No es solo EE.UU.: el mundo entero se enfrenta a un descalabro económico de dimensiones desconocidas para cualquiera de las generaciones vivas, y de momento no existe ninguna hoja de ruta que garantice la restauración de la normalidad previa a la pandemia, habida cuenta que este modelo capitalista no sirve ni funciona.
La economía de Estados Unidos se contrajo 4,8 por ciento en el primer trimestre, su caída más acentuada desde la recesión de 2008, y lo que es peor, ese declive apenas incluye el poderoso freno por las medidas de aislamiento frente al Covid-19: eso recién se reflejará en el próximo trimestre, cuando se espera una caída del 30% … o más.
La dimensión de la pandemia en Estados Unidos es grande: Con más de un millón de contagiados y más de 60 mil muertos, EE.UU. lidera todas las estadísticas negativas, ante la tesis oficial de que no se puede detener la economía aún a costa de la vida de los estadounidenses. En la guerra de Vietnam murieron 58 mil estadounidenses. Los atentados del 11 de setiembre de 2001 dejaron tres mil muertos: hoy Nueva York suma más de 300 mil contagios y 18 mil muertos.
Cada vez más señales «del futuro» remiten a la Gran Depresión de 1929 y los años 30: en sólo cinco semanas los pedidos de ayuda por desempleo alcanzó a 30 millones de trabajadores. Estados Unidos es el país donde más personas han fallecido por la enfermedad respiratoria, con unos 60 mil muertos por el coronavirus.
Esta vez no fue un tuit del presidente Donald Trump, sino que fue e Departamento de Comercio el que reportó que el producto interno bruto (PIB) estadunidense bajó 4.8 a tasa anual en el periodo enero-marzo, tras crecer 2.1 por ciento en los últimos tres meses de 2019, poniendo fin al periodo continuo de crecimiento de más de una década, el mayor en la historia del país.
Se espera que la situación sea peor en el segundo trimestre, período en que la economía se contraerá entre un 20% y un 30%, de acuerdo a Kevin Hassett, asesor económico de la Casa Blanca, quien indicó que ese 4,8% muestra apenas la punta del iceberg y lo peor está por venir, cuando se publiquen cifras de los meses de confinamiento.
La mayoría de los componentes clave de la producción económica estadounidense se redujeron drásticamente, incluido el gasto del consumidor, que representa dos tercios de la actividad, y que cayó 7.6 por ciento.
En este contexto la Fed, el banco central (privado) estadounidense, mantuvo las tasas de interés en el rango de cero a 0.25 por ciento y dijo que hará todo lo necesario para apuntalar la economía, luego de una reunión virtual de dos días, tras la cual afirmó que ahora no es el momento de preocuparse del déficit fiscal.
El mercado laboral de Estados Unidos también tendrá un gran impacto a medida que el brote de coronavirus mantiene cerrados los negocios. La asociación dice que se espera que la tasa de desempleo aumente al 12% a mediados de año, mientras que Estados Unidos puede perder 4,58 millones de empleos en el segundo trimestre.
La pérdida de empleo arrastrará el consumo, un importante motor de la economía de Estados Unidos. El gasto del consumidor representa aproximadamente el 70% del crecimiento económico.
El precio del petróleo intermedio de Texas (WTI) mostró esta semana un importante rebote hasta los 15,39 dólares el barril, motivado por un incremento menor de lo esperado de los inventarios de crudo estadounidenses y por la esperanza de un aumento en la demanda provocado por las progresivas reaperturas económicas anunciadas en algunos estados.
Con el argumento de proteger el empleo el gobierno de Donald Trump intervino aportando cuantiosas sumas para salvar la industria petrolera (es decir la inversiones de la comunidad financiera trasnacional), pero no se advierte el más mínimo incremento en el consumo, y la oferta sigue aumentando (el acuerdo ruso-saudí de reducción de la producción entra en vigor solo el 1º de mayo).
No es sólo EE.UU., es la lógica neoliberal
Por su parte, el Fondo Monetario Internacional (FMI) estimó en -5.9 por ciento la contracción de la economía estadounidense para todo 2020, un golpe fuerte, pero no tan grave como el que habrá de sufrir la zona euro (-7.5 por ciento), con Italia y España como mayores afectadas (-9.1 y -8 por ciento, respectivamente).
De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), por cada mes que se mantienen en vigor las medidas de confinamiento destinadas a frenar la propagación del Covid-19, la economía global retrocede dos por ciento y ubica la contracción del PBI mundial en -8 por ciento durante 2020 y, si se considera que muchas naciones recién entran en la fase más álgida de contagios, es inevitable que los números rojos se extiendan por dos meses o más.
No es solo EE.UU.: el mundo entero se enfrenta a un descalabro económico de dimensiones desconocidas para cualquiera de las generaciones vivas, y de momento no existe ninguna hoja de ruta que garantice la restauración de la normalidad previa a la pandemia, habida cuenta que este modelo capitalista no sirve ni funciona.
Lo urgente es reflexionar y replantear a fondo el sistema económico que ha sido impuesto en casi todo el mundo, con diferentes ritmos y alcances, a lo largo de los últimos 40 años, porque la crisis del coronavirus responde a la imposición de economías de consumo y adquisición incesante de bienes y servicios, a costa de la privatización de la salud, la educación y la precarización inhumana de las condiciones laborales.
Es necesario salir de la inoperante lógica neoliberal que favorece apenas al uno por ciento de la humanidad, no solo para recuperar las sociedades de la producción frente a la vigente sociedad de consumo, sino para poder defender el medio ambiente ante la amenaza del cambio climático, fortalecer las economías locales y las lógicas de organización comunitarias, en un mundo, que ya no será el mismo tras la pandemia.
*Economista del Observatorio de Estudios Macroeconómicos (Nueva York), Analista de temas de EEUU y Europa, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)