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Elementos del carácter nacional de Estados Unidos (Parte II)

Fuentes: Segundo Paso

En la primera parte de este trabajo señalé la presencia de una serie de valores, creencias y tradiciones en Estados Unidos, que por su importancia, es fundamental profundizar para entender así, no sólo la conducta de esa sociedad y sus grupos de poder en política interna, sino como ella se manifiesta en el plano externo.

La política exterior de Estados Unidos se ha basado, a lo largo de su historia, en el cruce de intereses entre lo que se conoce como liberalismo en su primera etapa (1) y las contradicciones respecto al papel del Estado como un ente alejado del quehacer de su sociedad y a quien se le exige hoy un papel relevante lo que se ha intensificado producto de la pandemia del COVID-19 que ha potenciado la importancia de contar con un estado potente. Conocer el interior de Estados Unidos, las ideas que animan su accionar político es indispensable para comprender, no sólo su comportamiento, sino también la búsqueda de herramientas para combatir con eficacia a sus administraciones, que suelen devenir en enemigo de la humanidad.

Un liberalismo, tanto en el clásico como en el actual con otra denominación, que suele utilizar un concepto que termina cambiando completamente su significado esencial: autodeterminación de los pueblos. El sentido que aplica Estados Unidos a este concepto refiere al hecho que cada país tiene el derecho de darse el tipo de gobierno que desee, como si su falta fuera el origen de los conflictos internacionales. Así se otorga al concepto autodeterminación (2) un significado estrecho y sobre todo con desfase histórico. Martin Goldstein afirma en el mencionado libro que mencioné en la primera parte de este trabajo que “many liberals believe that lack of self-determination is one of the principal causes of war”. Lo grotesco de esta afirmación, arraigada como elemento concreto en la cultura política estadounidense, es lo que genera su absoluto desprecio, por ejemplo, a los afanes de la verdadera autodeterminación de pueblos como el saharaui, cuyo territorio ha sido colonizado y ocupado por Marruecos desde el año 1975 a la fecha, oponiéndose a la decisión emanada de la ONU de realizar un referéndum de autodeterminación. O como el palestino, colonizado y ocupado por el sionismo desde el año 1948.

Los 244 años de vida independiente de Estados Unidos han dado muestras, más que evidentes, de la falsedad del supuesto ideológico de respeto, no sólo al derecho a autodeterminación de los pueblos – ejemplificado en el caso del pueblo saharaui y el pueblo palestino – sino también en su propio concepto referido a respetar los gobiernos, cualesquiera sean estos, que se den los países. En términos legales se suele argumentar, que a confesión de parte relevo de pruebas” y tomando en consideración esta máxima, uno de los padres fundadores estadounidense, Thomas Jefferson , en una carta dirigida a Thomas Pinckney (ex candidato a la vicepresidencia estadounidense el año 1796) nos permite visualizar el pensamiento esencial de la política estadounidense y que se mantiene hasta el día de hoy “We certainly cannot deny to other nations that principle where on our goverment is founded, that every nations has a rigth to govern itself internally under wathever form it pleases, and to change these form at its own Will, and externally to transact business with other nations throuhgout whatever organ it chooses” (3)

Las palabras de Jefferson no tienen correlato con lo que ha sido Estados Unidos, sus gobiernos y sus múltiples procesos de intervención en el continente americano, desde México a Chile. Como también en todos los continentes, ya sea por acción directa, desestabilización, conspiraciones, apoyo a grupos insurgentes, financiamiento de golpes de estado entre otros. Una conducta que da cuenta de ese divorcio entre el discurso y la práctica. Una defensa, no de conceptos globales de interés mundial, de respeto a las definiciones emanadas de organismos como la ONU, por ejemplo, sino la defensa de sus intereses nacionales, que signan la historia de las relaciones internacionales de los Estados Unidos.

Estados Unidos, posterior a su proceso de independencia, desarrolló a gran escala, la intervención del Estado en gran parte de las ramas de su economía, con el objetivo de conseguir más recursos y mercados para su industria nacional “haciendo suyo y expandiendo el programa federalista, al que se habían opuesto los republicanos, por cuestiones relacionadas con la democracia popular. Construyendo así un Estado desarrollista central dedicado a la creación y el fortalecimiento de la fabricación y el comercio exterior, subvencionando la producción local y vetando la importación de productos británicos más económicos, construyendo la base legal para consolidar el poder de las grandes empresas privadas” (4)

El lenguaje, cuando estudiamos la política estadounidense, nos depara enormes sorpresas. En general, adquiere un sentido distinto al que se quiere expresar. Bien sabemos que el lenguaje es esencialmente creativo y suele ser muy ancho en su uso y hasta oportunista en imposición. En el caso del concepto de autodeterminación, por ejemplo, cuando la referencia es Washington, hay que entenderlo como cambio de dueño. Cuando Estados unidos habla de libre empresa, refiere a la libertad de su economía de realizar lo que sea conveniente, provechoso aunque el proteccionismo sea una realidad y la libertad de comercio, tan cacareada por el liberalismo (complementario al naciente Estados Unidos y su desarrollo como potencia) y en la actualidad por el neoliberalismo sea simplemente una farsa. Una libertad constreñida por razones políticas, ideológicas y los propios derechos reclamados por sus agentes económicos, que genera un alto nivel de proteccionismo en quien se considera un referente del libre mercado.

Un sistema de valores falsario

La idea subyacente en lo descrito consolida una visión de Estados Unidos donde los sistemas de control, dominación y agresión en los cuales este país se ha embarcado a lo largo de su historia, son la expresión de su particular entendimiento y práctica de lo que es y se entiende por libertad. Enmarcado, en lo que míticamente considera es su mítico destino manifiesto, enquistado en las creencias de su sociedad. Una cruzada surrealista, donde Washington pugna por fomentar un mundo donde la diversidad no exista, donde el pensamiento sea único, donde el otro sea mi símil, pero no en su condición de ser humano dotado de derechos inalienables, sino que igual en lo que consume, en lo que produce, en el comprar sin atender razones. No hay sentido colectivo, global en Washington. Hay sólo intereses corporativos, donde los intereses de la humanidad deben estar correlacionados con los intereses corporativos del país del norte de América. Si ello no acontece, entonces sale a relucir el peligro a su seguridad nacional, activando alarmas y políticas hegemónicas, sello distintivo de Estados Unidos.

Resulta evidente que nuestras sociedades, en el inicio del quinto lustro de este siglo XXI están más divididas que nunca, la distancia entre aquellos que más poseen y los que no, es abismal. Los 2.153 multimillonarios del mundo tienen más riqueza que 4.600 millones de personas. El 1% más rico del mundo tiene más del doble de riqueza que 6.900 millones de personas. En otro indicador se señala que los 22 hombres más ricos del mundo tienen más riqueza que todas las mujeres en África (5). En este panorama, los discursos neoliberales se han convertido en eficaces instrumentos de desinformación, presentando un mundo con real satisfacción de nuestras necesidades, con preeminencia de la democracia representativa y la libre empresa y por tanto parece estar a firme el derroche de optimismo capitalista, que inunda nuestros países, a pesar de las pruebas en contrario.

Estados Unidos, referente del liberalismo y posteriormente del neoliberalismo presenta: la política, la economía, la cultura, entre otros elementos, desde un prisma de engaño. Sólo es resaltado lo que redunda en beneficio de la imagen y práctica de su sistema de vida. La violencia racial, el nulo acceso a la salud de 40 millones de estadounidenses. El racismo, las fallas estructurales de su sistema político son minimizados. La teoría económica genera un ideario falsario, presentando a Adam Smith, por ejemplo, como uno de los más influyentes exponentes de la libre empresa, cuando se lee y comprende parcial e interesadamente al autor. Smith era más que una figura de la ilustración, era también un intelectual visionario y que despreciaba lo que se ha considerado su impronta: el capitalismo. Se leen fragmentos de Smith, algunas frases bien acomodadas, sobre todo aquellas que nos hacen visualizar la “maravillosa” División del Trabajo pero, al avanzar en el mismo texto The Wealth Of Nations, nos damos cuenta que el mismo Smith preconiza que “esa división del trabajo brutal destruirá a los seres humanos y los convertirá en unas criaturas tan estúpidas e ignorantes como puede llegar a serlo un ser humano” (6)

El estudio de la historia de las relaciones internacionales de Estados Unidos permite afirmar, que los llamados elementos de su carácter nacional, en este primer cuarto del siglo XXI reafirma el comportamiento que los ha caracterizado desde su independencia. Los pioneros, aquellos que se establecieron en tierras de la costa este del actual Estados Unidos siguen siendo basalmente influyentes en sus particulares valores. Estados Unidos, en mi impresión, aún se siente navegando en el Mayflower, en una especie de viaje sin tocar puerto. Y, sólo lo harán el día que sus falsos y agresivos fundamentos de acción sean la base del mundo entero. La tarea se ha facilitado tras la caía del campo socialista, en la conformación de zonas diferenciadas, donde prima el concepto de libre mercado y con una globalización donde la economía sigue siendo el motor de su política exterior. Aupada por sus grupos de presión interna: sionistas, saudí, energético, el de armas, que condiciona la mencionada economía pero también su política de alianzas, la diplomacia, los acuerdos internacionales.

La diferenciación de nuestros países, en el ámbito global, nos permite fundamentar que esa visión estadounidense y de aliados como el sionismo y países europeos, entre otros, respecto a que existen pueblos destinados a vencer y otros a sufrir la dominación de los más poderosos, está más presente que nunca. Las reglas básicas del orden mundial, concebidas y llevadas a cabo por Estados Unidos, mantienen fuertemente su esencia “El imperio de la ley para el más débil, el de la fuerza para el fuerte. Los principios de racionalidad económica para los débiles y la intervención del estado y su poder para los más fuertes. Al igual que en el pasado, el privilegio y el poder no se someten voluntariamente al control popular o a la disciplina del mercado, y por tanto procuran debilitar la verdadera democracia y ajustar sus principios de mercado a sus necesidades específicas” (7) Una realidad que gracias a la aparición de nuevas fuerzas políticas, económicas y militares tiende a cambiar esta correlación de fuerzas, como un paso positivo y necesario. Llámense países BRICS, la república islámica de irán o ideas de unión regional, que a pesar de sobresaltos son ideas de soberanía necesarias de fortalecer.

Con el imperialismo, reforzado a partir de la caída de los socialismos reales, hay un soporte también de los valores estadounidenses. En un plano de análisis riguroso de su actuar nos lleva a concluir que estados Unidos es un país con una enorme coherencia en su actuar interno y externo, que en modo alguno es positivo para nuestros países. Es lis ay llanamente la constatación que las lógicas internas, donde juegan un papel relevante sus grupos de presión, tienen enorme influencia en el papel que las administraciones estadounidenses cumplen en el ámbito global. A pesar de ciertas creencias que el asignan a Washington un pragmatismo predominante, creo que posee un sentido altísimo de planificación.

Por ejemplo el llamado Memorándum NSC 68, escrito dos meses antes de la Guerra de Corea (1950-1953) bajo la presidencia de Harry Truman. Allí, la política exterior estadounidense se expresó con claridad sobre la necesidad de fortalecer el poderío militar estadounidense, piedra angular en la guerra fría contra la Unión Soviética y que conduciría a su colapso económico y político. El memorándum Número 68 del Consejo de Seguridad Nacional (NSC-68), del 7 de abril de 1950, constituyó el primer intento efectivo de poner por escrito, la estrategia global de Estados Unidos. Un documento paradigmático que va a determinar el lanzamiento de la carrera armamentista, sobre todo nuclear y un endurecimiento de las relaciones Este-Oeste.

Aquellos que no creemos en el sistema de valores, creencias y tradiciones estadounidenses tenemos la responsabilidad de leer los palimpsestos, escudriñar, leer bajo el agua cuando Estados Unidos habla de autodeterminación, libertad de comercio, libre empresa, aislacionismo, respeto al derecho internacional, pragmatismo, democracia, entre otros conceptos. La historia de las relaciones internacionales del país del norte de América nos muestra, que su cacareada democracia es simplemente una cáscara hueca, carente de profundidad, ejemplificada por el escándalo electoral que se vive aún entre un presidente en ejercicio, que se niega a aceptar su derrota y un presidente electo, que aún no puede iniciar un traspaso normal del poder.

Un Estados Unidos cuya política interna está, evidentemente, en crisis y que suele volcar en el plano exterior la búsqueda de soluciones a sus dificultades. Un escape hacia afuera cuando la explosión social puede desencadenar una catástrofe de proporciones. Es la búsqueda constante de un enemigo, de un eje del mal, de estados patrocinadores del terrorismo, un choque de civilizaciones. Cualquier excusa sirve para seguir despreciando los derechos de nuestros pueblos, para intervenir en función de supuestos valores democráticos, para generar un símil de lo que creen debe ser el modelo que seguir por el conjunto del planeta. Estados Unidos, cuando está en un trance histórico complejo suele acudir a la agresión externa, intensificar las presiones y las políticas de máxima presión contra nuestros pueblos. Estar alertas es la primera medida que debemos considerar y conocer su lenguaje, lo sibilino de conceptos, que sólo sirven para consolidar un poder que es necesario desmontar.

Pablo Jofré Leal

Cedido por www.segundopaso.es

  1. Al hablar de liberalismo en Estados unidos y sobre todo al inicio de su historia como país independiente refiere al conocido como “Liberalismo clásico” que es el término empleado para designar la ideología que defiende la propiedad privada, una economía de libre mercado no intervenida, el Estado de Derecho, garantías constitucionales de libertad religiosa, libertad de prensa y paz internacional fundamentada en el libre comercio. Distinto al Liberalism del siglo XX que a esta ideología describe “extensas interferencias en la propiedad privada y el mercado en nombre de alcanzar objetivos igualitarios. Hoy, liberalism en Estados Unidos describe la necesidad de un gobierno omnipresente, intervencionista y corrector de la actividad humana. Es lo que en Europa se denomina socialdemocracia y que en Estados Unidos cada día más se describe como progresismo.
  2. El derecho de libre determinación de los pueblos, más conocido como derecho de autodeterminación, es el derecho de un pueblo a decidir sus propias formas de gobierno, perseguir su desarrollo económico, social y cultural, y estructurarse libremente, sin injerencias externas y de acuerdo con el principio de equidad. El 14 de diciembre de 1960 la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la resolución 1514 (XV) “Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales” conocido como derecho de autodeterminación, que viene a ser el referente de la descolonización y definido como el derecho que tienen los pueblos a la independencia de aquellos pueblos sujetos a “una subyugación, dominación y explotación extranjeras”. Dentro de cada Estado no existe autodeterminación que sí existe para los pueblos coloniales o sometidos a dominación extranjera. La ONU trata de conseguir que las colonias se conviertan en Estados miembros de la ONU, tras lo cual el derecho descolonizador dejará de aplicarse. Así se establece en el artículo 78 de la Carta.

El ejercicio del derecho a la autodeterminación se somete a varias reglas y principios. Se prohíbe la violencia contra la autodeterminación, por lo que de algún modo se legitiman las llamadas guerras de liberación nacional. Además la autodeterminación pasa a regirse por el principio uti possidetis iuris, definido como “regla general de derecho internacional aplicable en la determinación de las fronteras de los Estados nacidos de un proceso descolonizador”

  1. “Ciertamente no podemos negar a otras naciones ese principio en el que se funda nuestro gobierno, que cada nación tiene el derecho de gobernarse internamente bajo la forma que le plazca, y de cambiar estas formas a su propia voluntad, y externamente para realizar transacciones comerciales con otras naciones a través de cualquier órgano que elija »
  2. Chomsky Noam. “El Nuevo Orden Mundial (y el viejo)”. Editorial Crítica. Barcelona. España. 1997. Página 148.
  3. https://oxfamilibrary.openrepository.com/bitstream/handle/10546/620928/bp-time-to-care-inequality-200120-es.pdf
  4. Lo que se ha hecho con Smith no es un accidente. Son múltiples los autores que pasan a la historia como señeros exponentes de determinadas corrientes económicas, sin detenernos a pensar, que no todo es tan brillante como lo pintan. Chomsky amplia lo citado afirmando que Smith puede ser catalogado de un socialismo libertario y que la opinión de igualdad de oportunidades se le debe agregar también la de condiciones, para desarrollar un mercado que funcionara con perfecta libertad.
  5. Chomsky Noam. Op. Cit. Página 344

Enlace a la primera parte de este trabajo: https://rebelion.org/elementos-del-caracter-nacional-de-estados-unidos-parte-i/