La carta de siete militares a punto de regresar de Irak contra la política de la Casa Blanca en el país árabe, los calificativos «frustración» y «decepcionante» empleados por Washington para referirse al Gobierno de Nuri al Maliki y las peticiones de cese del primer ministro han puesto de manifiesto las cada vez mayores discrepancias […]
La carta de siete militares a punto de regresar de Irak contra la política de la Casa Blanca en el país árabe, los calificativos «frustración» y «decepcionante» empleados por Washington para referirse al Gobierno de Nuri al Maliki y las peticiones de cese del primer ministro han puesto de manifiesto las cada vez mayores discrepancias existentes respecto a la estrategia estadounidense en el país árabe.
«Contrainsurgencia es, por definición, una pugna entre insurgentes y contrainsurgentes por el control y el apoyo de la población. Creer que los estadounidenses, que como fuerza ocupante hace tiempo que no son bienvenidos, pueden ganarse a una población local recalcitrante es una fantasía», aseguran seis sargentos y un especialista de la Marina pertenecientes a la 82ª División Aerotransportada destinada en Irak en una carta publicada en el diario «The New York Times» -y recogida el miércoles por varios rotativos-.
La difusión de esta misiva a este lado del Atlántico coincidió con la muerte, ayer en Irak, de catorce soldados de EEUU cuyo helicóptero se estrelló, según el mando militar de las fuerzas ocupantes, debido a un fallo mecánico. Según el último recuento de AFP, con éstos son ya 3.719 los soldados estadounidenses y personal adjunto muerto en el país árabe desde el 20 de mazo de 2003, de un total de 4.012 efectivos muertos de la fuerza multinacional invasora. Desde esa fecha, según la web de Irak Body Count, han muerto al menos 70.180 civiles, mientras que las fuerzas de seguridad iraquíes han perdido al menos a 12.000 efectivos.
Los firmantes de la carta, que califican de surrealista el debate político en Washington sobre los supuestos avances en el país árabe, explican que «el espacio de batalla está repleto de actores que no se pueden encasillar» y que «la situación es más compleja por la dudosa lealtad de la Policía y el Ejército iraquíes que hemos entrenado con el dinero de los contribuyentes».
En este sentido, aseguran que «operamos en un contexto de enemigos decididos y aliados poco fiables», por lo que consideran «una retórica engañosa» que desde el Pentágono y el Capitolio se afirme que buena parte de los militares iraquíes son «socios de confianza».
«Confusión» e «impaciencia»
Dicen que «aunque tenemos la decisión y los medios para luchar, nuestra capacidad de acción es limitada porque la realidad sobre el terreno requiere medidas que rechazamos (matar)» y reiteran que la población les percibe como una fuerza de ocupación que «ha fracasado».
En su carta se refieren al proceso político iraquí e indican que los objetivos fijados para la reconciliación generan «impaciencia» y «confusión», por lo que piden a los legisladores de su país que adopten políticas congruentes con la realidad.
Subrayan que «tras cuatro años de ocupación, hemos fracasado en cada promesa, mientras que hemos sustituido la tiranía del partido Baaz por la tiranía islamista, la de la milicia y la de la violencia criminal». Critican que la Administración Bush pretenda que el Gobierno de Irak corrija los tres grandes errores cometidos por los estadounidenses: la desbaazificación, la disolución de las Fuerzas Armadas y la creación de un excesivo sistema federal.
Sin embargo, otras voces no coinciden con esta visión. El senador demócrata y presidente del Comité de las Fuerzas Armadas en el Senado, Carl Levin, aseguró el martes que el Parlamento iraquí debería expulsar al primer ministro, Nuri al Malili, y sustituir su Gobierno por otro «menos sectario y que trabaje más por la reconciliación».
Mencionó la «gran frustración» por la falta de acción del Ejecutivo colaboracionista, aunque matizó que EEUU no puede dictar quién gobierna Irak, olvidando la larga lista de intervenciones militares en otros países.
El mismo día, el embajador de EEUU en Irak, Ryan Croocker, reconoció que los progresos en asuntos políticos en el país árabe son «muy decepcionantes».
También el presidente de EEUU, George W. Bush, señaló que «hay cierto nivel de frustración por el liderazgo en general, su capacidad para trabajar, reunirse, aprobar una ley sobre los beneficios del crudo o celebrar elecciones provinciales». «La cuestión fundamental -dijo- es si el Gobierno responderá a las demandas de la población».
El primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, no tardó en responder. Subrayó que nadie tiene derecho a imponerles calendarios y advirtió que su país puede encontrar amigos en otra parte». A su juicio, «quienes hacen ese tipo de comentarios están molestos por nuestra visita a Siria».
Bush, no obstante, dio ayer marcha atrás por sus palabras de la víspera y, además de pedir paciencia a los estadounidenses en relación a la guerra en Irak, reiteró su apoyo a Al Maliki.