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Tercera crónica de la delegación de Izquierda Anticapitalista en Túnez

Continuar la lucha para resistir la amenaza del Gatopardo

Fuentes: anticapitalistas.org

Tras su autodisolución hace dos días decidida por sus propios ocupantes, la Kasbah amaneció hoy pintada de un pulcro blanco bajo el que aún se intuían las decenas de pintadas y eslóganes fruto de la creatividad popular autogestionada que la habitó durante semanas. El ímpetu de las autoridades por ordenar y limpiar este espacio se […]

Tras su autodisolución hace dos días decidida por sus propios ocupantes, la Kasbah amaneció hoy pintada de un pulcro blanco bajo el que aún se intuían las decenas de pintadas y eslóganes fruto de la creatividad popular autogestionada que la habitó durante semanas. El ímpetu de las autoridades por ordenar y limpiar este espacio se inserta en su más amplio y obsesivo llamamiento a la población en lucha para que vuelva a la ‘normalidad’ y al trabajo. Una vez derrocado el dictador, dicen, ahora toca esperar a las elecciones a la Asamblea Constituyente del 24 de julio, poner fin a las huelgas y ocupaciones de fábricas y retomar la senda del crecimiento económico que atraiga de nuevo al turismo internacional y a las inversiones extranjeras dentro del futuro marco democrático.

En nuestro último día, completamos esta primera y breve toma de contacto con la experiencia revolucionaria tunecina conociendo de primera mano a otros de sus protagonistas. Queremos saber hasta qué punto consideran que el salto dado en los dos últimos meses es efectivamente suficiente o si, por el contrario, deberían profundizarse las reivindicaciones y el horizonte de acción; qué posibilidades y límites ven en la cita del 24 de julio; qué reformas concretas pretenden exigir o llevar directamente a cabo en el corto plazo.

Bakhta El Cadhi, militante feminista y activista política de la Asociación Tunecina de Mujeres Demócratas (ATFD) trabaja para que la lucha feminista sea central en el actual proceso de cambio en Túnez frente a quienes pretenden esperar al fin de la revolución para abordar la igualdad entre hombres y mujeres. Aunque sobre el papel la Constitución todavía vigente siempre fue considerada una de las más avanzadas en lo que respecta a las cuestiones de género, en la práctica las mujeres tunecinas han seguido subordinadas a la misma lógica patriarcal a través de un Código del Estatus Personal construido en torno a la figura del ‘jefe de familia’, siempre conjugado en masculino. Es por ello que el contexto actual, y más concretamente el proceso constituyente abierto a partir del próximo 24 de julio, representa una oportunidad decisiva para integrar un enfoque feminista en esta nueva legalidad que abra al fin las puertas a la presencia y participación en la vida pública de todas las mujeres, especialmente las jóvenes.

Y para ello, Bakhta considera primordial apostar decididamente por la laicidad como garante de la escrupulosa separación de las esferas de la política y de la religión. «Si la religión entra en la vida política, reprime la Democracia», nos dice mientras ve con desconfianza el intento de algunos sectores islamistas de introducirse en la última ocupación de la Kasbah, así como los acuerdos tácticos a los que éstos están llegando con el Comité Nacional de Protección de la Revolución y a los que la mayoría de la ATFD se opone.

Para ella, frente a la monotonía y extenuación de las dobles jornadas de las mujeres, la revolución ha traído consigo el deseo de sacar tiempo de donde lo haya para dedicarlo a construir un nuevo mundo. Y para que estas energías y esperanzas de cambio no se construyan sobre heridas sin cerrar, han lanzado una Comisión de la Verdad autónoma y alternativa a la oficial para investigar los crímenes de la dictadura de Ben Ali. Una memoria histórica escrita en femenino plural.

Por la tarde, atravesamos de nuevo la Avenida Bourguiba, sembrada aún de alambradas, tanques del ejército, agentes de la policía, transeúntes y algún que otro curioso, para entrevistarnos con varios militantes políticos a las afueras de Túnez. Nizar Amami, portavoz de la Liga de la Izquierda Obrera (IVª Internacional, Túnez) y dirigente sindical insiste en el papel del sindicalismo, y más ampliamente de las luchas obreras de los últimos años, como factor aglutinador y ‘politizador’ de las numerosas reivindicaciones sectoriales inconexas que, no sólo en la esfera del trabajo, se venían dando a lo largo de los últimos años en Túnez. La salida de Ben Alí el 14 de enero durante la jornada de Huelga General es para él el mejor ejemplo de ello.

Nizar cree que la izquierda debe seguir agitando y manteniendo la tensión en la calle, en los barrios auto-organizados o en las fábricas ocupadas para impedir que los elementos ‘reciclados’ del antiguo régimen aprovechen los cuatro meses que quedan hasta las elecciones a la Asamblea Constituyente del 24 de julio para recuperar fuerzas. Mantener la conflictividad social, profundizar en las reivindicaciones económicas y atacar la dependencia con el capital exterior (a través de la deuda pública externa o los Acuerdos de Asociación firmados con la Unión Europea) es, según Nizar, la mejor manera de evitar que el proceso revolucionario se limite al advenimiento de un sistema democrático liberal de corte occidental, donde las condiciones materiales de existencia o la propiedad y control de los medios de producción queden excluidos. Antes de terminar, nos advierte del carácter novedoso de estas revoluciones árabes, para las que muchos de los modelos clásicos de análisis y actuación quedan obsoletos.

En este encuentro también está presente Fathi Chamkhi, una de las caras más visibles de la revolución tunecina. Militante al igual que Nizar de la Liga de la Izquierda Obrera, fue durante años preso político de la dictadura de Ben Ali y actualmente es el portavoz de RAID ATTAC CADTM Túnez, además de miembro del Consejo Nacional de la Protección de la Revolución y representante internacional del Frente 14 de enero. Fathi ha pasado la última década participando activamente en el movimiento altermundialista, empapándose de las nuevas formas de acción colectiva surgidas de los Foros Sociales, de la horizontalidad y la democracia participativa. Todo esto le ha servido, según nos cuenta, para ganar en ‘modestia revolucionaria’ y desconfiar de cualquier guía o modelo preestablecido, ya vengan de la izquierda o del nasserismo.

A Fathi le preocupa que la oportunidad de ruptura con la legalidad del régimen de Ben Ali que supone la Constituyente del 24 de julio termine siendo un cortafuegos para la revolución, un freno a la toma del poder de las masas o simplemente una estratagema del poder para ganar tiempo mientras desactiva las movilizaciones populares desviando el debate hacia cuestiones más ‘técnicas’ (por no decir ‘tecnócratas’) tales como la ley electoral o los posibles sistemas de representación, en las que el pueblo que irrumpió en masa en la escena política tendría muchas menos posibilidades de participar. Para él, hoy día en Túnez «no se puede plantear la cuestión social sin ligarla a la dependencia del capital internacional. Hablar de reformas democráticas o del 24 de julio sin tener en cuenta estas dos cuestiones es hacer una separación peligrosa». Por eso no hay que tener miedo de ser minoritarios hoy defendiendo la cuestión social, ya que según él «será así como seremos mayoritarios en el medio plazo. Lo que importa ahora son las luchas sociales».

Pero, independientemente de los caminos que tome o los resultados que finalmente se obtengan, Fathi se muestra muy esperanzado por el proceso de cambio abierto en Túnez. «La revolución da miedo a los ricos, y eso me encanta. Que prueben un poco de lo que vivimos los pobres a diario. Nadie nos quitará ya el gusto de darle una patada en el culo al sistema».

Daniel Bensaïd solía decir que la revolución siempre es inesperada: llega cuando todavía no se la espera o cuando ya no se la espera. Las revoluciones del mundo árabe son una contra-ofensiva en toda regla de los pueblos de una zona del mundo olvidada y marginalizada durante años, incluso por muchos revolucionarios. De una región de la que ya no se esperaba nada o a la que se consideraba todavía demasiado ‘atrasada’ y ‘dormida’ como para esperar algo. Parece pues lógico que esa patada en el culo despierte tantas alegrías entre sus protagonistas.

La revolución tunecina ha abierto una fisura en el tiempo homogéneo, repetitivo y sin horizonte que caracterizaba al antiguo orden de Ben Ali (y a tantos otros más cercanos para nosotros y no tan antiguos…). Cae sobre él como un relámpago, como diría Santi Alba Rico. De los momentos que siguen a esta irrupción depende que por esa brecha pase finalmente un mundo nuevo o que todo cambie para que todo siga igual. En Túnez, la partida está hoy completamente abierta. La revolución y la contrarrevolución están en marcha. Los desafíos de siempre están ahora aquí en juego, aunque aparezcan bajo formatos novedosos y actores propios. De nuestra capacidad para adaptarnos a ellos, de despojarnos de nuestros modelos pre-establecidos o de asumir la naturaleza siempre inesperada e incierta (y por ello apasionante) de los procesos revolucionarios dependerán nuestras posibilidades de apoyar, entender y aprender de las esperanzas transformadoras que llegan desde este rincón del mundo.

Lejos de pretender obtener en tan sólo unos pocos días un cuadro exhaustivo de los actores y procesos que están interviniendo en la revolución tunecina, la razón de ser de esta delegación internacional de Izquierda Anticapitalista era y finalmente ha sido conocer en persona a algunos de sus protagonistas y a los desafíos a los que se enfrentan para organizar mejor nuestra solidaridad con este movimiento, trasladar esta lucha al plano internacional en el que se inserta y dejarnos impregnar por la revuelta allí donde ésta se desarrolle. Si la tarea de cualquier revolucionario es hacer la revolución, Túnez es hoy una escuela imprescindible para ello. Ojalá os hayamos trasladado al menos una porción de las utopías en acción que recorren esta tierra. La revolución tunecina avanza y, mientras tanto, nos mira a los ojos y nos grita: ‘nosotros ya estamos haciendo nuestro trabajo; y vosotros, ¿a qué esperáis?’.

http://www.anticapitalistas.org