El gobierno de Obama contrató este año, por 145 millones de dólares, a una filial de Elbit Systems -la empresa israelí que levantó el muro en Cisjordania- para que refuerce la vigilancia.
El muro de Berlín cayó hace 25 años, la Guerra Fría terminó con él, pero la muralla antiinmigrantes en Estados Unidos se agranda cada vez más y la frontera con México se recalienta. La idea de ampliar y hacer más sofisticado el sistema de control en los 3200 kilómetros que separan a los dos países es un tema que se repite. A una propuesta reciente del legislador republicano Mark Sanford para tapiar toda la frontera, el secretario del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) de EE.UU., Jeh Johnson, le respondió la semana pasada: «Si construyo un muro de 15 pies de altura, alguien va a construir una escalera de 16 pies». Como fuere, su área contrató este año por 145 millones de dólares a una filial de Elbit Systems -la empresa israelí que levantó el muro en Cisjordania y aisló a la población palestina- para que refuerce y vigile el perímetro que tanto preocupa al gobierno de Barack Obama.
La adquisición de tecnología a uno de los mayores fabricantes internacionales de productos electrónicos de defensa se veía venir. El antecedente de Elbit en Cisjordania, cuya casa matriz está en Haifa y emplea a 11 mil personas en el mundo, pesó para monitorear la extensa frontera. La información del contrato fue publicada en marzo por el diario sobre temas de seguridad de EE.UU., Homeland Security News Fire, y replicada en muy pocos medios de Latinoamérica. El sistema que empleará la compañía se denomina Proyecto Torre Fija Integrada (IFT, por sus siglas en inglés), y está equipado con cámaras de alta sensibilidad y radares.
Según publicó la agencia de noticias Bloomberg en aquel momento, el contrato inicial de Elbit podría ampliarse a «1000 millones de dólares si la legislación para reescribir las leyes de inmigración de los EE.UU. es aprobada por el Congreso y ayuda a financiar la expansión del proyecto en el suroeste del país». La primera contratación había quedado en manos de la empresa Boeing, allá por 2006. Pero el sistema de vigilancia electrónico resultó demasiado oneroso. Por cubrir apenas 85 kilómetros de los 3200 de fronteras comunes con México, los contribuyentes en Estados Unidos pagaron un billón de dólares.
Ahora, el funcionario Johnson declaró contra aquel desembolso y la propia ampliación del muro, que como todos los que se mantienen hasta hoy, manchan la conciencia de los pueblos: «Mi recomendación es que el uso más eficiente y efectivo de nuestros recursos es una estrategia basada en riesgos. No creo que construir un muro en toda la frontera suroeste sea un uso apropiado de recursos de los contribuyentes».
Elbit, pese a estas declaraciones del secretario del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) de EE.UU., avanza con su sistema de vigilancia en la frontera llamado IFT. Pero asimismo, continúa con sus recomendaciones a aquel organismo para que diversifique sus controles antiinmigrantes.
Le ha ofrecido una combinación de sensores de radar, sensores electro-ópticos, sensores de tierra sin supervisión, vehículos de tierra con o sin tripulación y lo que sería la vedette de un futuro contrato ampliado, los drones. Esos mismos aparatos que usados con fines bélicos, causaron estragos en la Franja de Gaza durante los últimos bombardeos de Israel. En Australia, el 15 de agosto pasado, un grupo de manifestantes pro-palestinos se subió al techo de una filial de Elbit Systems en Melbourne, con un enorme cartel que denunciaba: «Los drones de Elbit matan niños en Gaza». Seis de ellos terminaron presos.
El poder expansivo de la empresa no se ha detenido, pese a que entidades financieras como el Deutsche Bank, el Fondo Noruego de Pensiones, y Folksam (el mayor administrador de activos en Suecia) decidieron excluirla de sus inversiones o las vendieron, por el trabajo que cumplió en el muro de Cisjordania, declarado ilegal en julio de 2004 por decisión de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya. Israel nunca acató ese fallo no vinculante.
Al Departamento que dirige Johnson poco podían importarle esos antecedentes de la compañía creada en 1966, que tiene varias subsidiarias y provee elementos de defensa electrónica, como también construye sofisticadas cercas de seguridad antiinmigrantes. Sólo en Estados Unidos, por medio de su vinculada Elbit Systems of América (ESA), tiene fábricas en Forth Worth, Texas; Talladega, Alabama; Merrimack, New Hampshire; Tallahassee, Florida; McLean, Virginia y San José, California. La tecnología israelí de punta al servicio de su principal socio político y comercial en el mundo.
Johnson, además de los graves problemas que debe resolver en el borde sur de EE.UU., también está empeñado en filmar al personal de Aduanas y Protección de Fronteras con cámaras portátiles que servirán para detectar posibles delitos de sus agentes. Numerosas denuncias de abusos motivaron que también se los vigile, aunque por ahora, no con el celo que se hace en las fronteras.
El sindicato que representa a la mayoría de los 21 mil agentes que patrullan los límites de EE.UU. se quejó por el costo de las cámaras y el efecto que podrían causar en el desempeño de sus afiliados si sus vidas corren peligro. Sin embargo, desde 2010 y hasta febrero de 2013, mataron a 21 inmigrantes. El experimento comenzará en octubre en un estado: Nuevo México. En los últimos veinte años se calcula que 9 mil personas murieron en una de las fronteras más controladas del mundo. Los mexicanos eran mayoría.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-255814-2014-09-22.html