El lema de la campaña socialdemócrata estadounidense está sabiéndose captar las adhesiones de muchas más personas que su electorado habitual y si esa tendencia crece la derrota de los mal-llamados «republicanos», de Bush y sus halcones, estará garantizada. Eso no nos sumirá en un mundo idílico, ni mucho menos, ya que los kerryanos son tan […]
El lema de la campaña socialdemócrata estadounidense está sabiéndose captar las adhesiones de muchas más personas que su electorado habitual y si esa tendencia crece la derrota de los mal-llamados «republicanos», de Bush y sus halcones, estará garantizada. Eso no nos sumirá en un mundo idílico, ni mucho menos, ya que los kerryanos son tan capitalistas como sus opuestos, aunque banalizan la explotación del prójimo con fuertes dosis de humanitarismo.
Ahora bien al igual que en España se perfiló recientemente la coyuntura que obligó a muchos ciudadanos a recitarse como un mantra «cualquier cosa menos Aznar» y votar al PSOE o en las elecciones de 2002, con la mano en la nariz, se forzaron muchos franceses a votar a Chirac para que Le Pen (1) no pasase a la segunda vuelta de esas elecciones, ahora en Estados Unidos de lo que se trata es de que Bush no consiga renovar su imperial y cruento mandato por otros cuatro años.
En términos generales hay que defender ser firme en los propios ideales y no ceder a chantajes de los garbanzos ni presiones de cualquier índole, pero en términos coyunturales la funesta doctrina de lo menos malo; cuando el sistema electoral y el mundo están tan mal hechos que no se puede elegir lo mejor, lo bueno, lo que realmente cambiaría las cosas de raíz y no de maquillaje, entonces y sólo entonces resulta válida una excepción al movimiento que conforma la personalidad equilibrada de un ser humano libre e igualitario.
«Cualquier cosa menos la sopa» diría Mafalda y con ello no se le garantizaría un manjar, ni siquiera un bocado digno y decente, tan sólo se le apartaría la odiosa sopa de la vista y podría llevarse a la boca otro alimento, no el que más le gusta, pero tampoco el que menos. Esa lógica del mal menor es la que ha arrebatado mucha fuerza a la izquierda real, de ella se aprovechan los progres que recogen de boquilla toda propuesta surgida a su izquierda y todo movimiento que les rebasa por la izquierda para hacerla suya en la propaganda y nunca en la práctica. Así ha ocurrido con la idea de la Renta Básica, subversiva para el sistema que defienden pero, tan atractiva, que hubieron de incluirla como propuesta a alcanzar en el programa ideológico de su 35 Congreso (2). Así ocurre con artistas, intelectuales y cantantes cuando son captados por la maquinaria editorial o la industria del espectáculo que detentan los capitalistas moderados. Esas prácticas de absorción, aunque falsarias y mentirosas, les hacen ganar votos y perderlos a Izquierda Unida, con lo cual la crisis de ésta última parece convertirse en crónica y su aislamiento permanente. Si me dan a elegir entre Bush o Kerry me quedo con el segundo, si me dan a elegir entre Aznar o Zapatero me quedo con el segundo, si me dan a elegir entre sopa de mierda o patata rancia, ¡qué le vamos a hacer! Si tengo hambre me comeré la patata rancia. Así funciona la lógica de lo menos malo dentro de un sistema cuyas estructuras fundamentales no se piensa en modificar en absoluto, así es como se puede entender que la mayoría de los estadounidenses sean obesos y sin embargo tengan mucha hambre.
Dicho todo lo antecedente, no desconociendo los males que aquejan a lo menos malo frente a lo peor, el caso estadounidense actual con Bush, como lo fue el español con Aznar, tiene una buena bandera, ese lema de «Cualquier cosa menos Bush». Pero me temo que ocurra como en nuestro país y que, si se consigue expulsar a Bush de la silla de mandarín imperial se olvide luego que el segundo paso, sin el cual de poco habrá servido el primero y que consiste en un lema subsiguiente: «Cualquier cosa menos capitalismo», «cualquier cosa menos la explotación del hombre por el hombre» o como dijeran algunos miembros de una generación de filósofos lúcidos, postmodernos de izquierdas, cuyo último gran representante (Jacques Derrida) acaba de morir: «Socialismo o barbarie».
¿Habrá luego gente que se acuerde?
Notas:
(1) Neofascismo en Europa y efecto Le Pen: las elecciones de Francia 2002
http://www.rebelion.org/internacional/royo120602.htm
(2) «87. Nuestro objetivo, y nuestra propuesta, será hacer realidad una Renta Básica de Ciudadanía, es decir, garantizar unos ingresos mínimos para todos los ciudadanos con carácter universal e incondicional, que se constituya como el mínimo vital de subsistencia que toda persona o familia necesita para vivir» (Texto: Ciudadanía, Libertad y Socialismo. Conferencia política. Punto 87. Manifiesto hecho público por el PSOE a través del diario El País, en su versión Digital, del 2 de julio de 2001). Se propone la Renta Básica de manera puramente demagógica y captadora de votos; puesto que en modo alguno proponen los necesarios cambios estructurales en la economía que pudieran hacerla viable. Si nos atenemos a la situación dada para llevar adelante la Renta Básica, no se podría financiar sin un cambio de sistema, pues a un millón de pesetas (para que nos entendamos no lo doy en euros) anuales por ciudadano (0,5 para los menores de 16) serían necesarios más de 30 billones anuales, en un país en que el PIB asciende a 100 billones y los ingresos por IRPF representan 6 billones de pesetas. Obviamente para nacionalizar indirectamente el 30% de la producción habría que realizar modificaciones importantes en la estructura de la economía, impuestos incluidos, combinando la renta básica con novedades como la Tasa Tobin, pero eso no resulta posible desde quienes, al modo de Fritz Lang en Metrópolis, han renunciado a la lucha de clases y hablan de la complementariedad entre el Estado y el Mercado, lo que en otro tiempo se vendía como la amistad entre el obrero y el patrono proporcionada por el Sindicato Único del Movimiento fascista santificado por la Iglesia vaticana.
Hasta ahora en España es el gobierno vasco el único que ha implantado una «Renta Básica para los inmigrantes» en las regiones de su competencia, sin tampoco abordar los cambios estructurales necesarios para que se pueda hacer efectiva esa buena medida:
A este respecto Véase: Iñaki Uribarri
http://www.hika.net/zenb140/H14023.htm
La Renta Básica Vasca no es convincente, pero al menos es un comienzo real (y no vana palabrería) y un paso más allá de la «renta básica ciudadana» a medio camino hacia la «renta digna para cada ser humano».