurso prosaico que trató de usar un lenguaje de firmeza sobre crisis en Ucrania y Siria como defensa contra críticos neoconservadores que como era predecible lo acusan de debilidad.

En el discurso de Obama, EE.UU. sigue siendo «la única nación imprescindible», de modo que «cuando un tifón golpea las Filipinas, en Nigeria se secuestran colegialas o unos enmascarados ocupan un edificio en Ucrania, el mundo mira a EE.UU. para conseguir ayuda». A propósito, su referencia no se refirió a las milicias neonazis enmascaradas que se apoderaron de edificios durante el golpe del 22 de febrero contra Yanukovych, sino a los ucranianos orientales que han presentado resistencia al golpe.

De nuevo, permaneciendo seguramente dentro del «pensamiento grupal» de Washington, Obama también lamentó la «agresión de Rusia a antiguos estados soviéticos» y dijo que «enerva a las capitales europeas». Pero no expresó ninguna preocupación por la alarma rusa ante el cerco de la OTAN en las fronteras occidentales de Rusia. Obama también asestó un manotazo a China.

Obama dijo: «Una agresión regional que no se frene -sea en el sur de Ucrania o en el Mar del Sur de China o en cualquier otra parte del mundo- terminará por impactar a nuestros aliados y podría involucrar a nuestras fuerzas armadas. No podemos ignorar lo que sucede más allá de nuestras fronteras.» (¿Sugiere realmente Obama que EE.UU. podría ir a la guerra contra Rusia y China, poseedoras de armas nucleares, por Ucrania y el Mar del Sur de China?

El presidente también se deslizó en una hipérbole familiar sobre el acuerdo de Rusia de aceptar de vuelta Crimea en la Federación Rusa después de un referéndum posterior al golpe que obtuvo un apoyo abrumador entre votantes crimeos por la separación del Estado fallido en Ucrania. En lugar de tomar nota de esa voluntad popular -y la realidad de que tropas rusas ya se encontraban en Crimea como parte del acuerdo relacionado con la base en Sebastopol- Obama evocó imágenes de una invasión al estilo antiguo.

«En Ucrania, las recientes acciones de Rusia recuerdan los días en los que tanques soviéticos rodaban por Europa Oriental», dijo Obama, afirmando que esta última «agresión» fue contrarrestada por la diplomacia pública de EE.UU. «Esa movilización de la opinión mundial y de las instituciones internacionales sirvió de contrapeso a la propaganda rusa y a las tropas rusas en la frontera y milicias armadas con pasamontañas», dijo.

Sin embargo, mientras usaba su retórica de bravucón, Obama rechazó una guerra interminable e interminables ocupaciones diciendo:

«Desde la Segunda Guerra Mundial, algunos de nuestros errores más costosos no provinieron de nuestro comedimiento, sino de nuestra disposición de apresurarnos a aventuras militares sin pensar en las consecuencias, sin crear apoyo internacional y legitimidad para nuestra acción, sin ser francos con el pueblo de EE.UU. sobre los sacrificios requeridos.

«Las bravuconerías a menudo producen titulares, pero la guerra pocas veces se ajusta a consignas. Como dijo en esa ceremonia en 1947 el general [Dwight] Eisenhower, alguien con bien merecido conocimiento sobre el tema: ‘La guerra es la locura más trágica y estúpida de la humanidad; buscar o recomendar su deliberada provocación es un crimen malévolo contra todos los hombres.'»

Y, posiblemente en la mejor parte del discurso, Obama agregó: «Solo porque tenemos el mejor martillo no significa que todo problema sea un clavo».

Sin embargo, a pesar de observaciones tan razonables, Obama siguió volviendo a una retórica superpatriótica incluyendo afirmaciones que sonaban hipócritas en el mejor de los casos, si no ridículas:

«Creo en la excepcionalidad estadounidense con cada fibra de mi ser. Pero lo que nos hace excepcionales no es nuestra capacidad de desacatar normas internacionales y el vigor de la ley; es nuestra voluntad de reforzarlas mediante nuestras acciones. Y por eso seguiré presionando para cerrar Gitmo [Guantánamo, N. del T.), porque los valores y tradiciones legales de EE.UU. no permiten la detención indefinida de personas más allá de nuestras fronteras. Por eso estamos introduciendo nuevas restricciones en EE.UU. de recogida y utilización de la inteligencia, porque tendremos menos socios y seremos menos efectivos si se implanta una percepción de que estamos vigilando a ciudadanos normales.

«EE.UU. no apoya simplemente la estabilidad o la ausencia de conflicto, no importa el coste. Apoyamos la paz más duradera que solo puede existir mediante la oportunidad y la libertad para la gente en todas partes.»

El contraste con JFK

Muchos pueden haber puesto los ojos en blanco cuando escucharon el intento de Obama de disociarse de la escandalosa conducta que ha ocurrido durante sus más de cinco años como presidente. Y su estocada contra el alza de la retórica no llegó a la marca establecida por el presidente John F. Kennedy cuando pronunció el que fue posiblemente su mejor discurso en la American University el 10 de junio de 1963, declarando:

«¿De qué clase paz estoy hablando y qué clase de paz buscamos? No una Pax Americana impuesta al mundo por las armas de la guerra de EE.UU. No la paz de la tumba, o la seguridad del esclavo. Estoy hablando de la paz auténtica, el tipo de paz que hace que valga la pena vivir en la tierra y el tipo de paz que posibilita que los hombres y las naciones crezcan, tengan esperanzas y construyan una vida mejor para sus hijos, no solo la paz para los estadounidenses sino para todos los hombres y mujeres, no solo paz en nuestros días sino paz para siempre.»

Kennedy reconoció que su llamado a esta seria búsqueda de la paz sería desdeñada por los cínicos y los belicistas como irreal e incluso peligrosa. La Guerra Fría estaba cerca de su punto álgido cuando Kennedy habló. Pero estaba determinado a cambiar el marco del debate de política exterior, lejos de la interminable baladronada del militarismo:

«Hablo de paz, por lo tanto, como el fin necesario, racional, de hombres racionales. Me doy cuenta de que la búsqueda de la paz no es tan dramática como la búsqueda de la guerra y de que frecuentemente las palabras de los que la buscan caen en oídos sordos. Pero no tenemos una tarea más urgente…

«Demasiados entre nosotros piensan que es imposible. Demasiados piensan que es quimérica. Pero esa es una creencia peligrosa, derrotista. Lleva a la conclusión de que la guerra es inevitable, de que la humanidad está condenada, de que estamos en manos de fuerzas que no podemos controlar. No tenemos que aceptar ese punto de vista. Nuestros problemas son creados por el hombre, por lo tanto, pueden ser resueltos por el hombre. Y el hombre puede ser tan grande como quiera ser. Ningún problema del destino humano está más allá de los seres humanos.»

Y entonces, se puede decir que lo hizo con las palabras más importantes que haya pronunciado, Kennedy dijo: «Porque en definitiva, nuestro más básico vínculo común, es que todos habitamos este pequeño planeta. Todos respiramos el mismo aire. Todos llevamos en el corazón los futuros de nuestros hijos. Y todos somos mortales.»

En su época también Kenedy se enfrentó a los poderosos halcones belicistas que querían limitar su visión de un sistema internacional que reconociera los intereses legítimos de otras naciones y sus pueblos. Pero Kennedy también desplegó valerosamente su retórica para aplastar el estrecho marco del reduccionismo de la Guerra Fría.

Al contrario, Obama aceptó el ínfimo marco formado por los todavía poderosos neoconservadores del Washington oficial; simplemente trató de maniobrar para conseguir un poco más de libertad de movimiento.

El periodista de investigación Robert Parry reveló muchas de las historias de Irán-Contra para The Associated Press y Newsweek en los años ochenta. Su nuevo libro es: America’s Stolen Narrative.

Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article38636.htm

rCR