La espectacular recepción en Riad contrasta con la presión que se acumula sobre el presidente de EE.UU. tras una semana de revelaciones demoledoras en Washington sobre las relaciones entre su personal de confianza y Rusia. En efecto, según la AFP: «El presidente ha aparecido distendido, mientras que en Washington acababan de ser revelados nuevos avances […]
La espectacular recepción en Riad contrasta con la presión que se acumula sobre el presidente de EE.UU. tras una semana de revelaciones demoledoras en Washington sobre las relaciones entre su personal de confianza y Rusia. En efecto, según la AFP: «El presidente ha aparecido distendido, mientras que en Washington acababan de ser revelados nuevos avances en la investigación rusa. Factores de inquietud suplementaria para la Casa Blanca: el Senado [mayoría republicana] ha anunciado que el exjefe del FBI, James Comey , silencioso desde su brutal cese hace diez días, había aceptado testimoniar».
Además de los encuentros bilaterales, entre ellos el realizado con el rey Salmán, Donald Trump ha centrado la primera de sus dos jornadas en Riad en las inversiones con una serie de contratos colosales. «Una jornada formidable» ha declarado el presidente republicano. «Centenares de miles de dólares de inversiones en los Estados Unidos y empleos, empleos, empleos».
34 acuerdos… para armas e infraestructuras estadounidenses
La agencia oficial saudí SPA ha informado sobre 34 acuerdos en terrenos tan diversos como la defensa, el petróleo y el transporte aéreo. «Los dos países han firmado una serie de acuerdos […] El valor de las inversiones supera los 380 000 millones de dólares», ha precisado el Ministro de Asuntos Exteriores Adel al-Jubeir en una conferencia de prensa conjunta con el Secretario de Estado Tex Tillerson, expatrón de ExxonMobil. Tras haber sido en 1995 presidente de Exxon Yemen y luego en 1998 de Exxon Rusia y en el mar Caspio, Tillerson subió en el escalafón, desde la fusión ExxonMobil, para convertirse en su presidente en 2006. Es también miembro del Center for Strategic and International Studies.
Ciento cincuenta helicópteros Blackhawk concebidos por la americana Lockheed Martin serán montados en Arabia Saudita. De un valor total de 6 000 millones de dólares, deberían conllevar la creación de 450 empleos locales. General Electric ha firmado con el reino saudí, por un valor de 15 000 millones de dólares una serie de protocolos sobre proyectos de diversificación económica, desarrollo industrial y construcción de centrales eléctricas y un programa de informatización de las operaciones de Aramco, el gigante petrolero saudí.
Otra buena noticia para Donald Trump, el fondo soberano saudí se ha unido al gigante americano de la gestión de activos Blackstone para crear una estructura financiera de 40 000 millones de dólares a fin de renovar las vetustas infraestructuras americanas. Era una de las promesas electorales de Trump que quiere consagrar a ello 100 000 millones. El fondo soberano contribuirá por su parte con 20 000 millones.
Hacer frente a las «amenazas iraníes»
Se ha firmado igualmente un acuerdo de 109 000 millones de dólares en venta de armas. El portavoz de la Casa Blanca lo ha calificado como «el más importante de la historia de los Estados Unidos». Estos equipamientos de defensa tienen por objetivo apoyar la «seguridad a largo plazo» de Arabia Saudita y de la región del Golfo «frente a las amenazas iraníes», ha precisado Donald Trump.
Este anuncio se ha producido el día de la reelección del presidente iraní Hassan Rohani. Arabia Saudita considera a Irán como su principal rival en Medio Oriente. Los dos países se oponen en particular en los teatros de conflicto en Siria y en Yemen.
La Casa Blanca ha precisado que los contratos militares iban a reforzar la capacidad del reino para «contribuir a las operaciones de contraterrorismo en toda la región», lo que «reducirá el peso» que tiene que soportar el ejército americano. Washington cuenta así con ver a Riad jugar un mayor papel en la lucha contra los grupos yihadistas, como el grupo Estado Islámico y Al Qaeda. Según la AFP, el 21 de mayo, el secretario de Estado Rex Tillerson ha declarado que estos acuerdos de defensa intentaban oponerse a la «mala influencia iraní y las amenazas ligadas a Irán que existen en todas las fronteras de Arabia Saudita».
Este domingo 21 de mayo de 2017, el presidente americano pronunciará en Riad ante una cincuentena de dirigentes de países musulmanes un discurso que subrayará sus «esperanzas» en una «visión pacífica» del islam. «Expresaré la posición del pueblo americano de forma franca y clara», ha prometido el presidente americano en su alocución semanal difundida el viernes por la noche. Será sin duda uno de los discursos más esperados de este comienzo de mandato. En primer lugar porque Donald Trump ha sido acusado, en numerosas ocasiones durante su campaña electoral americana, de haber mantenido declaraciones islamofobas. Luego, porque una de sus primeras medidas como presidente ha sido cerrar el acceso a los Estados Unidos a varios países de mayoría musulmana. Bloqueado por la justicia americana, el decreto se ha enfrentado profundamente con «el mundo musulmán».
Con este discurso, Donald Trump debería por tanto intentar dulcificar su imagen anti-islam. Según el entorno del presidente americano, éste debería así abstenerse de trazar una relación entre la religión musulmana y el terrorismo. El discurso de Donald Trump será escrutado con tanta más atención cuanto que se producirá ocho años después del discurso de El Cairo, pronunciado por Barack Obama en Egipto. Entonces, el predecesor de Donald Trump lanzó un llamamiento a un nuevo punto de partida en las relaciones entre los Estados Unidos y los musulmanes.
Fuente del artículo original: http://alencontre.org/
Traducción de Faustino Eguberri – Viento Sur: http://www.vientosur.info/