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Deslocalización y drama social

Fuentes: Rebelión

Estamos asistiendo últimamente al continuo goteo de noticias sobre deslocalizaciones industriales por todo el país. La más llamativa de ellas es la crisis industrial de la bahía de Cádiz, con Delphi a la cabeza, por el gran número de trabajadores afectados 1.500 puestos directos y 2.500 indirectos. Los economistas y políticos neoliberales nos hablan de […]

Estamos asistiendo últimamente al continuo goteo de noticias sobre deslocalizaciones industriales por todo el país. La más llamativa de ellas es la crisis industrial de la bahía de Cádiz, con Delphi a la cabeza, por el gran número de trabajadores afectados 1.500 puestos directos y 2.500 indirectos.

Los economistas y políticos neoliberales nos hablan de una economía globalizada y que este proceso de transformación del mundo industrial no debe ser ninguna tragedia, que sólo es un síntoma del progreso. Quien dice esto, son aquellos que entienden la economía como un conjunto de números y de beneficios para el capital y nunca la entienden como una actividad al servicio del hombre.

Las estrategias, que llevan a cabo las empresas deslocalizadoras, siguen unos pasos marcados claramente. Se busca el máximo beneficio a través de conseguir unos salarios bajos con una alta reducción de costes. Para la Unión Europea la continua transformación de nuestra economía es un hecho inevitable. La deslocalización es consecuencia de los ajustes dentro del proceso de desarrollo industrial.

La primera razón, que se aduce en la deslocalización industrial es la búsqueda de menores costes laborales. Pueden contratar en otros países a trabajadores con el mismo o mayor nivel de formación profesional que en nuestro país pero con niveles salariales mucho más bajos. Además en esos países les dan facilidades fiscales, energéticas, inmobiliarias, de transporte que no tienen otros países de la Unión Europea como España.

Debemos analizar que el proceso de deslocalización que ahora nos perjudica, en la década de los sesenta y setenta nos beneficio. Recordemos la llegada en esos años de Ford, Opel, Renault, General Electric, etc. Está llegada es fruto de la búsqueda de salarios bajos y un mano de obra dócil como era en aquellos tiempos la española.

Ahora sufrimos el proceso contrario. Este país no es competitivo en mano de obra barata, por mucho que busquemos reducciones salariales y flexibilidad laboral, pues en esto nos ganan siempre los países emergentes. Por el otro lado, tenemos una economía carente de tecnología punta y de mano de obra competitiva en las nuevas técnicas industriales que nos impiden competir con los países más desarrollados.

Nos hemos quedado en un territorio laboral que no nos permite competir ni con los de arriba ni con los de abajo. La gran crítica, que se debe hacer al PP/PSOE es que este fenómeno de la deslocalización ya se sabía que se iba a producir y además que sectores lo sufrirían. Sabiéndolo ninguno de los dos partidos en el poder ha hecho nada para prevenir las consecuencias negativas, que estos fenómenos comportan en amplias capas sociales, habitualmente las más desfavorecidas. Sólo se preocupan por sus cifras macroeconómicas, cuando el factor humano y social debe ser fundamental para la economía.

A lo largo de la historia ya asistimos al proceso de desruralización y de disminución de la mano de obra del sector agrario en favor del industrial. Actualmente estamos asistiendo al proceso de desindustrialización por un proceso de terciorización. Así por ejemplo, se sabe que el sector industrial en Estados Unidos, dentro de veinte años, solo tendrá el 3% del empleo. Estos procesos tienen unos costes humanos y sociales impresionantes y difícilmente medibles ¿Cómo se siente un trabajdor en la calle? ¿Qué costes médicos tienen estos procesos? ¿Qué costes humanos en calidad de vida, futuro y de angustia generan?

Cuando la economía es sólo dinero y el factor humano sólo es un número, llegamos a situaciones humanas y personales gravísimas.

Siempre he defendido que el futuro de nuestro país pasa porque el Estado tenga claro que la inversión en educación y en I+D+I es fundamental para nuestro desarrollo. Gastamos el 3,8% del PIB anual en educación cuando se debería estar gastando el 5,5% y en I+D+I gastamos el 1,1% muy lejos del 3% del PIB. Esto nos lleva a ocupar los últimos lugares tecnológicos en la Unión Europea lo que vislumbra un porvenir nada halagüeño para nuestro devenir.

Para que entendamos la importancia del I+D+I en nuestro futuro, podemos ver como recientemente en un informe de la Unión Europea habla de que por cada puesto creado en investigación se crean entre 100/200 empleos directos o indirectos.

Está clara la falta de investigación en nuestra industria y que esto nos lleva a que se profundice estos procesos de deslocalización industrial al depender de otros. ¿Qué hacemos con estos trabajadores? ¿Cómo les aseguramos un futuro digno?

Llama la atención la política neoliberal desarrollada tanto por el PP como por el PSOE, donde destaca la política fiscal injusta con continuos recortes de impuestos directos que están condenando a nuestro país al subdesarrollo social permanente, impidiendo recortar la distancia con Europa. La inversión en políticas sociales si sitúa muy por debajo del nivel de riqueza del país, lo que provoca el aumento continuo de las desigualdades sociales.

La obsesión de Rato (PP) y Solbes (PSOE por alcanzar el déficit cero o el superávit en las cuentas del Estado significa una reducción importante del gasto social, con continuos recortes en educación, sanidad, políticas sociales y de creación de empleo y resulta todavía más escandaloso cuando lucen de lo extraordinariamente bien que va nuestra economía. ¿Cuándo esa bonanza llegará a los trabajadores?

El ministro de Economía Pedro Solbes hace poco nos comunica, que en los cuatro primeros meses de 2007, hay un superávit en la contabilidad nacional de 17.896 millones de euros. La prensa del poder alaba estos logros pero para mi descalifica toda la política económica del PSOE. ¡Tenemos superávit, somos tontos! ¿Qué piensan de este superávit los trabajadores de Delphi? ¿Para que les sirven este superávit a éstos? ¿Por qué no se invierte en solucionar estos problemas de deslocalización, educación, I+D+I… ?

Sería bueno que el gobierno de Zapatero y de Cháves se planteen seriamente que hacer con la bahía de Cádiz. Busquen programas industriales de futuro, para una población que vive en continuo desasosiego. El socialismo del que tanto lucen, exige soluciones ya, pero reales. Esta bien que se demande a la multinacional, se les lleve a los tribunales… pero la solución de Delphi y de otras empresas pasa por desarrollar políticas activas de empleo y que se elaboren proyectos industriales de futuro. Esto pasa Sres. Zapatero y Chávez por dinero en inversiones tanto públicas como privadas, con incentivos fiscales, planes de formación profesional, etc.

Los grandes empresarios están contentos con Rato y Solbes, porque aunque son de distintos partidos, realizan la misma política económica, más para los ricos y menos para los trabajadores.

Delphi es un test importante y al cual deben de buscarse salidas reales, que solucionen los problemas de los cuatro mil trabajadores afectados y que sirva de modelo para otras empresas que presentarán problemas después.

Sean responsables Sres. Zapatero y Cháves, gasten esos superávit en la gente trabajadora, que son quienes lo necesitan aunque sea a costa de una palmada menos en sus espaldas de empresarios como Botín, González, etc. Delphi debe tener una resolución justa ya.