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A propósito de un artículo del profesor Vicenç Navarro

Dudas y preguntas sobre finalidades y liberaciones

Fuentes: Rebelión

«Otra Catalunya, otra España» es el título con el que se ha editado la intervención de Vicenç Navarro [VN] en la asamblea del «Proceso Constituyente» celebrada en Barcelona en octubre de 2013 [1]. Como son marca y atributos garantizados del profesor y maestro de todos nosotros, rebeldía, perspectiva crítica, excelente información, cuidada argumentación son algunas […]

«Otra Catalunya, otra España» es el título con el que se ha editado la intervención de Vicenç Navarro [VN] en la asamblea del «Proceso Constituyente» celebrada en Barcelona en octubre de 2013 [1].

Como son marca y atributos garantizados del profesor y maestro de todos nosotros, rebeldía, perspectiva crítica, excelente información, cuidada argumentación son algunas de las características del escrito. Abono necesario, imprescindible incluso, para los movimientos de izquierda.

Algunos ejemplos:

Miremos ahora a nuestro alrededor y veamos qué nos une, comenta VN. «Y una cosa que está clara es que lo que motiva nuestro compromiso es nuestro profundo deseo de alcanzar la felicidad -sí, lo tenemos que decir sin ningún rubor, la felicidad-, la libertad y el bienestar de nuestro pueblo, y muy en particular de sus clases populares, es decir, de aquellos ciudadanos que con su trabajo, sea remunerado o no, han construido y están construyendo este país… De ahí que sea uno de nuestros objetivos ayudar a que esta población sepa que ellos son los que hacen Catalunya…».

De ahí deriva, prosigue VN, el paso es esencial, «el segundo punto que nos define, y que es nuestro rechazo, no a España, no a los diferentes pueblos y naciones de la Península Ibérica, que consideramos nuestros hermanos, sino al Estado español, que claramente no nos representa. Este Estado, fruto de una transición inmodélica, dominado por los herederos de la dictadura fascista, es responsable del enorme atraso del Estado del Bienestar español y también es responsable de que este Estado nunca haya aceptado el carácter plurinacional de España…»

Este Estado, por si hubiera alguna duda, no es nuestro Estado. Sus símbolos no son nuestros símbolos. Mejor imposible. Añade con un pelín de externalidad: «ayudaremos a nuestros hermanos y hermanas en España, que ya están en las calles a lo largo de todo el territorio porque tampoco sienten que sea su Estado. Les ayudaremos a que logren su liberación. Hoy saludamos sus movilizaciones, denunciando que este Estado no les representa a ellos tampoco.»

Sus críticas a la Catalunya oficial tampoco son insustantivas. Todo lo contrario «Es escasamente democrática, muy poco justa y muy poco solidaria. No nos gusta una Catalunya en la que un burgués vive diez años más que un trabajador no cualificado en paro crónico. Esta no es nuestra Catalunya. No nos gusta tampoco esta Catalunya insolidaria. Catalunya no es pobre. Catalunya es rica. Y en cambio, el gasto público para financiar los servicios públicos de sanidad, educación, vivienda, escuelas de infancia, entre otros servicios, es de los más bajos de Europa».

Esto se debe, señala, no solo al déficit fiscal que Catalunya tiene con España («déficit que nos empobrece», apunta, en un paso, en mi opinión, mejorable. ¿Está criticando el profesor Navarro todo déficit fiscal entre Cataluña y el resto de España?) sino primordialmente, es palabra muy bien escogida por el maestro VN, «al enorme poder que las fuerzas conservadoras en Catalunya han tenido sobre el Estado y sobre la Generalitat. Esta es la mayor causa de nuestro subdesarrollo social, donde, a pesar de que Catalunya sea más rica que el promedio de la Unión Europea de los quince… los servicios públicos son de los menos financiados y donde casi uno de cada cuatro catalanes es pobre».

Por este motivo, apunta, queremos otra Catalunya. «Queremos una democracia participativa, y directa, en la que cada ciudadano pueda participar a través de referéndums vinculantes y otras formas participativas de democracia». El derecho a decidir, matiza mejor que excelente, tiene que incluirlo todo. «Significa decidir, no solo sobre si quiere separarse o no del Estado español, sino sobre todo lo demás, es decir, sobre los lugares de trabajo, sobre nuestras escuelas, sobre nuestros centros sanitarios, sobre nuestros barrios, y un largo etcétera. Y no solo mediante una autoridad delegada, sino directamente por la población».

Para que no quede ninguna duda, VN aclara con nitidez la tradición en la que quiere incluirse, de la que bebe y se alimenta cultural, políticamente: «Nos consideramos herederos de todos aquellos que nos precedieron en esta lucha para lograr la libertad, la felicidad y la solidaridad. Somos herederos de nuestros padres y abuelos, que perdieron una guerra defendiendo la libertad, la democracia, la solidaridad y la justicia social. Somos herederos de aquellos que continuaron luchando contra la dictadura… en las magníficas movilizaciones que, bajo el liderazgo del movimiento obrero, terminaron con aquella dictadura, y somos herederos de aquellos que continuaron presionando durante la época post-franquista denunciando la falta de representatividad de las instituciones españolas y catalanas…»

Poco que objetar, nada más bien; mucho que agradecer.

Empero, extrañan algunas formulaciones del profesor Navarro. La siguiente, por ejemplo, le sirve de engarce entre su descripción de España y sus críticas a la Cataluña oficial: «Nosotros, ahora, nos tenemos que concentrar en conseguir nuestra liberación, en este lado del Ebro.». ¿En este lado del Ebro? ¿Y por qué sólo en este lado del Ebro? ¿Esa fue la tradición de nuestros padres y abuelos a los que se hace referencia? ¿La libertad, la democracia, la solidaridad y la justicia social que se defendieron durante la heroica (y casi imposible) resistencia contra el golpe militar no abarcaban al conjunto de los pueblos de Sefarad? ¿No fue el caso que muchos combatientes catalanes mantuvieron durante meses el frente de Aragón? ¿Quiénes lucharon, quiénes combatieron en la batalla del Ebro? ¿Hubo un lado de aquí y un lado de más allá?

Esto es lo que somos, señala VN, y esto es lo que queremos para esta nueva Catalunya: «una Catalunya que pueda ayudar en solidaridad a los otros pueblos y naciones de España a liberarse, facilitando la hermandad entre los pueblos que este Estado español dificulta. Rechazamos toda hostilidad y ofensa a las clases populares de España». Perfecto y más necesario que nunca. No hay una Cataluña contra España ni existe una España contra Cataluña. Empero, ¿las clases populares catalanes no forman, no han formado siempre parte de las clases populares españolas? ¿Los sindicatos del movimiento obrero a los que se ha hecho referencia no han sido siempre sindicatos de ámbito estatal? ¿La lucha antifranquista no fue una lucha general de todos los antifascistas de Sefarad sin exclusiones ni particiones? ¿No lo fueron las luchas contra el falsario cuento de la «Inmaculada Transición-Transacción»? ¿Ayudar a otros pueblos y naciones de España a liberarse desde un pueblo separado, distinto, alejado? ¿Y a la inversa, y las ayudas de esos pueblos y naciones a nuestra liberación? ¿La Marcha Verde de los ciudadanos de Madrid no es parte (interna, no externa) de nuestra lucha? ¿No lo son las luchas del SAT, de la izquierda vasca? ¿No sentimos como nuestras las muertes de los mineros de León o las luchas de todos los trabajadores de Panrico? ¿No sentimos como una injusticia propia los encarcelamientos de Diego Cañamero o de Sánchez Gordillo? ¿No pensamos que nuestro Nelson Mandela, el compañero Marcos Ana, es nuestro, de todos y todas? ¿No creemos que Manuel Cañada, un ciudadano extremeño ejemplar, es un referente de todos?

El profesor Navarro inició su intervención con estas palabras: «Queridos compañeros y compañeras, aquí estamos reunidos, venidos de todos los rincones de Catalunya, para celebrar nuestro nacimiento; un momento de gran alegría, que vivimos con gran ilusión. Y llegamos aquí para renovar juntos nuestro compromiso de ponernos al servicio de la gente normal y corriente de nuestro país

¿Y por qué no al servicio de las gentes normales y corrientes de nuestro país de países? ¿No ha sido esa siempre una seña de identidad esencial, básica, sine qua non, de las izquierdas transformadoras españolas, incluyendo en ellas a la izquierda catalana que no ha perdido el norte ni sus finalidades básicas? ¿El género humano no era la unión fraternal de los pueblos? ¿Castelao, Aresti, Laboa, Cernuda, Espriu, García Lorca, Martí i Pol, Estellès, Raimon, Rosselló Porcel, no nos han hecho a todos nosotros?

Nota:

[1] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=176170

Salvador López Arnal es miembro del Front Cívic Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra, director Jordi Mir Garcia)

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.