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Con Obama, más promesas que cambios

Fuentes: Página 12

Si bien puso fin a las guerras de Irak y Afganistán, no cerró la polémica cárcel de Guantánamo, mantuvo el uso de aviones no tripulados y espió a líderes del mundo. Su promesa de reforma migratoria sigue pendiente.

Barack Obama cumple cinco años como mandatario de Estados Unidos. El hombre que aquel 20 de enero de 2009 llegó a la presidencia de la potencia mundial augurando esperanza y cambio, prometió en su discurso del pasado viernes poner límites al controvertido espionaje que lleva adelante la Agencia Nacional de Seguridad (NSA). El desencanto no tardó en llegar luego de aquellas promesas.

Obama criticó en 2007 al gobierno de su predecesor George W. Bush por hacer una ponderación equivocada «entre la libertad que valoramos y la seguridad que pedimos». Sin embargo, tiempo después no volvió a cuestionar la constitucionalidad del espionaje masivo. Y esa forma de actuar se convirtió casi en un modelo durante sus cinco años al frente del Ejecutivo: a un argumento le sigue un contraargumento; a una de cal, otra de arena. Por un lado destaca la importancia de la esfera privada como uno de los valores más preciados de la democracia; por otro parte considera que Estados Unidos, al ser la única superpotencia del mundo, tiene obligaciones especiales en la lucha contra el terrorismo que requieren medidas excepcionales. Mientras prohíbe que se torture a sospechosos de terrorismo, continúan los bombardeos con aviones no tripulados (drones). Los activistas de derechos humanos consideran que Obama es, sobre todo, un hombre de grandes palabras, como cuando el año pasado dijo que ya no llevaría a cabo una guerra global contra el terrorismo sin límites.

Desde entonces, esas palabras parecen eliminadas de su vocabulario y no tomó medidas al respecto. Es cierto que puso fin a las guerras de Irak y Afganistán, pero también lo es que por el descalabro financiero en Estados Unidos no le quedaba otra alternativa que dar marcha atrás en la escalada bélica. Y es que el leitmotiv de la política del demócrata parece ser un pragmatismo cada vez mayor. «No soy especialmente ideológico», dijo una vez, algo que decepcionó a muchos seguidores que esperaban que arriesgara algo cuando en aquella mágica noche electoral en Chicago, en noviembre de 2008, vociferó ante su auditorio: «Ha llegado el cambio a América». Y cuando en la noche de su reelección volvió a proclamar: «Lo mejor está por venir».

En lugar de eso, Obama parece haber reaccionado sólo a fuerza de los acontecimientos. Algo que parece no gustarles del todo a los estadounidenses, pues ahora cuenta con una popularidad del 42 por ciento de la población. En Washington es criticado por haberse convertido en un funcionario sin capacidad de acción, un dirigente que se mostró tan combativo al inicio de su segundo mandato y que actualmente aparece un tanto dócil.

«El presidente de Estados Unidos no es el gran emperador del mundo, sino sólo un hombre», señaló Obama en una entrevista con la televisión alemana ZDF. El optimismo cada vez menor que despierta el mandatario no sorprende a muchos. Y es que en un año ha protagonizado varios fracasos: no pudo endurecer la ley de armas; su reforma de la inmigración -quizá su última oportunidad de dejar una herencia política progresista en el país- se encuentra atascada en un Congreso dividido por demás; el tan esperado comienzo de la reforma sanitaria estuvo plagado de tropiezos; y, en el plano internacional, se vio obligado a dar marcha atrás en su amenaza tantas veces anunciada de atacar al régimen sirio de Al Assad.

Tampoco cosechó demasiadas victorias en Medio Oriente; Guantánamo sigue ahí, como siempre; y la disputa financiera con los republicanos escaló hasta provocar un cierre forzado de la administración que sólo pudo solucionarse con un presupuesto sin demasiadas ideas. Más aún, el escándalo de la NSA lo empujó a una crisis de confianza con sus aliados. Pero también es cierto que los críticos suelen olvidar sus «logros»: bajo su liderazgo el país superó la crisis económica más grave en ocho décadas; con Rusia cerró un nuevo acuerdo de desarme y su reforma sanitaria es la mayor ley social desde hace mucho tiempo en la historia del país. Sin contar con la apertura social que se está dando en el país: cada vez más estados permiten el matrimonio homosexual, legalizan la marihuana o luchan por la protección medioambiental y de los consumidores y por una mayor igualdad para las mujeres.

Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-238086-2014-01-20.html