«En lugar de unirse a la visión de Bush de librar al mundo de malvados tiranos y terroristas, el mundo ha preferido el camino mucho más fácil de declarar que el propio Bush es malvado, un charlatán cuyo verdadero propósito es enriquecer a sus amigos en Enron y Halliburton. (…) El grito judío por la […]
«En lugar de unirse a la visión de Bush de librar al mundo de malvados tiranos y terroristas, el mundo ha preferido el camino mucho más fácil de declarar que el propio Bush es malvado, un charlatán cuyo verdadero propósito es enriquecer a sus amigos en Enron y Halliburton. (…) El grito judío por la moralidad en el mundo antiguo fue rápidamente malinterpretado por los oponentes al judaísmo como cínicos intentos de dirigir el planeta. De la misma manera, los honestos esfuerzos de EE.UU. de llevar la democracia a las regiones más aquejadas de problemas del mundo son interpretados como un intento de imponer la hegemonía estadounidense sobre la Tierra».
Desgraciadamente, este párrafo no es obra de la imaginación de un dramaturgo o novelista que desea situar en la misma balanza al sionismo y al Presidente norteamericano. Se trata de un fragmento de un artículo escrito por el rabino Shmuley Boteach. No es un hombre cualquiera: dirige la L’Chaim Society, una organización de educación judía que presenta a personalidades y estadistas mundiales que ofrecen conferencias sobre liderazgo basado en valores. Es, además, presentador de radio nacional en la red Talk America y ha ocupado espacios en numerosos programas de EE.UU., por ejemplo, The Today Show, The View, Politically Incorrect, Larry King Live, y CBS This Morning.
En su apología, Boteach afirma: «El verdadero destino manifiesto de EE.UU. es su rol providencial, como primera república democrática del mundo, de dirigir al mundo en libertad. En la escena política mundial, los estadounidenses son el nuevo pueblo elegido. Como han aprendido los judíos, el pueblo eternamente elegido por Dios, elegido para difundir el mensaje de sus leyes, ser elegido invita al odio, incluso al sufrimiento. Los estadounidenses también sufren ahora, especialmente nuestros valientes soldados en Iraq que están en la primera línea en la batalla contra la tiranía. Pero el ser elegido sigue siendo un privilegio. No hay virtualmente ningún judío que yo conozca que trataría de ser miembro de otro pueblo, y casi ningún estadounidense que conozca que cambiaría su ciudadanía para unirse a otra nación. El futuro de EE.UU. reside en ser audaz y valeroso, hacer caso omiso de los ignorantes que nos odian y en trazar un futuro estadounidense único que sea leal a nuestra historia y esté anclado en los cimientos de nuestros valores fundadores».
Si se cambiaran los vocablos judíos y estadounidenses por arios, el texto podría pertenecer perfectamente a un nazi. ¿No tiene memoria este rabino de lo que significó la intolerancia y el fanatismo para su pueblo? ¿Acaso iraquíes y palestinos para él son seres humanos de segunda como lo fueron ellos mismos para la Alemania nazi?
Resulta casi increíble tal razonamiento, pero no es un hecho aislado: en los sondeos realizados sobre la preferencia o no de Bush como mandatario, precisamente en Israel se obtuvo un elevado porcentaje de apoyo al inquilino de la Casa Blanca.
A su vez, Bush, aunque en contra del Departamento de Estado, firmó la Ley de Revisión Mundial Contra el Semitismo. Aseveró que EE.UU. se asegurará de que el antisemitismo nunca pueda hallar refugio en ninguna parte del mundo moderno. La nueva ley requiere a los diplomáticos estadounidenses que califiquen el trato a los judíos en otros países y que produzcan informes anuales sobre el tema. ¿Es esta decisión solo un supuesto acto de justicia o un interés geopilítico? ¿Y para qué están las comisiones de derechos humanos? Resulta aplaudible que no exista antisemitismo, pero tampoco políticas de exterminio de palestinos, iraquíes o cualquier integrante de un pueblo que se oponga a la bota opresora.
En tanto, el ex gobernante español, José María Aznar, no vacila en amplificar su postura: «Si Bush no resulta reelegido, su derrota sería celebrada por los terroristas como una victoria». La verdad es que Dios los cría…
Hablando de terrorismo. ¿Qué es el plan «Nueva Libertad», sino terrorismo por no decir fascismo? Según la revista British Medical Journal (BMJ) «Bush tiene previsto someter a toda la población de EE.UU. a pruebas psiquiátricas». Para ello se viabilizan las estructuras con el fin de establecer pruebas y tratamientos psiquiátricos obligatorios en EE.UU., bajo una Agenda Federal de Acción para el año que viene, desarrollada por la Casa Blanca.
Tal hecho «no ha sido divulgado al público», según Kathryn Power, directora del Centro de Servicios de Salud Mental, el grupo que encabeza esta iniciativa.
Una autoridad en psicofármacos de la zona del Pacífico, y director de Psicología Clínica de la Universidad de Auckland, John Read, en tal sentido dijo: «Me alegra saber que Nueva Zelanda está muy lejos de Washington». (¡Y La Habana también!)
Este kafkiano plan es consecuencia de una Orden Ejecutiva, la 13.263 del 29 de abril de 2002, que tiene fuerza de ley por haberse saltado su trámite en el Congreso de EE.UU.
En el periódico español El Mundo, se afirma que «lamentablemente, no hay mucha conciencia sobre la existencia de este programa, incluso en EE.UU. Los detractores del plan, desarrollado por la Comisión Presidencial de Salud Mental Nueva Libertad, sostienen que este esfuerzo es una estrategia de marketing de la industria farmacéutica para obtener clientes. Podría ser una señal de que los laboratorios piensan intentar (o han intentado) alguna variante de este plan fuera de EE.UU., y de hecho el proyecto que pretende fomentar la venta generalizada de los medicamentos psiquiátricos más recientes y costosos». (¡A correr!)
Tal vez como el petróleo se la ha puesto difícil a Bush y compañía, quiere extraer ganancias de la industria farmacéutica a través de orates reales, o creados, ¡vaya usted a saber!, porque «se proporcionará formación en salud mental a médicos generalistas, personal de salas de urgencia, así como a agentes del orden y técnicos sanitarios de urgencias para compensar la distribución geográfica desigual de psiquiatras, psicólogos y trabajadores sociales». Así que un policía que le ponga a usted una multa mal puesta y reciba su merecida respuesta, puede diagnosticarle una esquizofrenia o una depresión, y exigir que ingiera psicofármacos.
Durante una conferencia que impartió, el ex candidato demócrata, Al Gore, subrayó que «la mayoría de los problemas que el presidente Bush ha causado para este país se originaron, no de su fe en Dios, sino de su creencia en la infalibilidad de la ideología derechista republicana que exalta los intereses de los ricos y de las grandes empresas sobre, y más allá, de los intereses del pueblo estadounidense. Es amor al poder para su propio fin el pecado original de esta presidencia». Mientras, múltiples análisis o declaraciones de personas cercanas al mandatario, argumentan que después del 11 de septiembre, Bush no escucha ninguna opinión en contra de sus ideas. Bruce Bartlett, ex asesor de Ronald Reagan, comentó que la creencia de que Dios está detrás de este Presidente está conformando un mundo mucho más peligroso «Por esto George W. Bush es tan claro sobre Al Qaeda y el enemigo islámico fundamentalista. Él cree que los tiene que matar a todos. No puede ser convencido de que son extremistas guiados por una visión oscura. Los entiende porque él es justo como ellos».
Parece ¡y es! cosa de locos y de caos. Numerosos analistas se preguntan cómo es posible que John Kerry haya ganado los tres debates y esté por debajo en la intención de voto. Otros pronostican que si Bin Laden aparece (lo que puede suceder en cualquier momento) Bush aseguraría su reelección. La mayoría de los diarios influyentes (¡incluidos los de la Florida!) respaldan al aspirante demócrata. Pero, Fahrenheit 9/11, para indignación de su realizador, Michael Moore, no será emitido el primero de noviembre por In Demand el canal de televisión por cable estadounidense. «Está claro que se ha ejercido presión sobre ellos (los directivos del canal)», dijo Moore, quien firmó un acuerdo con la empresa en septiembre y que por ello ahora puede exigir que se cumpla lo establecido. El realizador investiga si pudiese imponer por la vía judicial la emisión de su película. In Demand llega a unos 28 millones de familias estadounidenses, es decir, una de cada cuatro de las que tienen televisión en EE.UU. Sin embargo, la red de 62 televisoras Sinclair Broadcast Group sí trasmitirá, según anunció, un documental crítico al servicio militar de Kerry, bajo el título de Honor robado.
¿Qué sucede realmente en ese país? ¿Por qué medios de prensa que responden al poder -aunque se rompan el hueso de la alegría negándolo- se han enfilado contra Bush? ¿Cuál es la próxima jugada?
Lo cierto es que de aquí al dos de noviembre cualquier cosa puede pasar y mientras, periódicos, televisoras, agencias de sondeo y marketing, hacen zafra, ya sea con la locura de Bush, el anticarisma de Kerry o un posible ataque terrorista, mientras la mayoría de los estadounidenses está desinformada, a pesar de centenares de órganos de prensa y el mayor porcentaje mundial de acceso a Internet.
Con la cuarta parte del voto de la población de ese poderoso país, e incluso sin tener la mayoría de electores a su favor y sí la de estados fuertes, un hombre (nunca ha sido una mujer) puede llegar a presidente, aunque sea alcohólico, use un trasmisor para escuchar lo que debe responder a la prensa o diga cualquier cantidad de sandeces.
Solo a un demente, con poder conferido por los círculos gobernantes, se le puede ocurrir el impulso de un plan para que todos los ciudadanos de un país sean atendidos desde el punto de vista siquiátrico e ingieran psicofármacos. Pero ese demente es un fundamentalista que cree las atrocidades del rabino Shmuley Boteach, o aprecia las expresiones de un perdedor como Aznar. Dios los cría y… la sociedad norteamericana los junta.