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Lo revela la revista Harper's

Detrás de la candidatura de Giuliani están los millones de la anticastrista Bacardí

Fuentes: Granma

Detrás de Rudolph Giuliani, pretendiente a la candidatura del Partido Republicano para las venideras elecciones presidenciales en EE.UU., se encuentra el dinero de la ronera Bacardí, revela en su última edición la revista norteamericana Harper’s. La Bacardí está también entre los mayores proveedores de fondos a grupos terroristas de Miami -incluyendo a los padrinos miamenses […]

Detrás de Rudolph Giuliani, pretendiente a la candidatura del Partido Republicano para las venideras elecciones presidenciales en EE.UU., se encuentra el dinero de la ronera Bacardí, revela en su última edición la revista norteamericana Harper’s.

La Bacardí está también entre los mayores proveedores de fondos a grupos terroristas de Miami -incluyendo a los padrinos miamenses de Luis Posada Carriles- que, a lo largo de los últimos 50 años, han realizado acciones criminales contra Cuba.

Paradójicamente, el ex alcalde de Nueva York y ex fiscal neoyorquino que llevó a Eduardo Arocena, el jefe del grupo terrorista Omega 7, a la cárcel por el resto de su vida, se encuentra ahora asociado a los capos miamenses del Cuban Liberty Council que reúne los elementos más recalcitrantes de la extrema derecha cubanoamericana de Miami y que reclama abiertamente la liberación de ese peligrosísimo terrorista de la década del 80.

Según un análisis de Harper’s, firmado por Ken Silverstein , su especialista en materia de política federal, la campaña de Giuliani se concentra ahora en las primarias de la Florida del 29 de enero próximo, para las cuales apuesta sobre los votantes conservadores «haciendo un particular énfasis en los cubanos derechistas».

El 3 de enero, en una reunión en Miami, Giuliani ajustó su discurso a esa clientela de fanáticos, la mayoría de avanzada edad, entre los ciudadanos de origen cubano que tienen derecho a votar. Adoptó ya los términos de la retórica propia de los peores elementos del show anticubano característico de esa ciudad totalmente dominada por la mafia terrorista cubanoamericana.

Harper’s señala cómo el grupo de financistas que apadrinan la campaña de Giuliani está encabezado por la familia Bacardí, «cuyos abogados ayudaron a redactar una ley que, en medio de los años 90, vino a reforzar el embargo económico norteamericano contra Cuba».

En 1998, recuerda el analista, Otto Reich -entonces un lobbysta de la Bacardí y luego elegido como Subsecretario de Estado por George W. Bush en un controvertido nombramiento de receso del Congreso- ayudó a introducir en el proyecto de ley de más de 4 000 páginas, una medida que ayudó a Bacardí en su larga disputa legal con Havana Club.

Harper’s señala además cómo Bacardí también recibió durante años un apoyo incondicional del ex líder de la mayoría en la Cámara Baja, el corruptísimo Tom DeLay.

En el 2003, la revista especializada Roll Call reportó que DeLay intentó introducir subrepticiamente una enmienda revisando los estatutos de marcas de comercio en el proyecto de ley anual de la defensa, una iniciativa diseñada específicamente para la Bacardí.

Bacardí, por supuesto, contribuyó con extrema generosidad a la prosperidad de DeLay, a pesar incluso de las protestas del Citizens for Responsibility and Ethics in Washington (CREW), grupo que intenta identificar a los políticos más corruptos, que observó cómo la ronera terrorista abastecía al congresista hasta inundar con su producto y sus bondades una reunión partidista convocada en un golf de Puerto Rico en el 2004.

Ese mismo año, otro fondo de campaña vinculado a DeLay fue acusado de reunir ilegalmente importantes cantidades de dinero proveído por Bacardi para encaminarlo hacia candidatos republicanos. Cuando el político fue finalmente alejado de sus funciones en la Cámara y llevado ante los órganos judiciales, Bacardí contribuyó con su habitual generosidad a su fondo de defensa.

La ronera que pretende enseñar a Cuba las reglas de la versión norteamericana de la democracia subsidiando a grupos extremistas, está ahora firmemente asociada al candidato Giuliani, lo que indica con absoluta claridad que la parte más extremista de los capos de la Miami terrorista se inclinó hacia el ex fiscal neoyorquino.

Harper’s precisa que entre los que han ofrecido, oficialmente, dinero al fondo de campaña de Giuliani, se encuentran Facundo Bacardí, el «chairman» de la corporación, y John Espósito, el principal ejecutivo de Bacardí USA.

La Bacardí, desde el triunfo de la Revolución cubana, ha apoyado financieramente actividades terroristas contra la Isla. En documentos desclasificados del propio gobierno estadounidense, redactados en relación con el asesinato del presidente Kennedy, se demuestra cómo José Pepin Bosh, el entonces presidente de la Bacardí en la época, financió tentativas de asesinatos contra dirigentes cubanos, que se realizaron en colaboración con la CIA y la mafia italiana.

En 1965, la Bacardí está señalada en otros documentos oficiales, como patrocinadora del grupo terrorista RECE, encabezado por Jorge Mas Canosa. Un texto procedente de un agente del FBI en la representación diplomática norteamericana en México indica cómo «Luis Posada Carriles ha dicho el último 25 de junio (de 1965) que Jorge Mas Canosa del RECE le ha pagado 5 000 dólares para pagar los gastos de una operación de demolición en México».

«Posada dijo que estaba proyectando poner minas ‘limpet’ sobre un barco cubano o sovietico en el puerto de Veracruz, México, y que tenía 100 libras de explosivos C-4 y detonadores».

El complot se confirma en un último documento que precisa que Posada Carriles ha propuesto «a un experto en demolición viajar a España, México y otros países latinoamericanos a costa del RECE, a fin de poner bombas en instalaciones comunistas en estos países».

El agente de la CIA Mas Canosa, el jefe de RECE, se convirtió luego en fundador de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA).

Según el respetado investigador norteamericano Gaeton Fonzi, los fondos de Bacardí y los de la CIA a menudo se confundieron en estas operaciones, la ronera dando la cara cuando la agencia lo necesitaba.

Desde hace casi cincuenta años, la Bacardí siempre estuvo al lado de los elementos más violentos de la mafia de Miami. De manera elocuente, su ron, destillado bajo licencia por varios fabricantes de alcohol, es omnipresente en las recepciones ofrecidas a sus informantes por diplomáticos norteamericanos radicados en La Habana.

EL EX FISCAL NEOYORQUINO BAILANDO CON LA MAFIA MIAMENSE

En 1983, Rudy Giuliani fue el Fiscal federal de Nueva York que enjuició al cubano Eduardo Arocena, Jefe del grupo terrorista Omega 7, entonces calificado por el FBI como la más peligrosa de todas las organizaciones criminales de Estados Unidos. No puede ignorar hoy que sus nuevos amigos del CLC sueñan con sacar a Arocena de la cárcel, mientras son los defensores más irreductibles de Orlando Bosch Avila y Luis Posada Carriles, responsables de la destrucción en pleno vuelo de un avión de pasajeros de Cubana de Aviación.

Esa misma pandilla de llamados «anticastristas» financió los atentados de La Habana, urdidos por Luis Posada Carriles en 1997.

Entre los más ruidosos partidarios de Giuliani que lo celebran ahora en cada rincón de Miami, se encuentran ciertos energúmenos que el propio FBI tiene fichados en relación con una investigación sobre el financiamiento de estos actos de terrorismo.

Feliciano M. Foyo (que Posada Carriles llamó su «financiero»), Alberto M. Hernández, Diego R. Suárez y Felipe A. Valls estuvieron implicados en las actividades del Comité Paramilitar de la FNCA y ahora votarán por Giuliani.

Son estos mismos individuos quienes instaron a sus cómplices del FBI de Miami, en agosto del 2003, a desaparecer el expediente de Posada, entonces preso en Panamá; quienes compraron su indulto a la presidenta Mireya Moscoso y manejaron la liberación del terrorista, torturador y asesino por los fiscales de George W. Bush, una escandalosa maniobra que pretende investigar hoy un comité del Congreso.

Son estos mismos elementos quienes obtienen del inquilino de la Casa Blanca el encarcelamiento a Los Cinco antiterroristas cubanos que arriesgaron sus vidas para contrarrestar los planes asesinos de los socios de Eduardo Arocena que el ex fiscal Giuliani ahora abraza efusivamente.

Para encubrir a Posada, el FBI recurrió al perjurio
Posada Carriles