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Divisiones, disrupciones y polarizaciones

Fuentes: University of the Poor Magazine / Revista de la Universidad de los Pobres

¿Unidad de la gente pobre o política identitaria de los ricos?

Dondequiera que miremos, están surgiendo serias divisiones, disrupciones y polarizaciones en toda la sociedad. La forma en que analizamos estas rupturas y cismas tiene un impacto crítico en cómo nos organizamos en nuestra lucha por las necesidades básicas de la vida. Como organizadores políticos revolucionarios, es necesario que los árboles no nos tapen el bosque; no perder de vista el panorama general. Para organizar y construir el poder de manera eficaz, debemos desarrollar un conocimiento profundo de las condiciones a las que nos enfrentamos.

El documento conceptual básico de la Universidad de los Pobres señala cómo se desarrollan y cómo cambian las sociedades. La base económica de la sociedad da forma y condiciona los acontecimientos en toda la sociedad. La política y las crisis políticas, entonces, son una expresión concentrada de esta base económica. Las asombrosas innovaciones tecnológicas del presente momento están transformando la forma en que se producen las cosas y la forma en que trabajamos. Los trabajos estables del pasado período “industrial” se han ido para siempre y están siendo reemplazados por trabajos de bajos salarios y por el desempleo masivo y la creciente falta de vivienda.

Como resultado de estas transformaciones económicas que marcan una nueva época, queda cada vez más claro que la polarización dominante en la vida actual es el fantástico crecimiento de la riqueza para unos pocos y la creciente pobreza para las grandes mayorías. Esta es la crisis económica del capitalismo global que subyace en las divisiones, disrupciones y polarizaciones que ocurren hoy en día en este país y en el mundo en general.

Épocas de polarización

En diferentes períodos de la historia han existido diferentes polarizaciones que caracterizan las luchas de clases de cada época. En la historia reciente, estas polarizaciones se han transformado y cambiado con bastante rapidez, según los estándares históricos, a medida que los modos de producción capitalista se han transformado rápidamente. En Estados Unidos, durante la década de 1930, el crecimiento de la producción industrial a gran escala generó luchas de clases para organizar sindicatos y trabajadores en las grandes fábricas. Los trabajadores lucharon contra las corporaciones y los bancos que eran dueños de estas fábricas, y este movimiento laboral se convirtió en el centro de gravedad de la lucha de clases en ese momento.

En el período posterior a la Segunda Guerra Mundial, los países económicamente avanzados extendieron la producción capitalista e intensificaron la opresión colonial en todo el mundo. Una parte de los trabajadores de los países avanzados se benefició de la riqueza generada. Esto llevó a que la lucha de clases se concentrara en el mundo colonial y se expresara en las luchas de liberación nacional contra el imperialismo.

Hoy, las condiciones han cambiado nuevamente. El capitalismo es verdaderamente global (no solo “internacional”) y la clase capitalista es global, liderada por el capital estadounidense. De manera similar, la clase trabajadora se está desarrollando cada vez más como una clase global de personas pobres y desposeídas. Los nuevos métodos de producción están dando lugar a un excedente de población masivo a nivel mundial. Si bien los miembros de la clase trabajadora en ocasiones trabajan para los capitalistas, esta clase está comenzando a encontrarse periférica al sistema de producción capitalista en su conjunto. Ellos, cada vez más, ya no tienen una relación permanente con la producción. Entran y salen del empleo y son empujados hacia la economía clandestina ilegal o semilegal y el desempleo permanente. Más del 60 por ciento de la población activa mundial se considera empleo “precario” o atípico.

La organización de la gente pobre de hoy

¿Cuáles son las condiciones que enfrentamos hoy en Estados Unidos? Nuevas condiciones conducen a nuevas formas de lucha y nuevas organizaciones de nuestra clase, por lo que esta es una pregunta que debemos priorizar. Durante los últimos 50 años, con el reemplazo de la producción industrial a gran escala en la que las fábricas empleaban a decenas de miles de trabajadores, la importancia del lugar de trabajo en la lucha de clases se ha reducido cada vez más. Hoy en día, las principales luchas de la gente pobre y desposeída no se trata solo de la lucha contra los empleadores, sino que se enfrentan al gobierno y a todo el aparato estatal (policía, agencias gubernamentales, tribunales, etc.).

Estas luchas son potencialmente explosivas, pero en gran parte incipientes, en parte porque la gente pobre hoy en día tiene pocas organizaciones y son el sector menos organizado de la sociedad. De hecho, el llamado urgente a construir organizaciones de los pobres sustanciales y duraderas, es una tarea de suma importancia en la actualidad. Los avances tecnológicos han producido una crisis económica permanente y cada vez más intensa con una pobreza generalizada y creciente. Antes de la pandemia de COVID-19, había 140 millones de trabajadores pobres y de bajos salarios en EE.UU. Es probable que estas cifras sólo hayan aumentado y continuarán haciéndolo. Nuestra clase enfrenta una necesidad urgente de construir el poder político para transformar las condiciones en las que sufrimos. En todo momento, nos enfrentamos a la influencia y el control de la clase dominante.

Puede parecer que estén “de nuestro lado” las miles de organizaciones sin fines de lucro financiadas por las principales corporaciones y bancos que limitan y desvían nuestras luchas. También hay muchas organizaciones e instituciones que, sin comprender la estrategia y táctica de nuestros enemigos, terminan apoyando inconscientemente sus objetivos. A menudo, cuando pelean los “liberales” y los “conservadores”, estas diversas organizaciones terminan apoyando a los que parecen ser “progresistas”. Sin embargo, estas organizaciones terminan tomando posiciones que en realidad representan el sector dominante de la clase dominante, sin entender si es apropiado o no hacer negociaciones. Por ejemplo, apoyar a cualquier demócrata contra los políticos republicanos a menudo fortalecerá a nuestros enemigos dentro del Partido Demócrata.

El terreno electoral

La lucha por el poder político y la independencia política se inicia objetivamente dentro del terreno electoral, pero no debe limitarse a ella. De hecho, la fuerza de cualquier actividad de la gente pobre y desposeída en el terreno electoral, depende de sus relaciones organizadas con las luchas a vida o muerte que llevan a cabo los pobres y desposeídos. La influencia de un funcionario electo está directamente relacionada con la base organizada de ese individuo en la comunidad. Maniobrar dentro del terreno electoral de forma aislada de la lucha de clases actual, ha demostrado ser históricamente un serio fracaso, con “victorias” otorgadas y luego arrebatadas por los caprichos de los políticamente poderosos. Este es el costo de una estrategia electoral desconectada de los movimientos amplios e independientes de la gente pobre, y la consecuencia inevitable de una era definida por la falta de organizaciones independientes de la misma.

Esto ha sido así a lo largo de la historia de Estados Unidos. Por ejemplo, durante las décadas de 1930 y 1940, un período histórico al que se hace mucha referencia hoy, las diversas organizaciones de pobres y trabajadores, incapaces de construir su propio partido político y representación electoral a escala nacional, se basaron en cambio en una relación comprometida con la administración de Roosevelt, en el que siempre fueron el “socio menor”. A su vez, Roosevelt y su Coalición del New Deal se basaron en parte en la base masiva de trabajadores industriales empobrecidos de Estados Unidos para mantener el poder y reconstruir una economía en quiebra.

La Coalición del New Deal estaba dominada y dirigida por los intereses de la clase capitalista en general, y de Wall Street en particular. Al final de la Segunda Guerra Mundial, esto permitió el giro hacia la derecha del Partido Demócrata y la purga de los radicales de los sindicatos. También hizo necesaria el relanzamiento de la lucha contra la segregación de Jim Crow, debido a los compromisos de la Coalición con los demócratas racistas del sur. Como resultado, la falta de independencia política de las organizaciones de la clase trabajadora llevó al fortalecimiento de nuestros enemigos.

Las coaliciones de centro-izquierda y las tácticas de “frente amplio”, donde los revolucionarios siguen a los elementos centristas, han llevado una y otra vez a la derrota de nuestra clase. Si bien el negociar es necesario bajo ciertas condiciones, y debemos trabajar con personas con las que tenemos diferencias, esto solo puede lograrse de una manera constructiva y estratégicamente basada en principios desde una posición de fuerza frente a la independencia política de la gente pobre. Vale la pena repetirlo: nuestro poder político dentro del terreno electoral depende y se basa en la fuerza e independencia de las organizaciones y las luchas más amplias de la gente pobre y desposeída.

¿Unidad de la gente pobre o política identitaria de los ricos?

Teniendo esto en cuenta, deberíamos volver a la pregunta de las condiciones específicas a las que nos enfrentamos hoy. Durante la última década, el Partido Republicano se ha convertido en un partido populista de derecha que representa una posición minoritaria en la clase dominante. Ahora, la sección dominante de la clase dominante, los principales bancos y corporaciones, está utilizando al Partido Demócrata para rechazar a los republicanos. Para hacer esto, los demócratas están, hasta cierto punto, intentando hablar de las necesidades y demandas de la gente pobre. De hecho, las principales corporaciones y bancos están librando una campaña generalizada contra los republicanos utilizando y manipulando nuestras luchas. Vemos esto, por ejemplo, en los millones de dólares que están donando a la lucha por la justicia climática, la atención médica y campañas por las vidas negras. El objetivo de esta campaña de la clase dominante no es liberar a la gente pobre, sino hacer retroceder el auge populista de derecha y estabilizar la tumultuosa situación económica.

Sin embargo, la crisis económica que enfrentamos hoy es sistémica y crónica. En una época de pobreza endémica y altas tasas de desigualdad que se incorporan al sistema, solo puede haber recuperaciones económicas parciales y, en el mediano y largo plazo, la clase dominante no puede estabilizar el país. Con esto en mente, la gente pobre y desposeída necesitamos desarrollar nuestra propia campaña que sea plenamente consciente de lo que intenta lograr la “campaña de la clase dominante”. Además, debemos tomar conciencia de que, a medida que la clase dominante intenta abordar parcialmente nuestras demandas involucrándonos en su campaña, impulsa simultánea y consistentemente las “políticas identitarias” para evitar la unidad real de nuestra clase. Nuestro enemigo de clase siempre ha oprimido a diversos grupos de forma diversa. Han usado la diversidad de opresiones para mantenernos divididos y pelear entre nosotros por las migajas que reparten. La política de identidad unifica a ricos y pobres dentro de identidades discretas y bloquea la unidad de la gente pobre en donde pueda. Nuestro poder de clase fluye de la unidad de las personas de abajo.

Es el caso, entonces, que una de las principales batallas ideológicas en los Estados Unidos hoy es la “unidad de la gente pobre” versus la “política identitaria”. A medida que la pobreza, el hambre, las enfermedades desenfrenadas y más continúan expandiéndose, esta es una batalla que no podemos dejar de lado. El arma ideológica de la política de identidad empleada por los ricos, exige que la gente pobre y desposeída promovamos nuestros intereses a través de nuestras propias campañas, independientes de la clase dominante. La necesidad de estas campañas es una expresión de la lucha de clases. Y la lucha de clases es una lucha política, una lucha por el poder político.

Lenny Brody ha estado activo políticamente desde la década de los 1960. Durante esa década fue voluntario con la Southern Christian Leadership Conference, la organización de derechos civiles dirigida por el Revdo. Dr. Martin Luther King, Jr. en South Carolina. Como parte de sus actividades de protesta de la guerra en Vietnam, se negó a participar en el Ejército. Fue miembro fundador del Communist Labor Party y ha estudiado la economía y las teorías del cambio político en lo que milita políticamente. Actualmente es uno de los coordinadores de la University of the Poor Think Tank y participa con la revista de la University of the Poor.

Fuente: https://universityofthepoor.org/es/divisiones-disrupciones-y-polarizaciones/