Críticas a la delegación estadounidense en la Cumbre de las Américas por su oposición a un posible consenso y por la actitud de algunos de sus miembros
La VI Cumbre de las Américas celebrada en la ciudad colombiana de Cartagena de Indias ha finalizado sin una declaración conjunta y marcada por la polémica sobre los asuntos más controvertidos, como la ausencia de Cuba, la penalización de las drogas o la soberanía de las islas Malvinas.
Sin embargo, a pesar del fracaso de la cita en cuanto a una falta de consenso, como ya ocurrió en las anteriores cumbres de 2005 y 2009, no parece que uno de los países participantes haya abandonado Colombia, precisamente, apesadumbrado por la falta de propuestas concretas.
EEUU ha sido el mayor foco de las críticas ya no sólo por su férrea oposición junto a Cánada a la participación de Cuba en las próximas citas pese al apoyo generalizado del resto de países, sino también por la actitud de la delegación durante su estancia en Colombia.
Al escándalo protagonizado por el servicio secreto de Barack Obama con la supuesta contratación de prostitutas, hay que sumarle unas fotografías distribuidas por la mayoría de agencias de noticias en las que se puede ver a la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, junto a buena parte de su equipo de fiesta en el Café Havana de Cartagena, un local de baile. Fotografías que no ayudan a la imagen de su país que ha sido el principal responsable de que la posible declaración conjunta de la cumbre no pasara de un texto cargado de buenas intenciones.
La web del establecimiento da cuenta de la presencia de la jefa de la diploacia estadounidense desde «primeras horas del 15 de abril». «La señora Clinton cedió ante el embrujo del son cubano y por sobre normas y restricciones viajó a La Habana en Cartagena», relata la página la noche de «una rubia radiante de ojos azules encendidos por la emoción».
Casi desde el primer día, la delegación estadounidense se vio salpicada por las informaciones sobre la «mala conducta», según Washington, de varios agentes enviados a la cita colombiana y que rápidamente fueron reemplazados. El propio mandatario estadounidense se ha visto obligado a salir del paso prometiendo una investigación «profunda» y «rigurosa» sobre la actuación de su Servicio Secreto.
El objetivo de Cartagena era, según el anfitrión gobierno colombiano, lograr resultados tangibles en materia de seguridad, acceso a las nuevas tecnologías, prevención de los desastres naturales, mejora de infraestructuras y sobre todo, reducción de la pobreza y la inequidad. La falta de una declaración de consenso significa que los 33 países participantes no se comprometieron a casi nada en esos cinco temas.
Otro asunto que levantó ampollas en Cartagena, aparte del de la presencia de Cuba, fue el contencioso de Argentina con el Reino Unido en relación a las islas Malvinas, un tema sobre el que Obama se declaró «neutral» cuando casi todos los países de América Latina lo consideraron un caso de «colonización» que persiste en la región. Estos dos temas «álgidos», según el presidente colombiano Juan Manuel Santos, son los que EEUU, con el apoyo de Canadá, se negó a que se incluyeran en el documento final de consenso como pedían la mayoría de los participantes.
El presidente boliviano, Evo Morales, fue uno de los más críticos a las posturas defendidas por EEUU y Canadá y anunció que junto al resto de países miembros de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra Américas (ALBA) no acudirá a otras Cumbres de las Américas hasta que Cuba sea invitada. La frase de que la cita de Cartagena deberá ser «la ultima sin Cuba» la repitió también la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff.