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[Crónicas sabatinas] Contra la ruptura del demos común; por la fraternidad... y ligeros de equipaje

¿De verdad que es justo y razonable -e incluso «revolucionario» según algunos- aspirar a construir un muro-Estado que nos separe de gente amiga, fraternal y solidaria?

Fuentes: Rebelión

«¿Qué es lo más importante para la historia del mundo? ¿El Talibán o el colapso del imperio soviético?» E s la respuesta de quién fue el asesor de seguridad del presidente Jimmy Carter, Zbigniew Brzezinski, a la pregunta de Le Nouvel Observateur (21 de enero de 1998) sobre las atrocidades que cometen los yihadistas de […]

«¿Qué es lo más importante para la historia del mundo? ¿El Talibán o el colapso del imperio soviético?» E s la respuesta de quién fue el asesor de seguridad del presidente Jimmy Carter, Zbigniew Brzezinski, a la pregunta de Le Nouvel Observateur (21 de enero de 1998) sobre las atrocidades que cometen los yihadistas de Al Qaeda. Una escalofriante falta de ética de individuos como él que destruyen la vida de millones de personas para alcanzar sus objetivos. En esta entrevista, Brzezinski confiesa otra realidad: que los yihadistas no entraron desde Pakistán para liberar su patria de los ocupantes infieles soviéticos, sino que seis meses antes de la entrada del Ejército Rojo a Afganistán, EEUU puso en marcha la Operación Ciclón el 3 de julio de 1979, enviando a 30.000 mercenarios armados incluso con misiles Tomahawk a Afganistán para arrasar el país, difundir el terror, derrocar el gobierno marxista del Doctor Nayibolá y tender una trampa a la URSS: convertirlo en su Vietnam. Y lo consiguieron. A su paso, violaron a miles de mujeres, decapitaron a miles de hombres y provocaron la huida de cerca de 18 millones de personas de sus hogares, casi nada. Caos que continúa hasta hoy. Esta ha sido la piedra angular sobre la que se levanta el terrorismo «yihadista» y al que Samuel Huntington dio cobertura teórica con su «choque de c ivilizaciones». Así, consiguieron dividir a los pobres y desheredados de Occidente y de Oriente, haciendo que se mataran en Afganistán, Irak, Yugoslavia, Yemen, Libia y Siria, confirmado la sentencia de Paul Valéry: «La guerra es una masacre entre gentes que no se conocen, para el provecho de gentes que si se conocen pero que no se masacran«.

Nazanín Armarian (2017)

Un par de preguntas más: una sociedad fuerte, ¿puede correr peligro de ruptura en el rincón menos sospechado, el de las creencias? Un Estado que ha realizado unos recortes sociales fabulosos y que tiene, históricamente, serios problemas en la inclusión de minorías, ¿puede garantizar una cohesión social no sustentada en la unidad esa que claman los medios y los políticos? La Autonomía que inició, antes y con mayor brutalidad, los recortes, y que los inició suprimiendo el PIRMI –una paga social, fundamentalmente para inmigrantes; al hacerlo se recalcó que eso se hacía, precisamente, porque eran emigrantes, unos vividores y bla-bla-bla–, ¿tiene algo que aportar a la cohesión social que no pase por la unidad institucional de marras?

Guillem Martínez (2017)

 

La calle más alegre del mundo, la calle donde viven juntas a la vez las cuatro estaciones del año, la única calle de la tierra que yo desearía que no se acabara nunca, rica en sonidos, abundante de brisas, hermosa de encuentros, antigua de sangre: Rambla de Barcelona.

Federico García Lorca

Es una ciudad [Barcelona] magnífica, la primera de España, sin ningún género de dudas. He notado también una cosa curiosa: que Barcelona se parece mucho más a Paris o a Sevilla que no a Madrid. Puede decirse que Madrid es una capital, mientras Barcelona es una ciudad de veras (…) Como a través de un cristal, coloreado y no del todo transparente para mí, la lengua catalana, donde yo creo sentir la montaña, la campiña y el mar, me deja ver algo de estas mentes iluminadas, de estos corazones ardientes de nuestra Iberia.

Antonio Machado

No hace falta explicar las citas de hoy; tampoco la fotografía. Es casi seguro que Antonio Machado sentiría y pensaría el Madrid de 2017 en términos muy diferentes.

Intento ser breve aunque no es fácil. Como preámbulo, algunas reflexiones de estos últimos días. Pueden saltárselas si así lo estiman, espero que no (y en ningún caso caso la primera de ellas), e ir directamente al tema. La frase «Tomo yo ahora la palabra» abre la reflexión propia.

Comparto con ustedes una reflexión del profesor e historiador de la Universidad Autònoma de Barcelona, José Luis Martín Ramos. A mí me ha enseñado mucho. No le interrumpo; es un poco extensa pero vale la pena.

Reduccionismo sociológico es reducir la interpretación de los sucedido estos días en Barcelona y Cambrils a cuestiones como la marginalidad social, las condiciones de barrio, etc y pretender que las políticas de educación social, per se, conducen a la integración y asunción de la ciudadania común, despreciando -este es el punto esencial- el factor ideológico, cultural.

En lo que llamamos, inadecuadamente, terrorismo yihadista, hay en origen una iniciativa ideológica. En el seno del islam es el impulso hacia una orientación progresivamente sectaria de sus corrientes rigoristas; el tema es largo pero podemos remontarlo al wahabismo, finales del siglo XVIII. Es, por tanto, un proceso profundo. Existe dentro del islam una guerra ideológica, una guerra de religión.

Fuera del islam ese conflicto ha sido azuzado por las políticas de potencia, desde la otomana y ahora la turca y la saudí y, sobre todo, ha sido utilizado por la gran potencia del XX, los EEUU. Primero la utilizaron. de la misma manera que utilizaron la identidad cristiana en la guerra fría, en la lucha contra el comunismo. Esa identidad, la cristiana, no les servía en el escenario de Oriente medio, en el mundo musulmán. Por ello decidieron maximizar las disidencias internas contra la izquierda, comunista, baasista o naserista. Apoyaron a los Hermanos Musulmanes e Israel les secundó, utilizándolos contra el movimiento palestino escorado a la izquierda. Israel y EEUU fueron, inicialmente, los grandes valedores de Hamas. En los setenta y ochenta la izquierda árabe fue derrotada y desarbolada, salvo en algunas áreas, y se abrió un vacío ideológico a la contestación contra el imperialismo y el sionismo, también a la respuesta contra la crisis del islam, que ha sido llenado por oleadas de sectarización: de apoyar a los HM, EEUU pasó a potenciar la nueva guerra exterior wahabista en Afganistán, en tiempos de la Unión Soviética. Es una política que tiene contradicciones porque el falso amigo de esas corrientes rigoristas es su principal enemigo; la instrumentalización lleva a un nuevo choque, a la autonomización de los instrumentalizados y a la difusión de un nuevo proceso de exaltación religiosa y política, el penúltimo la propuesta takfirista del Califato que exalta el anuncio del retorno de un nuevo Mahoma.

Esa pulsión ideológica es mucho más fuerte que cualquier descontento sociológico, al memos en los términos actuales. Lo estamos tratando como una anomalía y es algo peor. No se «cura» con atenciones sociales, con propuestas de integración que para el fiel takfirista es el peor pecado, el de la aceptación de la apostasía.

Sus palabras finales: «Esto es más largo y mas complejo, pero espero que se entienda por donde voy. Insisto en una cosa, el vacío ideológico de la derrota y retroceso de la izquierda en el mundo musulmán abre a esos procesos un campo de existencia y crecimiento extraordinario».

Juan Carlos Escudier, en «Los atentados y el procés», comenta que en un momento tan convulso como el actual «todos saben o, al menos, intuyen, que los atentados tendrán consecuencias políticas, que es la otra gran lección del 11-M». De ahí ese juego sutil al que asistimos estos días, «en el que unos intentan demostrar al mundo su mayoría de edad para afrontar una crisis semejante y otros insisten en que la cooperación y la armonía institucional son la única vacuna posible contra el terror. Entre el somos capaces de hacerlo solos y el con nosotros estáis mejor se desarrolla esta soterrada pugna». A ninguna de las partes «le interesa entre tanto romper esta fingida armonía, convencidos de que el primero que guiñe el ojo perderá la partida». Relacionar el procés «con los atentados será miserable pero es justamente lo que ambas partes están haciendo con el pudor necesario para que resulte inadvertido, sostiene Escudier.

En otro orden de cosas, conviene recordar que el fundador de Wiki Leaks, Julian Assange, reveló en una entrevista con el periodista australiano John Pilger un correo electrónico que demuestra que quienes financian al ISIS son los mismos que financian la Fundación Clinton y algo, si cabe, más importante: «el correo fue enviado por Hillary Clinton a su jefe de campaña, John Podesta, donde la entonces candidata a la presidencia de Estados Unidos manifiesta que el actual Estado Islámico es financiado por los gobiernos de Arabia Saudí y Qatar, y no por «algún príncipe canalla» que «utiliza el dinero del petróleo para eso pero que, en realidad, su gobierno no está de acuerdo». Para Assange, de este correo se desprende que «s on los Gobiernos de Qatar y de Arabia Saudita los que han estado financiando al Estado Islámico». El dinero catarí y saudita «está repartido por todas partes, incluyendo muchos medios de comunicación«. También empresas futbolísticas como el París S.G…. y ¡el Barça! ¿Recuerdan qué decían de l as personas crític a s a la vinculación Qatar-Barça? ¿Hemos olvidado las palabras sobre Qatar de Josep Guardiola o de Xavi Hernández?

Para Floren Dimas, o ficial del Ejército del Aire (RT), miembro del colectivo de militares demócratas ANEMOI y vocal de la Asociación Civil Milicia y República (ACMYR), los atentados terroristas son el «efecto boomerang» de las políticas exteriores practicadas por países occidentales como España. «M ientras no se asocie la relación causa-efecto de los atentados yihadistas en nuestro país y en el resto de Europa, con las guerras desestabilizadoras promovidas por Estados Unidos y los países de la OTAN en el norte de África, Oriente Medio y Lejano Oriente, se estará favoreciendo la manipulación de la opinión pública, orientándola hacia posturas islamofóbicas, racistas y xenófobas, aprovechando la acción terrorista para militarizar nuestra sociedad, recortando las libertades públicas -de forma pretendidamente irreversible-, en nombre de la seguridad colectiva». En su opinión, la política exterior española, la diplomática, económica y militar, «no puede continuar estando subordinada al servicio de intereses geopolíticos, ajenos a nuestros intereses nacionales, so pena de continuar siendo objetivo preferente de un terrorismo, que termine por justificar el final de nuestra sociedad democrática».

Ruth Toledano, en el diario.es, ha recordado muy oportunamente que «el rey que visitó la Barcelona atentada por yihadistas es el mismo rey que visitó la Arabia Saudí que los adoctrina y los capta». Felipe VI visitó en los hospitales a los heridos en el atentado de Barcelona y asistió al homenaje a las víctimas que se celebró en las Ramblas, pero ocho meses antes, «visitó en Arabia Saudí al rey Salman, con el objetivo de afianzar las relaciones que su padre Juan Carlos estrechó con el padre de aquel, el rey Abdulá, y ejercer de intermediario diplomático de las empresas españolas que se enriquecerán con la construcción del AVE del Desierto entre Medina y La Meca y con la construcción del metro de Riad». Le acompañaron en aquel viaje dos ministros del actual gobierno, el de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, y el de Fomento, Íñigo de la Serna, y tres secretarios de Estado.

Con su visita, prosigue Toledano, Felipe VI y los enviados del Gobierno esperaban que la petrodictadura comprara a España cinco buques de guerra de Navantia por 2.000 millones, «el mayor negocio de la industria militar de la historia española». España ya había vendido «una enorme cantidad de munición y proyectiles de artillería a Arabia Saudí, armamento que ha utilizado contra Yemen, el país más pobre de Oriente Medio y al que el Gobierno saudí impuso un bloqueo naval que ha impedido la llegada de alimentos y medicinas a una región donde los niños sufren desnutrición severa». Más aún: «Reconocidos y peligrosos yihadistas se pasean libremente entre Yemen y Arabia Saudí, recibiendo apoyo mediático y soporte financiero y militar de ese reino absolutista». Además, Arabia Saudí mantiene «vínculos con organizaciones yihadistas que siembran el terror en Siria, a las que proporciona armas occidentales y recursos económicos». Aunque la petromonarquía dictatorial y obscenamente machista dice luchar contra el Estado islámico, «en Arabia Saudí abundan los imanes fundamentalistas en escuelas coránicas y mezquitas, donde se cuece el wahabismo que fanatiza a jóvenes de todo el mundo y los convierte en terroristas que atentan contra ciudades infieles, como Barcelona».

Guste oírlo o no, concluye Toledano, «hay algo indigno en la visita del rey Felipe y la reina Letizia a las víctimas de este terrorismo». Debían, sin duda, hacer esa visita, va en su cargo, «pero también han debido de considerarlo conveniente para reforzar su endeble posición ante una opinión pública que baja la guardia sensibilizada con el terror, y para compensar su parte de responsabilidad». ¿En qué? En la que tiene que ver «con la vergonzosa amistad entre los Borbones y la dinastía saudí, la que tiene que ver con la vergonzosa tolerancia hacia su violento régimen, basada en puros intereses comerciales, aunque justificada por la riqueza económica común que presuntamente traen esos negocios».

Recuerda Toledano finalmente que «hasta Kichi, el alcalde de Cádiz por Podemos, defendió, frente a la mayoría de su formación política, el acuerdo de Navantia porque generaría miles de empleos en los astilleros de San Fernando. Pero el trabajo, que es un derecho, ha de ser digno también, máxime si se fomenta desde las instituciones».

Un breve regreso al pasado muy cercano. Francesc Valls, en «El callejero del «Capità Collons» (El País, 22 de agosto de 2017), ha comentado que el informe sobre el nomenclátor encargado por la concejala de Cultura del Ayuntamiento de Sabadell, Montserrat Chacon (ERC) «anticipa el mundo feliz que proyecta el sector más rancio del nacional-independentismo». La propuesta, según asegura la regidora, no es vinculante (¡faltaría más!). «Pero por si acaso y ante el revuelo generado, el alcalde de la capital vallesana, el cupaire Maties Serracant, se ha apresurado a enmendar la plana al historiador Josep Abad Sentís -a quien le fue hecho el encargo-, afirmando que no se iba a desposeer a Antonio Machado de su calle por muy español que fuera». La propuesta de Abad Sentís, en opinión de Valls, «parece salida del trabuco del Capità Collons, el mítico Miquel Badia, comisario de Orden Público de la Generalitat que combatió con fiereza a los anarquistas de la FAI, lo que le valió el apodo despectivo. Los faístas lo asesinaron en abril de 1936″. Badia, a buen seguro, «cerraría hoy día filas en torno al diseño del historiador sabadellense o engrosaría la legión de seguidores del Institut Nova Història, ese que dice sin pestañear que Colón, Cervantes, Da Vinci, Américo Vespucio y hasta Hernán Cortes eran súbditos de los Països Catalans». En buena tradición carlista y en comunión con los criterios de la dictadura militar, señala también Valls, «el historiador propone eliminar de la faz de Sabadell a grandes liberales progresistas como el fusilado general Luis de Lacy -conspirador contra Fernando VII- o el ahorcado y luego decapitado Rafael del Riego; sí, el del himno republicano». Uno era andaluz y el otro asturiano». Abad sugiere dedicar diversas vías públicas a militantes locales de Estat Català (Carme Claramunt, Josep Tramunt o Magina Pons) pero, en cambio, «ni rastro de ampliar la nómina por el lado de los muy catalanes sindicalistas y luchadores obreros locales, como Jaume Sallent, Antoni Soler o Enric Mampel, apunta el artículo de Santamaría». Estos últimos estaban dispuestos a romper la armonía del mundo feliz «sin duda, contaminados por ideologías del odio ajenas a Cataluña y promovidas desde el extranjero».

Tomo yo ahora la palabra. Señalo que, según ha comentado Ignacio Álvarez-Ossorio, el 95% de las víctimas del EI son, probablemente, personas de creencias musulmanes y que la mayoría de los «grandes» medios de información-formación-intoxicación mantienen un estudiado silencio «cuando dichas matanzas se perpetran en el mundo árabe e islámico» (en Gaza, por ejemplo, el mismo día que en Barcelona). No entro en los comentarios que se han realizado sobre las 20 horas que tardaron Rajoy y Puigdemont en reunirse tras el atentado. Silencio sobre la » deslumbrante» sugerencia de dirigentes de la ANC, según la cual (debe ser un error mío), las condolencias debían ser enviadas con la estelada, no con la bicolor. Recuerdo las palabras esenciales de Santiago Alba Rico: «La segunda cosa que aún podemos evitar es la de, pensándonos como víctimas, alegrarnos de que a unos chiquillos asesinos no se les apliquen «nuestros valores» (nuestro Derecho) sino que -expresión de algunos periódicos- se les «abata» o se les dé «caza» como a perros» (nada que ver con el oportunismo apologético de «Més per Mallorca»:https://menorca.info/balears/noticias/2017/610061/mes-ensalza-ejemplaridad-mossos-pide-cuerpo-policia-autonomico-propio.html). No comento la línea de demarcación trazada por la presidenta del Parlament de Cataluña, la señora Carme Forcadell, entre los cuerpos de seguridad de aquí… y de allí. Silencio de nuevo sobre los Mossos y su portavoz, pero sorprende la apología acrítica construida estos días, por casi todos los medios, sobre ellos y sus actuaciones, olvidando su pasado más reciente. No comento la política de (ausencia práctica de) control sobre los imanes durante estos años, i ncluy end o aquí a l a s propi as comunidad es musulmana s, ni la sesgada y más que dañina politización de lo que se sabe sobre las comunicaciones entre las policías belgas y españolas. No niego, es imposible, la irritación que causa escuchar las clasificaciones de un conseller de Interior, Joaquim Forn, que ninguna comunidad humana, tampoco la catalana, se merece. Opino que conviene analizar con el máximo cuidado los comunicados de las diversas fuerzas de seguridad, de todas ellas, sin prejuicios propios o ajenos. Conviene no olvidar el sentimiento de rechazo e indignación de la inmensa mayoría de trabajadores magrebíes que conviven con nosotros. No comento el oportunista uso secesionista del «No tinc por» («No tengo miedo»: irreal y algo chulesco) marcadamente orientado por algunas voces hacia el 1-O y hacia lo que haga falta. No hago referencia al cartel institucional, sin firma, convocando a la manifestación: «Barcelona. No tinc por», con letras grandes, y luego una lista de traducciones de la frase en letra más pequeña, menos de la mitad, en alemán, inglés, francés, árabe, chino, etc, y en castellano en el primer lugar de esta lista, por delante de la versión inglesa o alemana. No digo nada sobre la utilización de algunas intervenciones parlamentarias de Gabriel Rufián, el diputado de ERC, para arrojar toda la porquería del mundo donde suelen ubicarla sin muchos miramientos (que no suele ser el gobierno español sino España, Madrid o el estado español según les conviene). Tampoco digo apenas nada sobre algunas aproximaciones a la manifestación de esta tarde del sábado que, dejando aparte mil consideraciones crí ticas posibles, exige nuestra asistencia, con algún lema propio tipo «Contra els fanatismes (en plural), no al terrorismo, no al tráfico de armas». No nos manifestamos al lado o detrás de Felipe VI, Rajoy, Puigdemont, Mas o Junqueras; son ellos los que, si quieren, pueden manifesta rse con nosotros (sin olvidar, por supuesto, nuestras diferencias en mil cien temas que son marcadas). No comento tampoco la presen cia institucional, con muchas autoridades del estado, la Generalitat y la alcaldía (¡somos o deberíamos ser un país no confesional!), en la «misa católica por la paz» celebrada en el templo católico de la Sagrada Familia del domingo 20 de agosto. Señalo, eso sí, que l os insultos, los numerosos insultos (muy minoritarios por otra parte) dirigidos contra Ada Colau, oportunistas fotografías incluidas, son absolutamente inadmisibles y, algunos de ellos, obscenamente machistas. Finalizo aquí. Cientos de consideraciones más se quedan en el tintero.

Me sitúo ahora en coordenadas prepolíticas esta vez, como acostumbra ba a decir un maestro-amigo muy recordado estos días. No olvido que han sido muy pocas durante estos días, arista más que importante, las muestras de islamofobia -y de catalanofobia y españofobia, que también han existido- y que los asesinatos directamente relacionados con las «intervenciones humanitarias imperiales» de las sociedades occidentales, «abiertas y democráticas», en estas últimas décadas en el Próximo Oriente, posiblemente superen en unas 300 mil veces el número de personas vilmente asesinadas el pasado 17 de agosto en Barcelona y Cambrils. Por lo demás, recuérdese, insisto, es necesario insistir en ello, los yihadistas golpean ciudades y ciudadanos de Europa, de Africa y de Asia. De Gaza como les decía el mismo día.

Entro en la idea que quería transmitirles. No sé en su caso, pero yo he recibido estos días mensajes y comentarios de amigos y conocidos que viven fuera de España, en Nueva York, Dublín, Buenos Aires, Santiago de Chile, La Habana y París. Todos ellos interesándose por mí, por mi familia y por lo sucedido en Barcelona. Normal pensarán. De a cuerdo, normal pero está muy, muy bien. En total, ocho, diez amigos. En su caso tal vez algunos más, muchos más.

Pero pongo el foco ahora en mensajes, llamadas y e-mails, «normales» y no tan normales, y mucho más numerosos que los anteriores, como es normal dadas nuestras relaciones, de otros amigos y conocidos del resto de España (en lenguaje nacionalista, cada vez más insoportable y asignificativo, puro, sesgado y mal intencionado non sense, del «resto del Estado español»).

En sus mensajes, estos amigos m e ha blan de Barcelona, de los compañeros comunes. No se olvidan de lo sucedido en Cambrils (muchos amigos aragoneses conocen el lugar) ni tampoco en Subirats.  Tienen dudas sobre algunos comportamientos policiales. Me comentan, admirados, la actitud de vendedores y vendedoras de La Rambla, de taxistas, quiosqueros, enfermeros, de gente, de personas de a pie, de héroes anónimos. Recuerdan, muy sorprendidos, la actitud de Lucas Digne, un jugador francés del Barça que v ive en los alrededores de la plaza Cataluñ a, que «escuchó el estruendo y salió a la calle con agua y toallas, con las que hizo torniquetes a las víctimas». Me han recordado su estancia en la ciudad, una ciudad que han hecho aún más suya. Ya a ntes y ahora con más intensidad, sin que apuesten ni apoyen una Barcelona como «parque temático» ni como «la millor botiga del món», la mejor tienda del mundo. Me han explicado la concentración que se celebró en Madrid el pasado viernes 18 de agosto. También, me cuentan, la de San Sebastián. Muchos fueron los aplausos, de apoyo y rabia, que resonaron en la plaza del Sol. Me olvido de otras ciudades. Representantes municipales de Madrid, Bilbao, Sevilla, Granada o San Sebastián se sumaron a la concentración celebrada el 18 de agosto en la plaza Cataluña, la que llamamos «Plaza de los indignados» cuando el convergente l conseller Puig y los Mossos actuaron sin miramientos contra los concentrados del 15M. M e han preguntado por amistades comunes. Me han dado su apoyo, medio llorando, solidario y fraternal. Hemos recordado lo sucedido el 11-M en Madrid; también los 11-M o 17-A en otros lugares del mundo, y n o sólo, ni mucho menos, me han insistido, en ciudades europeas. Se han ofrecido a ayudarme, a ayudarnos, de algún modo. Han hablado de dar sangre, de solidarizarse con nosotros de alguna forma práctica. Han convocado manifestaciones, encuentros de apoyo. Han intentado pensar las razones de una barbarie de estas características (sin olvidar por supuesto otras barbaries que son nuestras). El odio no habita en sus mente s ni en sus cuerpos, tampoco la separación, los muros, las barrreras. Nos ha pasado a nosotros, pero, dicen, les ha pasado también a ellos (sin que tenga sentido, prosiguen, esta distinción «nosotros»- «ellos»). Van a manifestarse este sábado por la tarde. En Valencia, en Madrid, en Bilbao, en Zaragoza, en muchas ciudades más. Algunos de ellos, los que viven cerca de Cataluña, van a venir a Barcelona, a manifestarse con nosotros, es decir, entre nosotros y entre ellos este sábado por la tarde.

Todos, muchos ciudadanos barceloneses o de otras ciudades y pueblos catalanes, ustedes por ejemplo en algunos casos, tienen, tenemos experiencias similares.

La cuestión: ¿de gentes así de solidarias, así de amigas, así de humanas, así de fraternales, queremos separarnos? ¿Un muro-Estado entre «ellos» y «nosotros» porque no tenemos «nada en común» y «España está contra Cataluña» desde hace más de tres siglos y así siguen? ¿Los españoles, en general, nos explotan y oprimen y les importamos un bledo? ¿Una demarcación, una línea, n egra o azul, para delimitar «nuestro» espacio porque «esa gente» zafia y mal educada «no nos entiende ni nos entenderá»? ¿Nunca, jamás, es imposible? ¿Tenemos diferente e incompatible ADN cul t ural como algunos intelectuales de extenso curriculum han señalado? ¿España, toda ella, también esta España, huele a rancio y a agua fuerte o a salfumán? ¿Contra más lejos mejor que mejor? ¿Para quién, para quiénes? ¿»Nosotros», los «catalanes», somos mejores, más eficaces, más listos, estamos hechos de otra pasta, y «ellos» son un desastre? ¿Lo hemos pensado bien, estamos por romper con ellos y, de hecho, con nosotros mismos que también somos ellos? ¿Es justo? ¿Es razonable? ¿Es humano-demasiado humano, o una simple y clara barbaridad que debemos evitar a toda costa?

Pues creo, es decir, sé que no, que no es eso. Han sido tan solidarios y tan humanos, si se me permite la expresión que espero sea bien entendida, como lo fuimos nosotros aquel 11-M, otro día de tragedia y barbarie que no olvidamos ni podemos olvidar.

Podemos entendernos, podemos ayudarnos, podemos solidarizarnos… ¡Qué carajo! De hecho, nos entendemos y nos entendemos muy bien si hacemos un mínimo esfuerzo. Y nos queremos además, aunque quede cursi decirlo. ¿Un nuevo muro-Estado entre «nosotros» y «nosotros»?

Un poema de despedida de Léon Felipe: «Parábola», que seguramente estará en la mente y en el corazón de muchos de ustedes. A Paco Fernández Buey le gustaba mucho.

Había un hombre que tenía una doctrina.

Una doctrina que llevaba en el pecho,

(junto al pecho, no dentro del pecho),

una doctrina escrita que guardaba

en el bolsillo interno del chaleco.

Y la doctrina creció. Y tuvo que meterla en un arca,

en un arca como la del Viejo Testamento.

Y el arca creció. Y tuvo que llevarla a una casa muy grande.

Entonces nació el templo.

Y el templo creció. Y se comió al arca, al hombre

y a la doctrina escrita que guardaba

en el bolsillo interno del chaleco.

Luego vino otro hombre que dijo:

El que tenga una doctrina que se la coma,

antes de que se la coma el templo;

que la vierta, que la disuelva en su sangre,

que la haga carne de su cuerpo…

y que su cuerpo sea

bolsillo,

arca

y templo.

PS. Cuatro notas finales. La primera es una recomendación: Francisco Fernández Buey, La barbarie. De ellos y de los nuestros, Barcelona, Editorial Paidós, 1995. El libro lleva la siguiente dedicatoria: «En recuerdo de Espartaco, Girolamo Savoranola, Thomas Münzer y Bartolomé de Las Casas, probablemente héroes, también, para el siglo XXI». No se lo pierdan. Recuerden, además, que hace cinco años nos dejó este filósofo imprescindible

La segunda. Uuna oportuna observación del profesor Miguel Candel:

Aprovecho para enviarte un vídeo de Gamal Abdel Nasser, el gran modernizador de Egipto (a quien el imperialismo no paró de combatir, sobre todo a partir de la nacionalización del Canal de Suez), hablando del velo islámico. No tiene desperdicio. ¿Quiénes recuerdan hoy que desde los años 50, hasta que se los cargaron a todos (con excepción de El-Assad), el mundo «árabe», más Etiopía y el Irán de Mossadeq, estuvo gobernado mayoritariamente por líderes progresistas laicos, en general autoritarios, pero impulsores de políticas sociales avanzadas? ¿Cuál ha sido el arma del imperialismo para cargárselos sino el islamismo radical? Y ahora vienen los líderes de Occidente, con lágrimas de cocodrilo, a llorar por las víctimas del dragón que ellos o sus predecesores alimentaron (https://mail.google.com/mail/u/0/#inbox/15dfa226757ef89b?projector=1)

 La tercera. Una aproximación-reflexión que tal vez pueda ser de su interés. De una en trevista a Juan Luis González Pérez. http://pstrabajo.es/index.php?option=com_content&view=article&id=2307:ataques-en-europa-resultado-de-su-apoyo-a-radicalismo-takfiri&catid=115&Itemid=595

La cuarta, una reflexión en facebook. De María del Campo Larramendi [MdCL], «¿Por qué se hicieron terroristas?» (https://www.facebook.com/marisa.delcampolarramendi/posts/945804092225194). S eñala MdCL que «e xiste un error fundamental en la concepción antropológica dominante». Para esta concepción de la «naturaleza» del ser humano, «el hombre es un ser esencialmente económico -homo economicus -, esto es: un ser racional, guiado por el interés y por lo tanto capaz de hacer elecciones racionales basadas en la búsqueda del propio beneficio». Esta visión economicista de los humanos conlleva entre otras muchas cosas, » que la idea que se tiene de la normalidad, la integración o del modelo de madurez personal, buen ciudadano o vida feliz es aquella que nos prepararía para un trabajo, nos daría la oportunidad de conseguirlo y no posibilitaría el acceso al consumo». Esta visión deja vacías de «poder» muy importantes áreas de nuestra psique: «la identidad, el sentido de la existencia, la necesidad de reconocimiento, el miedo a la muerte, la presencia del otro, la amenaza del extrañamiento y la soledad, y otros deseos, temores y fantasmas que todos sabemos habitan en nuestro interior». Es difícil reclamar respeto, solidaridad y tolerancia, sostiene MdCL, a unos individuos «que viven inmersos en un sistema que tiene la competencia y la maximización del beneficio como trama fundamental. La meritocracia, el medro social, la acumulación de posesiones y vivencias conducen de forma inevitable a la hostilidad, el individualismo posesivo y la atomización social». Uno de los medios fundamentales de expansión de los Hermanos Musulmanes y de organizaciones islamistas más radicales, nos recuerda MdCL, » ha sido ocupar los vacíos asistenciales dejados por los estados fallidos, dictatoriales o corruptos del área de predominio del Islam. Ayudas médicas, espacios educativos, lazos comunitarios, sistemas de apoyo mutuo han compuesto una tela de araña tejida astutamente por el fascismo de corte islamista para atraer y capturar nuevos adeptos. Y cuando esto fallaba, claro, el puro y duro terror».

De la misma manera, ahora, en O ccidente, » el vacío de valores, esperanzas e ideas-fuerza que genera entre sectores juveniles una sociedad crudamente neoliberal donde vales el dinero que poseas, donde solo eres si tienes, donde el otro es un competidor, donde si no se logra ser el primero no se es nada, donde el reconocimiento pasa por las posesiones, donde la identidad se reduce a la marca de ropa, de coche o de móvil que tengas», ese vacío, ese hueco, esa necesidad no cubierta de sentido, «puede ser ocupado por ideas mito, simplistas, maniqueas, fuertemente cargadas de afectos primarios, cultivadoras del victimismo, que generan lazos de camaradería muy fuertes, que están «adornadas» de tintes «heroicos y épicos», que prometen admiración y reconocimiento, que dotan de significado y transcendencia a una vida que de otra forma solo llevaría a la aburrida, adocenada y sumisa exstencia de sus mayores».

N ecesitamos crear, sostiene MdCL, » valores libres, igualitarios y fraternos, pero para ello debemos dar realidad a una sociedad más libre, igual y fraterna que los haga creíbles». Por desgracia, las políticas «deshumanizadoras de fomento de la competitividad y el individualismo posesivo dentro de los límites del imperio, y la geoestrategia militarista de control territorial y sobre las fuentes de materias primas más allá de las fronteras de las sociedades de bienestar occidentales son refractarias al enraizamiento y fructificación de valores fuerza humanistas».

Más bien y por el contrario, concluye la autora, «generan por un lado cinismos, escepticismos y hedonismos egoístas; y, por otro, son caldo de cultivo para nihilismos primitivos, irracionales y criminales, en definitiva: fascistas».

Con estas palabras finaliza: «Dejémoslo aquí aunque somos conscientes de que todavía queda mucho, pero que mucho que pensar, para responder a la pregunta que encabeza esta entrada».

Cierro con el mensaje que corre por las redes este viernes 25 de agosto en el mundo separatista: «SI US PLAU (por favor), a la manifestació contra l’atemptat del dissabte (sábado) a les 18h, NO PORTEU ESTELADES O SÍMBOLS INDEPENDENTISTES. Siguem millors que la caverna (Seamos mejores que la caverna). Aquesta manifestació la veurà tot el món (la verá todo el mundo). No donem carnassa als que volen vincular l’atemptat amb la independència (no demos motivos a los que quieren vincular el atentado con la independencia). Maxima difussió.»

Y también con esto, con una reflexión de Fernando Reinares, director del Programa sobre Terrorismo Global en el Real Instituto Elcano y catedrático de la Universidad Rey Juan Carlos, que enseña sobre algunas informaciones interesadas, sobre «el liarla siempre» y sobre las rentabiliaddes políticas que algunos quieren extraer de cualquier situación. Sea la que sea, todo vale:

A este respecto, la cuestión que aparentemente no está clara para parte de nuestra ciudadanía, especialmente en Cataluña, es: ¿tienen Mossos acceso a Europol? La respuesta es inequívoca: sí. España, como el resto de los Estados de la UE, cuenta con una Unidad nacional Europol (UNE) a través de la cual pueden recabar datos todos los cuerpos policiales españoles con competencias en las materias que cubre la Oficina Europea de Policía. Se trata de una única oficina nacional porque así lo establece el Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo que desde mayo de 2017 regula el funcionamiento de Europol y que en ese sentido reitera el principio de unicidad establecido en el Convenio con que hace casi dos décadas comenzó sus actividades.

Esa UNE está desde su inicio en la estructura del Cuerpo Nacional de Policía (CNP), dando servicio al resto de fuerzas policiales. Para facilitar su acceso a Europol, Mossos cuentan con personal propio adscrito a la División de Cooperación Internacional del CNP, que integra la UNE, además de la Oficina Central Nacional de Interpol y la Oficina Nacional Sirene para la cooperación Schengen. Ahora bien, existe la posibilidad de que cada Estado Miembro habilite a los servicios policiales que estime oportuno para mantener contactos directos con Europol. En 2014, la Secretaría de Estado de Seguridad lo hizo con el CNP y la Guardia Civil (GC). A la luz de la experiencia de los últimos tres últimos años, parece razonable que Mossos sean también habilitados para ello -del mismo modo que debe tratarse en el caso de la Ertzaintza vasca y los Forales navarros–, todavía más considerando la importancia de Cataluña como principal escenario de actividad yihadista en España.

(…) A las autoridades autonómicas catalanas, tal y como han mostrado reiteradamente en sus declaraciones, parece no gustar este modelo de participación de Mossos en Europol a través de instituciones estatales españolas. Menos aún desde que el secesionismo se ha adueñado del Govern y éste sea utilizado para dar a entender que Mossos queda fuera de Europol. Es difícil que la deslealtad institucional subyacente a este posicionamiento no incida sobre el Gobierno central. Pero no utilizar más y mejor los canales existentes es responsabilidad de quienes dirigen políticamente a Mossos y condicionan su cooperación con otros servicios antiterroristas españoles».

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