Millones de estadounidenses se dirigen a las urnas hoy para elegir al nuevo presidente. De momento las encuestas indican que los candidatos en liza, el demócrata, Barack Obama, y el republicano, Mitt Romney, están igualados en intención de voto, lo que quiere decir que cualquier resultado es posible. La carrera hacia la Casa Blanca se […]
Millones de estadounidenses se dirigen a las urnas hoy para elegir al nuevo presidente. De momento las encuestas indican que los candidatos en liza, el demócrata, Barack Obama, y el republicano, Mitt Romney, están igualados en intención de voto, lo que quiere decir que cualquier resultado es posible.
La carrera hacia la Casa Blanca se acelerará inevitablemente con la apertura de las urnas, cuando los medios de comunicación jugarán un papel importante en la influencia sobre las posturas de los votantes a favor de un candidato u otro.
En este periódico sentimos con amargura como el mundo árabe, que posee petróleo y billones de dólares en depósitos financieros invertidos en Occidente, y en Estados Unidos más concretamente, se contenta con un mero puesto de observador como si fuésemos un país pobre cualquiera del mundo. No tenemos ni fuerza ni poder, mientras que el lobby judío juega un papel determinante en estas elecciones presidenciales y legislativas.
En Estados Unidos hay cuatro grandes e influyentes lobbies: el del petróleo, el de las empresas armamentísticas, el de los jubilados y el de los judíos. Hay que recordar que los dos lobbies más influyentes tienen intereses directos con los árabes. Washington ha vendido este año al mundo árabe armas y aviones por valor de 125 millardos de dólares que han servido para emplear a cientos de miles de estadounidenses y para reanimar la industria militar en un momento en que Estados Unidos se enfrenta a una crisis económica asfixiante.
Es irónico que la mayoría de las compañías petroleras estadounidenses operen en el mundo árabe, ya sea en el norte de África o en el Golfo, incluido Iraq, y acumulen cada año grandes fortunas, una parte de ellas va directamente en concepto de impuestos a la tesorería estadounidense inmersa en las deudas (16 billones de dólares). Sin embargo, el mundo árabe no se beneficia en casi nada.
Los asuntos de Oriente Próximo ha ocupado muy poco espacio en los programas electorales de los candidatos. El punto en común de ambos es dar apoyo incondicional a la seguridad de Israel, adoptar posiciones hostiles hacia los árabes y musulmanes y ofrecer a Israel las armas más sofisticadas para reforzar su arsenal de armas convencionales, además de pasar por alto las 400 ojivas nucleares que tiene en su poder.
El presidente Barack Obama decepcionó a los árabes y los musulmanes cuando fracasó de manera rotunda en su intento de cumplir con las promesas de implantar la paz en la región y establecer un Estado palestino independiente, pero al mismo tiempo retiró todas sus tropas de Iraq y se prepara para retirarlas también de Afganistán, mientras que su rival Mitt Romney toca los tambores de guerra, adopta las posiciones de Israel y considera a Benjamin Netanyahu, primer ministro israelí, como su asesor más cercano sobre los asuntos de la región.
El presidente Obama sigue siendo el menos malo para muchos en la región, porque va a estar más liberado en su segundo mandato de la presión del lobby judío y quizás relanzará el proceso de paz. Además, es más joven, proviene de la clase baja de la sociedad, se inclinó hacia los pobres llevando a cabo reformas en el sistema de salud y se comprometió a crear nuevos puestos de trabajo y estimular la economía; mientras que su rival Romney menosprecia a los pobres y los considera como una carga para el Estado ya que casi el 47% de ellos viven de los subsidios y no pagan impuestos, también prometió recortar los impuestos a la clase rica, a la cual pertenece (su fortuna supera los 500 millones de dólares y se desplaza en jet privado).
Obama es favorito ante Romney porque es más joven, lleno de energía y logró alcanzar algunos logros en la economía y reducir el desempleo, además es más conocido por todos los estadounidenses a diferencia de su oponente, que todavía no ha sido expuesto a una prueba real, a excepción de su mandato en un importante estado estadounidense.
Los estadounidenses desde el colapso de la Unión Soviética elegían a un presidente para el mundo entero. Ahora las cosas han cambiado con la irrupción de nuevas fuerzas mundiales tales como China, Brasil, India y Rusia, que ha recuperado su posición que perdió tras la caída de la Unión Soviética.
Estados Unidos sigue siendo una superpotencia que hay que tener muy en cuenta, pero su criterio de selectividad a la hora de intervenir militarmente para cambiar los regímenes árabes corruptos es el blanco de muchas críticas. Además, la intervención militar no es tan fácil hoy en día tras la vuelta de la coalición ruso-china y la desaparición de la hegemonía estadounidense en la ONU y su Consejo de Seguridad.
El mundo entero seguirá con atención estas elecciones, y millones de personas pasarán la noche en vela par seguir la carrera y conocer los resultados. Es algo interesante que sólo se repite una vez cada cuatro años, además de ser un fenómeno democrático saludable del que pueden, los ciudadanos del tercer mundo como nosotros, sacar muchas lecciones.
Fuente: http://www.boletin.org/control/product/~product_id=QU-0406-11-12